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Los gladiadores del futuro

Ciencia ficción. Acción En el año 2018, el mundo se encuentra agrupado en seis corporaciones: Energía, Alimentación, Lujo, Vivienda, Comunicación y Transporte. La tranquilidad social es absoluta, pero la gente carece de libertad. Se desahogan con el Rollerball, un violento juego que pone en peligro la vida de los jugadores. (FILMAFFINITY)
Críticas 33
Críticas ordenadas por utilidad
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3
25 de febrero de 2017
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esa parece ser la tesis de la película. Una humanidad globalizada ha de escoger entre una u otra y ha escogido la comodidad renunciando a la libertad. Pero, realmente ¿son aspiraciones incompatibles?. Yo creo que no, que se puede aspirar al bienestar material sin necesidad de renunciar a la autonomía del pensamiento ni a la búsqueda del conocimiento. De hecho, me da la impresión de que en nuestro mundo en vías de globalización las sociedades que disfrutan de mejores condiciones materiales son también las más libres, o viceversa. Ergo, la disyuntiva que para tantos comentaristas que me preceden resulta de una enorme profundidad filosófica, a mí me resulta francamente plana, por no decir falsa. Lo mismo se puede decir de los dilemas morales del protagonista.
Lo que en su momento llevó al público a las salas fue el espectáculo de violencia del deporte que da título a la película. La taquillera del cine de mi barrio se negó a venderme la entrada porque yo no tenía la edad requerida por la calificación moral con la que se estrenó, a pesar de que iba acompañado por mi padre, el buen hombre, que las pocas veces que iba al cine se quedaba dormido y que estaba dispuesto a renunciar a su partida del domingo por darme el capricho. La temporada anterior le había arrastrado a ver "Jesucristo Superstar" (mayores de 18 años y 14 acompañados), otra "obra maestra" del amigo Jewison. Si eso no es amor filial, tú me dirás.
Hoy, por fin, me he sacado la espinita y lo que he visto ha sido una película con tres largas secuencias de especialistas pegándose trompadas, discretamente espectaculares y "estratégicamente" colocadas al principio, hacia la mitad y al final de la peli y, entre medias, mucho flato con más pretensiones que enjundia, con el gran Ralph Richardson haciendo un papelito y un diseño de producción que no se que lejano futuro pretendía representar, pero que a mí me ha retrotraído a los 70, cuando los hombres iban tan ceñiditos, las mujeres tan holgaditas y la decoración era tan "muzak". En fin, que tiempos aquellos.
5
5 de julio de 2014
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A la distopía que ofrece "Rollerball" le falta profundidad. De haber escarbado más en el hipotético dominio de la corporación empresarial podría haber hecho mía la posición de enfrentamiento absoluto ante el sistema por parte del personaje que interpreta Caan. A todos nos duele en el alma las injusticias que tienen que ver con la falta de libertad, ya se encuentren enmarcadas en la edad media o en el futuro, si la manipulación por parte del poder acorta la esencia del ser humano en una película, el espectador clamará por actitudes de rebeldía. A eso lo llamo tirar bien el anzuelo. Pero para que todo funcione bien, con toda lógica, las películas han de tener más que esas buenas intenciones.

"Rollerbal" es un espectáculo de acción indiscutible sobre un juego del que apenas sabemos las reglas, únicamente importan las leches que se dan en ese circuito oval y como tal, como película de entretenimiento, sus méritos son indiscutibles. Ahora bien, del actor de moda del momento, el apadrinado James Caan, sólo sabemos que se resiste a conformarse con el sentido de los hilos que manejan su vida pese a que tiene hasta una granja para él mismo. Le fastidiaron el matrimonio y le obligan a retirarse, le quitan la libertad, y se va para adelante caiga quien caiga, aunque del "enemigo" apenas sabemos que insiste en controlar el juego en cuestión y sus campeonatos y poco más. Los libros no existen, hay una computadora hecha con agua y se intuye que los grandes jefazos deciden las cuestiones de Estado en despachos, no en parlamentos. Como dijo el maestro Saramago, "¿dónde está la democracia?" Es una pena que todo ello sea epidérmico, que no se haga más daño.

Lo que es evidente es que en esta película el público que acude a ver el espectáculo rollerbal está narcotizado durante el transcurso del partido, es decir, como el fútbol actual, seres humanos tristemente idiotizados a los que sólo le interesa saber quién marca el gol, quién gana el partido, las lesiones... Y que les pisen la cabeza los de arriba es lo de menos, ellos sólo quieren ver a su equipo ganar!!!
6
31 de octubre de 2005
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trepidante cinta de acción futurista sobre un deporte que aúna acción y violencia extremos. James Caan, impecable en su papel protagonista, es un héroe mundial por ser el mejor jugador de Rollerball durante diez años. Así que cuando sus superiores le ordenan la retirada, Caan empieza a cuestionarse la realidad en la que está viviendo. Aquí es donde empieza la verdadera intriga, con una trama bien llevada en la que nada es lo que parece. El argumento, al final, resulta una fábula contra la locura que puede acarrear un exceso de violencia sin dominar y contra el comunismo, por los peligros que conlleva la supresión del individualismo en favor de un todo. Aunque en algunos momentos se puede hacer relativamente larga, la película es interesante, está muy bien interpretada y supera con creces al posterior remake de McTiernan.
9
18 de mayo de 2011
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo esta regido por seis corporaciones. Cada ciudad está a cargo de una corporación. Todos los individuos tienen aseguradas sus necesidades, y el nivel de vida mínimo es muy aceptable según nuestros estándares actuales. Hay una gran estabilidad social. No hay guerras. Pero hay rollerball. El rollerbal es un deporte ultraviolento que sirve para drenar la natural agresividad humana. Cada ciudad tiene un equipo. Jonathan E es el líder del de Houston, propiedad de la corporación Energía. Hace diez años que permanece al frente del equipo y es tremendamente popular y admirado, incluso entre los rivales, por su habilidad en el juego y su hombría de bien (excelentemente actuado ese perfil de personalidad). Luego del primer partido, el director de su corporación lo entrevista para pedirle que se retire. Jonathan no entiende porqué, y se resiste. Está en la cumbre de su carrera ¿Por qué retirarse?. No quieren echarlo, sino que se vaya por las buenas, que parezca hacerlo de motu propio. Jonathan E sigue en sus trece. Además, está resentido porque años atrás le negaron autorización para casarse con Ella, la mujer que amaba (así estaban organizadas las cosas). Cada seis meses se le “va” la pareja, aunque el sabe que esos abandonos están programados para desestabilizarlo. Pero ya no le importa. De paso, en las bibliotecas, intenta averiguar algo del proceso que condujo al actual orden del mundo, que en resumen, no es más que un armisticio entre las corporaciones, directoras del último conflicto en vez de los Estados: fueron las Guerras Corporativas.
En el siguiente partido resulta claro que hay decisiones de alto nivel para quitarlo del medio, a travéz de una mayor permisividad de la violencia. Es cuando muere su amigo Moonpie, sumando más tension y determinación a su estado de animo. El partido final, que cierra la película, no tendrá reglas. La jerarquía se juega el todo por el todo para destruir su tremendo prestigio e imagen de invencibilidad.
Excelente la selección musical, en especial la bella pero macabra Tocata y fuga en re menor. El director, Norman Jewison, ha logrado una sensación de horror sui géneris por cada muerte pública en el juego, al ocurrir bajo los auspicios de una sociedad tan educada y organizada, mucho mas desoladora que si sucediera en la arena romana bajo la mirada de un emperador venal.
Hipnóticas las filmaciones en la pista, muy bella la fotografia y locaciones. Sería bueno una remake con exactamente las mismas escenas, pero remozada en el aspecto tecnológico y ubicada dentro de un par de siglos, de modo que haya tiempo suficiente para desarrollarse todo lo que ocurrió, Guerras Corporativas incluídas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La clave de la cuestión está en que las corporaciones intentan mantener la estabilidad social y para eso, todos los mecanismos deben seguir funcionando igual. No pueden permitír la aparición de ningún nuevo poder y es lo que ocurrirá si Jonathan E sobrevive, porque se ha convertido en un líder de masas, y de allí hay un paso a la política (desterrada hace mucho tiempo).
5
20 de julio de 2017 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encantaría estar de acuerdo con las críticas que le otorgan un 9 o un 10 por ser "ciencia-ficción de la buena" (aunque más bien debería etiquetarse de historia futurista, no de ciencia-ficción). Coincido con ellas en que la substancia de "Rollerball" se encuentra fuera de la pista: la intrigante trama que rodea a Jonathan E (James Caan), el deporte de masas como generador de falsos ídolos y como popular válvula de escape y la descripción de una sociedad distópica hacia la que parecemos ir peligrosamente abocados. La historia da para un buen puñado de reflexiones como toda "ciencia-ficción de la buena".

Sin embargo toda la parte méramente deportiva, todas las secuencias que tienen que ver con el juego (un deporte además de reglas y concepto absolutamente kitch) son tan naïf y están rodadas (y montadas) de forma tan cutre que me sacan de la película cada vez que trato de verla. El ritmo de la narración, la mayoría de diálogos y una dirección y fotografía bastante chapucera y deudora de la época (uso indiscriminado del zoom) tampoco ayudan a elevarle el nivel.

Es interesante recordar que "Alien" de Ridley Scott se estrenó apenas 4 años después, y su concepto futurista es increiblemente vigente a día de hoy. "Rollerball" en cambio está en la linea de obras como "Zardoz" o "La fuga de Logan", donde tanto su estética como la dirección están absolutamente ancladas en su época.

Por todo ello "Rollerball" era uno de esos raros casos donde un remake parecía tener todo el sentido del mundo. John McTiernan (ni más ni menos que el director de "Jungla de cristal" y "Depredador", dos obras maestras del cine de acción) era el elegido para esa misión. No he visto el remake, pero pese a contar con todos los ingredientes para convertir "Rollerball" en la película que apuntaba su original, las opiniones sobre el producto de McTiernan no son nada positivas.

Si se han realizado innumerables reboots totalmente innecesarios de sagas de superhéroes o de ciencia-ficción (Star Trek, Star Wars...), ¿por qué no un nuevo intento para completar una "Rollerball" que cumpla las espectativas que para mí no alcanza su original? Hay mimbres para conseguir un resultado que haga de "Rollerball" el clásico que, bajo mi punto de vista, no es la obra de Jewison.
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