Los santos inocentes
8.1
46,620
Drama
España franquista. Durante la década de los sesenta, una familia de campesinos vive miserablemente en un cortijo extremeño bajo la férula del terrateniente. Su vida es renuncia, sacrificio y y obediencia. Su destino está marcado, a no ser que algún acontecimiento imprevisto les permita romper sus cadenas. Adaptación de la novela homónima de Miguel Delibes. (FILMAFFINITY)
11 de octubre de 2009
11 de octubre de 2009
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película muy cruda, que retrata la jerarquía de la sociedad andaluza antigua. Es fácil indignarse visionando la película al comprobar las diferencias sociales existentes, y el servilismo de los pobres hacia los señoritos es vomitivo.
Los señoritos son aborrecibles. Más aún que los prepotentes lo son los que van de buenos sin serlo (*), por su gran cinismo. En ellos se observa una gran degradación de los valores humanos. En su medio se mueven como si fueran semi-dioses.
Los actores hacen unos papeles sublimes (Alfredo Landa, Terele Pávez, Paco Rabal, ...).
Los señoritos son aborrecibles. Más aún que los prepotentes lo son los que van de buenos sin serlo (*), por su gran cinismo. En ellos se observa una gran degradación de los valores humanos. En su medio se mueven como si fueran semi-dioses.
Los actores hacen unos papeles sublimes (Alfredo Landa, Terele Pávez, Paco Rabal, ...).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
(*) Recuérdese la escena de la señora marquesa regalando una miseria de aguinaldo antes de las fiestas.
19 de marzo de 2010
19 de marzo de 2010
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillosa adaptación de la maravillosa novela de Delibes. Camus consigue captar la esencia del relato, tomando toda la crudeza de la novela y traduciéndola en poderosas imágenes, en una narración sencilla pero oscura.
El ritmo pausado de la música aumenta esa sensación de agotamiento de la película con tres interpretaciones asombrosas: Juan Diego, Paco Rabal y Alfredo Landa, estos dos últimos ganadores en Cannes a la mejor interpretación. Ambos pasarán a la historia como el Azarías y como Paco el bajo, inmensos en la narración de la humillación y la venganza.
La película consigue, desde el localismo, desde la pequeña historia, retratar toda una época y todo un país, que sigue estando vigente en nuestra época y que sigue siendo nuestro país. Los santos inocentes va de España, así de simple y de complejo, va de lo cabrones que somos. De esa España de los latifundios de los 60, pero también de la España de la actualidad y de la que vendrá. El tiempo no parece cambiarnos.
A partir de Paco y Régula, y de sus tres hijos, y del Azarías y su milana bonita Delibes y Camus plasman la sensación de dolor de unos seres que viven por y para el servicio de los demás, del señorito y sus cacerías.
El ritmo pausado de la música aumenta esa sensación de agotamiento de la película con tres interpretaciones asombrosas: Juan Diego, Paco Rabal y Alfredo Landa, estos dos últimos ganadores en Cannes a la mejor interpretación. Ambos pasarán a la historia como el Azarías y como Paco el bajo, inmensos en la narración de la humillación y la venganza.
La película consigue, desde el localismo, desde la pequeña historia, retratar toda una época y todo un país, que sigue estando vigente en nuestra época y que sigue siendo nuestro país. Los santos inocentes va de España, así de simple y de complejo, va de lo cabrones que somos. De esa España de los latifundios de los 60, pero también de la España de la actualidad y de la que vendrá. El tiempo no parece cambiarnos.
A partir de Paco y Régula, y de sus tres hijos, y del Azarías y su milana bonita Delibes y Camus plasman la sensación de dolor de unos seres que viven por y para el servicio de los demás, del señorito y sus cacerías.
27 de febrero de 2011
27 de febrero de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
De vez en cuando aparecen cosas como ésta en el cine español.
La película es impresionante, con la mezcla justa de ternura y dureza y con el final deseado por todos los espectadores (supongo).
A lo mejor hace falta mucho dinero para fabricar películas como ésta y por eso hacemos lo que hacemos la mayoría de las veces.
La película es impresionante, con la mezcla justa de ternura y dureza y con el final deseado por todos los espectadores (supongo).
A lo mejor hace falta mucho dinero para fabricar películas como ésta y por eso hacemos lo que hacemos la mayoría de las veces.
11 de mayo de 2011
11 de mayo de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me uno a la larga lista de usuarios que consideran ésta como una gran película. ¿La mejor del cine español? Podría haberlo sido, sin duda. Probablemente la de Paco Rabal sea la mejor interpretación que he visto en un actor español y una de las mejores que haya visto jamás, Alfredo Landa me pone los pelos de punta cada vez que lo veo sollozar quejándose de su pierna en otra actuación soberbia (en mi opinión, la mejor de su carrera), Terele Pávez y Juan Diego están magníficos y Agustín González más que correcto (nunca me gustó demasiado este actor). En definitiva me rindo ante el elenco de actores, pero el conjunto de la película...
Ese es otro cantar. La novela tiene un ritmo soberbio gracias al recurso de sustituir puntos y guiones por comas, haciendo de cada capítulo una sola oración compuesta, pero en la película este ritmo se ve lastrado por el intento del director de utilizar a su vez una estructura de capítulos, que no coinciden con los del libro, cada uno dedicado a un personaje y apoyándose para ello en unos saltos en el tiempo que pueden llegar a pasar inadvertidos de modo que encontramos vivos a personajes que han muerto y ágiles a los que estaban lesionados. Este recurso ocurre incluso dentro del mismo capítulo, desorientando por momentos al espectador desprevenido que en un primer visionado puede tener la sensación de que el guionista se ha olvidado de lo que había hecho con tal o cual personaje unas páginas antes.
En mi modesta opinión, esto es lo único que le falta para ser la mejor película del cine español: un nuevo montaje, cronológicamente lineal, que la haga tan comprensible como el libro en que se basa, al cual adapta de modo ejemplar y respetuoso, tomando de él los diálogos de una forma casi literal. Lástima que no se hiciera lo mismo con la estructura.
Ese es otro cantar. La novela tiene un ritmo soberbio gracias al recurso de sustituir puntos y guiones por comas, haciendo de cada capítulo una sola oración compuesta, pero en la película este ritmo se ve lastrado por el intento del director de utilizar a su vez una estructura de capítulos, que no coinciden con los del libro, cada uno dedicado a un personaje y apoyándose para ello en unos saltos en el tiempo que pueden llegar a pasar inadvertidos de modo que encontramos vivos a personajes que han muerto y ágiles a los que estaban lesionados. Este recurso ocurre incluso dentro del mismo capítulo, desorientando por momentos al espectador desprevenido que en un primer visionado puede tener la sensación de que el guionista se ha olvidado de lo que había hecho con tal o cual personaje unas páginas antes.
En mi modesta opinión, esto es lo único que le falta para ser la mejor película del cine español: un nuevo montaje, cronológicamente lineal, que la haga tan comprensible como el libro en que se basa, al cual adapta de modo ejemplar y respetuoso, tomando de él los diálogos de una forma casi literal. Lástima que no se hiciera lo mismo con la estructura.
19 de diciembre de 2011
19 de diciembre de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mario Camus no es un director mediático en el sentido de que no es una gran estrella a la hora de salir de la palestra. Discreto, con un tono bastante neutral, no es una persona que otorgue grandes titulares ni tampoco se lo ha visto nunca queriendo focos en ninguna gala o festival, aunque estuviera premiado.
Sin embargo, es un director excelente, un gran conocedor de cómo se debe adaptar una pieza literaria a la gran pantalla. Tanto "La colmena" como "Los santos inocentes", demuestra que puede ser un tópico de que las versiones cinematográficas son inferiores a los libros en los que se basan. En su caso, las iguala, con sensibilidad y talento.
Igual que la novela, es una cinta muy dura, arisca, difícil de ver, casi con un nudo en el estómago. El tema es tan delicado que duele, Juan Diego está impresionante ejemplificando una distancia social que existió. Su señorito Iván pasa sin duda a la historia del cine español, creando un verdadero monstruo, un tipo horrible pero absolutamente creíble.
Terele Pávez, Mari Carrillo y el resto del reparto brillan también a gran altura, mientras suena la siniestra música que acompaña este retrato. Mención aparte para Francisco Rabal, recibiendo un papel que era el premio a toda una carrera.
No obstante, creo que los espectadores deben poner el acento en la mirada de Alfredo Landa, está increíble, desgarra el alma y es, quién sabe si el mejor, una de sus más inspiradas interpretaciones. Una cosa es que sea el tema desagradable, otra muy distinta que estamos ante un peliculón con mayúsculas.
Sin embargo, es un director excelente, un gran conocedor de cómo se debe adaptar una pieza literaria a la gran pantalla. Tanto "La colmena" como "Los santos inocentes", demuestra que puede ser un tópico de que las versiones cinematográficas son inferiores a los libros en los que se basan. En su caso, las iguala, con sensibilidad y talento.
Igual que la novela, es una cinta muy dura, arisca, difícil de ver, casi con un nudo en el estómago. El tema es tan delicado que duele, Juan Diego está impresionante ejemplificando una distancia social que existió. Su señorito Iván pasa sin duda a la historia del cine español, creando un verdadero monstruo, un tipo horrible pero absolutamente creíble.
Terele Pávez, Mari Carrillo y el resto del reparto brillan también a gran altura, mientras suena la siniestra música que acompaña este retrato. Mención aparte para Francisco Rabal, recibiendo un papel que era el premio a toda una carrera.
No obstante, creo que los espectadores deben poner el acento en la mirada de Alfredo Landa, está increíble, desgarra el alma y es, quién sabe si el mejor, una de sus más inspiradas interpretaciones. Una cosa es que sea el tema desagradable, otra muy distinta que estamos ante un peliculón con mayúsculas.
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