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Un extraño en mi vida

Drama. Romance Drama de infidelidad entre dos adultos cuyas respectivas parejas no les prestan mucha atención. El arquitecto Larry Coe, casado y con dos hijos, se siente atraído por Margaret Gault desde el momento en que la ve en la parada del autobús escolar. El hijo de Margaret es compañero del hijo menor de Larry. Margaret admira a Larry desde que vio en una revista la casa por la que le dieron un premio. Y también se siente atraída por él. La ... [+]
Críticas 41
Críticas ordenadas por utilidad
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9
27 de junio de 2017
28 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película poco conocida que no suele gozar del prestigio y la categoría de favoritas, pero que para mí, sí que lo es, por los motivos que paso a describir. Además de una maravillosa historia de amor imposible, se trata de una reflexión profunda sobre el mundo del arte y la creación artística, en un primer plano la arquitectura y en un segundo plano, el mundo de la literatura que encarna ese escritor de relativa fama que le encarga una casa a nuestro protagonista, y que también se debate en el dilema de la creación personal. Por otro lado también aborda otro dilema que suele ocurrir en la vida y que el cine lo recrea con frecuencia, se trata de elegir lo que dicta tu corazón en el terreno sentimental o lo que dicta tu ambición profesional (al arquitecto le surge un proyecto atractivo e irresistible en Hawai) de mejorar tu futuro sacrificándolo todo por ello, el exitoso film “La, La, Land” también lo abordaba, desde el terreno musical.

“Strangers When We Meet” es un apasionado melodrama romántico, lleno de colores descriptivos y estimulantes que reflejan el ambiente dramático que viven los personajes, cercano a la estética del Pop-Art, iluminado de forma portentosa por el operador Charles Lang JR., con uso formidable del Cinemascope en sus encuadres. Una película moderna en todos sus aspectos, desde su estética visual hasta su argumento profundo y complejo que sondea las emociones humanas. Una obra inalterable al tiempo, pese a su fecha de producción. Richard Quine fue un director poco valorado, no entiendo el motivo, pues me parece un cineasta estupendo, del que apenas existen libros o estudios de sus películas que si las repasamos pueden resultarnos sorprendentes por su calidad. Director poco ambicioso en el terreno personal, nada preocupado por el éxito comercial pero con films atractivos para el aficionado al buen cine. En esta ocasión se trata de una película hermosa que aborda temas eternos como la fragilidad de los sentimientos, disfruta de un original triángulo amoroso: un hombre, una mujer y una casa. Es el proyecto que apasiona al arquitecto Larry (Kirk Douglas), vértice de la relación furtiva que mantiene con Maggie (Kim Novak), una bella mujer, ambos casados que huyen de la frustrante rutina y la desidia conyugal.

La decisiva personalidad y presencia de los actores determinan una gran fisicidad, poco habitual en una trama que es una típica historia de adulterio de unos seres en busca de la felicidad que no han conseguido con sus respectivas parejas. El guión es excelente, del propio autor que escribió la novela, Evan Hunter, otorgando al film un hondo calado existencial, donde hallamos a la arquitectura como arte y medio para la pasión de crear algo original y diferente del mero proyecto habitacional, así como el amor apasionado y furtivo que les resulta difícil liberar por los prejuicios sociales que les maniatan. La independencia y rebeldía del artista para crear algo personal que refleje la visión de un creador, es este caso un arquitecto. Un film sugerente y lleno de detalles creativos y miradas definitorias, como las relaciones personales de sus protagonistas, sus lastres familiares, sus relaciones furtivas, los vestidos que luce Maggie, su mirada inquietante, sensual y lasciva. El color rojo de la pasión es claro protagonista de su puesta en escena, las pasiones reprimidas que ven la luz y el remordimiento culpable que produce la relación que rompe las convenciones morales y sociales.
Gracias a todos los que tengan la generosidad de leer esta subjetiva opinión.
9
10 de julio de 2009
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillosa, romántica, y majestuosa película, cuya contenida intensidad pasional es difícil de olvidar. Recuerdo que cuando la vi de pequeño por la tele, me impresionó, y ahora que la he vuelto a ver, me ha vuelto a cautivar.

La música es buenísima (de las que ya no se hacen) y la fotografía de Charles Lang, en formato panorámico, es así mismo muy buena y realista para la época. Parece que estés allí, en el apogeo del American Way of Life de 1960, con ese césped, y esas casas de madera, y esa lluvia, y ese sol, y esos coches que empezaban a ser bajos y largos, y todo el mundo con esos pantalones llenos de arrugas, y parece que casi puedas acariciar la majestuosa espalda de Kim Novak (es curioso, tanto esta película como Vértigo son dos de mis películas preferidas del Hollywood clásico). También tiene detalles simbólicos estupendos: la cazadora rojo pasión que lleva Kirk Douglas cuando corteja imperativamente a una magnética Kim Novak, toda dubitativa ella, porque aunque parece que no quiere, en el fondo quiere, pura libido reprimida sometida a los tormentos de conciencia impuestos por los rígidos tabúes burgueses de la clase media WASP de la época.

En cuanto a la intensidad que se percibe en la dirección de Quine, seguramente influyó el romance que por esa misma época tenía el director con Kim Novak (Hitchcock debía estar mordiéndose las uñas de envidia), la cual acabó dejándo plantado a Quine antes de que contrajeran matrimonio. Este sonado idilio motivó que en vez de un decorado, el estudio decidiera construir una casa real en la cual la pareja debía establecer su residencia al término del rodaje. Deprimido por el fracaso profesional y por la mala salud, Quine acabaría suicidándose de un disparo en 1989. Aunque seguramente le atormentaban también los lejanos ecos del rechazo de Novak y el fantasma de su primera esposa, fallecida de anorexia tras haber quedado severamente impedida a causa de un accidente de caza en el que estuvo implicado el propio Quine.

En Google Maps traté de encontrar la casa proyectada por el personaje que interpreta Douglas en la película (metáfora, en cierto modo, de la relación entre los protagonistas) y finalmente di con ella en Chantilly Road, cerca del Hotel Bel Air. En cuanto a la parada de autobús que aparece al principio, está en la esquina de Kenter Avenue con Homewood Road (muy cerca de 5th Helena Drive, donde murió Marilyn Monroe), y permanece casi igual, aunque sin la valla. Si algún día voy a Los Angeles, una visita a estos sitios no va a faltar.
8
16 de noviembre de 2010
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un magnífico melodrama centrado en las infidelidades matrimoniales a través de una historia atemporal (que un hombre y una mujer, ambos casados, se enamoren), muy bien autoadaptada por Evan Hunter y dirigida por Richard Quine (tradicionalmente tratado de mero discípulo del gran Blake Edwards).
La película utiliza de forma realzada el scope, y resulta una obra atrevida en muchos aspectos: retrata el mundo del sexo de forma incisiva en su subliminalidad. Está estructurada a través de precisas y largas secuencias.
Excelentemente interpretada por un reparto muy notable (brillan sobre todo Barbara Rush, soberbia, y un breve y retorcido papel para Walter Matthau) fue uno de los films que más contribuyó a cimentar el mítico erotismo de Kim Novak: un erotismo frío, distante, elegante y enigmático. Richard Quine estaba, por entonces, enamorado de Novak y apura todo lo posible la belleza de ésta, con dos secuencias inolvidables: cuando está en lencería negra, y en la playa cuando es besada y abrazada por Douglas. A fin de cuentas, Kim Novak se interpreta a sí misma y con ello nos enamora a todos.
7
21 de agosto de 2013
20 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Había terminado ya todos los libros que me había traído de la biblioteca y, desesperada, sin nada que echarme a los ojos, acudí a mi propia colección casera por si encontraba algo que aún no hubiera leído. En un rincón de la estantería más alta me encuentro una novela muuuy vieja, de un señor llamado Evan Hunter, edición del Círculo de Lectores, año 1965. Debí traérmela de casa de mis padres hace siglos y no sabía ni que la tenía. El título me parece ridículo además de sintácticamente erróneo: "Fue dicho: no desearás la mujer de tu prójimo" . El título original me parece mucho más interesante y sugestivo: "Strangers when we meet". Bueeeeno, a falta de otra cosa... Venga, este mismo.

En la página 15 ya le he puesto cara al arquitecto protagonista: Kirk Douglas. Y ya sé lo que va a pasar y con quién. Sin que aún haya salido ella a escena sé que tendrá la cara fría, inquietante y magnética de Kim Novak. Y también sé que la tercera en discordia que, curiosamente es el primer personaje en aparecer, tendrá el rostro precioso de Barbara Rush. Vengo corriendo a Filmaffinity y localizo la película. Afortunadamente alguien tuvo un gran momento de lucidez y prescindió del título de la novela en español. Mucho mejor "Un extraño en mi vida", dónde va a parar. Pues claro. La vi hace un par de años. Una película impactante, vive Dios.

Tan impactante que a la vez que pongo cara a los personajes del libro, le pongo un final. Me acuerdo perfectamente del final, también me acuerdo de que lloré cuando la vi. Y a pesar de saber lo que va a pasar y cómo va a terminar, decido leerlo. Es la primera vez que hago algo así, normalmente es al revés, suelo ver películas basadas en libros que he leído, pero nunca antes he hecho esto.

Conforme voy leyendo me doy cuenta de que los protagonistas no podían ser otros. Bueno, Kirk Douglas tal vez, él podría haber sido muchos otros actores, pero ella... sólo podía ser Kim Novak. La forma de describir a su personaje es tan exactamente idéntico a ella que me cuesta creer que Hunter no la tuviera in mente cuando escribió la novela. Luego he leído que el director, Richard Quine, estaba locamente enamorado de Novak y que en la película se regodeó especialmente en sus planos. No fue el único, ahora ya puedo decir que Hunter también se regodea una y mil veces en la sensualidad extrema del personaje.

La historia no es nada del otro mundo pero sí lo son los caracteres, sobre todo el de Maggie. Tanto en la novela como en la película, ella es el centro absoluto. Por lo demás, el argumento no es más que un encoñe normal y corriente, como otro cualquiera. Dos personas aburridas de la rutina de la vida conyugal, buscan fuera de casa la excitación y la pasión que ya es imposible que encuentren dentro. Se creen enamorados, y eso es normal porque le suele pasar a todo el mundo cuando vive algo así. Pero lo realmente alucinante es que leyendo críticas por ahí a todo el mundo le parece una "historia de amor" fascinante. Por diossssss, es un encoñe de manual!

Que sí, que ella es una mujer especialmente enigmática, misteriosa y regia, eso es indiscutible. Y que su personalidad atormentada resulta muy atractiva, casi tanto como la propia Novak, de quien muchos opinan que aquí se limita a ser ella misma y que no interpreta nada. Pero todo es de puro manual: cómo empieza todo, cómo se desarrolla la relación, las dudas de los protagonistas, como la pasión los absorbe, el sufrimiento de la esposa cuando empieza a sospechar (por cierto, magnífica Barbara Rush, aunque la presencia de Novak eclipse a cualquier rival), la eterna dialéctica entre la razón y el corazón, la llamada de la selva y la llamada del hogar calentito y protector... Nada que no hayamos visto antes una y mil veces.

Pero claro, hay que saber contarlo. Hay que conseguir que se huela la tensión sexual (Con Novak por medio tampoco es muy difícil). Hay que hacer arte con un tema bastante trillado y repetitivo. Y sobre todo, hay que saber sugerir más que mostrar y dejar que el lector o el espectador se queden tan fascinados por Maggie como lo está el propio protagonista, y yo juraría que también el novelista y el director. Y tanto Hunter como Quine lo consiguen con creces.

Advierto que los dos finales son completamente diferentes. El de Hunter es mucho más dramático y catártico, incluso tiene un cierto punto didáctico; el de Quine es... menos impactante pero mucho más probable y real. Yo, como soy muy tremenda, me quedo con el de Hunter.

En realidad la historia da mucha pena. Los protagonistas son unos pardillos y unos pobres desgraciados. Inician un juego que les viene muy largo y al que, como se ve en el transcurso de la acción, no saben jugar. Se les va de las manos por completo. Él a veces es relativamente consciente de que no ha descubierto el vellocino de oro, de que como su historia las hay a montones y que todas tienen un principio y un final; es más, creo que es consciente de que lo mejor que puede ocurrir para hacerla maravillosa y perdurable en el tiempo es terminar con ella. Pero no consigue controlar sus emociones, le sigue viniendo largo. A mí se me ocurre un famoso dicho popular para resumirlo: MANOLETE, SI NO SABES TOREAR PA QUÉ TE METES.
9
1 de enero de 2010
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente película sobre el amor a contracorriente. Magníficos Douglas y Novak, dos actores que me gustan mucho. Imposible no enamorarse de Kim Novak, con esos ojos, esa elegancia. Es un enamoramiento que me llega, me lo creo, me siento mismamente Kirk Douglas. Estupendos diálogos para una historia sencilla, como la vida misma. También me gusta mucho la música, una melodía clásica del cine de la época que no carga pero acompaña perfectamente la historia. No se puede pedir más a una película. Si les gustan las historias de amor que duelen, que conmueven, no se la pierdan, conmigo lo ha conseguido este filme, y me ha hecho pensar y recordar.
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