La idea es provocar, mostrar lo que el público gusta/busca/espera. Las amantes del vampiro es una obra bien ambientada, llevada a planos de sensualidad inusuales que en realidad solo obedecen a exigencias comerciales: La Hammer empezaba a decaer en popularidad y debía adaptarse a los tiempos que corren. Una evidencia es la participación intermitente de Cushing: cuando descubrimos que su papel en este caso podría haberlo hecho cualquiera, pues no hace falta ser muy agudos para dar cuenta de que está allí con fines promocionales, no artísticos.
El guión hace alarde de las escenas de vampirismo lésbico, aunque la puesta en escena a mi gusto está muy lograda. Sin embargo, al caer en las inconsistencias de la trama puede notarse que el argumento establece puentes entre una escena provocativa a otra, como si todo estuviera dirigido a presentar el morbo en escenas congeladas.

No me parece recomendable, habría que proyectarse hacia atrás y detenerse en la Hammer de los 60, detenerse allí y empezar a barajar de vuelta.

Perteneciente a la etapa de la Hammer en la cual la mítica productora británica comenzaba a desmelenarse, "The vampire lovers" es una cuanto menos interesante variante vampírica, ideal para ver en sesión doble junto a "La condesa Drácula" (1971), donde la sensual Ingrid Pitt también es la principal señorita en hincar el colmillo.

De entrada cuenta con un prólogo que por si solo engancha, cargado de misterio, clasicismo y romanticismo terrorífico. Ese inicio no es en vano, a lo largo de la película se vuelve a recordar ese relato inicial.

Peter Cushing, como de costumbre, borda su papel.
Los demás detalles técnicos rayan a gran altura, como era marca de la casa de la factoría Hammer.
Quizás el ritmo es algo pausado en ciertas fases, pero ante el resto de virtudes que ya mencioné ese debe es completamente perdonable.

Se muestra algún que otro desnudo, pero eso es lo de menos. Quien espere encontrarse con una película semiporno de relaciones lésbicas se decepcionará. Veo que algún que otro de quienes dejaron aquí su crítica no entendieron bien lo que iban a visionar. Una lástima.

Como conclusión final. La recomiendo si te gusta el cine de terror británico de productoras como la Hammer o la Amicus.

En mi opinión "Las amantes del vampiro" queda situada en un buen segundo peldaño de cine Hammer, por debajo de "Drácula" o "Drácula, príncipe de las tinieblas", al nivel de "Drácula vuelve de la tumba" o "Las cicatrices de Drácula" y por encima del resto de propuestas vampíricas que ofrecieron los ingleses en aquellas décadas, incluída la antes mencionada "La condesa Drácula".

Película muy flojita de la factoría Hammer, con una historia tremendamente pobre, sin apenas chicha (y no me refiero precisamente a la buena ración de tetas de la se puede disfrutar) para llenar noventa minutos y una dirección ramplona de la que sólo destacaría las logradas escenas en que la vampira sale de su tumba y las visiones de las víctimas durante sus pesadillas.

Sólo recomendable para fans de la diosa Ingrid Pitt, quien muestra todos sus encantos sin recato, y para amantes de la bollería fina vampírica. Por lo demás, la escasa presencia en pantalla de Peter Cushing en un insustancial papel impropio de su figura me ha parecido un burdo reclamo publicitario para una película del catálogo Hammer totalmente prescindible.

En los últimos años de gloria, la Hammer hizo filmes donde se incrementaba el erotismo y otros elementos explotados en esta cinta como el lesbianismo. Claramente, el tema de las peliculas de horror se iba agotando, por lo que hacia necesario incorporar otras cosas para que las peliculas siguieran siendo atractivas. En la cinta que nos ocupa, podemos ver que en ciertos momentos, se notan demasiado los decorados, como en las tomas lejanas del castillo. Ahora bien, siempre va a resultar grato ver a la bella Ingrid Pitt y las otras actrices bellísimas.

Si no apareciera -al principio y al final- ese castillo gótico de estampa, ni esos girones de niebla postiza, ni esas tumbas con telarañas, ni esas decapitaciones a espada de un solo tajo, en fin. si nos libráramos de las truculencias tan grotescas y manidas en este género de cine, podría tratarse de una buena película de vampiros, más allá de su gancho erótico lésbico, por la calidad que tiene toda la parte central del film, la presencia de Carmilla (Ingrid Pitt), la irresistible vampiresa que va seduciendo y consumiendo a todas las bellezas (más algún que otro individuo) que se ponen a su alcance.
Y siempre nos gusta el entorno, el típico lugar rural austriaco del siglo XIX, donde unos cuantos caballeros y damas aristocráticas se lo pasan divinamente, mientras el horror les acecha.