Soséz. El sonido fue su gran aliada durante muchos momentos de la primera parte. En esta segunda algo tan supuestamente trivial ni siquiera da el callo, por lo que uno se va haciendo a la idea de la endeblez del producto. Y es una pena; porque los X-Men son como los Dallas o Falcon Crest de antaño, un infinito culebrón sobre los comics más leídos del planeta.

Y el vestuario que ya me mosqueó en la primera parte... me repatea en la segunda porque parece que todos los putos superhéroes deben enfundarse cuero negro macarra y motorista. Hasta Daredevil con una manita de betún rojo. Y no puede ser. Supermán es el único fiel a las mallas de licra de toda la vida, aunque nuestro amigo y vecino Spiderman le ande a la zaga.

La primera tuvo "su cosa" narrativamente hablando. La segunda carece del interés de su predecesora tornándose demasiado previsible y hueca. Supongo que la tercera no dirá gran cosa. Ojalá me equivoque.