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Black Mirror: Black Museum (TV)

Thriller. Ciencia ficción Una joven descubre en plena autopista un museo que contiene objetos criminológicos supuestamente auténticos... y que ofrece una perturbadora atracción principal. Episodio de la cuarta temporada de Black Mirror. (FILMAFFINITY)
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Críticas 31
Críticas ordenadas por utilidad
1 de enero de 2018
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede que este sea uno de los episodios de la cuarta temporada de Black mirror que mas me han gustado. Mediante tres historias que parecen no estar conectadas entre si nos encontramos una conclusión que hace que el puzzle que Brooker nos presenta encaje a la perfección. Y que nosotros después de verlos nos encontremos aun mas divididos emocionalmente.
El horror y el morbo analizados a través de una especie de museo de crímenes que visitamos de galería en galería con la aparente curiosidad de la protagonista.
Ya lo decía Tesis de Amenabar. Hay una gran parte de publico que consume las atrocidades visuales mas extremas solo por experimentar una sensación de alivio o placer.
El terror de vivir la desgracia a través de otros ojos nos hace acomodarnos mas en nuestra zona de confort y sentirnos mas seguros.
A algunos, los que carecen de empatia o sensibilidad les provoca sensaciones casi orgasmicas.
Y otros encuentran en las carencias, ilusiones, esperanzas y excentricidades ajenas un filón para poder hacer un negocio.
A ese ultimo grupo pertenece el científico que ha creado un museo con los peores errores cometidos en su vida. Algo que debería avergonzarle pero de lo que se aprovecha en su propio beneficio.
Hay tanto sufrimiento y dolor en esas paredes que parece imposible escapar de la sensación de ingravidez de una nausea temprana pero asistimos al espectáculo atroz deseando saber que se esconde tras las cortinas.


Aterra pensar como nunca nos conformamos con lo que tenemos. Como necesitamos experimentar mas, ser mas felices, prolongar mas sensaciones que no tienen cabida en una vida terrena y limitada. La primera y la segunda historia nos muestran como los avances tecnológicos usados para un buen propósito que todos aceptaríamos pueden acabar por destrozar nuestras vidas y las de nuestros seres mas queridos.

Un medico que para entender a sus pacientes acaba por experimentar su dolor al punto de volverse adicto a el.
Un hombre que no acepta perder a su pareja, que en vez de vivir el duelo decide trasplantar su conciencia en su cerebro.

¿Quien no querría usar la medicina para ayudar a los demás?

Si pudiéramos darle a la persona que mas hemos querido una posibilidad de vivir una vez mas a través de nuestros ojos.¿No lo haríamos?


Pero es la tercera historia, cuan puñetazo doloroso en el estomago la que nos muestra lo equivocados que estamos en todos nuestros planteamientos iniciales.


Una ultima atracción que funciona para enmascarar una falsa sensación de justicia que en realidad solo esconde sadismo y crueldad. Mostrarle al ser humano la bestia que realmente es cuando parece tener algo con lo que justificarse.

Black mirror se ha convertido en una droga con la que nos encanta colocarnos.

Los capítulos como este, que deberían aterrarnos nos dibujan una sonrisa en la boca.



Deberíamos esperar algunas entregas de esta serie con terror. Terror por lo que podríamos llegar a ser si no aceptamos lo que realmente somos..

Terror puro y duro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Nadja
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2 de enero de 2018
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Black Mirror tiene una puesta en escena minimalista; prescinde del aparatoso CGI, de las cromas recargadas o del sinfín de detalles, generalmente irrelevantes, que suelen caracterizar a las películas de este género para concentrar sus narraciones sobre un elemento concreto que alterará la vida de sus personajes. A partir de ahí, Brooker desarrolla narraciones austeras y concisas, muy carpenterianas, focalizando toda la atención en el elemento disruptor y obviando lo accesorio. Son capítulos de dos actos, planteamiento y desenlace, en los que cada detalle tiene asignada su función.

Elementos concretos y no invasivos. Basta con colocar un pequeño botón sobre el cráneo para que nada vuelva ser igual. En donde mediante una aséptica puesta en escena se realza la presencia de los mismos y se revela un oscuro trasfondo ético: las consecuencias de usar algo cuyo impacto no comprendemos.

La tecnología es en sí misma un elemento que vuelve difusos los límites de lo real. No es lo mismo matar a alguien a puñetazos que con una pistola, no es lo mismo asesinar con una pistola que meterlos en una cámara y apretar un botón, no es lo mismo apretar un botón cuando sabes que lo que hay del otro lado son personas físicas que seres virtuales (aunque estos sean conscientes de sí mismos). La tecnología nos distancia de la responsabilidad de nuestros actos y en ocasiones la difumina por completo. Donde no hay responsabilidad, no hay libertad.

Sus personajes son, por tanto, títeres vapuleados por las circunstancias, alienados, con frecuencia explícitamente torturados. La serie se recrea con provocador sadismo en estos aspectos. Y nadie está a salvo, ni siquiera el presidente, porque, precisamente, ya nadie está a salvo de la tecnología: su impacto es global y trasciende el presente. Algunos de los gases nocivos que emiten los coches, no digamos ya los aviones, permanecerán en la atmósfera durante los próximos 20.000 años.

¿Acaso sirven de algo las advertencias de los físicos respecto a las consecuencias de nuestra sociedad industrial? ¿Acaso tienen algún impacto las advertencias de los neurólogos sobre el impacto de las tecnologías en la inteligencia y personalidad?

Dicha claramente: se sabe que el uso (y no necesariamente el abuso) de las nuevas tecnologías tiene efectos muy negativos sobre la memoria, la creatividad, la empatía, el pensamiento inductivo, la capacidad de análisis y síntesis y, evidentemente, la capacidad de aprendizaje, el pensamiento reflexivo y el control emocional (y efectos positivos en la coordinación ojo-mano, respuesta refleja, procesamiento visual de señales y eficacia en multitarea aunque con menor rendimiento en cada tarea).

Pero la noticia es que Apple lanzará un nuevo modelo.

Aun más claramente: la tecnología nos vuelve más imbéciles (y no es que precisamente nos sobrara inteligencia).

Pero oye, que nosotros nos preocupamos por el futuro de nuestros hijos, anda, dale la tablet a ver si se calla.

Los personajes de Black Mirror son, con frecuencia, justamente así. Idiotas integrales. Pequeños jilipollas cuya mayor satisfacción es mirarse a sí mismos. Algunos evolucionan, otros son devorados por la tecnología, la mayoría simplemente no tiene remedio.

Por supuesto, hay otros efectos además de los efectos estrictamente médicos, más ambiguos pero no menos preocupantes, por ejemplo: la tecnología nos da una ilusión de control sobre nuestro entorno. Sus personajes creen que tienen el control, se creen libres, de hecho, se creen los putos amos, pero basta un pequeño bug para que toda la ilusión se venga abajo. Y ya sabemos que en el universo Brooker la arrogancia multiplica el sadismo de la condena.

Se podrá criticar, y con justicia, que Brooker pasa de la lógica (o de la parte dura de la ciencia ficción). Reconstruir el ADN de alguien no supone una reconstrucción de esa persona tal y como era ayer mientras se tomaba el café. Una conciencia no puede caber en algo más pequeño que un cerebro. Un cerebro no es una máquina. Por muy romántico que sea el capítulo, eliminar mil parejas de seres conscientes es un genocidio, sean o no virtuales. Pero no creo que nada de lo anterior sea relevante dado que a Brooker nunca parece importarle mucho el futuro. Sus episodios siempre son metáforas hiperbólicas de algo que ya sucede. Exactamente igual que el actual cine apocalíptico o el subgénero zombi.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Donald Rumsfeld
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16 de abril de 2018
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me da igual que este último episodio esté lleno de guiños sobre la propia serie y que recoja elementos de otros episodios de la serie para que el espectador pueda buscar los elementos y creerse Einstein por descubrir allá al fondo un cacharro que salió en el episodio 2 de la temporada 3. Este último episodio de Black Mirror me ha parecido un capítulo de otra serie pero no he visto Black Mirror por ninguna parte.
Vale, recuerda a Cuentos de la Cripta o a Creepshow o a ese tipo de series de los 80 que pretendían mezclar historias de terror con comedia de una forma bastante básica y burda pero esto no es Black Mirror.
Si echamos la vista atrás ¿de verdad podemos decir que este episodio tenga algo que ver con cualquier episodio de la primera temporada?.
Por desgracia, desde la tercera temporada Black Mirror se ha banalizado, busca más el impacto visual directo que la crítica o la reflexión. En la primera temporada de esta serie nunca habríamos visto una erección tan burda y primaria como la que se nos muestra en este episodio (la gracieta juvenil, el chascarrillo a lo Porkys).
Las mini historias de este episodio son absurdas. Quizás la primera hubiera podido dar más de sí, si se hubiera buscado un enfoque diferente, más sutil en vez de buscar sólo la carnaza, el gore y el chistecito fácil.
Las mini historias de este episodio están poco elaboradas, los puntos de partidas son poco "creíbles" y de esta manera las historias son menos inquietantes. El espectador no reflexiona sólo consume.
En las primeras temporadas de Black Mirror los avances tecnológicos que se nos mostraban eran creíbles, lógicos, tenían sentido y eso hacía que lo que nos contaban fuera más inquietante. Sin embargo, ¿qué sentido tiene un aparato que haga que el médico sienta el mismo dolor que el paciente? ¿Qué medico usaría un aparato que le causa dolor sólo porque los pacientes no son capaces de explicar qué es exactamente lo que les ocurre?. Y si el punto de partida no es lógico ni "probable" todo lo demás no funciona y el espectador sólo mira pero no se involucra en la historia.
Creo que Black Mirror ha perdido su capacidad de inquietar y ahora sólo pretende repartir "golpes de efecto" a base de mal gusto y de escenas demasiado explícitas.
Jonkonfui
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2 de enero de 2018
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Black Museum cierra la cuarta temporada con un episodio que es extraño hasta para ‘Black Mirror’. Nos alejamos de los nevados parajes de Cocodrilo para adentrarnos en el caluroso desierto de Almería. Un cambio de ambientación, y sí, también de tono y de ritmo. ¿Qué nos espera tras el oscuro espejo?. Estreno el 29 de Diciembre.

El episodio se presenta como un pequeño compilado de historias que puede recordar al fantástico episodio de la segunda temporada ‘Blanca Navidad’ para acabar siendo mucho más que eso. Black Museum está autorizado a entrar en el podio de los mejores episodios que la serie ha brindado has ahora.

La trama nos presenta un pequeño museo del horror, un espacio oscuro repleto de anécdotas de los diferentes objetos que habitan en él. Sin entrar más en materia para evitar spoilers, sí se puede afirmar que este episodio es un pequeño acercamiento a la serie B, género con el ‘Black Mirror’ ha tonteado en alguna ocasión. Lejos de querer adoptar cualquier connotación negativa que se le pueda atribuir a la serie B, el presente episodio recuerda a los distintos episodios de series como ‘Twilight Zone’ o películas como ‘Creepshow’.

A pesar de estas posibles influencias, el episodio no pierde su identidad y continúa la estela de lo visto a lo largo de la serie: duras críticas sociales y el terrorífico avance de la tecnología están más presentes que nunca en unas tramas que representan lo mejor del género. El avance ágil en cada una de las pequeñas historias y la cohesión existente entre ellas perpetúan y potencian las geniales ideas de Charlie Brooker; En este episodio tendremos tensión, ciencia ficción y horror, como en la buena serie B (incluso un poquito de sangre y sexo, así sí).

En cuanto a las interpretaciones, la gran mayoría del reparto mantiene una solidez general. No será extraño que (al menos en versión original) nos llame la atención los distintos acentos de los personajes, especialmente el de la protagonista, Letitia Wright, con la que puede que tardemos en empatizar. El dueño de esa pequeña sala del horror, sí logra su cometido y desde el primer momento Douglas Hodge construye un personaje fantástico al estilo clásico del género.

No debería buscar referentes, puesto que nombrar a Vincent Price, sería injusto con el genio clásico y rebajaría el papel de este importante personaje, aunque sí comparten ciertas cualidades. En el caso de Price, esa extraña planta y, especialmente, esa voz tan maravillosa logra dejarnos embobados a pesar de interpretar a cualquiera de los malvados villanos de su filmografía. El personaje interpretado por Hodge, de nombre Rolo Haynes, comparte algo de la evidente genialidad de estos personajes clásicos, algo complicado que se potencia con el guion de Brooker y que es seña de identidad de la serie.

Haynes posee la capacidad de atraer y de repeler al mismo tiempo. El personaje consigue fascinarnos con sus distintas historietas, logra que queramos escucharle y seguirle entre las oscuras paredes del museo, incluso puede que nos preguntemos cual es la historia de este o aquel objeto del que no nos han hablado cuando los créditos ya desfilan y Netflix nos insta al siguiente episodio (o serie) con -demasiada- insistencia. Sin embargo, entendemos que hay algo oscuro detrás, no deja de ser un personaje desagradable, con una moral cuestionable y con un aspecto, sudoroso y más enfermizo a medida que transcurre el episodio, que llega a causar una leve repulsión; pero no importa, nuestra curiosidad es mayor que nuestros temores.

Black Museum se ha convertido en uno de mis episodios favoritos de ‘Black Mirror‘ y uno de los más recomendables. Cada vez que encuentro a una persona que no ha visto ‘Black Mirror‘, me coloco en la encrucijada de decidir recomendarla o no. Tiene episodios fascinantes, cierto, y también algunos más flojos que me hacen cuestionar la calidad general de la serie. Black Museum es uno de esos episodios que no me hacen querer recomendarla, sino recurrir al tópico de que son episodios independientes; la posibilidad de recomendar solo aquellos que “merecen la pena” es una bendición y, afortunadamente, episodios como Black Museum, y los de esta cuarta temporada han engrosado la lista de los recomendables.

La temporada se cierra, de este modo, con un episodio glorioso que no solo nos deja un gran sabor de boca sino con ganas de más. No será raro que en las próximas semanas, si no hay sorpresa, Netflix renueve Black Mirror una temporada más tras el genial resultado que ha sido este cuarto viaje.

Escrito por Daniel González Fernández

https://cinemagavia.es/mirror-black-museum-critica-netflix/
Cinemagavia
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17 de enero de 2018
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Black Museum es posiblemente el mejor episodio de la cuarta temporada. Sobresale entre un conjunto de episodios cumplidores, un bodrio y un par ligeramente interesantes. El gran acierto de este episodio en particular es que además de mantener la esencia característica: crítica al lado oscuro de la tecnología, logra diferenciarse del resto por lo terrorífico que resultan las historias contadas por el dueño del museo, historias que evocan a Tales From the Crypt. Además imposible no relacionar el cliché de persona dentro de la mente de otra, que ve y escucha el mundo exterior a través de una pantalla, con Being John Malkovich.

También sirve como guiño a muchos episodios tanto de la misma temporada como de anteriores, haciendo que muchos fanáticos se rompan el cerebro pensando si la serie es una cadena de episodios que guardan relación entre sí y que todos se ubican en un mismo universo. A continuación comentaré algunos guiños jodidamente visibles: National Anthem (hombre ahorcado en el museo, haciendo referencia al villano que se suicidó luego de soltar a la noble), Fifteen Million Merits (los personajes aparecen leyendo un cómic con dicho título), White Bear (aparece una imagen de la protagonista de dicho capítulo en la pantalla del museo y aparece también el peculiar traje de uno de los hombres que tenían rifles), San Junipero (funciona más como referencia, donde el dueño del museo cuenta que el doctor trabajó en dicho hospital), National Hated (aparece una abeja dentro de un círculo), USS Callister (aparece una paleta dentro de un cristal, la misma que utilizó el villano para clonar al hijo de su compañero y torturarlo hasta quebrarlo), Arkangel (aparece una tablet destrozada dentro de un cristal, la misma que utilizó la protagonista para vengarse de su mamá) y Cocodrile (aparece una bañera con sangre, la misma donde fue asesinado el esposo de la trabajadora de Seguros).

Como todo lo que brilla no es oro, es necesario indicar que hubo un par de cosas que no me convencieron del todo: El crimen final, si el invento del holograma puede recrear a la víctima por completo, por qué estos no tienen necesidades fisiológicas como cagar, comer o tomar agua, ¿Cómo sobrevivían? ¿Y por qué sí tenían sensaciones físicas como dolor y sufrimiento hasta trastornos mentales como depresión? Por otra parte, suponiendo que es verdad, si la protagonista confesó al villano que su mamá luego de ver a su papá en condiciones deplorables e inhumanas se suicidó, ¿cómo hizo para que ella entre en su mente si ya estaba muerta?
La Mente Maestra
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