Charlie y la fábrica de chocolate
2005 

6.6
97,133
Fantástico. Comedia. Infantil
Charlie Bucket (Freddie Highmore), un niño muy bueno de una familia muy pobre, gana un concurso para disfrutar de una visita de un día a la gigantesca fábrica de chocolate del excéntrico Willy Wonka (Johnny Depp) y su equipo de Oompa-Loompas. Cuatro niños más de diferentes partes del mundo lo acompañarán a través de un mundo fantástico y mágico lleno de diferentes sabores.
23 de febrero de 2011
23 de febrero de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenida de principio a fin, tiene algunas diferencias con respecto a la dirigida por Mel Stuart, algunas mejores y otras peores en mi opinión, por ejemplo las canciones, donde son mejores sin duda las de la película dirigida por Mel Stuart ya que los Oompa-Loompas son más "de la época", en esta de Tim Burton no concuerdan con la época que se narra.
Las mejoras con respecto a la película de 1971 se notan en los efectos especiales, la historia de Willy Wonka y el colorido.
El papel de Deep, como casi siempre, es de notable alto.
Lo mejor: Incide más en la vida personal de Willy Wonka
Las mejoras con respecto a la película de 1971 se notan en los efectos especiales, la historia de Willy Wonka y el colorido.
El papel de Deep, como casi siempre, es de notable alto.
Lo mejor: Incide más en la vida personal de Willy Wonka
19 de marzo de 2011
19 de marzo de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empezaré por la conclusión: estética adaptación que entusiasmará a los más pequeños o a los incondicionales (muy incondicionales) de Burton. A los demás seres humanos les producirá cierta admiración el diseño de producción y poco más, porque en esta ocasión el bueno de Tim se lanza (aún más) a los brazos de la industria en el mal sentido y les hace una película a medida para romper taquillas en las fiestas, y para que la gente no murmure ha metido sus marcas de fábrica, entre las que está Johnny Depp. Y es que, amigos míos, el autor de Ed Wood no volverá nunca y solo nos queda un tipo imaginativo pero que suele tener graves problemas con la elección de las historias que quiere contar: el libro de Rohal Dahl lo podía haber filmado cualquiera y no se hubiera notado la diferencia porque, nos guste o no, la sobreabundancia de efectos visuales adocena a los directores. Para concluir, hablemos de Willy Wonka: su antecesor en el papel, Gene Wilder, le da cien patadas porque es capaz de dotarlo de personalidad y encanto, mientras que Depp se limita a ofrecernos un enfermo mental anémico y sin el más mínimo carisma.
18 de agosto de 2011
18 de agosto de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando era pequeña me encantaban los libros de Roald Dahl, y he dejado pasar demasiado tiempo para ver esta adaptación de una de mis historias favoritas.
Es verdad que cuando vemos una película y hemos leído el libro antes, la decepción suele aparecer, y ésta, me temo que no es una excepción.
Es verdad que cuando vemos una película y hemos leído el libro antes, la decepción suele aparecer, y ésta, me temo que no es una excepción.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los 20 primeros minutos todo va bien. Hay que partir de que se trata de un cuento para niños, así que cada personaje está exagerado, pero bueno, no pasa nada. El problema es cuando llegamos a la fábrica. Bueno, más que la fábrica, cuando aparece Johnny Depp en escena.
Y es que no acabo de entender por qué Johnny Depp tiene que aparecer sí o sí en todas las películas de este hombre. Que es que hay papeles y papeles y Johnny Depp no es Willy Wonka! Aparte, la caracterización, la personalidad de Willy Wonka no era así en el libro. Sí, sigue siendo un tipo muy raro, pero no era torpe ni hacía tanto el bobo. Además no se sabe nada de su pasado, conservando así su misterio.
Ahí es donde veo el fallo. Lo opalompas, bueno, tampoco me los imaginaba así, pero estos personajillos, pues es dificil hacerlos al gusto de todo el mundo.
El actor que hace de Charlie me resulta acertado así como el del abuelo, aunque al principio no me convencía.
La moraleja de la familia también resulta previsible, pero no deja de ser un cuento para niños y no es mala moraleja al fin y al cabo.
Los escenarios están muy conseguidos y coinciden bastante con la descripción del libro, especialmente la primera sala de la cascada de chocolate. También el ascensor de cristal (que da lugar a una segunda parte, me pregunto si la adaptará también...).
En resumidas cuentas: es una pena la elección del actor, así como el aspecto y carácter que refleja Willy Wonka.
Y es que no acabo de entender por qué Johnny Depp tiene que aparecer sí o sí en todas las películas de este hombre. Que es que hay papeles y papeles y Johnny Depp no es Willy Wonka! Aparte, la caracterización, la personalidad de Willy Wonka no era así en el libro. Sí, sigue siendo un tipo muy raro, pero no era torpe ni hacía tanto el bobo. Además no se sabe nada de su pasado, conservando así su misterio.
Ahí es donde veo el fallo. Lo opalompas, bueno, tampoco me los imaginaba así, pero estos personajillos, pues es dificil hacerlos al gusto de todo el mundo.
El actor que hace de Charlie me resulta acertado así como el del abuelo, aunque al principio no me convencía.
La moraleja de la familia también resulta previsible, pero no deja de ser un cuento para niños y no es mala moraleja al fin y al cabo.
Los escenarios están muy conseguidos y coinciden bastante con la descripción del libro, especialmente la primera sala de la cascada de chocolate. También el ascensor de cristal (que da lugar a una segunda parte, me pregunto si la adaptará también...).
En resumidas cuentas: es una pena la elección del actor, así como el aspecto y carácter que refleja Willy Wonka.
28 de septiembre de 2011
28 de septiembre de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Burton junto a August y Dahl nos invitan a pasar dos horas que, a priori, parece que serán un divertidisimo y genial delirio creativo e imaginativo de los que sólo parece capaz este director (o al menos capaz de que se lo produzcan). Y digo a priori porque la construcción del relato sobre la vida cotidiana de Charlie Bucket (una vida pobre en cuanto al capital pero millonaria en cuanto al amor familiar) crea un delicioso clima de fabula que recuerda por momentos a la estupenda "Eduardo Manostijeras". En sólo diez minutos, Burton ya nos ha atrapado a la historia de ese niño angelical que sueña con visitar la fábrica de ese ser cuasi místico llamado Willy Wonka.
Por eso, el momento en el que se abren las puertas de la fábrica, para dejar entrar al bueno de Charlie y a los otros cuatro (todos odiosos y estereotipos de niños consentidos) la película alcanza, para mí, el momento cumbre. Y claro, si eso sucede a la media hora de película, es difícil que lo que nos enseñen dentro de esos muros, por muy imaginativo, sorprendente y delirante que sea, alcance a cubrir las espectativas que nos hemos marcado durante esa primera media hora. Y eso que a pesar de mi escepticismo incial hubo un momento en el que pensé, oye, parece que Burton lo va a conseguir, va a colmar, e incluso a superar las espectativas (los Oompa-loompa son divertidísimos, y toda esa maquinaria para hacer golosinas).
Pero conseguir esto y no descuidar la trama, les supuso un malabarismo demasiado complicado que ni Burton ni los guionistas consiguen. Porque si lo que se descubre dentro de la fábrica, como ya he dicho, es divertido y original, no es menos cierto que ese interés que nos había creado, con toda la tensión y la intriga del primer acto disminuye, hasta el punto de (y que me perdonen los "burtonianos") aburrir en algunas secuencias.
Es en esos momentos cuando da la impresión de que hubiese existido (que no lo sé) un conflicto entre Roald Dahl y el guionista John August, en el que uno quisiera contar la historia fiel al relato original, y el otro quisiera salvar el guión y la película. Algo que podría extrapolarse a ese conflicto interior del personaje de Johnny Depp, Willy Wonka, y que nos remite a la traumática relación con su padre dentista (interpretado por Christopher Lee). Un conflicto que no está en el relato original de Dahl y que John August parece decir, "si funcionó en Big Fish (por el que ganó varios premios de guión adaptado) por qué no iba a funcionar aquí también".
Desde entonces este pastiche paterno-filial, resuelto de manera infantil y apresurada, intenta ser el recurrente que nos mantenga quietecitos en nuestra butacas (porque de Charlie, que sólo mira y pregunta cosas inteligentes al señor Wonka, nos olvidamos hasta casi el final del segundo acto). No desvelaré nada del final si digo que el tercer acto tampoco consigue remontar el vuelo.
Por eso, el momento en el que se abren las puertas de la fábrica, para dejar entrar al bueno de Charlie y a los otros cuatro (todos odiosos y estereotipos de niños consentidos) la película alcanza, para mí, el momento cumbre. Y claro, si eso sucede a la media hora de película, es difícil que lo que nos enseñen dentro de esos muros, por muy imaginativo, sorprendente y delirante que sea, alcance a cubrir las espectativas que nos hemos marcado durante esa primera media hora. Y eso que a pesar de mi escepticismo incial hubo un momento en el que pensé, oye, parece que Burton lo va a conseguir, va a colmar, e incluso a superar las espectativas (los Oompa-loompa son divertidísimos, y toda esa maquinaria para hacer golosinas).
Pero conseguir esto y no descuidar la trama, les supuso un malabarismo demasiado complicado que ni Burton ni los guionistas consiguen. Porque si lo que se descubre dentro de la fábrica, como ya he dicho, es divertido y original, no es menos cierto que ese interés que nos había creado, con toda la tensión y la intriga del primer acto disminuye, hasta el punto de (y que me perdonen los "burtonianos") aburrir en algunas secuencias.
Es en esos momentos cuando da la impresión de que hubiese existido (que no lo sé) un conflicto entre Roald Dahl y el guionista John August, en el que uno quisiera contar la historia fiel al relato original, y el otro quisiera salvar el guión y la película. Algo que podría extrapolarse a ese conflicto interior del personaje de Johnny Depp, Willy Wonka, y que nos remite a la traumática relación con su padre dentista (interpretado por Christopher Lee). Un conflicto que no está en el relato original de Dahl y que John August parece decir, "si funcionó en Big Fish (por el que ganó varios premios de guión adaptado) por qué no iba a funcionar aquí también".
Desde entonces este pastiche paterno-filial, resuelto de manera infantil y apresurada, intenta ser el recurrente que nos mantenga quietecitos en nuestra butacas (porque de Charlie, que sólo mira y pregunta cosas inteligentes al señor Wonka, nos olvidamos hasta casi el final del segundo acto). No desvelaré nada del final si digo que el tercer acto tampoco consigue remontar el vuelo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En resumen, y aparte de esta caída más que evidente del interés, "Charlie y la fábrica de chocolate" tiene todos los ingredientes visuales de una película de Tim Burton (fantásticos), junto a unas buenas interpretaciones y a divertidisimos momentos de humor (como cuando arden los muñecos de caramelo o algunas de las canciones de los trabajadores pigmeos).
Pero se queda en poco más que un mero entretenimiento de domingo por la tarde en el sofá.
Pero se queda en poco más que un mero entretenimiento de domingo por la tarde en el sofá.
19 de enero de 2012
19 de enero de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación de la famosa novela de Roald Dahl que cuenta la mágica aventura del pequeño Charlie dentro de la fábrica de chocolate que todos quisiéramos visitar. Tremendamente divertida, encantará a los niños y no defraudará a los mayores.
A Tim Burton le encantan estas cosas, eso no es ningún misterio. Una historia surrealista con un personaje pintoresco es un caramelo para el director del peinado loco. En Charlie y la fábrica de chocolate, el guion de John August es bastante fiel al libro y Tim Burton se encarga de dar el toque de color. Desde la vestimenta de ese magistral personaje que es Willie Wonka hasta todas y cada una de las salas de la fábrica, todo es tremendamente llamativo a nivel visual, incluyendo la sala de televisión, totalmente blanca y con la música de Johan Strauss ambientando la situación, lo que convierte la escena en un homenaje (dentro de lo banal que es la película que nos ocupa) a 2001: Una odisea del espacio. Burton convierte Charlie y la fábrica de chocolate en algo así como una road movie de interiores y aprovecha cada escenario para sacar todo el jugo posible, apoyándose en las míticas escenas de los oompa loompa, que son tal vez lo más representativo de la película.
Johnny Depp, al igual que su buen amigo Tim Burton, disfruta en esta clase de producciones. Si hay un personaje curioso, ahí esta él para interpretarlo mejor que nadie. El repertorio de tics y expresiones de Depp es casi infinito y siempre da con el adecuado para cada situación. Freddie Highmore borda su papel. El pequeño actor interpreta con una naturalidad asombrosa que hace que su personaje sea creíble desde el principio hasta el final. AnnaSophia Robb también lo hace realmente bien, algo necesario para convertir a su personaje en alguien tan odioso como debe ser, lo que también podría aplicarse a Julia Winter, que está incluso mejor que su compañera. Philip Wiegratz tiene poco trabajo ya que se dedica solamente a comer chocolate y el quinteto infantil lo completa Jordon Fry, que es tal vez el más flojo de los cinco con un trabajo un tanto frío, que se deja notar más por su personaje, que debería ser mucho más expresivo y nervioso. David Kelly está encantador, formando una gran pareja con el que aquí es su nieto (Highmore) que encandila al menos sentimental de los mortales. Noah Taylor y Helena Bonham Carter rinden a un buen nivel aunque no tienen excesivo trabajo.
Resumiendo, que es gerundio: Charlie y la fábrica de chocolate es una película con mucha vida que se ve con mucha facilidad. Es cierto que no es una película profunda ni que toque temas espinosos (sus "protestas sociales" no pasan de meros comentarios o situaciones pasajeras), pero su finalidad no es la de hacer pensar, sino la de entretener y dejar como apunte final que al final, no hay nada como el hogar... dulce hogar.
A Tim Burton le encantan estas cosas, eso no es ningún misterio. Una historia surrealista con un personaje pintoresco es un caramelo para el director del peinado loco. En Charlie y la fábrica de chocolate, el guion de John August es bastante fiel al libro y Tim Burton se encarga de dar el toque de color. Desde la vestimenta de ese magistral personaje que es Willie Wonka hasta todas y cada una de las salas de la fábrica, todo es tremendamente llamativo a nivel visual, incluyendo la sala de televisión, totalmente blanca y con la música de Johan Strauss ambientando la situación, lo que convierte la escena en un homenaje (dentro de lo banal que es la película que nos ocupa) a 2001: Una odisea del espacio. Burton convierte Charlie y la fábrica de chocolate en algo así como una road movie de interiores y aprovecha cada escenario para sacar todo el jugo posible, apoyándose en las míticas escenas de los oompa loompa, que son tal vez lo más representativo de la película.
Johnny Depp, al igual que su buen amigo Tim Burton, disfruta en esta clase de producciones. Si hay un personaje curioso, ahí esta él para interpretarlo mejor que nadie. El repertorio de tics y expresiones de Depp es casi infinito y siempre da con el adecuado para cada situación. Freddie Highmore borda su papel. El pequeño actor interpreta con una naturalidad asombrosa que hace que su personaje sea creíble desde el principio hasta el final. AnnaSophia Robb también lo hace realmente bien, algo necesario para convertir a su personaje en alguien tan odioso como debe ser, lo que también podría aplicarse a Julia Winter, que está incluso mejor que su compañera. Philip Wiegratz tiene poco trabajo ya que se dedica solamente a comer chocolate y el quinteto infantil lo completa Jordon Fry, que es tal vez el más flojo de los cinco con un trabajo un tanto frío, que se deja notar más por su personaje, que debería ser mucho más expresivo y nervioso. David Kelly está encantador, formando una gran pareja con el que aquí es su nieto (Highmore) que encandila al menos sentimental de los mortales. Noah Taylor y Helena Bonham Carter rinden a un buen nivel aunque no tienen excesivo trabajo.
Resumiendo, que es gerundio: Charlie y la fábrica de chocolate es una película con mucha vida que se ve con mucha facilidad. Es cierto que no es una película profunda ni que toque temas espinosos (sus "protestas sociales" no pasan de meros comentarios o situaciones pasajeras), pero su finalidad no es la de hacer pensar, sino la de entretener y dejar como apunte final que al final, no hay nada como el hogar... dulce hogar.
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