Perseguido
1987 

5.8
13,287
Ciencia ficción. Acción
En la sociedad del futuro el concepto del concurso de televisión es llevado a un extremo cruel. Los concursantes, la mayoría prisioneros obligados a participar, deben huir de matones en un terreno restringido, seguidos por las cámaras y una audiencia sangrienta. Ninguno sobrevive para recoger el premio hasta que un hombre injustamente acusado, Ben Richards (Arnold Schwarzenegger), empieza a ganar a los asesinos y a tener el apoyo de la ... [+]
31 de diciembre de 2021
31 de diciembre de 2021
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
“The Running Man” explota una de las posibilidades más jugosas de la ciencia ficción: utilizar el futuro para llevar el presente al absurdo. Así, desde 1987 nos traslada a 2019 para hacer una sátira despiadada contra el espectáculo mediante su simplificación y exageración.
La historia sigue las peripecias de Ben Richards (Schwarzenegger), ex policía condenado por una matanza que no ha cometido, pero por la que el Gobierno y la televisión le inculpan para esconder la verdad. Richards “descubre” la realidad en un proceso a día de hoy hecho meme como “tomar la pastilla roja”, por el que se pasa de ser “integrado” a “apocalíptico” según la famosa tipología de Umberto Eco.
Según “La semilla inmortal” (2006), donde Jordi Balló y Xavier Pérez analizan las tramas clásicas del cine, estamos ante una historia tipo “En el interior del laberinto”: “Un hombre solo enfrentado a una estructura universal, opaca e inmóvil (…) en un mundo interconectado donde no hay lugar posible para la huida”. Es el caso de “Fahrenheit 451”, “Sleeper”, “Soylent Green”, “Logan’s Run”, “Brazil”, “They live”, “Fortress”, “The Arrival”, “Dark City”, “Matrix”, “Equilibrium”, “Minority Report”, “Oblivion” o “Free Guy”, entre otras.
En este tipo de historias nos encontramos con un poder tiránico pero legitimado, donde la ciudadanía no es consciente de su sometimiento y vive en un equilibrio a veces apacible, otras menos, pero sin suficientes motivos para rebelarse. A pesar de su mano dura, el poder ejerce una función de cohesión social y previene de males mayores, como la insurrección absoluta o el reparto de recursos naturales escasos. El control del poder sobre la población tiene tres capas: (1) medios de comunicación y trabajo para las masas, (2) burocracia y ostracismo para quien hace preguntas y (3) fuerza para los disidentes.
Tras establecer el clima, el desarrollo comienza cuando un individuo o grupo se da cuenta del engaño del mundo en el que vive. Durante el nudo los protagonistas tratan de sobrevivir entre los tres niveles de control, llegando a su objetivo (victorioso o malogrado) en el desenlace: bien emancipar a la población, derrocar al tirano o simplemente conseguir una libertad individual negada.
Aunque este patrón es común, algunas historias dan más peso a unos niveles de control que a otros. En “The Running Man”, como película arquetípica, los tres están bien definidos y constituyen una excelente sátira de la época en que se produjo.
1. MANIPULACIÓN MEDIÁTICA
Prescriptora en la pantalla: "ICS, tu canal de entretenimiento e información, te recuerda que ver es creer".
Estamos en un mundo totalmente manipulado por los medios de comunicación. Nadie se da cuenta, excepto los miembros de la resistencia, cuyo objetivo, en consecuencia, es tomar el control de la señal de televisión. Pero ¡oh! ellos mismos creen la desinformación vertida sobre Richards. Hasta las personas más subversivas son incapaces de escapar a la construcción mediática de la realidad. “La realidad surge en el espectáculo, y el espectáculo es real. Esta alienación recíproca es la esencia y el sostén de la sociedad existente”, diría Guy Debord.
2. BUROMUNDO
Amber: "No podrás ni salir de la manzana, no tienes pase."
Richards: "Tú tienes. Y ahora yo también."
Con una de sus cortantes respuestas, Richards le roba el pase a la protagonista femenina y lo reconfigura para su propio uso. Estamos ante el control buromundano, siempre distópico pero curioso de analizar desde la perspectiva de la reciente pandemia y las políticas de identidad: pases para moverse después del toque de queda o viajar, y productos culturales “desaconsejados”.
3. FUERZA
Richards: "¿No lo entiendes? Nunca nos dejarán salir de aquí con vida. No se lo pueden permitir."
Lo interesante de “The Running Man” es que une los tres niveles de control en uno solo: el propio espectáculo. Así, el programa de televisión que da título a la película se nutre de presos que se enfrentan a unos matones (“stalkers”) por la posibilidad de ganar un juicio o un indulto. Entre toma y toma nos (des)informan sobre sus fechorías, las viejas entran en éxtasis con sus stalkers favoritos y nos presentan las mejores opornunidades comerciales. El mundo real es igual de grotesco, pero sin distancia irónica.
Y en esta mezcla de acción, crítica e ironía es donde la película roza la perfección. No deja títere sin cabeza, incluida ella misma:
- La ultraviolencia del entretenimiento estadounidense de los 80. En su parodia se permite ir a lugares exageradísimos como el exquisito Dynamo: un enorme tipo ataviado con una armadura de soldado romano, incluyendo casco con cresta, pero hecha de metacrilato y cubierta de lucecitas parpadeantes, que canta ópera y lanza descargas eléctricas a distancia. Grotesco y necesario.
- El propio presentador del show, Richard Dawson, había sido durante años presentador de un concurso televisivo en la vida real.
- Los productos más deseados llevan el nombre de la clase dominante, “Cadre”. Lo cual evidencia la paradoja de la escuela de Frankfurt: las clases bajas imitan el modelo de consumo de las clases dominantes pero solo pueden hacerlo con sucedáneos baratos. La película desmonta esa paradoja: una sola “Cadre-Cola” cuesta 6 dólares.
(Sigo en spoilers por falta de espacio).
La historia sigue las peripecias de Ben Richards (Schwarzenegger), ex policía condenado por una matanza que no ha cometido, pero por la que el Gobierno y la televisión le inculpan para esconder la verdad. Richards “descubre” la realidad en un proceso a día de hoy hecho meme como “tomar la pastilla roja”, por el que se pasa de ser “integrado” a “apocalíptico” según la famosa tipología de Umberto Eco.
Según “La semilla inmortal” (2006), donde Jordi Balló y Xavier Pérez analizan las tramas clásicas del cine, estamos ante una historia tipo “En el interior del laberinto”: “Un hombre solo enfrentado a una estructura universal, opaca e inmóvil (…) en un mundo interconectado donde no hay lugar posible para la huida”. Es el caso de “Fahrenheit 451”, “Sleeper”, “Soylent Green”, “Logan’s Run”, “Brazil”, “They live”, “Fortress”, “The Arrival”, “Dark City”, “Matrix”, “Equilibrium”, “Minority Report”, “Oblivion” o “Free Guy”, entre otras.
En este tipo de historias nos encontramos con un poder tiránico pero legitimado, donde la ciudadanía no es consciente de su sometimiento y vive en un equilibrio a veces apacible, otras menos, pero sin suficientes motivos para rebelarse. A pesar de su mano dura, el poder ejerce una función de cohesión social y previene de males mayores, como la insurrección absoluta o el reparto de recursos naturales escasos. El control del poder sobre la población tiene tres capas: (1) medios de comunicación y trabajo para las masas, (2) burocracia y ostracismo para quien hace preguntas y (3) fuerza para los disidentes.
Tras establecer el clima, el desarrollo comienza cuando un individuo o grupo se da cuenta del engaño del mundo en el que vive. Durante el nudo los protagonistas tratan de sobrevivir entre los tres niveles de control, llegando a su objetivo (victorioso o malogrado) en el desenlace: bien emancipar a la población, derrocar al tirano o simplemente conseguir una libertad individual negada.
Aunque este patrón es común, algunas historias dan más peso a unos niveles de control que a otros. En “The Running Man”, como película arquetípica, los tres están bien definidos y constituyen una excelente sátira de la época en que se produjo.
1. MANIPULACIÓN MEDIÁTICA
Prescriptora en la pantalla: "ICS, tu canal de entretenimiento e información, te recuerda que ver es creer".
Estamos en un mundo totalmente manipulado por los medios de comunicación. Nadie se da cuenta, excepto los miembros de la resistencia, cuyo objetivo, en consecuencia, es tomar el control de la señal de televisión. Pero ¡oh! ellos mismos creen la desinformación vertida sobre Richards. Hasta las personas más subversivas son incapaces de escapar a la construcción mediática de la realidad. “La realidad surge en el espectáculo, y el espectáculo es real. Esta alienación recíproca es la esencia y el sostén de la sociedad existente”, diría Guy Debord.
2. BUROMUNDO
Amber: "No podrás ni salir de la manzana, no tienes pase."
Richards: "Tú tienes. Y ahora yo también."
Con una de sus cortantes respuestas, Richards le roba el pase a la protagonista femenina y lo reconfigura para su propio uso. Estamos ante el control buromundano, siempre distópico pero curioso de analizar desde la perspectiva de la reciente pandemia y las políticas de identidad: pases para moverse después del toque de queda o viajar, y productos culturales “desaconsejados”.
3. FUERZA
Richards: "¿No lo entiendes? Nunca nos dejarán salir de aquí con vida. No se lo pueden permitir."
Lo interesante de “The Running Man” es que une los tres niveles de control en uno solo: el propio espectáculo. Así, el programa de televisión que da título a la película se nutre de presos que se enfrentan a unos matones (“stalkers”) por la posibilidad de ganar un juicio o un indulto. Entre toma y toma nos (des)informan sobre sus fechorías, las viejas entran en éxtasis con sus stalkers favoritos y nos presentan las mejores opornunidades comerciales. El mundo real es igual de grotesco, pero sin distancia irónica.
Y en esta mezcla de acción, crítica e ironía es donde la película roza la perfección. No deja títere sin cabeza, incluida ella misma:
- La ultraviolencia del entretenimiento estadounidense de los 80. En su parodia se permite ir a lugares exageradísimos como el exquisito Dynamo: un enorme tipo ataviado con una armadura de soldado romano, incluyendo casco con cresta, pero hecha de metacrilato y cubierta de lucecitas parpadeantes, que canta ópera y lanza descargas eléctricas a distancia. Grotesco y necesario.
- El propio presentador del show, Richard Dawson, había sido durante años presentador de un concurso televisivo en la vida real.
- Los productos más deseados llevan el nombre de la clase dominante, “Cadre”. Lo cual evidencia la paradoja de la escuela de Frankfurt: las clases bajas imitan el modelo de consumo de las clases dominantes pero solo pueden hacerlo con sucedáneos baratos. La película desmonta esa paradoja: una sola “Cadre-Cola” cuesta 6 dólares.
(Sigo en spoilers por falta de espacio).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
DESENLACE
Operador de TV: “Esto es lo que odio. Problemas en el tercer acto.”
Efectivamente, el tercer acto del programa no se resuelve como debía, y la resistencia logra interferir en la señal del satélite, emitiendo una remezcla del show al mejor estilo culture jamming. La resistencia libera al Pueblo y derroca al tirano, y Richards consigue libertad.
Lo interesante es que este film es lo directo de su sátira. Veamos el speech final de Killian, el presentador del programa: “Esto es solo TV. La gente no importa, sino los índices de audiencia. Durante 50 años les hemos dicho lo que deben comer, lo que deben beber, cómo deben vestirse. Por Dios, ¿no lo entiendes? A la gente les encanta la TV. Crían a sus hijos con ella. Les encantan los concursos, la WWF, los deportes y la violencia. ¡Solo les damos lo que quieren!”
El mensaje no puede ser más directo. ¿Corren los espectadores a leer a Chomsky? Lo interesante es cómo el sistema se permite, desde su mismísimo corazón, narrar un acto subversivo contra sí mismo: tan seguro está de su infalibilidad.
Hollywood es el epicentro de la construcción simbólica del mundo. El cine ha permitido a EE.UU. extender un imperio más grande que cualquier otra metrópoli anterior. Al usar el símbolo antes que la bala (como en los tres niveles de control arriba expuestos) ha logrado un sistema muy eficaz de legitimación que une espiritualismo y materialismo al asociar los valores de la clase dominante a los productos publicitados, lo que a su vez somete voluntariamente a la población al trabajo para obtenerlos. En ese proceso todas las partes salen beneficiadas, produciendo una armonía social (como en el comienzo de todas las películas que he citado) que perdura en el tiempo (mientras haya recursos naturales, como fatídicamente advierten algunas de ellas, incluida “The Running Man”).
Por otra parte, los medios de comunicación son capaces de crear un sentimiento religioso, en el sentido de comunión multitudinaria . Las multitudes aclaman a Killian y abuchean a Richards (como en la vida real aclaman a Lola Flores o abuchean a La Manada, aunque todo nuestro conocimiento sobre ellos está mediado). Esa gente está ahí teniendo un sentimiento elevado en lugar de estar haciendo piquetes (como dice Killian), orinando en la calle o soltando piropos a las chicas (usted nombra el mal a evitar).
Por supuesto, el sistema no está exento de ser subvertido. Pero, ¿qué es la subversión? ¿Guerrilleros como estos, que toman al asalto los medios de producción narrativa, como demandaba Guy Debord? Me gusta la definición de los surrealistas: la no aceptación de los valores dominantes, que son los que legitiman la estructura de poder al trasmitirse a las clases dominadas por los medios de producción narrativa. Es lo que sumariza Richards en su respuesta a Killian cuando este le ofrece ser un stalker: “Te haré comer ese contrato. Pero espero que te quede espacio para mi puño, porque te lo voy a embutir en el estómago hasta romperte la puta columna”. Richards desprecia lo que todo el mundo quiere. Claro que el tono es demasiado musculitos, pero esa es la esencia de la película. Es lo bueno de la ironía, que todo lo dice y lo deja de decir a la vez.
En fin, lo bueno del sistema capitalismo-medios y su producto publicidad-trabajo es que es autocontenido: toda crítica es rápidamente convertida en un elemento de entretenimiento primero y de consumo después, para el gozo de los propios revolucionarios. Como anuncia Neil Postman en “Amusing ourselves to death” (1985): para que un producto cultural crítico llegue a un público suficientemente grande debe ser muy entretenido. Por tanto, “el acto crítico en sí sería, al final, apropiado por la propia televisión, sus protagonistas se convertirían en celebridades, aparecerían en películas y acabarían haciendo anuncios”.
Así que lo digo ya: el capitalismo es sin duda el mejor sistema de dominio mundial porque es el único que permite reírse de si mismo. Y esta película merece un 10.
Operador de TV: “Esto es lo que odio. Problemas en el tercer acto.”
Efectivamente, el tercer acto del programa no se resuelve como debía, y la resistencia logra interferir en la señal del satélite, emitiendo una remezcla del show al mejor estilo culture jamming. La resistencia libera al Pueblo y derroca al tirano, y Richards consigue libertad.
Lo interesante es que este film es lo directo de su sátira. Veamos el speech final de Killian, el presentador del programa: “Esto es solo TV. La gente no importa, sino los índices de audiencia. Durante 50 años les hemos dicho lo que deben comer, lo que deben beber, cómo deben vestirse. Por Dios, ¿no lo entiendes? A la gente les encanta la TV. Crían a sus hijos con ella. Les encantan los concursos, la WWF, los deportes y la violencia. ¡Solo les damos lo que quieren!”
El mensaje no puede ser más directo. ¿Corren los espectadores a leer a Chomsky? Lo interesante es cómo el sistema se permite, desde su mismísimo corazón, narrar un acto subversivo contra sí mismo: tan seguro está de su infalibilidad.
Hollywood es el epicentro de la construcción simbólica del mundo. El cine ha permitido a EE.UU. extender un imperio más grande que cualquier otra metrópoli anterior. Al usar el símbolo antes que la bala (como en los tres niveles de control arriba expuestos) ha logrado un sistema muy eficaz de legitimación que une espiritualismo y materialismo al asociar los valores de la clase dominante a los productos publicitados, lo que a su vez somete voluntariamente a la población al trabajo para obtenerlos. En ese proceso todas las partes salen beneficiadas, produciendo una armonía social (como en el comienzo de todas las películas que he citado) que perdura en el tiempo (mientras haya recursos naturales, como fatídicamente advierten algunas de ellas, incluida “The Running Man”).
Por otra parte, los medios de comunicación son capaces de crear un sentimiento religioso, en el sentido de comunión multitudinaria . Las multitudes aclaman a Killian y abuchean a Richards (como en la vida real aclaman a Lola Flores o abuchean a La Manada, aunque todo nuestro conocimiento sobre ellos está mediado). Esa gente está ahí teniendo un sentimiento elevado en lugar de estar haciendo piquetes (como dice Killian), orinando en la calle o soltando piropos a las chicas (usted nombra el mal a evitar).
Por supuesto, el sistema no está exento de ser subvertido. Pero, ¿qué es la subversión? ¿Guerrilleros como estos, que toman al asalto los medios de producción narrativa, como demandaba Guy Debord? Me gusta la definición de los surrealistas: la no aceptación de los valores dominantes, que son los que legitiman la estructura de poder al trasmitirse a las clases dominadas por los medios de producción narrativa. Es lo que sumariza Richards en su respuesta a Killian cuando este le ofrece ser un stalker: “Te haré comer ese contrato. Pero espero que te quede espacio para mi puño, porque te lo voy a embutir en el estómago hasta romperte la puta columna”. Richards desprecia lo que todo el mundo quiere. Claro que el tono es demasiado musculitos, pero esa es la esencia de la película. Es lo bueno de la ironía, que todo lo dice y lo deja de decir a la vez.
En fin, lo bueno del sistema capitalismo-medios y su producto publicidad-trabajo es que es autocontenido: toda crítica es rápidamente convertida en un elemento de entretenimiento primero y de consumo después, para el gozo de los propios revolucionarios. Como anuncia Neil Postman en “Amusing ourselves to death” (1985): para que un producto cultural crítico llegue a un público suficientemente grande debe ser muy entretenido. Por tanto, “el acto crítico en sí sería, al final, apropiado por la propia televisión, sus protagonistas se convertirían en celebridades, aparecerían en películas y acabarían haciendo anuncios”.
Así que lo digo ya: el capitalismo es sin duda el mejor sistema de dominio mundial porque es el único que permite reírse de si mismo. Y esta película merece un 10.
17 de julio de 2006
17 de julio de 2006
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace años que soy un aficionado a los libros de Stephen King, y como no, las adaptaciones al cine. La película tras leerme el libro, me desilusionó bastante; el libro me lo devoré en apenas 5 días, engancha y mucho. La película como dicen todos los cinéfilos que han puesto sus críticas no es mala, una crítica a las televisión, y me parece muy bien el guión pero se podía aprovechar algo más, también hay que tener en cuenta la fecha de la película. Me gustaría que se hiciera un remake pero fiel al libro....
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Me emocioné leerme el libro, e imaginarme la historia contándose punto por punto, pero no me lo encontre así, sino pasar creo que eran tres fases y luchar con unos adversarios. La historia del libro era esta: cuenta la historia de un padre y su hija que necesita un transplante, pero no tiene dinero, y decide presentarse a un concurso de supervivencia, cuantos más días aguante vivo, más dinero ganará, y podrá salvar a su hija; y ahora les planteo la siguiente cuestión: ¿donde vivirían ustedes si en todos lados existieran topos-traidores y no se puede confiar en nadie, ya que todo el mundo está enganchado al programa y te puede matar para conseguir su recompensa?¿. A leerse el libro pues.
8 de septiembre de 2010
8 de septiembre de 2010
20 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Franka Potente corría como loca para salvar la vida de su novio en “Corre, Lola, corre” y a Van Damme lo perseguían para matarle en un sádico juego pergeñado por dos poderosos magnates en “Hard Target” … pero antes que a ellos, ya a Arnie lo perseguían en un juego morboso y despiadado en esta cinta futurista que nos ocupa y que en Latinoamérica se tituló “Carrera contra la muerte”.
Típica cinta ochentera bastante cutre desde su historia que hoy día sigue conservando cierto valor más por el sentimiento nostálgico de los que somos fanáticos de aquella década dorada del cine que por la calidad intrínseca del guión en sí.
La cinta de fondo pretende criticar la violencia, la tergiversación de la verdad para fines abyectos, el sensacionalismo televisivo que idiotiza a los espectadores, la avidez del ser humano por ver situaciones morbosas, y a los estados totalitarios y las instituciones militarizadas que no aceptan opiniones en disidencia.
Claro que para ello Paul Michael Glaser -sin mucha trayectoria como director- nos presenta un guión rústico hasta el hartazgo, personajes circenses metidos con calzador dentro de una historia delirante e inverosímil, muchos actores rebosantes de esteroides como para que Arnie tenga rivales de envergadura, un actor carismático como Damon Killian (curiosamente fue su última película) interpretando a un villano presentador de televisión, una heroína que acompaña al mastodonte de Schwarzenegger encarnada por la cubana Maria Conchita Alonso (se acuerdan de “Depredador 2 “??) y un grupete de bailarinas que sólo rellenan la pantalla aportando bailes tan sensuales como anodinos.
Aún con todos esos defectos que podemos detectar en el argumento hay que decir que la película entretiene y no aburre nunca, que posee una lograda ambientación en algunos pasajes donde la ficción domina la pantalla, que saca alguna que otra sonrisa de lo tosca que resulta en su tejido narrativo, que goza de la presencia escénica de un Schwarzenegger en todo su esplendor y que aporta además de vez en cuando algunos toques de humor negro y de mala leche como para entusiasmar en algo a la platea.
Eso sí, sería un necio terminar aprobando un producto al que en general se le detectan tantos errores y debilidades, sobre todo en la estructura y en la lógica argumental. Pues esta trama basada en una novela de Stephen King sólo nos presenta una retahíla de alternativas circenses y aparatosas que van en desmedro del sentido común y de la sobriedad que una cinta de ciencia ficción hecha en serio debería tener.
Vista allá por la década del ochenta quizás llegaba al cinco siendo muy bonachón, pero la mala señal es que vista hoy día se la nota muy grotesca y tontona en su argumento. Eso a las grandes obras no le ocurre, pues se las respeta por lo que fueron y por lo que son en la actualidad. Un 4 le asienta como anillo al dedo.
Típica cinta ochentera bastante cutre desde su historia que hoy día sigue conservando cierto valor más por el sentimiento nostálgico de los que somos fanáticos de aquella década dorada del cine que por la calidad intrínseca del guión en sí.
La cinta de fondo pretende criticar la violencia, la tergiversación de la verdad para fines abyectos, el sensacionalismo televisivo que idiotiza a los espectadores, la avidez del ser humano por ver situaciones morbosas, y a los estados totalitarios y las instituciones militarizadas que no aceptan opiniones en disidencia.
Claro que para ello Paul Michael Glaser -sin mucha trayectoria como director- nos presenta un guión rústico hasta el hartazgo, personajes circenses metidos con calzador dentro de una historia delirante e inverosímil, muchos actores rebosantes de esteroides como para que Arnie tenga rivales de envergadura, un actor carismático como Damon Killian (curiosamente fue su última película) interpretando a un villano presentador de televisión, una heroína que acompaña al mastodonte de Schwarzenegger encarnada por la cubana Maria Conchita Alonso (se acuerdan de “Depredador 2 “??) y un grupete de bailarinas que sólo rellenan la pantalla aportando bailes tan sensuales como anodinos.
Aún con todos esos defectos que podemos detectar en el argumento hay que decir que la película entretiene y no aburre nunca, que posee una lograda ambientación en algunos pasajes donde la ficción domina la pantalla, que saca alguna que otra sonrisa de lo tosca que resulta en su tejido narrativo, que goza de la presencia escénica de un Schwarzenegger en todo su esplendor y que aporta además de vez en cuando algunos toques de humor negro y de mala leche como para entusiasmar en algo a la platea.
Eso sí, sería un necio terminar aprobando un producto al que en general se le detectan tantos errores y debilidades, sobre todo en la estructura y en la lógica argumental. Pues esta trama basada en una novela de Stephen King sólo nos presenta una retahíla de alternativas circenses y aparatosas que van en desmedro del sentido común y de la sobriedad que una cinta de ciencia ficción hecha en serio debería tener.
Vista allá por la década del ochenta quizás llegaba al cinco siendo muy bonachón, pero la mala señal es que vista hoy día se la nota muy grotesca y tontona en su argumento. Eso a las grandes obras no le ocurre, pues se las respeta por lo que fueron y por lo que son en la actualidad. Un 4 le asienta como anillo al dedo.
18 de agosto de 2015
18 de agosto de 2015
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eso es lo que me decía mi madre cuando yo era pequeño y me gustaba la cena. Según ella, el secreto está en el producto. Si cocinas con buenos productos, hay que ser muy malo para que salga bien la cosa.
En el cine esto no siempre es cierto, pero generalmente sí se cumple, y esta película es un claro ejemplo. Basada en un libro del prolífico autor Stephen King (novela "El fugitivo", publicada en 1982 con el seudónimo de Richard Bachman, ya que el editor de Stephen no quería saturar el mercado con sus obras y no le dejaba firmar todas las novelas que le publicaba con su nombre verdadero) y protagonizada por un Arnold pletórico. Con estos dos ingredientes, no podía salir mal.
En cuanto a Arnold, destacar que se encontraba en la inicio de la cresta de la ola, después de "Conan" y "Terminator", pero habiendo dejado una película mala en el camino ("El guerrero rojo"), Con esta se empezará a afianzar para grabar en años sucesivos sus tres mejores obras, en mi opinión "Depredador", "Terminator 2" y "Desafío total". Por cierto, que la presente película tiene mucho que ver con esta última.
Lo que más me gusta de la película y la novela es lo acertado del planteamiento, y ahí el mérito es de Stephen. El que llegue un día en el que la gente disfruta viendo cómo la gente muere en la tele no llegará, pero el día en el que el morbo llena todos nuestros canales ya ha llegado. Vemos cómo conviven unos don nadie en una casa, cómo salen de fiesta en Gandía, cómo se pudren en una isla y pasan penalidades, cómo ligan en pelotas, cómo se tiran de un trampolín sin tener ni idea. Y cuando pasan hambre, les pican los bichos o comen cosas asquerosas, el público en su sillón se descojona. Eso ya está aquí, y es el trasfondo de la película.
Y también está aquí Jorge Javier Vázquez, que tiene un estilo de presentación muy similar al malo de esta película.
La verdad es que es aterrador, si lo pensamos en detalle.
En el cine esto no siempre es cierto, pero generalmente sí se cumple, y esta película es un claro ejemplo. Basada en un libro del prolífico autor Stephen King (novela "El fugitivo", publicada en 1982 con el seudónimo de Richard Bachman, ya que el editor de Stephen no quería saturar el mercado con sus obras y no le dejaba firmar todas las novelas que le publicaba con su nombre verdadero) y protagonizada por un Arnold pletórico. Con estos dos ingredientes, no podía salir mal.
En cuanto a Arnold, destacar que se encontraba en la inicio de la cresta de la ola, después de "Conan" y "Terminator", pero habiendo dejado una película mala en el camino ("El guerrero rojo"), Con esta se empezará a afianzar para grabar en años sucesivos sus tres mejores obras, en mi opinión "Depredador", "Terminator 2" y "Desafío total". Por cierto, que la presente película tiene mucho que ver con esta última.
Lo que más me gusta de la película y la novela es lo acertado del planteamiento, y ahí el mérito es de Stephen. El que llegue un día en el que la gente disfruta viendo cómo la gente muere en la tele no llegará, pero el día en el que el morbo llena todos nuestros canales ya ha llegado. Vemos cómo conviven unos don nadie en una casa, cómo salen de fiesta en Gandía, cómo se pudren en una isla y pasan penalidades, cómo ligan en pelotas, cómo se tiran de un trampolín sin tener ni idea. Y cuando pasan hambre, les pican los bichos o comen cosas asquerosas, el público en su sillón se descojona. Eso ya está aquí, y es el trasfondo de la película.
Y también está aquí Jorge Javier Vázquez, que tiene un estilo de presentación muy similar al malo de esta película.
La verdad es que es aterrador, si lo pensamos en detalle.
16 de julio de 2007
16 de julio de 2007
18 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya 20 años se estrenó curiosamente esta película basada libremente en el libro "El Fugitivo" de Stephen King y que su autor tardó tres días aproximadamente en escribirlo bajo el seudónimo de Richard Bachman en 1982.
Fué una de tantas películas de acción protagonizadas en la floreciente y dorada década de los 80 por el actor de origen austríaco austriaco Arnold Schwarzenegger, que en esa época triunfaba con películas como la que les comento, en la cual se hizo en base a un guión escrito por Steve E. de Souza y lo hizo de un modo que se diseñó para ser un vehículo de lucimiento para el mencionado actor.
En un principio el actor sueco Dolph Lundgren fué el primer candidato para interpretar el papel de Ben Richards.
Más tarde el proyecto que desde un principio iba a rodarse en Canada, paso a manos de Christopher Reeve bajo la dirección de George Pan Cosmatos, pero cuando los productores decidieron trasladar el rodaje a la cuidad de Los Angeles, Arnold Schwarzenegger consigió finalmente el papel, y la película se empezó a rodar bajo la dirección de Andrew Davis, que finalmente fué sustituido por Paul Michael Glaser uno de los famosos protagonistas conocidos por la serie de televisión policiaca de la década de los 70 Starky & Hutch.
Debo añadir que la película es un eficaz alegato en formato de ciencia-ficción contra la violencia en uno de los medios más utilizados en EE.UU como es la televisión, en concreto el mensaje de la película va dirigido contra los concursos de dudosa calidad,muy al estilo de los que por desgracia se ha convertido en una especie de enfermedad cerebral y degenerativa como bien puede ser los de Tele 5 como "El Gran Hermano", "La Cocina del Infierno", "Supervivientes" etc... en los cuales muchos de sus concursantes algunos como bien puede ser en su mayoria famosos o de gente corriente que carecen de cultura, y tienen modales de expresión y de ignoracia muy propio de una sociedad como la española totalmente barriobajera y degradante para la paciencia de una audiencia que en pocas palabras, buscan como yo en la televisión y con desesperación una programación de calidad.
A diferencia de los mencionados concursos comentar que habiéndo leido el libro y dado que existe la posibilidad en un futuro de hacer un remake fiel al espíritu de la obra de su autor en los tiempos actuales, debo mencionar que el propio Schwarzenegger en el fondo es un ser hipócrita ya que si en el cine se benefició dando una falsa imagen de si mismo en el mundo del cine, defendiendo una noble causa como es el derecho a la vida y a la duda hasta que se demuestre lo contrario de héroe contra los villanos de turno, en su época de gobernador de California se convirtió en el Damon Killian de la política republicana, denegando el perdón a los presos y condenándolos a muerte sin posibilidad de indulto, y es que como ya encarnó en su momento a "Terminator" años atras, y todos sabemos como se las gasta matando a presidiarios.
Fué una de tantas películas de acción protagonizadas en la floreciente y dorada década de los 80 por el actor de origen austríaco austriaco Arnold Schwarzenegger, que en esa época triunfaba con películas como la que les comento, en la cual se hizo en base a un guión escrito por Steve E. de Souza y lo hizo de un modo que se diseñó para ser un vehículo de lucimiento para el mencionado actor.
En un principio el actor sueco Dolph Lundgren fué el primer candidato para interpretar el papel de Ben Richards.
Más tarde el proyecto que desde un principio iba a rodarse en Canada, paso a manos de Christopher Reeve bajo la dirección de George Pan Cosmatos, pero cuando los productores decidieron trasladar el rodaje a la cuidad de Los Angeles, Arnold Schwarzenegger consigió finalmente el papel, y la película se empezó a rodar bajo la dirección de Andrew Davis, que finalmente fué sustituido por Paul Michael Glaser uno de los famosos protagonistas conocidos por la serie de televisión policiaca de la década de los 70 Starky & Hutch.
Debo añadir que la película es un eficaz alegato en formato de ciencia-ficción contra la violencia en uno de los medios más utilizados en EE.UU como es la televisión, en concreto el mensaje de la película va dirigido contra los concursos de dudosa calidad,muy al estilo de los que por desgracia se ha convertido en una especie de enfermedad cerebral y degenerativa como bien puede ser los de Tele 5 como "El Gran Hermano", "La Cocina del Infierno", "Supervivientes" etc... en los cuales muchos de sus concursantes algunos como bien puede ser en su mayoria famosos o de gente corriente que carecen de cultura, y tienen modales de expresión y de ignoracia muy propio de una sociedad como la española totalmente barriobajera y degradante para la paciencia de una audiencia que en pocas palabras, buscan como yo en la televisión y con desesperación una programación de calidad.
A diferencia de los mencionados concursos comentar que habiéndo leido el libro y dado que existe la posibilidad en un futuro de hacer un remake fiel al espíritu de la obra de su autor en los tiempos actuales, debo mencionar que el propio Schwarzenegger en el fondo es un ser hipócrita ya que si en el cine se benefició dando una falsa imagen de si mismo en el mundo del cine, defendiendo una noble causa como es el derecho a la vida y a la duda hasta que se demuestre lo contrario de héroe contra los villanos de turno, en su época de gobernador de California se convirtió en el Damon Killian de la política republicana, denegando el perdón a los presos y condenándolos a muerte sin posibilidad de indulto, y es que como ya encarnó en su momento a "Terminator" años atras, y todos sabemos como se las gasta matando a presidiarios.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Vamos que le fué como añillo al dedo al tio, y no me sorprendería verle a el, en el futuro sentado en un palco de un stand en una posible retrasmisión en directo, ejecuciones en formato de concurso de televisión, a decir verdad el no haria de presentador, el se hubiera limitado a firmar las sentencias de muerte y punto desde la posición de Gobernator.
Aunque para ser sinceros, me hubiera gustado que Schwarzenegger hubiera interpretado el papel de Damon Killian como ya sucedió con "Terminator" pero en los 80 eso era inimaginable y hubiese repercutido negativamente en las taquillas de todo el mundo dado que para muchos por aquel entonces era su ídolo favorito.
Por cierto las secuencias manipuladas de La Masacre de Bakersfield están francamente conseguidas así como el abucheo que recibe por parte del público, mientras el se limita a poner cara de bestia que lo hace a las mil maravillas, por esta razón me encanta esta película.
Aunque para ser sinceros, me hubiera gustado que Schwarzenegger hubiera interpretado el papel de Damon Killian como ya sucedió con "Terminator" pero en los 80 eso era inimaginable y hubiese repercutido negativamente en las taquillas de todo el mundo dado que para muchos por aquel entonces era su ídolo favorito.
Por cierto las secuencias manipuladas de La Masacre de Bakersfield están francamente conseguidas así como el abucheo que recibe por parte del público, mientras el se limita a poner cara de bestia que lo hace a las mil maravillas, por esta razón me encanta esta película.
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