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Indiana Jones y la última cruzada

Aventuras. Acción En esta tercera entrega, el padre del protagonista (Harrison Ford), Henry Jones, también arqueólogo (Sean Connery), es secuestrado cuando buscaba el Santo Grial. Indiana tendrá que ir a rescatarlo y, de paso, intentar hacerse con la preciada reliquia, que también ambicionan los nazis. (FILMAFFINITY)
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8
19 de agosto de 2017 Sé el primero en valorar esta crítica
La mejor saga de aventuras de la historia del cine demostró que terceras partes pueden ser buenas, y en este caso incluso mejores que la segunda, gracias a que retoma la estructura que tan bien funcionó de "En busca del arca perdida" mostrando localizaciones emblemáticas con grandes paisajes desérticos, nazis maliciosos y trepidantes escenas de acción con un codiciado artefacto místico de por medio.

A todo esto hay que añadirle la introducción del doctor Jones sénior interpretado por Sean Connery, quien a pesar de ser tan solo once años mayor que Harrison Ford, hace de su relación paternofilial creíble y muy divertida, formando un dúo desbordante de química que brinda los mejores momentos de una película irrepetible y que siempre apetece ver.

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8
9 de noviembre de 2017 Sé el primero en valorar esta crítica
Tendría unos 13 o 14 años cuando fui a verla y nunca olvidaré lo que pensé cuando llegó la escena en el puerto, cuando la cámara enfoca a Indy desde abajo cuando va a pasar entre los barcos: "se está haciendo mayor". Eso pensé y, ciertamente, en esta cinta puedes vislumbrar como Indiana Jones no es inmune al paso del tiempo.

Tercera entrega de las aventura del Dr. Jones. En mi ranking particular tendría la medalla de plata pues el oro se lo lleva la primera.

Spielberg retoma el tema de los nazis, Hitler y su obsesión por la religión. En esta entrega, el Dr. Jones debe rescatar a su padre, prisionero de los alemanes. Todo le llevará hasta Alejandría, donde los acontecimientos desenvocan en una herida mortal a su padre. Sin poder ni querer evitarlo, Indiana Jones conseguirá encontrar el Santo Grial, con el que evitará que su padre muera desangrado.

Trata el tema religioso de tal forma que dudas entre lo que puede ser real y lo que puede ser tratado como fantasia dentro del maravilloso mundo del cine. ¿Hay algo de verdad o de mentira en lo que narra la película? Esta es la pregunta que quizás provocará que quieras saber más acerca del Santo Grial, los Templarios, los Rosacruces, etc...

Harrison Ford sigue a la altura, aunque con una dosis extra de picardía. Y como guinda del pastel, Sean Connery, un lujazo en el reparto como padre de Indy.

Te engancha de principio a fin y se añade, como las anteriores, al grupo de películas que no olvidarás a lo largo de tu vida y que siempre estarás dispuesto a volver a ver.

No sé el motivo, pero una de las escenas que más recuerdo es la del desfile del ejército donde Indy topa con Hitler. No obstante, comprobarás que el filme está plagado de grandes momentos y, como no, que está dotado de una fotografía y una banda sonora excelentes.
9
8 de febrero de 2018 Sé el primero en valorar esta crítica
La razón principal por la que Steven Spielberg decidió hacer una tercera parte, más allá del éxito en la taquilla y perpetuar las aventuras del arqueólogo más famoso del séptimo arte, fue que quería pedir disculpas a los fans por la segunda entrega [...]. Tal es así que una vez se planteó dar el pistoletazo de salida para la tan esperada tercera parte (y en un principio última) serviría para enmendar el error y pero también para darle un final adecuado al personaje [...]. Lucas siempre tuvo en mente convertir el Santo Grial en el objeto sagrado a conseguir. Boam lo tuvo en cuenta en su libreto pero a decidió centrar la historia en algo que dio un giro radical a los acontecimientos y no fue otra cosa que introducir al padre de Indiana Jones como eje argumental. Su intención era convertir esta nueva entrega en una reunión familiar y exponer las rencillas, los reproches y las diferencias emocionales para aunar padre e hijo en una historia que iba mucho más allá de las aventuras clásicas [...].

Otro elemento que servirá de preludio es conocer al padre de Indiana (a quien sólo podremos verle las manos), quien demuestra tener un carácter duro, rudo, tajante y metódico. Alguien que se encuentra totalmente absorto en una de sus obsesiones, en este caso el Santo Grial y cuya forma de vivir su pasión por las reliquias y la arqueología será traspasada a su hijo en el futuro. [...]. Pero lo que nadie podía imaginarse es que el personaje del padre superaría al hijo en cuanto a carisma, presencia, mítica y actuación. Se convertía, por mérito del intérprete, en una contrarréplica madura, irónica, ácida en ciertos aspectos, solvente y ante todo inocente en cuanto al mundo de la acción y la aventura pues el convertir al padre en un ratón de biblioteca y sacarlo de esa zona de confort lo transforma en alguien neófito en el campo de las heroicidades. Todo lo contrario a su hijo quien la acción forma parte de su día a día.

Lo interesante del caso, en esta ocasión, es ver como el Santo Grial, otro clásico y típico mcguffin en la trilogía, sirve como puente para el reencuentro entre los dos personajes. Por así decirlo Indiana Jones necesita encontrar a su padre para encontrar el cáliz, no tan sólo para recibir su ayuda sino para acabar con los fantasmas del pasado y recuperar el tiempo perdido [...]. Pero el ir tras la reliquia arqueológica lo que encierra realmente es el reencuentro del héroe con su pasado, con su origen, con sus raíces y recuperar el amor de un padre ausente, distante, frío y seco [...]. Es impresionante al respecto ver la entrega absoluta de Connery para un personaje que podría haber caído en el esperpento o en lo irritante. Todo lo contrario. Su vis cómica entronca a la perfección con la seguridad de su hijo [...]. Porque cada escena compartida entre ambos es un ejemplo magistral de emocionales puntos de encuentro entre las distintas formas de encajar las cosas de un padre y un hijo. La dialéctica frente a la acción, la socarronería frente a la pericia o la bofetada ante la blasfemia o lo que es lo mismo: el respeto ante los mayores o la falta del mismo ante lo religioso. Por así decirlo lo agnóstico frente a la fe. Porque este último elemento, en esta entrega, es donde más se hace hincapié pues de ella depende que todo vaya hacia delante para dejar a un lado lo que cree Indiana. La fe es lo que le hará avanzar en las pruebas finales. Es en la última donde el héroe, alguien que siempre se ha guiado por lo práctico o lo tangible, deberá saltar al vacío ante una confianza absoluta [...].

Aún así, uno de los géneros que resulta raro ver y que está colocado con acierto es el de la comedia [...]. Y todas gracias al padre de Indiana. Su tozudez, su carácter empírico frente a según qué circunstancias y el estar siempre seguro de sí mismo hacen que sus expresiones, sus gestos y su forma de enfocar las cosas frente a la forma de ser de su hijo hacen que su forma de ser y actuar resulten acertadas. Hay tanta complicidad y tanta química entre ambos que podría decirse que el género de la screwball comedy tiene un claro ejemplo aquí. Porque no se trata únicamente de gags visuales o gesticulaciones acertadas como esa donde Indiana sonríe al haber acabado con los nazis que les persiguen mientras Henry pone en hora su reloj o éste destruyendo por accidente la cola del avión al no controlar la metralleta. Son diálogos y frases que encierran una comedia excelente como muestran la conversación en el zepelín o las frases ante el enemigo en el interior del castillo por decir sólo algunas.

Lógicamente, si querían volver a seguir la estructura de la primera parte los villanos debían volver a ser los nazis [...]. Quizás en este caso quien destacaría por encima de todos es Ernst Vogel como el coronel nazi que le hará la vida imposible a los protagonitas. Vogel es interpretado por un entregado Michael Byrne. Su presencia es perfecta y sus dotes como villano son creíbles en todo momento. Tristemente no sucede lo mismo con Julian Glover quien interpreta al malo principal de la función, Walter Donovan. No da la talla como tal y aunque sea un actor conocido en el sector su personaje se encuentra difuminado, su maldad es más digna de un villano de opereta que de alguien con las dotes maquiavélicas bien engrasadas. Incluso sus diálogos resultan superfluos y bastante toscos [...]. En cuanto a la parte femenina se cuenta aquí con Alison Moody interpretando a la Dra. Elsa Schneider. En este caso será la chica a la cual le darán un enfoque más acorde a las femmes fatales típicas del Hollywood dorado quien juega con su belleza y su inteligencia para ser una digna oponente a pesar de mantener una ligera guerra de sexos con Indiana Jones. Lógicamente no se podrá evitar caer en los clichés amorosos típicos del género como la escena del hotel [...].

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Al querer que la película fuese para todos los públicos y todo el mundo pudiera acceder a ella sin miedo a resultar violenta o grotesca, el tono familiar es patente no ya tan sólo en la inclusión del padre del protagonista sino también de los amigos y aliados de la primera entrega sólo que esta vez se les rebaja su carácter a la mínima expresión y se les da un enfoque mucho más cómico, casi bufonesco [...]. Porque lo que aquí prima por encima de todo, más allá de querer contar las aventuras de un héroe que se consagra como el definitivo en el género, es ofrecer un producto sencillo, blando y por ende más cercano [...].

Para ello decide evitar en todo momento cualquier cosa que pueda ser tachada de agresiva o retorcida aunque no pueda evitar incluir algún momento sobrenatural para seguir con la tónica de las partes anteriores como aquella donde una elección errónea conlleva terroríficas consecuencias. Sin ir más lejos, ya desde el principio, toda la acción está enfocada para que cualquier espectador la disfrute sin necesidad de sentirse provocado. Por ejemplo la introducción, donde vemos a Indiana Jones de joven, es un alegre carrusel de persecuciones a bordo de un tren donde cada vagón es una especie de prueba física. Pero toda la película está filmada con esmero y dedicación. A pesar de seguir un estilo concreto, no hay una sola escena donde la cámara, el montaje y la dirección se salgan de la línea. Sin ir más lejos toda la secuencia de Venecia (tanto en las catacumbas como la persecución en lancha) o la fuga del castillo con los nazis pisándole los talones a bordo de motos son simples piezas que muestran a un director que domina el lenguaje cinematográfico. Incluso la escena del tanque demuestra una pericia técnica impresionante pues la tensión está muy bien trabajada y aún siendo deudora de la set piece del camión de “En busca del Arca Perdida” podría decirse que aumenta la dosis de nerviosismo y acción a partes iguales resultando la mejor de todas.

[...] Cierto es que en esta se ha rebajado un poco el misterio y la dosis de arqueología pues más allá de unos cuantos apuntes se centra más en las relaciones humanas, parentales y emocionales pero siempre con el Grial de fondo. Sólo que esta vez no tendrá tanta presencia ni importancia hasta los últimos minutos finales donde todos los que lo han buscado deberán elegir y poner a prueba tanto la fe como el deseo de poseerlo. Incluso el clímax final sirve más para descubrir si el objeto es más un deseo o una lección [...].

[...] Sin lugar a dudas la escena final de la película, con ese grupo de amigos cabalgando hacia el horizonte, resultó perfecta, una especie de despedida con honor y seguridad de haber sido la mejor experiencia vivida. Spielberg y Lucas lograron construir el producto perfecto, el blockbuster maduro y trabajado, el cine mainstream que no ofende ni resulta indigesto ante un caudal incesante de escenas sin sentido y montaje atropellado. Consiguieron insuflar un respeto absoluto por y para el cine de aventuras y a pesar de contar con una desbordante fantasía no resultaba ofensiva ni de dudoso gusto. Cada entrega era mejor que la anterior y sin posibilidad de errar en cuanto a forma y resultado. El formato lúdico, inocente en algunos aspectos y adecuado para unos tiempos donde el cine no necesitaba de truculentos giros de argumento ni tramas recargadas por resultar pomposas, redundantes o trascendentales se convirtió en un referente absoluto que nunca más ha vuelto a recuperarse aunque haya habido algunos intentos. Sin lugar a dudas Indiana Jones, como personaje, como concepto y como aventura resultó un prodigio de la narrativa sincera y sencilla que quedó reflejado como testigo de un tiempo donde el qué y el cómo, la forma y el fondo iban de la mano para deparar cine en estado puro.

Crítica completa aquí: https://claquetadebitacora.wordpress.com/2018/02/09/critica-indiana-jones-y-la-ultima-cruzada-steven-spielberg-1989-aventuras-en-familia/
10
10 de mayo de 2018 Sé el primero en valorar esta crítica
Y si pensabas que Lucas y Spielberg no tenían nada más en la recámara para poder terminar esta fantástica trilogía, estabas equivocado. Para muchos la mejor de las tres no sin falta de razón, porque no solo tenemos los mismo elementos fantásticos que ya nos encontramos en las dos previas, sino que además ahora añadimos la gran química de Harrison Ford y Sean Connery como padre e hijo que no pueden entenderse el uno al otro. Es de apreciar también los toques al pasado de Indiana que ayudan a perfilar aun más a este personaje y sin duda su aventura es la más épica de todas: la búsqueda del Grial.
23 de agosto de 2018 Sé el primero en valorar esta crítica
Al punto y final (o así debería ser) de la franquicia arqueóloga más popular de la historia del cine no le habría perjudicado un número inferior de gags, siendo de lejos la mas cómica de las tres, pero aguanta bastante mejor el tipo frente a ya sabemos qué otro episodio, y por otra parte, cuando la vi se disiparon todas las dudas que podía albergar sobre si Sean Connery es o no un tipo divertido. Por otra parte, resulta inevitable no tomarte con sentido del humor el hecho de que tu hijo tenga solamente 12 años menos que tú.
Harrison Ford -o su doble en escenas de riesgo- enganchado a la parte inferior de una camioneta infestada de nazis, montado a un vagón de minas o persiguiendo a caballo (y colgado de su cañón) un tanque de asalto por el desierto Almeriense de Tabernas: las pelis de Indiana se quedarían cojas sin al menos una gran persecución de esas que parecen no acabar nunca (ni deseas que lo hagan). Ni tampoco sin la presencia regular de dos nombres tan imprescindibles como los propios Ford o Spielberg: el desaparecido Denholm Elliot y el entrañable John Rhys Davies, tambien conocido como Gimli para los fans de 'El Señor de los Anillos'.
Es posible que 'Indiana Jones y la última cruzada' (1989, Steven Spielberg) no sea, para muchos, la película más trepidante de toda la saga, pero algunos habríamos deseado de corazón que éste fuese su trepidante cierre. Está por ver si Disney será capaz de enmendar ese daño.
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