La noche del cazador
1955 

8.1
32,909
Intriga. Drama. Cine negro. Thriller
Tras realizar un atraco en el que han muerto dos personas, Ben Harper regresa a su casa y esconde el botín confiando el secreto a sus hijos. En la cárcel, antes de ser ejecutado, comparte celda con Harry Powell y en sueños habla del dinero. Tras ser puesto en libertad, Powell, obsesionado por apoderarse del botín, va al pueblo de Harper, enamora a su viuda y se casa con ella. (FILMAFFINITY)
13 de noviembre de 2010
13 de noviembre de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues sí, puede que se le pueda llamar clásico, pero como tal puede estar superado lo cual no puede negar su originalidad en la puesta en escena y fuerza que ello representa pero...sí, está superado. Destacaría su ingenuidad y estética ruda, sureña, un protagonista que tendría mejor cabida si hubieran ahondado en él. Aún así no me queda duda de que Laughton era un grande en esto del cine...
2 de julio de 2011
2 de julio de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Harry Powell (Robert Mitchum) es un falso predicador que va se va casando con viudas para robarles el dinero y posteriormente matarlas, un día lo detiene la policía por conducir un coche robado, es condenado a pasar treinta días en una prisión, allí conoce Ben Harper un hombre condenado a muerte por haber matado a dos personas en un atraco, Harper muere dejando una viuda y dos hijos, el botín del atraco lo esconden y lo protegen sus dos hijos, bajo promesa de no revelar donde está el dinero. Una vez absuelto el falso predicador Harry Powell, que sabe de la existencia del dinero aunque no donde está escondido, viaja hasta la casa de la viuda de Ben Harper para hacerse con este.
La noche del cazador es una de las más oscuras y hermosas películas de la historia del cine, cargada de citas bíblicas para plasmar confrontación del bien contra el mal.
Las escenas de alta belleza en el río Misisipi emulando a las obras literarias de Mark Twain “Las aventuras de Huckleberry Finn” Y “Tom Sawyer” son un hito en la historia del cine.
Otra de las virtudes de esta obra es el enfrentamiento del mundo de los adultos lleno de traumas, prejuicios, y remordimientos de conciencia, frente a la pureza del mundo de los niños dandonos una gran reflexión, los niños son fuertes.
Lastima que el director de esta película el genial actor (Charles Laughton), no se atreviera a seguir dirigiendo, este es el único metraje que dirigió.
La noche del cazador es una de las más oscuras y hermosas películas de la historia del cine, cargada de citas bíblicas para plasmar confrontación del bien contra el mal.
Las escenas de alta belleza en el río Misisipi emulando a las obras literarias de Mark Twain “Las aventuras de Huckleberry Finn” Y “Tom Sawyer” son un hito en la historia del cine.
Otra de las virtudes de esta obra es el enfrentamiento del mundo de los adultos lleno de traumas, prejuicios, y remordimientos de conciencia, frente a la pureza del mundo de los niños dandonos una gran reflexión, los niños son fuertes.
Lastima que el director de esta película el genial actor (Charles Laughton), no se atreviera a seguir dirigiendo, este es el único metraje que dirigió.
30 de agosto de 2011
30 de agosto de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El actor Charles Laughton nos dejó un excelente film. La historia sigue las desventuras de unos niños que han perdido a su padre, y que asisten impotentes a la llegada de un “nuevo padre”, Harry Powell (Robert Mitchum) cuya presencia es tan maligna como encantadora, y que consigue casarse con la madre de éstos (Shelley Winters). En realidad, la historia que nos cuenta Laughton tiene algo de cuento de terror perverso. La estudiada puesta en escena, con claros tintes expresionistas transmite en todo momento una enorme sensación de desasosiego. Con mucho acierto, la mayor parte del film es visto a través de los ojos de los dos inocentes niños John y Pearl. De hecho son los únicos que tienen toda la información, desde el lugar donde escondió el botín su padre, hasta las perversas intenciones de Powell.
El resto de personajes solo tiene una información fragmentada e incompleta. Laughton pese a internarse en los parámetros del cine negro, no juega con la ambigüedad de sus personajes. En ningún momento del film tenemos dudas sobre quienes son los buenos y quienes los malos, por lo que el mecanismo para generar tensión e intriga no es tanto conocer la identidad de un asesino, sino la incertidumbre por saber si Powell conseguirá sus propósitos. Esta dualidad, bueno-malo, se traduce en una ejemplar puesta en escena con múltiples matices expresionistas y una excelente utilización de la luz, o incluso de su ausencia, creando imágenes tan bellas como estremecedoras en ocasiones (la imagen de Shelley Winters en el rio, la imagen de Powell recortada con la luz de luna mientras cabalga y canta su recurrente canción, el duelo de canciones entre Powell y Lilian Gish, etc).
Simplificando mucho, el film no es más que la eterna lucha entre el Mal y el Bien. Realmente pocos personajes superan el esquematismo típico de los cuentos. El único que consigue trascender es el personaje de Harry Powell, y lo hace gracias sobretodo a la excelente interpretación de Robert Mitchum, es imposible imaginarnos otras facciones en el rostro del taimado y falso predicador con las palabras "amor" y "odio" tatuadas en los dedos.
Es cierto que la historia que nos cuenta Laughton es bastante simplona, su linealidad raya lo infantil, y el director fue plenamente consciente de ello. Lo interesante de su propuesta es la forma de plasmar dicha historia en la pantalla, sirviéndose de recursos estilísticos nada simplones, y pese a la apariencia minimalista de la puesta en escena, bastante complejos y perfectamente estudiados, con lo que consigue un ambiente desasosegante, y ofrecernos imágenes subyugantes que no nos dejan impasibles.
No cabe duda que las grandes virtudes del film de Laughton son sobretodo visuales, otra cosa es que el resto de elementos del film (entre las que destaca la descomunal interpretación de Mitchum), se conjugaron de tal forma que dierion lugar a una de las mejores películas de la historia del cine.
El resto de personajes solo tiene una información fragmentada e incompleta. Laughton pese a internarse en los parámetros del cine negro, no juega con la ambigüedad de sus personajes. En ningún momento del film tenemos dudas sobre quienes son los buenos y quienes los malos, por lo que el mecanismo para generar tensión e intriga no es tanto conocer la identidad de un asesino, sino la incertidumbre por saber si Powell conseguirá sus propósitos. Esta dualidad, bueno-malo, se traduce en una ejemplar puesta en escena con múltiples matices expresionistas y una excelente utilización de la luz, o incluso de su ausencia, creando imágenes tan bellas como estremecedoras en ocasiones (la imagen de Shelley Winters en el rio, la imagen de Powell recortada con la luz de luna mientras cabalga y canta su recurrente canción, el duelo de canciones entre Powell y Lilian Gish, etc).
Simplificando mucho, el film no es más que la eterna lucha entre el Mal y el Bien. Realmente pocos personajes superan el esquematismo típico de los cuentos. El único que consigue trascender es el personaje de Harry Powell, y lo hace gracias sobretodo a la excelente interpretación de Robert Mitchum, es imposible imaginarnos otras facciones en el rostro del taimado y falso predicador con las palabras "amor" y "odio" tatuadas en los dedos.
Es cierto que la historia que nos cuenta Laughton es bastante simplona, su linealidad raya lo infantil, y el director fue plenamente consciente de ello. Lo interesante de su propuesta es la forma de plasmar dicha historia en la pantalla, sirviéndose de recursos estilísticos nada simplones, y pese a la apariencia minimalista de la puesta en escena, bastante complejos y perfectamente estudiados, con lo que consigue un ambiente desasosegante, y ofrecernos imágenes subyugantes que no nos dejan impasibles.
No cabe duda que las grandes virtudes del film de Laughton son sobretodo visuales, otra cosa es que el resto de elementos del film (entre las que destaca la descomunal interpretación de Mitchum), se conjugaron de tal forma que dierion lugar a una de las mejores películas de la historia del cine.
20 de octubre de 2011
20 de octubre de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los años de la Gran Depresión Americana, Ben Harper (James Gleason) es un granjero que intenta huir de la policía llevando consigo el dinero de un robo perpetrado por la necesidad e alimentar a su familia. Antes de ser detenido por las autoridades les confía a sus hijos John y Pearl (Billy Chapin y Sally Jane Bruce) el lugar donde ha escondido el botín. Pero en prisión y a la espera de ser ejecutado, Ben Harper confiesa el éxito de su cometido a su compañero de celda, Harry Powell (Robert Mitchum) un falso predicador con un historial de violencia tras de si pero solamente condenado a sentencias pequeñas por robo. Una vez en libertad, intentará ganarse el corazón de todos los lugareños cercanos a la familia de Harper, para entrar luego en su hogar, casarse con la viuda de Ben, Willa (Shelley Winters) y formar una nueva familia. Pero el receloso John descubre otras intenciones en esa figura paternal que ha tomado el control del hogar de los Harper y que se hace valer de la palabra del Señor, cuan más castigadora, mejor.
Única película que el actor británico Charles Laughton dirigió sobrellavando su maestría de actor a la rigurosidad de un director grande. Curiosamente tratándose de un solo largometraje se le podía hacer grande la responsabilidad de llevar dicha tarea a ese orondo artista que era Laughton. Pero su gran capacidad de actor de teatro y cine le llevó a emprender una minuciosa empresa en esta obra maestra basándose en todo lo que había aprendido en los escenarios. Hay que tener en cuenta las nocturnas puestas en escena (la huida de los niños Harper de las garras de navegando a través de un río donde los elementos naturales cobran cierta importancia en lo referente al miedo a lo desconocido; primeros planos de telarañas cubriendo el encuadro; sapos, lechuzas, etc…; o la ya mítica escena de Shelley Winters sumergida como una inerte sirena en una pecera.
“La Noche del Cazador” no cae en un cuento de terror porque Laughton escenifica una lucha entre el Bien y el mal, personificado en el ya citado personaje de Mitchum y la adorable y tierna señora Rachel, interpretada por la veterana Lillian Gish, una especie de hada madrina que acoje a los niños desamparados.
Única película que el actor británico Charles Laughton dirigió sobrellavando su maestría de actor a la rigurosidad de un director grande. Curiosamente tratándose de un solo largometraje se le podía hacer grande la responsabilidad de llevar dicha tarea a ese orondo artista que era Laughton. Pero su gran capacidad de actor de teatro y cine le llevó a emprender una minuciosa empresa en esta obra maestra basándose en todo lo que había aprendido en los escenarios. Hay que tener en cuenta las nocturnas puestas en escena (la huida de los niños Harper de las garras de navegando a través de un río donde los elementos naturales cobran cierta importancia en lo referente al miedo a lo desconocido; primeros planos de telarañas cubriendo el encuadro; sapos, lechuzas, etc…; o la ya mítica escena de Shelley Winters sumergida como una inerte sirena en una pecera.
“La Noche del Cazador” no cae en un cuento de terror porque Laughton escenifica una lucha entre el Bien y el mal, personificado en el ya citado personaje de Mitchum y la adorable y tierna señora Rachel, interpretada por la veterana Lillian Gish, una especie de hada madrina que acoje a los niños desamparados.
4 de diciembre de 2011
4 de diciembre de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de terror, cuento infantil, historia de la época de la Depresión; son muchas las categorías en las que puede ubicarse a "La noche del cazador", única película dirigida por Charles Laughton, aunque de ella puede decirse, simplemente, que es un clásico del cine.
Ben Harper, un pobre diablo acuciado por los problemas económicos, roba un banco con el resultado de dos muertos y un botín de diez mil dólares. Antes de entregarse a la policía, entrega el dinero a sus dos hijos pequeños, a quienes hace jurar que jamás revelarán el lugar donde lo esconde. Sentenciado a muerte, coincide en la penitenciaría con Harry Powell, un reverendo arrestado por el robo de un coche, que pronto se interesa por el destino que Ben dio al dinero robado y todavía no recuperado. Ante el silencio de Harper, al salir de prisión Harry Powell se dirige al pueblo de éste, donde consigue embaucar a su viuda (haciéndose pasar por antiguo funcionario de prisiones amigo de su marido) para que se case con él y, así, conseguir encontrar el botín.
Lo que nadie sabe, salvo el espectador, es que Harry Powell (interpretado por un excepcional Robert Mitchum) es un fanático religioso que preserva la moral a base de asesinatos: odia a las mujeres, tan dadas al maquillaje y otros adornos diabólicos, y considera que acabar con sus vidas es una forma de servir al Señor. Pese a que Powell es un farsante y se muestra bondadoso y cándido, cuando realmente es malvado, no utiliza la religión como un pretexto con el que disfrazar su auténtica cara. Lo más atroz es que Powell cree en Dios y cree que lo que hace está bien; de hecho, en la película comete un asesinato que él interpreta que le ha sido ordenado por Dios.
"La noche del cazador" no es, sin embargo, una película antireligiosa; al contrario, Harry Powell encuentra su contrapunto en la amable anciana Rachel Cooper (Lilian Gish), que recoge a niños huérfanos y desamparados. La distinta forma de manifestarse en ella la religiosidad la vemos en una escena en la que contempla a dos jóvenes acaramelados, quizá haciendo planes para esa noche, y en la que la anciana dice, entre resignada e irónica, que ella será quien tenga que hacerse cargo de las consecuencias del error que esos jóvenes van a cometer...
Incluso las personas que no hayan visto esta película reconocerán uno de los rasgos más llamativos del personaje de Harry Powell: lleva tatuadas en los nudillos de sus manos las palabras HATE y LOVE, y no se priva de explicar la historia de la lucha entre el amor y el odio a cualquiera que la desconozca. Esta célebre escena ha sido homenajeada en múltiples ocasiones, pero quizá una de las mejores sea la de la película Haz lo que debas, dirigida por Spike Lee.
Ben Harper, un pobre diablo acuciado por los problemas económicos, roba un banco con el resultado de dos muertos y un botín de diez mil dólares. Antes de entregarse a la policía, entrega el dinero a sus dos hijos pequeños, a quienes hace jurar que jamás revelarán el lugar donde lo esconde. Sentenciado a muerte, coincide en la penitenciaría con Harry Powell, un reverendo arrestado por el robo de un coche, que pronto se interesa por el destino que Ben dio al dinero robado y todavía no recuperado. Ante el silencio de Harper, al salir de prisión Harry Powell se dirige al pueblo de éste, donde consigue embaucar a su viuda (haciéndose pasar por antiguo funcionario de prisiones amigo de su marido) para que se case con él y, así, conseguir encontrar el botín.
Lo que nadie sabe, salvo el espectador, es que Harry Powell (interpretado por un excepcional Robert Mitchum) es un fanático religioso que preserva la moral a base de asesinatos: odia a las mujeres, tan dadas al maquillaje y otros adornos diabólicos, y considera que acabar con sus vidas es una forma de servir al Señor. Pese a que Powell es un farsante y se muestra bondadoso y cándido, cuando realmente es malvado, no utiliza la religión como un pretexto con el que disfrazar su auténtica cara. Lo más atroz es que Powell cree en Dios y cree que lo que hace está bien; de hecho, en la película comete un asesinato que él interpreta que le ha sido ordenado por Dios.
"La noche del cazador" no es, sin embargo, una película antireligiosa; al contrario, Harry Powell encuentra su contrapunto en la amable anciana Rachel Cooper (Lilian Gish), que recoge a niños huérfanos y desamparados. La distinta forma de manifestarse en ella la religiosidad la vemos en una escena en la que contempla a dos jóvenes acaramelados, quizá haciendo planes para esa noche, y en la que la anciana dice, entre resignada e irónica, que ella será quien tenga que hacerse cargo de las consecuencias del error que esos jóvenes van a cometer...
Incluso las personas que no hayan visto esta película reconocerán uno de los rasgos más llamativos del personaje de Harry Powell: lleva tatuadas en los nudillos de sus manos las palabras HATE y LOVE, y no se priva de explicar la historia de la lucha entre el amor y el odio a cualquiera que la desconozca. Esta célebre escena ha sido homenajeada en múltiples ocasiones, pero quizá una de las mejores sea la de la película Haz lo que debas, dirigida por Spike Lee.
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