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El último de los mohicanos

Aventuras. Acción. Romance Año 1757, hace tres años que franceses e ingleses luchan en tierras norteamericanas. Mientras que los franceses cuentan con el apoyo de los nativos, los ingleses reclutan a los colonos blancos. Hawkeye -Ojo de halcón- (Daniel Day-Lewis) es un hombre blanco que fue adoptado por los indios mohicanos. Tras salvar de una emboscada de los hurones a Cora Munro (Madeleine Stowe) y a su hermana pequeña Alice (Jodhi May), hijas de un oficial ... [+]
Críticas 151
Críticas ordenadas por utilidad
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7
3 de marzo de 2014 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vistoso y magnífico filme de aventuras a la vieja usanza con el talento añadido del sin par Michael Mann y las excelencias de un actor que ya iba destacando notablemente: Daniel Day-Lewis.

“El último Mohicano” es un relato de grandiosa fuerza visual, dramática y lírica. Ambientado en los espectaculares escenarios naturales de las tierras del norte de Estados Unidos, la historia que nos cuenta Mann se integra dentro de las guerras territoriales entre Francia e Inglaterra por el dominio de las nuevas colonias, afectando en estas luchas a las tribus nativas, cada vez más extintas. Por su supervivencia, las tribus se aliaban a uno u otro bando según sus intereses, como es el caso de los sanguinarios hurones, aliados al ejército francés. Uno de ellos, Magua (Wes Studi), un despiadado indio, reclama venganza por la muerte de su familia a manos de los ingleses, y no dudará en su empeño por cumplirla en medio del conflicto armado. Pero “Ojo de halcón” (Daniel Day-Lewis), un hombre blanco adoptado por una familia de mohicanos, los últimos de su estirpe, intentará por todos los medios que Magua no cumpla su venganza en Madeleine Stowe, ya que se siente atraído por ella.

Mann dota, como especialista en cintas de acción, de un marcado ritmo aventurero al filme que lo enriquece como entretenimiento de calidad. El guion explica los aspectos de la contienda entre franceses e ingleses sin pararse a analizar hechos y causas, primando ante todo la narración fluida sin que menoscabe el ritmo de la historia. La guerra, aunque afecte a los personajes, está enmarcada como un contexto escenográfico pero no es un elemento imprescindible de la trama, al igual que no lo son los espectaculares escenarios naturales de la excelente fotografía de Dante Spinotti, ni tampoco lo es la evocadora e impactante banda sonora de Jones y Edelman. Esto nos lleva a concluir que Michael Mann es un especialista en conjugar todos los elementos, maravillosos por separado, en una obra que se alza como una de las mejores películas de aventuras de los noventa.

El fabuloso sentido épico de la cinta cobra mayor fuerza en su segunda mitad, donde Mann derrocha todo su buen hacer para el thriller en una persecución tan arrebatadoramente bella en su acompañamiento visual y musical, como tensa y emocional lo es en su concepción dramática. Buena parte de la culpa la tienen Daniel Day-Lewis y Madeleine Stowe, que consiguen realizar unos papeles notables gracias a la química que sin duda despiden en la pantalla, sin desmerecer a Wes Studi como el despiadado Magua.

Gran película e inmortal banda sonora.
8
26 de junio de 2014 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El último mohicano de Michael Mann, es una cinta de acción, aventuras y romance, basada en la lucha que mantuvieron franceses e ingleses en el siglo XVIII en América. Dirigida con un ritmo trepidante y con un estilo intrépido, es una obra valiente en la acción de las batallas, y extraordinaria por su historia apasionante que cala en el público buscador de aventuras. Realizada de manera arrolladora, tiene un resultado portentoso y épico que la convierten en imprescindible en su género.
La fotografía, es naturista y bella, gracias a unas imágenes cautivadoras y otras impactantes que hacen del trabajo visual algo inspirador. La música es majestuosa, con una de las bandas sonoras más espectaculares y reconocidas en el séptimo arte, estimulando a un público fascinado por sus melodías. Y en los planos y movimientos de cámara, se usa con maestría el seguimiento, tercera persona, reconocimiento, panorámicos, travellings, detalles, barridos, generales y cámara en mano perspicaces al ser dinámicos, dando agilidad al film.
Las actuaciones son magníficas. Con Daniel Day-Lewis deslumbrante, Madeleine Stowe apasionada, Wes Studi con oscuridad psicológica, Jodhi May sensible, y notables acompañamientos de Russell Means, Eric Schweig y Steven Waddington entre otros. Empleando para estos, unos vestuarios y caracterizaciones estéticamente alusivos en las ropas de nativos y militares de la época, y unos decorados oportunos y bien elaborados que te transportan en una acertada dirección artística.
El guion, escrito por el mismo director junto con Christopher Crowe, , es emocionante al tener en su interior una historia con los ingredientes necesarios para captar la total atención del espectador, el cual es absorbido por el arranque que trasmite una cinta única e inolvidable. Que es llevado a cabo con una narrativa explicativa al principio con voz en off, y después lírica y expresiva a lo largo del film. Y destacando también, unos efectos visuales y de sonido sensacionales en las batallas.
Concluyendo, la considero una obra esencial e inolvidable en el género de acción y aventuras románticas, que la hacen apasionante y arrolladora como pocas para los amantes del género, que encontrarán en ella una cinta excepcional. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, efectos, vestuarios, caracterizaciones y narrativa que hacen de El último mohicano, un film muy valorado y de visión obligada para los buscadores de películas emocionantes, enérgicas y bien construidas.
7
23 de noviembre de 2015 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si parpadeas, te los pierdes. Si miras directamente la naturaleza, ahí están.
Hijos de la tierra, de los ríos y de los árboles, que corren en armonía por sus dominios, en paz con el mundo físico que les rodea. También en paz espiritual con las vidas que quitan, o los sacrificios que hacen.
Parte de un solo todo, tras el que se funden.

Así era en un principio, cuesta creer que en determinado momento solo estuviera todo lo vivo y el hombre entre ello, en la América virginal de tiempos remotos.
Pero en la América colonial es bien distinto: las guerras de territorios azotan todo lo vivo de alrededor, la noche se ilumina con antinaturales colores y el hermano se torna contra el hermano con mentiras. Sería tentador burlarse de ello si no fuera porque es tan aterradoramente cierto, tan tangiblemente real.
"¿El mundo se acaba?" pregunta apenas una chiquilla, y la pregunta flota en el aire sin responderse.

'El Último Mohicano' es, en su centro, la historia de una huida.
De los hombres de los bosques primero, y de los hombres de las trincheras después. Una huida que no encuentra final definitivo, porque desafía toda razón al exponer que hay muchos corazones retorcidos que esperan el momento para apuñalar la piel extraña que tienen enfrente, los ideales irracionales que se exponen sin nada que subraye su locura.
Si por algo luchan los mohicanos, y de algo huyen los mohicanos, es de la crueldad, en general, expuesta en una tierra que hasta hace poco no conocía de ella.

Su presentación en ese sentido es muy elocuente: viviendo en comunidad con los colonos que han ignorado su origen y les han dado abrigo, se niegan a ir a una guerra que no les concierne. Que los hombres se maten por una bandera o un color, dicen.
Quizá es mucha su arrogancia, la de suponer que la guerra nunca afecta a terceros o tiene daños colaterales, como expresan con dejadez personas "poderosas" (¿poderosas dónde? ¿quién les ha nombrado?). Y es entonces cuando deciden tomar partido, de manera casi casual, por los inocentes, el tercer bando de la guerra del que nadie se acuerda.

Nathaniel y los suyos hacen el mudo pacto de salvaguardar a dos hijas de un general inglés hasta el encuentro con su padre, ajenas de todo mal que hasta ahora solo habían vivido en entornos protegidos, no en la naturaleza donde cabe de lo más bello a lo más terrible.
A la historia tras Nathaniel, su procedencia y su veneración por las estrellas de antepasados muertos le sigue el ataque frustrado de unos Hurones por no poder profanar un cementerio indio: señales de respeto que Cora, enamorada de Nathaniel, no es capaz de comprender, pero sí de compartir.

Al llegar a la zona de guerra lo que antes parecía una causa justa se revela inútil: los ingleses y franceses nunca lucharán por la frontera, por las gentes ahora pobres y menguadas que ya habitaban la tierra, solo por sus propio orgullo e interés.
El pacto que se lleva a cabo entre ambos casi parece ofensivo en una yermo arrasado por noches de cruel campaña, aunque simbólico porque a los hombres sin tierra es lógico que solo les quede la protección de su bandera, y probablemente ni eso si se mira detrás.
De esa tierra de locura, huyen los cuerdos, y no hace falta ni un beso entre Nathaniel y Cora. Solo un "Te encontraré" que surge de las entrañas de un majestuoso Daniel Day-Lewis, tras el cual no puedes negar que, efectivamente, la encontrará. Y probablemente sean felices, lejos de allí.

Aún sin embargo, la locura se cobra su peaje, y es entonces cuando se revela que detrás de banderas, de orgullos y de poder solo hay corazones podridos por la ignorancia, un círculo vicioso que se perpetua en el tiempo, y que destruye la propia naturaleza a su paso.
Todos los intentos de paz carecen de sentido si tras ellos no queda nada más por lo que dar gracias, y lo que antes fue pleno ahora es una triste sombra.

En sus últimos compases, no solo hay triunfo, sino también dolor, desgarro por vidas que han cambiado demasiado en poco tiempo por el egoísmo de los hombres.
Lo que empezó como una simple huida se transforma así en una despedida.
De los ríos, de los bosques, de las gentes que vivían en paz de espíritu. ¿Acaba la guerra... o solo empieza y por ello debemos llorarla?
8
10 de abril de 2018 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película basada en una novela homónima que leí en mi juventud (que data de 1826) del escritor estadounidense James Fenimore Cooper; no obstante en la película se introducen algunos cambios respecto a la novela para potenciar los elementos de acción en menoscabo del rigor histórico. Y justamente, hay una frase del gran jefe mohicano en la novela, padre adoptivo del protagonista, Chingachgook, que da título al libro, que dice así: "Cuando Uncas siga mis pasos, no quedará ya nadie de la sangre de los sagamores, pues mi hijo es el último de los mohicanos". La historia narra la lucha de franceses e ingleses por el dominio de la región en 1757 (mucho antes de la Declaración de Independencia de 1776), a orillas del río Hudson.

El excelente director Michael Mann es un hombre capaz de aunar espectacularidad, densidad conceptual y gusto por los grandes géneros o las grandes historias americanas. En esta cinta, tal vez la más redonda de Mann, sabe construir con un nivel de excelencia un film precioso y emocionante en que el heroísmo, el valor, el arrojo y la entrega, conviven con el amor, el romanticismo y la caballerosidad. También incluye episodios inexcusables y propios de la época, de crueldad, de malevolencia, de rencor, de luchas tanto interiores como externas. Lo que equivale a decir que esta cinta tiene del todo. Una obra a medio camino entre el film histórico, la película de aventuras, el romance y una especie de pre-western.

El guion de Christopher Crowe y Michael Mann, adaptación de la mencionada novela homónima de Cooper está muy bien elaborado, parco en palabras, con un ritmo trepidante y emociones a flor de piel, en unos parajes muy hermosos, con luchas e incluso alguna parca pero llamativa reflexión filosófica.

Tiene una banda sonora impresionante y acertada de Trevor Jones y Randy Edelman. La fotografía de Dante Spinotti es de las que hace época. Genial montaje y unos exteriores de lujo.

En el reparto se luce el actor Daniel Day-Lewis, con una impecable interpretación del protagonista, hijo mohicano de adopción y de poderosa presencia, con fiereza y elegante lenguaje corporal. Está muy bonita y quizá en su mejor papel Madelaine Stowe. Igualmente y con importante vis dramática, Johdi May. Excelente Wes Studi como el malvado indio hurón. Y todo un elenco actoral de gran nivel con Russell Means, Eric Schweig o Steven Waddington entre otros.

Estamos ante una muy entretenida película que va de la guerra y la acción al apasionado beso, con una América colonial del siglo XVIII de fondo y una de las mejores películas de aventuras del cine moderno. Este film es ya una muestra del futuro estilo de Michael Mann (El dilema, 1999 o Collateral, 2004), un estilo paisajístico de silencios y miradas, preciosista, pero sin caer en la ostentación ornamental.

Película de las buenas, auténtica superproducción que echa mano de todo el poderío de Hollywood para su ejecución, pero que a la hora de la épica, se vale sobre todo de una puesta en escena rebosante de fuerza y de buen gusto.
8
18 de enero de 2023 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un clásico ambientado en la invasión de norteamérica por parte de ingleses y franceses.
La banda sonora de Jones & Endelman pertenece por derecho propio a lo mejor de la historia del cine.
La fotografía en general es maravillosa, salvo algunas secuencias que me parecieron oscuras en exceso, cuando la acción decae para dar paso a la narración biográfica.
Gran interpretación de Madeleine Stowe.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A falta de 25 minutos para el final, hay una decisión de separarse que no me parece lógica. Y a partir de ahí, en general, lo razonable deja paso a lo melodramático.
Aún así, el conjunto me parece muy notable.
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