Bajo el signo de Capricornio
1949 

6.5
3,426
Drama
Australia, 1835. El sobrino del gobernador, Charles Adare (Michael Wilding), que acaba de llegar de Inglaterra, está invitado a cenar en casa de Sam Flusky (Joseph Cotten), un antiguo presidiario que ha hecho fortuna y que está casado con una de una prima de Charles, Lady Harrietta (Ingrid Bergman). Charles descubre que su prima, que se ha convertido en una alcohólica, está aterrorizada por su ama de llaves Milly (Margaret Leighton) y, ... [+]
9 de octubre de 2010
9 de octubre de 2010
25 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
No vamos a descubrir la calidad técnica que poseía Alfred Hitchcock, ni la capacidad para crear tensión con un mínimo plano. No era un director al que le gustara pasar desapercibido:
Cuando Charles Adare (Michael Wilding) llega en carruaje a la cena preparada en la casa de Sam Flusky (Joseph Cotten), Hitchcock usa un plano secuencia que comienza en el exterior de la mansión (mientras Adare observa a los inquilinos por varias estancias) y que continúa durante la llegada de los demás invitados al convite en el interior de la casa hasta que sentados en la mesa, escuchan a sus espaldas la voz de Lady Harrietta (Ingrid Bergman). Son casi ocho minutos, pero lo cierto es que este plano secuencia está dividido en dos (o eso creo). En el momento en que Adare entra en la casa, Hitchcock usa su espalda para realizar un corte. Con ese corte, prácticamente imperceptible, divide lo que es un plano secuencia funcional (el realizado en el exterior), con un plano secuencia como alarde técnico (toda la parte donde los invitados deambulan por la casa saludándose, hablando, hablando, hablando y hablando, para después sentarse en la mesa con la intención de cenar). Tal vez, si el corte a ese segundo plano secuencia hubiera sido un primer plano de Cotten seguido de un plano medio de Bergman, lo hubiera entendido más. Pero Hitchcock termina el plano secuencia con un primer plano de los pies de la Bergman (descalzos, eso sí).
Explico todo esto porque considero estos minutos como un resumen de la película. En lo bueno y en lo malo. “Atormentada” es excesiva en diálogos. Diálogos que se alargan sin sentido y se llenan de explicaciones innecesarias, rompiendo en muchos casos, el ritmo de la película. También es excesiva en música, que tropieza con la imagen en muchísimos momentos; y por supuesto, es excesiva en el riguroso tratamiento técnico de Alfred Hitchcock, lo que pasa es que esto último no me molesta, para que engañarme.
Cuando Charles Adare (Michael Wilding) llega en carruaje a la cena preparada en la casa de Sam Flusky (Joseph Cotten), Hitchcock usa un plano secuencia que comienza en el exterior de la mansión (mientras Adare observa a los inquilinos por varias estancias) y que continúa durante la llegada de los demás invitados al convite en el interior de la casa hasta que sentados en la mesa, escuchan a sus espaldas la voz de Lady Harrietta (Ingrid Bergman). Son casi ocho minutos, pero lo cierto es que este plano secuencia está dividido en dos (o eso creo). En el momento en que Adare entra en la casa, Hitchcock usa su espalda para realizar un corte. Con ese corte, prácticamente imperceptible, divide lo que es un plano secuencia funcional (el realizado en el exterior), con un plano secuencia como alarde técnico (toda la parte donde los invitados deambulan por la casa saludándose, hablando, hablando, hablando y hablando, para después sentarse en la mesa con la intención de cenar). Tal vez, si el corte a ese segundo plano secuencia hubiera sido un primer plano de Cotten seguido de un plano medio de Bergman, lo hubiera entendido más. Pero Hitchcock termina el plano secuencia con un primer plano de los pies de la Bergman (descalzos, eso sí).
Explico todo esto porque considero estos minutos como un resumen de la película. En lo bueno y en lo malo. “Atormentada” es excesiva en diálogos. Diálogos que se alargan sin sentido y se llenan de explicaciones innecesarias, rompiendo en muchos casos, el ritmo de la película. También es excesiva en música, que tropieza con la imagen en muchísimos momentos; y por supuesto, es excesiva en el riguroso tratamiento técnico de Alfred Hitchcock, lo que pasa es que esto último no me molesta, para que engañarme.
8 de marzo de 2007
8 de marzo de 2007
15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que es la peor película de Hichtcock. Sin embargo sería la mejor de muchos directores. Un melodrama de suspense al estilo de Rebeca. No tan bueno, pero interesantísimo.
1 de diciembre de 2007
1 de diciembre de 2007
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estimado Domiciano,
Aunque se trate de una película de Hitchcock, "Atormentada" me ha parecido una de las historias de amor mas logradas que he visto. Si a eso le sumas el aspecto de intriga que, aunque en menor medida que en otras películas del director, también se da en esta cinta, el buen hacer de los actores, y esa cámara con planos larguísimos (a la par que excelentes) que van recorriendo la mansión habitación por habitación (sin cortes), nos salen 120 minutos de cine en mayúsculas.
Nadie es bueno ni malo, lo cual se agradece. A cada uno le empuja su circunstancia.
Para disfrutarla, sin prisas, despues de cenar.
Aunque se trate de una película de Hitchcock, "Atormentada" me ha parecido una de las historias de amor mas logradas que he visto. Si a eso le sumas el aspecto de intriga que, aunque en menor medida que en otras películas del director, también se da en esta cinta, el buen hacer de los actores, y esa cámara con planos larguísimos (a la par que excelentes) que van recorriendo la mansión habitación por habitación (sin cortes), nos salen 120 minutos de cine en mayúsculas.
Nadie es bueno ni malo, lo cual se agradece. A cada uno le empuja su circunstancia.
Para disfrutarla, sin prisas, despues de cenar.
1 de abril de 2015
1 de abril de 2015
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me aburrí entre bastante y mucho casi todo el metraje.
En los dos primeros tercios de la película, lo único que hace que no la abandones, son los ingeniosos diálogos del petrimetre "Salvador" de Ingrid Bergman. A mí no me parece que esté mal elegido. Su pinta un poco de lechugino, con cara de pollito de gallina y cuerpo de grillo, me parece perfecto para el personaje. Además tiene con diferencia las mejores líneas de texto de la película (mérito del guión, no suyo. Pero ahí están) que dotan al personaje de un cierto humor gélido y cínico, cuyas pocas líneas en ese sentido constituyeron, como dije o quise decir, lo único que me hicieron no abandonar la película durante sus dos tercios iniciales. Sus interpretaciones en este sentido se limitaron a rellenar el personaje con su propia "petrimetrez", pero resultó suficiente, en mi opinión.
El resto de los personajes están desaprovechadísimos y... como mal colados. Bergman en lugar de borracha, parece una lánguida florecilla a punto de desmayarse cual dama de cuento. Sus intentos de caracterización cuando la gobierna el alcohol, se limitan a afearla con unos peinados horrendos, unos sobreros tan escandalosamente horribles que desviaban la poca atención por la trama que hubieran conseguido hasta ese momento, brillando en su fealdad como faros en la noche, llenando el vació de interés hacia sí mismos, consiguiendo distraerte del poco interés suscitado hasta el momento. Efecto parecido conseguían unos vestidos que parecían hechos con los restos de mandilones de un jardín de infantes, llenos de abullonados y tal profusión de enormes lazos, que no sólo te desviaban de la trama, sino incluso de la propia Bergman, que parecía bajo toda esa espantosa parafernalia, una especie de botijo cursi (Y ya es difícil hacer parecer a Ingrid Bergman, un botijo cursi).
Las fases en que no estaba borracha, la vestían y peinaban de un modo más normal. Y esa era toda la caracterización (como si lo que distinguiera a un borracho de un sobrio, fuera la elección del sombrero y el número de lazos imposibles de su vestuario).
Cotten, actor que me encanta, no me parece del todo apropiado para el papel. Tiene una cierta clase natural que no fue capaz de abandonar y hace difícil que una se lo crea como mozo de cuadras. Y tiene un aire sereno en todo momento que mantuvo incluso en sus supuestos ataques "pasionales" haciéndolos poco menos que increíbles.
Otro cantar es el ama de llaves que me pareció magnífica. Qué interpretación!.
El último tramo cobra interés pero como dije, ya pilla el cuerpo algo harto (sobre todo tras el infinito monólogo de la Bergman sobre las cirscustancias que llevaron a la situación presente, que parecía no tener fin. No estaba mal interpretado ni nada, pero ese tocho de guión, contando la película al completo, no había alma que lo salvara.)
El argumento en general, aunque un poco "culebrón", hubiera dado para algo infinitamente más interesante de lo que resultó ser esta película.
La ví entera porque era de Hitchcock, la verdad (y porque me chincha la tira dejar una peli o un libro por la mitad, aunque desespere de infelicidad). Si no, la hubiera abandonado, posiblemente antes de llegar a la mitad.
En los dos primeros tercios de la película, lo único que hace que no la abandones, son los ingeniosos diálogos del petrimetre "Salvador" de Ingrid Bergman. A mí no me parece que esté mal elegido. Su pinta un poco de lechugino, con cara de pollito de gallina y cuerpo de grillo, me parece perfecto para el personaje. Además tiene con diferencia las mejores líneas de texto de la película (mérito del guión, no suyo. Pero ahí están) que dotan al personaje de un cierto humor gélido y cínico, cuyas pocas líneas en ese sentido constituyeron, como dije o quise decir, lo único que me hicieron no abandonar la película durante sus dos tercios iniciales. Sus interpretaciones en este sentido se limitaron a rellenar el personaje con su propia "petrimetrez", pero resultó suficiente, en mi opinión.
El resto de los personajes están desaprovechadísimos y... como mal colados. Bergman en lugar de borracha, parece una lánguida florecilla a punto de desmayarse cual dama de cuento. Sus intentos de caracterización cuando la gobierna el alcohol, se limitan a afearla con unos peinados horrendos, unos sobreros tan escandalosamente horribles que desviaban la poca atención por la trama que hubieran conseguido hasta ese momento, brillando en su fealdad como faros en la noche, llenando el vació de interés hacia sí mismos, consiguiendo distraerte del poco interés suscitado hasta el momento. Efecto parecido conseguían unos vestidos que parecían hechos con los restos de mandilones de un jardín de infantes, llenos de abullonados y tal profusión de enormes lazos, que no sólo te desviaban de la trama, sino incluso de la propia Bergman, que parecía bajo toda esa espantosa parafernalia, una especie de botijo cursi (Y ya es difícil hacer parecer a Ingrid Bergman, un botijo cursi).
Las fases en que no estaba borracha, la vestían y peinaban de un modo más normal. Y esa era toda la caracterización (como si lo que distinguiera a un borracho de un sobrio, fuera la elección del sombrero y el número de lazos imposibles de su vestuario).
Cotten, actor que me encanta, no me parece del todo apropiado para el papel. Tiene una cierta clase natural que no fue capaz de abandonar y hace difícil que una se lo crea como mozo de cuadras. Y tiene un aire sereno en todo momento que mantuvo incluso en sus supuestos ataques "pasionales" haciéndolos poco menos que increíbles.
Otro cantar es el ama de llaves que me pareció magnífica. Qué interpretación!.
El último tramo cobra interés pero como dije, ya pilla el cuerpo algo harto (sobre todo tras el infinito monólogo de la Bergman sobre las cirscustancias que llevaron a la situación presente, que parecía no tener fin. No estaba mal interpretado ni nada, pero ese tocho de guión, contando la película al completo, no había alma que lo salvara.)
El argumento en general, aunque un poco "culebrón", hubiera dado para algo infinitamente más interesante de lo que resultó ser esta película.
La ví entera porque era de Hitchcock, la verdad (y porque me chincha la tira dejar una peli o un libro por la mitad, aunque desespere de infelicidad). Si no, la hubiera abandonado, posiblemente antes de llegar a la mitad.
19 de agosto de 2008
19 de agosto de 2008
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una película atípica del señor Hitchcock en la que brilla la actuación de Joseph Cotten. La expresividad de este gran actor lleva la mitad de la trama y podemos decir que la belleza de Ingrid Bergman la otra mitad.
Hitchcok pone su metódico proceder, su exquisita dirección en el trato en sociedad de los personajes, la responsabilidad en el acertado vestuario de época, su toque macabro que empezaba ya a despuntar con la cabeza reducida del nativo negro sobre la blanca sábana para que destaque en plenitud, y sus correctos escenarios para que el argumento discurra con acierto.
Pero falla el guión. El argumento de culpas tuyas o mías no termina de convencer por lo que la película transcurre con pesadez más que con interés.
No obstante insisto sobre la gran actuación del versátil Joseph Cotten y la siempre eficiente Ingrid Bergman y, especial atención, a esas historias paralelas (que volvería a utilizar Hitch) con las amas de llaves obsesionadas con sus amos, en este caso una que aguanta en secreto su profundo amor por su amo. Merece más la pena esa historia de amor a lo Jane Eyre, de la humilde ama de llaves sabedora de las distancias que hay que guardar con la clase dominante pero que no puede evitar consumirse por el amor hacia el señor de la casa, que la propia historia de la pareja.
En este caso un amor fatal.
Hitchcok pone su metódico proceder, su exquisita dirección en el trato en sociedad de los personajes, la responsabilidad en el acertado vestuario de época, su toque macabro que empezaba ya a despuntar con la cabeza reducida del nativo negro sobre la blanca sábana para que destaque en plenitud, y sus correctos escenarios para que el argumento discurra con acierto.
Pero falla el guión. El argumento de culpas tuyas o mías no termina de convencer por lo que la película transcurre con pesadez más que con interés.
No obstante insisto sobre la gran actuación del versátil Joseph Cotten y la siempre eficiente Ingrid Bergman y, especial atención, a esas historias paralelas (que volvería a utilizar Hitch) con las amas de llaves obsesionadas con sus amos, en este caso una que aguanta en secreto su profundo amor por su amo. Merece más la pena esa historia de amor a lo Jane Eyre, de la humilde ama de llaves sabedora de las distancias que hay que guardar con la clase dominante pero que no puede evitar consumirse por el amor hacia el señor de la casa, que la propia historia de la pareja.
En este caso un amor fatal.
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