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Los gladiadores del futuro

Ciencia ficción. Acción En el año 2018, el mundo se encuentra agrupado en seis corporaciones: Energía, Alimentación, Lujo, Vivienda, Comunicación y Transporte. La tranquilidad social es absoluta, pero la gente carece de libertad. Se desahogan con el Rollerball, un violento juego que pone en peligro la vida de los jugadores. (FILMAFFINITY)
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8
2 de marzo de 2015 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película bien narrada, bien ejecutada y que no aburre en ningún momento.
Es una película estilo "1984", donde se nos muestra un futuro distópico donde todo el mundo vive feliz pero tan solo en apariencia.
Hace unas buenas críticas a algunas cosas (cuando la sociedad a causa vivir con la violencia cotidianamente se vuelve insensible, por poner un ejemplo) pero en algún mensaje concreto de esta cinta yo difiero del mensaje que trata de mostrar.
En la sinopsis del dvd te dicen que esto es el 2018 pero en ningún momento de la película se dice en qué año estamos. Tan solo en el cartel original de cine se habla de "un no tan distante futuro" pero tampoco se habla de una fecha concreta. Para mí es un error hablar del futuro y dar alguna fecha. Ésta puede llegar y no haber ocurrido lo narrado. Es mejor dejar la fecha en el aire por lo que pueda pasar. De todas formas, algunas cosas de la película se están acercando peligrosamente a nuestra vida real.

Para los amantes de las frikadas decir que "Rollerball" parece que inspiró un juego de PC ("Killerball") con la salvedad de que no salen motoristas pero sí se pueden pegar golpes y "eliminar" a jugadores contrarios a golpes para meter una bola de acero en un agujero. El partido se da en en un estadio circular en el que se va patinando. Incluso las metas en el juego también tienen jugadores que hacen de defensas cerca de un agujero donde se quiere marcar el tanto. Las similitudes del juego con la película son asombrosas. En la película el protagonista siempre se da con el puño en la pierna cuando está nervioso (esto se ve en otro juego de PC de semejante temática fúbtol/rugby futurista titulado "Speedball" (la primera parte).

Por último terminar que la película se ve sin que aburra en ningún momento, tiene buenas escenas de acción y tiene mensaje.
Esta película ya conoce un remake y por las críticas que leo, totalmente inferior a este film.
A los que les gusten las historias que presagian futuros distópicos les recomiendo "1984" de George Orwell, "Un mundo feliz" de Aldous Huxley y "Este día perfecto" de Ira Levin.

"Hubo un tiempo que la gente pudo elegir entre rodearse de sus comodidades y su libertad; y por supuesto se decidieron por el confort".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
- No hay guerras o hambre, pero la gente no tiene moral alguna. Es increíble ver un partido de Rollerball y los jugadores caen por golpes o una moto les pasa por encima y la gente mira eso inexpresiva o con amplia sonrisa como si no les importara que un semejante pueda morir ante sus ojos de esa forma. Hay gente que llora al descubrir que su vida "feliz" es una ilusión. Esta frialdad con la vida se ve también en el sanitario oriental que pide a Jonathan que firme un documento para ejecutar una eutanasia. El sanitario felicita a Jonathan por el partido que ha jugado: es un galeno al que le encanta la violencia y las muertes que tiene este juego, algo curioso en alguien que hizo un juramento hipocrático. Eso sí, difiero del mensaje que se da de la eutanasia. Una persona que está en coma irreversible, incapaz de hablar, soñar, es un vegetal y no debe seguir viviendo, la vida se ha de defender siempre que ésta sea digna.
- Jonathan E. sale aclamado por el público. Hay que ver como nos idiotiza a veces el deporte, vitoreando a alguien tan solo porque tiene buena forma física o juega bien a algún deporte. Un ejemplo: Messi (jugador de fútbol) descubierto por delito fiscal, y cuando es acusado de esto, la gente lo recibe con aplausos. ¿Por qué no perdonamos a un político que roba pero sí a un jugador de fútbol que hace lo mismo?.
- La escena del entrenador oriental hablándole al equipo americano. Parece la inteligencia hablándole al salvajismo que hay en cada ser humano y como ese salvajismo responde a la inteligencia como solo sabe, sin hacer caso, es algo basto, que no atiende a razones.
- La gente toma "pastillas" para evadirse de la vida real. Recuerda a "un mundo feliz" (el soma).
- El entretenimiento de la plebe donde la gente quema árboles. Muestra una insensibilidad grandísima: las plantas son seres vivos aunque no hablen, y aquí se les mata gratuitamente, por capricho.
- Es una sociedad donde Los libros son volcados y transferidos a ordenadores, que luego van borrando y perdiendo esta información y donde los libros se "resumen".
- No entiendo a Jonathan: es un tío que no es todo músculo y con algo en la mollera. Se hace preguntas, es sensible (habla de las plantas como formas de vida) y sin embargo no quiere que lo retiren del Rollerball. Bartholomew le dice que si se retira tendrá todo cubierto. ¿Por qué no se retira?. ¿No se supone que odia el juego en el fondo de su alma?. Bartholomew quiere retirar a su jugador estrella. El motivo que se me ocurre es porque ve que Jonathan con cada victoria está cada vez más aupado por el público. ¿Teme que Jonathan se meta en la política corporativa y sea una competencia imbatible?. ¿No habría sido más fácil (mediante un soborno a un jugador contrario) quitarlo de enmedio como hicieron con Moonpie al que golpean quitándole el casco y dejan en coma de un golpe en la cabeza?. Quizás Jonathan no se quiere retirar para así poder mostrar al final del film piedad ante el enemigo abatido e intentar meter algo de humanidad al público de Rollerball. El final lo veo ambiguo: Jonathan después de tanta violencia y muerte en un mundo donde el ser humano no vale nada, parece disfrutar al final con los vítores del público, en los últimos segundos de la película donde se le ve patinando cada vez a más velocidad. Quizás por eso no quería retirarse. El "Rollerball" podría ser para los jugadores como una droga. Eso explicaría como existen jugadores de Rollerball (recordemos que puedes acabar muerto, en coma o sufrir un gran dolor por una lesión).
Es curioso que en una sociedad sin guerras ni hambre se necesite el Rollerball. En teoría estos juegos solo se hacen para atontar a las masas cuando los gobernantes tienen en la miseria a sus gobernados. Quizás el "Rollerball" se use para lo que servía "el día del odio" de Orwell en "1984". La gente saca su agresividad en la grada y esto sirve de válvula de escape para que en la vida real (con la furia ya descargada) nadie se vuelva sobre los de arriba.
7
2 de septiembre de 2007
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Merece la pena verla, porque es genial. El argumento es original, el protagonista cumple su papel a la perfección como hombre con principios, duro y bastante violento, y las escenas donde se desarrollan los partidos son muy buenas.

Primero había visto la de 2002, que me pareció aburrida y demasiado subrealista, pero esta es muy superior. Te engancha desde el principio y aunque puede ser algo larga uno no deja de verla por eso.

Esta bien planteada la estructura de vida de la sociedad en esa época y la película no pierde intensidad a medida que avanza. Simplemente, es buenisima.
7
11 de febrero de 2016 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película que no ha envejecido nada mal a pesar de tener ya 40 años. Argumento original, muy conseguido, que no se limita a las espectaculares escenas del juego, sino con un bien desarrollado trasfondo filosófico casi diría que orwelliano. Buena dirección del irregular Norman Jewison y excelente interpretación de James Caan, en un papel que le va como anillo al dedo.

Buena película que merece la pena figurar en cualquier colección, sobre todo teniendo en cuenta la escasez cualitativa de este tipo de películas futuristas. Ah, por supuesto incomparablemente superior al infumable remake de 2002.
6
5 de mayo de 2016 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Norman Jewison se inventa un deporte y lo mete dentro de un futuro distópico donde la sociedad corporativa es el modelo. Ya ni siquiera estamos hablando de megacorporaciones de contextos cyberpunk que dominan con gran poder el devenir de los ciudadanos, si no directamente corporaciones que controlan al 100 % cada uno de los recursos básicos y que toman decisiones sobre el devenir del planeta tierra.

Y el Rollerball, en todo esto, forma un papel fundamental. La opresión camuflada de los monopolios extremos tiene válvula de escape en un deporte tremendamente violento mezcla de rugby y patinaje en un velódromo. Deporte donde un muy inspirado James Caan es figura indiscutible e ídolo de masas, por lo que acaba convirtiéndose en un caramelo irresistible para los intereses de estas corporaciones.

Rollerball coquetea con lo trascendental. La primera hora es fabulosa: un partido por aquí que sacia tus ansias palomiteras y reflexiones sociológicas por allá que hacen que vuelvas a activar tu cerebro. El problema es que no acaba de explotar y todo se queda en anecdótico. Sin embargo, la semilla era tan buena que, aunque no acabe de germinar como debiera, el espectador disfrutará de un trabajo mucho más profundo de lo que a simple vista puede parecer. Rollerball es divertida, y mucho más sesuda de lo esperado.
7
1 de febrero de 2019 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué hermoso cine Bretón de Salamanca. Qué hermosa vida universitaria la mía de aquellos entonces. Por cierto, íbamos al cine un grupo de amigos, una o dos veces en semana. Sin duda, en proporción, el cine era más económico en aquellos años setenta, pues nuestras asignaciones como estudiantes eran exiguas y nos alcanzaba bien para ir al cine. Pero a lo que voy, qué maravilla el “Rollerball” del canadiense Norman Jewison, tan eficaz e intuitivo como siempre, tan artesano y bueno, con una realización de maestro. Gran guión, enorme historia la que escribe William Harrison, y un reparto en el cual sobresale en su mejor momento un sobresaliente James Caan que se salía de la pantalla y de la pista, nunca mejor dicho; sin olvidar a la bellísima Maud Adams.

Y digo nunca mejor dicho porque Rollerbll es un deporte-juego de ficción en el cual, en un ruedo y sobre patines a toda mecha, ayudados por otros participantes en motocicletas que colaboraban a los patinadores a tomar velocidad, donde valía todo, los jugadores se empleaban en introducir una bola de acero lanzada con enorme fuerza mecánica, en una cibernética cesta, que en realidad era un hueco en el lateral de la pista. Mucha violencia, la vida pendiente de un hilo, mucha emoción en la pantalla, los gladiadores del siglo XX en una fábula futurista que cada vez es menos futurista. Sobre todo en la final mundial, cuando no hay tiempo y el enfrentamiento es a vida o muerte, a ver quién sobrevive. Trepidante es poco.

Esta es una cinta fantástica, con abordajes filosóficos y un importante tinte de melancolía. A la vez es una oda a la rebeldía y una apología contra absolutismo. Y defensa de la cultura, los libros, el saber. Esta es una película que en su momento parecía profética –ahora se comprueba en muchos aspectos-, arbitrariamente arrinconada y sin embargo un dilm más que interesante.

Las grandes ciudades tipo megalópolis desplazan a los estados, competiciones deportivas mundiales, grandes corporaciones dominantes, y un descrédito por conocimiento en una sociedad de la imagen. Poblaciones multirraza, hombres al peso, el fin de la espiritualidad, exceso de lujo y dispendio, esnobismo en el arte, ostentación, sexo. Todo ello nos siuena ¿o no? Ppor lo tanto es una peli profética que anticipó, cuando el siglo XXI era impensable, mucho de lo que vemos hoy en multitud de planos de esta vida materialista, violenta, bizarra y carente de perspectiva humana.

Película, en fin, sólida, técnicamente impecable, narración intensa y atrayente, con fondo para pensar largo y tendido, gran fotografía del británico Douglas Slocombe, espectáculo a tope y hasta una prominente música que incluye el adagio de Albinoni o la partitura de Pyotr Ilyich Tchaikovsky.

Ciencia ficción con mensaje e incluso en muchos aspectos, obra premonitoria.
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