El cuento de la criadaSerie
2017 

Bruce Miller (Creador), Reed Morano ...
7.6
27,784
Serie de TV. Drama
Serie de TV (2017-2025). 6 temporadas. 66 episodios. Para enfrentarse a una tasa de natalidad en declive, un régimen fundamentalista ha empezado a tratar a las mujeres como propiedades. Como una de las pocas mujeres fértiles que quedan, Defred es una criada, una más de la casta de mujeres forzadas a una servidumbre sexual para intentar repoblar el mundo.
8 de septiembre de 2020
8 de septiembre de 2020
12 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que razón tienen Brad y Ninphe en sus criticas Que elogios ridículos vierten otros.
Y el colmo es ya cuando alguno compara la situación de la serie con la España de... si, de ese, claro, con las monjas robando niñas y las beatos crujiendo a los pobres ateos.
Todo en esta serie es inverosímil, gratuitamente desagradable y con interpretaciones y situaciones llevadas al paroxismo. Es lo "bueno" que tienen las distopias tan de moda, cualquier fantasía vale y no es necesario un buen guión.
Da risa que las pobres esclavas sexuales estén vigiladas por un montón de soldados armados con ametralladoras
Mientras haya quienes gusten de estos subproductos la industria los seguirá fabricando.
Desde luego tengo que confesar que no he pasado del tercer capítulo.
Mi estómago ya ha tenido bastante.
Y el colmo es ya cuando alguno compara la situación de la serie con la España de... si, de ese, claro, con las monjas robando niñas y las beatos crujiendo a los pobres ateos.
Todo en esta serie es inverosímil, gratuitamente desagradable y con interpretaciones y situaciones llevadas al paroxismo. Es lo "bueno" que tienen las distopias tan de moda, cualquier fantasía vale y no es necesario un buen guión.
Da risa que las pobres esclavas sexuales estén vigiladas por un montón de soldados armados con ametralladoras
Mientras haya quienes gusten de estos subproductos la industria los seguirá fabricando.
Desde luego tengo que confesar que no he pasado del tercer capítulo.
Mi estómago ya ha tenido bastante.
1 de septiembre de 2021
1 de septiembre de 2021
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me dispuse a ver la serie después de tantas alabanzas, premios y público apoyándola y, efectivamente, es una serie que marca, es una serie que marca un antes y un después, especialmente por lo fuertemente tratado el apartado emocional ante tales atrocidades en ésta distopía, dolorosamente, se puede conectar a nuestra historia, nuestros hábitos y enseñanzas cómo sociedad, guardando distancias, aunque no demasiadas y es aterrador pensar que, con ésta ola de fascismo mundial, la realidad de ésta serie podría llegar a ser verdadera.
A nivel técnico es una serie muy cuidada, en actuación, grabación, sets, está muy bien llevada aunque para ser honesto y para aquellos que buscan recomendación es una serie DENSA y que conlleva mucha carga emocional puesto es muy cruda. Hoy día estamos más acostumbrados a series muy dinámicas.
En definitiva, una serie y adaptación que marca un hito en la historia de la televisión.
A nivel técnico es una serie muy cuidada, en actuación, grabación, sets, está muy bien llevada aunque para ser honesto y para aquellos que buscan recomendación es una serie DENSA y que conlleva mucha carga emocional puesto es muy cruda. Hoy día estamos más acostumbrados a series muy dinámicas.
En definitiva, una serie y adaptación que marca un hito en la historia de la televisión.
5 de octubre de 2021
5 de octubre de 2021
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Handmaid's Tale abre muchas puertas para la reflexión. Leyendo un par de críticas, alguien escribió en el Telegraph sobre tortura pornográfica. Esta postura parte de quienes sostienen que no debe mostrarse tanto dolor, porque "se" conoce. "Se" sabe que la misoginia está mal, etc. Pero, ¿se sabe? Esto me preguntaba mientras reflexionaba que, en realidad, la serie apunta a un público general. No fue creada para las vanguardias, o al menos no necesariamente. Entiendo que procuró aproximar el dolor allí donde el dolor no llega. Te obliga a mirar lo que no ves, no sólo lo que podés ver y le apartás la vista. No obstante, también le otorga mucho material de análisis a las vanguardias del feminismo. Esto se logra mediante la profundización de la ficción, los pormenores del argumento, exhibiendo de este modo los entramados del guión y la interseccionalidad de la opresión.
Torna a la emocionalidad hacia un papel activo, en su sentido fluctuante. Pretende alejarnos del simplismo moral cuya base inalterable sobre el horror es incuestionable, y a partir de allí construye nuevos entramados éticos. El totalitarismo del horror se desprende del horror totalitario. La sensación de asfixia intelectual es comprensible, porque ante nosotras (utilizo el género femenino para referirme también a hombres, pues los incluyo en este genérico) se ubica algo que excede la comprensión racional. Nos asoma al abismo. Sabemos lo que Nietzsche dijo al respecto. A partir de allí elaboramos preceptos anticristianos, sin embargo la pugna contra el sentido religioso no cesa. Es el totalitarismo subliminal: la religión hegemónica. El cristianismo.
Ese mal primero, el religare, va de la mano con el patriarcado. Por un momento la trama nos lleva a pensar que saliendo de Gilead está la libertad. Pero la realidad es más dura: el patriarcado está en todos lados. En mayor o menor medida. Las semillas del mal religioso están expandidas sobre nuestra tierra. Sólo basta que se rieguen un poco para que crezcan.
Definitivamente es una serie con imágenes sensibles (retratadas y relatadas). Sin duda nos ubica como espectadores pasibles de ansiedad. Más aún si hacemos de ella una maratón.
Ver la repetición del sufrimiento es un metasufrimiento si se observa desde la empatía.
Cuando Jane, protagonista de The Handmaid's Tale, accede casualmente a diarios de EEUU impresos antes del golpe de Estado del fundamentalismo cristiano se da cuenta de que el terrorismo cristiano no emergió de la nada ni fue un acontecimiento extraordinario, sino una consecuencia ordinaria del desenvolvimiento de los acontecimientos políticos. Se sorprende, entonces, y reflexionando sobre el terror, exclama: siempre estuviste ahí.
En una sóla de línea, en una sóla escena, se actualiza el célebre poema:
"Primero vinieron por los socialistas,
y yo no dije nada, porque yo no era socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas,
y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los judíos,
y yo no dije nada, porque yo no era judío.
Luego vinieron por mí,
y no quedó nadie para hablar por mí".
Lo que Martin Niemöller o Bertolt Brecht quisieron expresar no fue sólo "la indiferencia", como se tituló apócrifamente, hacia "el mal", contingencias, accidentes, aquello que cerca a uno e instintivamente mira hacia otro lado. No es sólo la carencia de la empatía, una solidaridad defectuosa, o la tragedia simple de la estupidez. No se trata sólo de un lastimoso reproche por no ayudar a tu prójimo, a tu compañera, a tu vecino/a. Excede la visión de cercanía. Sobrepasa todo círculo. Se trata del compromismo político. El reproche es político y te dice: ¿es que no estabas al tanto? Grita silenciosamente: ¿es que no te diste cuenta? Algo estaba sucediendo, día a día, mientras ignorabas las noticias, los diarios, la información política de actualidad.
D. Lloyd comienza una edición actualizada de V de Vendetta (específicamente finaliza) diciendo que no hay allí personajes felices y que la obra no está hecha para las personas que quitan el canal de las noticias. Otra vez, nos está diciendo lo mismo: esto mismo.
Dante le preguntó a Virgilio: "¿Qué son esos suspiros, gritos y llantos que retumban en el aire sin estrellas?", y éste le responde que "vienen del Antiinfierno, donde son castigadas las tristes almas que vivieron sin infamia y sin honor. Son los ignavos, almas que en vida no hicieron ni el bien ni el mal, por su elección de cobardía".
Torna a la emocionalidad hacia un papel activo, en su sentido fluctuante. Pretende alejarnos del simplismo moral cuya base inalterable sobre el horror es incuestionable, y a partir de allí construye nuevos entramados éticos. El totalitarismo del horror se desprende del horror totalitario. La sensación de asfixia intelectual es comprensible, porque ante nosotras (utilizo el género femenino para referirme también a hombres, pues los incluyo en este genérico) se ubica algo que excede la comprensión racional. Nos asoma al abismo. Sabemos lo que Nietzsche dijo al respecto. A partir de allí elaboramos preceptos anticristianos, sin embargo la pugna contra el sentido religioso no cesa. Es el totalitarismo subliminal: la religión hegemónica. El cristianismo.
Ese mal primero, el religare, va de la mano con el patriarcado. Por un momento la trama nos lleva a pensar que saliendo de Gilead está la libertad. Pero la realidad es más dura: el patriarcado está en todos lados. En mayor o menor medida. Las semillas del mal religioso están expandidas sobre nuestra tierra. Sólo basta que se rieguen un poco para que crezcan.
Definitivamente es una serie con imágenes sensibles (retratadas y relatadas). Sin duda nos ubica como espectadores pasibles de ansiedad. Más aún si hacemos de ella una maratón.
Ver la repetición del sufrimiento es un metasufrimiento si se observa desde la empatía.
Cuando Jane, protagonista de The Handmaid's Tale, accede casualmente a diarios de EEUU impresos antes del golpe de Estado del fundamentalismo cristiano se da cuenta de que el terrorismo cristiano no emergió de la nada ni fue un acontecimiento extraordinario, sino una consecuencia ordinaria del desenvolvimiento de los acontecimientos políticos. Se sorprende, entonces, y reflexionando sobre el terror, exclama: siempre estuviste ahí.
En una sóla de línea, en una sóla escena, se actualiza el célebre poema:
"Primero vinieron por los socialistas,
y yo no dije nada, porque yo no era socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas,
y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los judíos,
y yo no dije nada, porque yo no era judío.
Luego vinieron por mí,
y no quedó nadie para hablar por mí".
Lo que Martin Niemöller o Bertolt Brecht quisieron expresar no fue sólo "la indiferencia", como se tituló apócrifamente, hacia "el mal", contingencias, accidentes, aquello que cerca a uno e instintivamente mira hacia otro lado. No es sólo la carencia de la empatía, una solidaridad defectuosa, o la tragedia simple de la estupidez. No se trata sólo de un lastimoso reproche por no ayudar a tu prójimo, a tu compañera, a tu vecino/a. Excede la visión de cercanía. Sobrepasa todo círculo. Se trata del compromismo político. El reproche es político y te dice: ¿es que no estabas al tanto? Grita silenciosamente: ¿es que no te diste cuenta? Algo estaba sucediendo, día a día, mientras ignorabas las noticias, los diarios, la información política de actualidad.
D. Lloyd comienza una edición actualizada de V de Vendetta (específicamente finaliza) diciendo que no hay allí personajes felices y que la obra no está hecha para las personas que quitan el canal de las noticias. Otra vez, nos está diciendo lo mismo: esto mismo.
Dante le preguntó a Virgilio: "¿Qué son esos suspiros, gritos y llantos que retumban en el aire sin estrellas?", y éste le responde que "vienen del Antiinfierno, donde son castigadas las tristes almas que vivieron sin infamia y sin honor. Son los ignavos, almas que en vida no hicieron ni el bien ni el mal, por su elección de cobardía".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Debo decir, antes que nada, que la serie nos ubica en una casi imposibilidad de confiar en los hombres heterosexuales. Esto se sella en la cuarta temporada. A tal punto que no podía dejar de sospechar de Nick, incluso hasta el final. Creí que a último momento traicionaría a Jane quizás a causa de la advertencia de la canadiense.
Otra reflexión que inspira The Handmaid's Tale es que la religión, especialmente la cristiana (aplica también para el islam), es que su biblia es una fuente de confusión moral.
Esto es fácil de entender: si el libro está lleno de contradicción, "entender a Dios" es imposible. Si, en otras palabras, lo que está bien pasa a estar mal, y lo que está mal pasa a estar bien, esta oscilación produce confusión, y un tipo particular de confusión: la confusión moral.
A raíz de esta confusión, la moralidad se agrieta y da lugar a la potencia de la crueldad.
Sucede, por consiguiente, un efecto Rorschach sobre la moralidad. Es decir, sobre la moral contradictoria bíblica, se observa sesgadamente la moral que se 'quiere' ver.
A partir de aquí podemos decir que no importa que cada cual tenga su creencia particular en tanto el Estado sea laico, es decir, su relevancia es contingente. Pues una creencia personal basada en el irraciocinio religioso abrahámico no deja de ser una semilla del mal, una potencia de la crueldad. Por lo tanto no sólo es necesario la separación de las iglesias del Estado, sino también la erradicación cultural de la religión. Necesitamos una sociedad atea.
Hasta el momento se solía conformarse con la separación de toda iglesia del Estado, argumentando que la creencia personal no es dañina, pero esto porque no se tenía en consideración la peligrosa potencialidad dañina de la ideología religiosa.
El objetivo de una sociedad mundial atea no contradice la libertad de culto, sino más bien propone una transición cultural hacia el ateísmo generalizado a partir de Estados laicos cuyas políticas alienten el ateísmo desde la educación primaria y que toda escuela privada religiosa esté prohibida, del mismo modo que no están permitidas las armas de fuego en los colegios. Puesto que la creencia religiosa abrahámica es tan "personal" como tener un arma de fuego en el hogar (todo lo personal es político). Podrá argumentarse que eso no convierte en asesinos a los portadores, pero nadie puede negar que tal arma fue creada para matar.
De hecho, cada vez que alguien nos habla de su religión deberíamos decirle: cuidado, no me apuntes a la cara.
Otra reflexión que inspira The Handmaid's Tale es que la religión, especialmente la cristiana (aplica también para el islam), es que su biblia es una fuente de confusión moral.
Esto es fácil de entender: si el libro está lleno de contradicción, "entender a Dios" es imposible. Si, en otras palabras, lo que está bien pasa a estar mal, y lo que está mal pasa a estar bien, esta oscilación produce confusión, y un tipo particular de confusión: la confusión moral.
A raíz de esta confusión, la moralidad se agrieta y da lugar a la potencia de la crueldad.
Sucede, por consiguiente, un efecto Rorschach sobre la moralidad. Es decir, sobre la moral contradictoria bíblica, se observa sesgadamente la moral que se 'quiere' ver.
A partir de aquí podemos decir que no importa que cada cual tenga su creencia particular en tanto el Estado sea laico, es decir, su relevancia es contingente. Pues una creencia personal basada en el irraciocinio religioso abrahámico no deja de ser una semilla del mal, una potencia de la crueldad. Por lo tanto no sólo es necesario la separación de las iglesias del Estado, sino también la erradicación cultural de la religión. Necesitamos una sociedad atea.
Hasta el momento se solía conformarse con la separación de toda iglesia del Estado, argumentando que la creencia personal no es dañina, pero esto porque no se tenía en consideración la peligrosa potencialidad dañina de la ideología religiosa.
El objetivo de una sociedad mundial atea no contradice la libertad de culto, sino más bien propone una transición cultural hacia el ateísmo generalizado a partir de Estados laicos cuyas políticas alienten el ateísmo desde la educación primaria y que toda escuela privada religiosa esté prohibida, del mismo modo que no están permitidas las armas de fuego en los colegios. Puesto que la creencia religiosa abrahámica es tan "personal" como tener un arma de fuego en el hogar (todo lo personal es político). Podrá argumentarse que eso no convierte en asesinos a los portadores, pero nadie puede negar que tal arma fue creada para matar.
De hecho, cada vez que alguien nos habla de su religión deberíamos decirle: cuidado, no me apuntes a la cara.
6 de mayo de 2025
6 de mayo de 2025
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puntué esta serie con un 8 y tras más de 2 temporadas vistas le baje la puntuación a 6. Lo explico:
La serie es interesante porque centrados en un tema tan sensible como la natalidad, gira a su al rededor todo un mundo distópico, ultra religioso.
Para mi es insostenible dicho mundo por la violencia ejercida. Nadie en un mundo de violencia extrema puede vivir demasiado tiempo, lo demuestran las guerras modernas y las antiguas, al final todo queda en una especie de pacto, en el que la gente tiende a sobre vivir.
Ni en el comunismo mas aberrante las sociedades eran tan violentas.
Por otro lado los personajes tienen un gran recorrido, pero curiosamente, tienen mas recorrido los secundarios que los principales.
Seguiré escribiendo si decido ver las 6 temporadas
La serie es interesante porque centrados en un tema tan sensible como la natalidad, gira a su al rededor todo un mundo distópico, ultra religioso.
Para mi es insostenible dicho mundo por la violencia ejercida. Nadie en un mundo de violencia extrema puede vivir demasiado tiempo, lo demuestran las guerras modernas y las antiguas, al final todo queda en una especie de pacto, en el que la gente tiende a sobre vivir.
Ni en el comunismo mas aberrante las sociedades eran tan violentas.
Por otro lado los personajes tienen un gran recorrido, pero curiosamente, tienen mas recorrido los secundarios que los principales.
Seguiré escribiendo si decido ver las 6 temporadas
1 de junio de 2020
1 de junio de 2020
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un gineceo de mujeres sufrientes.
June decidida a recuperar a su hija y urdiendo intrigas, una June que conserva sus dosis de saludable ambigüedad y que incorpora más capas a su personaje.
La serie sigue explotando su poderosa iconografía en algunas escenas y explorando las diferentes facetas del sistema que plantea, por ejemplo, la reinserción en el mundo "libre" de una ex criada o el papel de las Martas, luego de la un tanto fallida incursión en las "colonias" de la T2 como novedad.
Uno de los personajes clave y más interesantes sin lugar a dudas es Serena, que comenzó a gestar su rebelión en la T2, con su hieratismo al borde del estallido y ya verán con qué deriva.
La temporada tiene la virtud de diversificar sus escenarios y de incorporar valiosos personajes como Eleanor, la esposa del Comandante Lawrence, el nuevo "patrón" de June (una notable Julie Dretzin) o desarrollar otros (La Tía Lidia de Anne Dowd, la ex criada Emily de la siempre notable Alexis Bledel y la Martha Rita de Amanda Brugel, por ejemplo).
Pero el protagonismo de la notable Elizabeth Moss como June se torna casi excluyente, con sus oportunas voces en off, aunque acaso incurra a veces en una sobreactuación subrayada por sus primeros planos a cámara.
La puesta en escena de esta temporada es deslumbrante: locaciones, iluminación, fotografía, encuadre, banda sonora, vestuario, despliegue... y supera a la de las anteriores temporadas.
La serie continúa con su ritmo pausado, que cuece situaciones a fuego lento pero no se priva de potentes estallidos de violencia física o simbólica.
Quizás en algún momento la trama queda enredada en una situación que monopoliza la acción más de lo debido; pero todo tiene su justificación.
El capítulo final combina los elementos concentracionarios, bíblicos y de sororidad que caracterizan a esta ficción.
Se trata de una temporada que despierta ominosas y tristes resonancias con la actualidad, y no porque estalle una epidemia en Gilead.
June decidida a recuperar a su hija y urdiendo intrigas, una June que conserva sus dosis de saludable ambigüedad y que incorpora más capas a su personaje.
La serie sigue explotando su poderosa iconografía en algunas escenas y explorando las diferentes facetas del sistema que plantea, por ejemplo, la reinserción en el mundo "libre" de una ex criada o el papel de las Martas, luego de la un tanto fallida incursión en las "colonias" de la T2 como novedad.
Uno de los personajes clave y más interesantes sin lugar a dudas es Serena, que comenzó a gestar su rebelión en la T2, con su hieratismo al borde del estallido y ya verán con qué deriva.
La temporada tiene la virtud de diversificar sus escenarios y de incorporar valiosos personajes como Eleanor, la esposa del Comandante Lawrence, el nuevo "patrón" de June (una notable Julie Dretzin) o desarrollar otros (La Tía Lidia de Anne Dowd, la ex criada Emily de la siempre notable Alexis Bledel y la Martha Rita de Amanda Brugel, por ejemplo).
Pero el protagonismo de la notable Elizabeth Moss como June se torna casi excluyente, con sus oportunas voces en off, aunque acaso incurra a veces en una sobreactuación subrayada por sus primeros planos a cámara.
La puesta en escena de esta temporada es deslumbrante: locaciones, iluminación, fotografía, encuadre, banda sonora, vestuario, despliegue... y supera a la de las anteriores temporadas.
La serie continúa con su ritmo pausado, que cuece situaciones a fuego lento pero no se priva de potentes estallidos de violencia física o simbólica.
Quizás en algún momento la trama queda enredada en una situación que monopoliza la acción más de lo debido; pero todo tiene su justificación.
El capítulo final combina los elementos concentracionarios, bíblicos y de sororidad que caracterizan a esta ficción.
Se trata de una temporada que despierta ominosas y tristes resonancias con la actualidad, y no porque estalle una epidemia en Gilead.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
SEMISPOILER:
Hay un capítulo que transcurre integramente en un hospital que es un verdadera obra maestra: sin dudas uno de los mejores de las 3 temporadas.
Hay un capítulo que transcurre integramente en un hospital que es un verdadera obra maestra: sin dudas uno de los mejores de las 3 temporadas.
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