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Desobediencia

Romance. Drama Una mujer que se crió en una familia ortodoxa judía regresa a su hogar con motivo de la muerte de su padre, un rabino. La controversia no tardará en aparecer cuando comienza a mostrar interés por una vieja amiga de la infancia. (FILMAFFINITY)
Críticas 45
Críticas ordenadas por utilidad
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9
17 de octubre de 2018
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué estupenda película es Disobedience.
Más allá de lo que podría ser una típica cinta con pareja homosexual enfrentándose a la intolerancia e hipocresía social, Disobedience nos introduce de lleno en el funcionamiento de una cerrada comunidad judía y cómo encaja, o no encaja, la homosexualidad en ella. En ese sentido, recuerda un poco al estilo de I can't think straight, una agradable comedia romántica británica que relataba la historia de amor entre dos chicas de etnia hindú-musulmana y palestina-cristiana respectivamente. En esta película, el chileno Sebastián Lelio (autor el año pasado también de la premiadísima Una mujer fantástica) nos presenta a Ronit y Esti, dos mujeres a las que les está prohibido vivir su amor precisamente por ser mujeres, que son vigiladas continuamente por otros miembros de su comunidad y que se ven obligadas a fingir continuamente (atención a cuando Esti comenta su absurda vida sexual con Dovid, su marido). Es especialmente excelente, a la par que terrible, el retrato del sentimiento de culpa, especialmente el de Esti, una culpa nacida de no ser lo que la sociedad espera (ojo a momentos como cuando Ronit la coge de la mano en Londres o cuando mira a su alrededor para cerciorarse de que nadie las ve en el hotel). Por tanto, debemos alabar la perfección del guión que han escrito Lelio y Rebecca Lenkiewicz, maduro, inteligente, adulto, lleno de sensibilidad y belleza, y además nada manipulador o maniqueo. El personaje de un excelente Alessandro Nivola no es un villano en absoluto, por mucho que sea el obstáculo principal entre las dos protagonistas. Al contrario, es un hombre adorable y bondadoso, cuyo único problema es que su esposa, por motivos obvios, no puede amarle ni ser feliz en la vida que han construido juntos.
Sobre todo, Disobedience es una historia de amor, una muy bella historia de amor. Y lo es no sólo por la excelente construcción de los personajes de Ronit y Esti, sino por las dos monumentales actrices que les dan vida. Rachel Wesiz y Rachel McAdams son dos bestias pardas, eso ya lo sabemos desde hace años, y ambas han llevado carreras modélicas, pero lo que hacen aquí es sencillamente para enmarcar. El desnudo emocional, mucho más que físico, que ofrecen al espectador debería visionarse en todas las escuelas de Arte Dramático del mundo. McAdams, que tiene el personaje más complicado, está especialmente memorable.
En definitiva, un sobresaliente drama sobre lo perra que puede ser la sociedad con dos personas que lo único que hacen es quererse, y la importancia de decidir entre vivir en "paz" o amar como uno quiera. Shalom o ahavá.

Lo mejor: Rachel Weisz y Rachel McAdams, soberbias, sin olvidar a un fantástico Alessandro Nivola, y el maravilloso retrato de la homosexualidad en un ambiente tan cerrado como el ortodoxo judío.
Lo peor: Extiende demasiado el tercio final, quizás. Pero no es nada, en realidad. Id al spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En la escena de sexo, que es preciosa, sexy y está muy bien rodada e interpretada, me ha dado un poco bastante asco el detalle de la saliva. Llamadme tiquismiquis :)
7
28 de mayo de 2018
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mensaje más obvio de la película puede no aportar demasiado, pues encontrar a personajes homosexuales luchando contra la opresión impuesta por una convencionalidades y dogmas religiosos es algo recurrente. Sin embargo, a pesar de conformar un relato más que utilizado, la profundidad de creación de los personajes conforma esta película como una apuesta sencilla, impactante y reveladora.

Me ha sorprendido de manera muy grata como el personaje “más atrapado” en la comunidad judía es sin embargo el personaje más activo, pues normalmente cuando se representan a lesbianas en la televisión o el cine en numerosas ocasiones aquella que tiene el obstáculo (ya se familia, trabajo, religión etc) suele ser un personaje excesivamente pasivo, cohibido e incapaz de evolucionar.

Cabe destacar también la parte técnica, sin duda esta película es un buen ejemplo de cómo el cine es capaz de explicarte historias sin palabras, de mirar a la pantalla y observar. De explicarte la personalidad de un personaje en tan solo 5 escenas, sus miedos, sus anhelos.

En definitiva, una apuesta cinematográfica correcta y sorprendente por momentos, a pesar de que el mensaje principal pueda no aportarnos demasiado por el contexto social en el que vivimos (si vives en occidente claro).
9
1 de junio de 2018
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sebastián Lelio dirige su sexto largometraje, el primer trabajo de producción no chilena, adaptando la novela homónima escrita en 2006 por la escritora británica Naomi Alderman, y su estreno llega unos meses después del triunfo del anterior trabajo del director chileno al llevarse el premio Óscar en la categoría de película de habla no inglesa por "Una mujer fantástica ( 2017 )". La primera escena tiene lugar en el interior de una sinagoga en donde la cámara se va acercando a los personajes para mostrarnos el derrumbamiento del rabino, para posteriormente mostrarnos un momento en la vida diaria de Ronit, una mujer que vive en Nueva York y recibe una llamada que minutos después conoceremos que tiene conexión con la escena inicial. Un ejemplo del talento del director y de buscar huir de la convencionalidad es que en la escena inicial la cámara se acerca a los personajes y en la final con la cámara fija se va alejando para cerrar el círculo, y que si lo analizas tiene mucho que ver con los cambios del personaje protagonista a lo largo de las dos horas de metraje. 

La película se apoya en unos cuantos pilares, comenzando por el gran trabajo interpretativo de dos magníficas actrices, que comparten el mismo nombre y que están intensas, emotivas y creíbles en cada una de sus apariciones. Rachel Weisz es Ronit Krushka, una mujer que vive en Nueva York y lleva mucho tiempo alejada de su familia, y que tiene que volver a Londres debido a un a situación trágica e intenta recuperar lo perdido durante tantos años de ausencia. La actriz británica sigue demostrando que su presencia, en muchas ocasiones sirve para salvar proyectos de dudosa calidad como "Ágora ( 2009 )" o "360. Juego de destinos ( 2011 )", y en otras nos da una lección interpretativa. La canadiense Rachel McAdams es Esti Kuperman, una amiga de juventud de la protagonista que sigue viviendo en Londres, y que tiene una gran presentación, y a partir de ese momento su personaje, que parece insignificante al principio, va tomando fuerza en todos los aspectos. Ambas están excelentes, de las mejores interpretaciones del año, aunque es difícil elegir entre las grandes actrices que están protagonizando los estrenos de la primera mitad del 2018.  Acompañan a las dos actrices el norteamericano Alessandro Nivola, en el papel de David Kuperman, y su presencia es uno de los aspectos negativos del proyecto, ya que no está a la altura de sus compañeras de reparto, lo que no sucede con Allan Corduner que saca adelante de manera solvente el personaje del tío Moshe en sus breves pero intensas apariciones. Completan el reparto Anton Lesser como Ray Krushka y Cara Morgan en el de Miss Scheinberg.

El guion ha sido escrito por el director en colaboración con Rebecca Lenkiewicz, y es un gran texto ( no puedo opinar de la novela porque no la he leído ) con los giros necesarios y con una gran profundidad dramática, buscando los tiempos adecuados para cada uno de las situaciones intensas y emotivas. Otro de los puntos fuertes del proyecto es la magnífica fotografía del británico Danny Cohen, ganadora de un premio Óscar por su trabajo en "El discurso del rey ( 2010 )". También se juega muy bien con el empleo de la música que suena únicamente en los momentos necesarios, sobre todo en la segunda mitad y así lograr no saturar al espectador. La labor del compositor Matthew Herbert recuerda mucho al realizado en "Una mujer fantástica ( 2017 )", y en ambos casos parece inexistente pero termina siendo fundamental y lo hace incrementando su intensidad en los momentos necesarios. Los principales puntos negativos del proyecto, además del citado anteriormente de la interpretación de Nivola, son una situación que no me convence en el tercio final y que la media hora final no está a la altura del resto del proyecto. En el fondo hay una crítica al machismo existente en la mayoría de religiones, y en este caso a la ortodoxa judía, y a unas tradiciones arcaicas que se deberían de erradicar en los diferentes ámbitos de la sociedad, y esta película refleja de manera certera este comportamiento inapropiado de los rabinos y los miembros de esa comunidades judía. En muchos momentos el proyecto me recordó a "La duda ( 2008 )", aunque los argumentos de ambas sin diferentes, y en la película protagonizada por Meryl Streep la crítica es a la religión Católica. Una película recomendable para los aficionados a las buenas historias dramáticas con grandes interpretaciones y si puede ser mejor hacerlo en versión original.

LO MEJOR: Las interpretaciones de Rachel Weisz y Rachel McAdams. El guion.
LO PEOR: La media hora final pierde la intensidad y el interés de la parte inicial.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://habladecine.com
8
1 de octubre de 2018
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Disobedience

Si no existiera el cine británico habría que inventarlo. Creo haber insistido alguna vez en la fascinación que siento por sus producciones, al punto de que resulta difícil ver una mala película inglesa. Y me atrevería incluso a decir que existe en ellas cierto sello de distinción que marca algunas diferencias. Y con “Disobediencie” me ha sucedido tres cuartas partes de lo mismo aún habiendo sido dirigida, en esta ocasión, por el gran Sebastián Lelio, director de nacionalidad chilena y cuya obra anterior no necesita presentación pues su bien ganado prestigio goza de reconocimiento internacional.
Porque “Disobediencie” es un drama descarnadamente humano, una historia de amor y odio, castigo y perdón, en donde la libertad de elegir de cada individuo supone aquí -si ven la cinta entenderán por qué- la condena de un mandato bíblico. La ley de Yahvé no siempre entiende las razones que llevan a sus siervos a desobedecerla por mucho y que ésta constituya un derecho protegido bajo la ley civil de los hombres. Y requiere de mucho valor enfrentarse a la hermética ortodoxia de tu comunidad para romper unas reglas que han permanecido inalterables durante siglos y bajo la extricta vigilancia del rabino, la familia y el resto de la colectividad.
Y es ahí, en el corazón mismo del barrio judío de Hendon de la ciudad de Londres, donde se desarrolla esta angustiosa historia basada en la novela del mismo nombre y ópera prima de la escritora británica Naomi Alderman, publicada por primera vez en el Reino Unido en el año 2006, traducida posteriormente a diez idiomas y convertida en un fulgurante éxito editorial de ventas.
Y no sería de recibo, mis improbables lectores, finalizar esta reseña, sin destacar el magnífico trabajo de la actriz londinense Rachel Weisz y la canadiense Rachel McAdams -como Ronit y Esti, respectivamente-, en donde ambas, en el esplendor y la gloria de su radiante madurez, componen, junto a Alessandro Nivola -en su papel del rabino Dovid- un soberbio e imbatible trío que dota a esta estupenda película de una asfixiante y conmovedora veracidad.

Emilio Castelló Barreneche
9
20 de noviembre de 2019
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y si no podemos amar a nuestros hijos por encima de nuestras creencias
Y si nuestros hijos no soportan el rechazo y tienen que huir lejos para olvidar el dolor.
Y si a pesar de la distancia siguen esperando nuestro amor.
Y si lo que nos inculcan está en contra de nuestra propia naturaleza.
Y si el libre albedrío es solo una ilusión que nos convierte en presos voluntarios haciéndonos creer que estamos donde estamos por decisión propia en pos de un mito: el de la libre elección.
Y si no nos atenemos a las normas establecidas, ¿estamos dispuestos a pagar el precio que exige la “desobediencia”?

Sebastian Leilo nos plantea todas estas cuestiones mediante una historia de amor entre dos mujeres, Ronit (Rachel Weisz) y Esti (Rachel McAdams) ubicada en una comunidad judía ortodoxa en un barrio londinense.
O al menos a priori es lo que puede parecer , porque “Disobedience” de lo que habla en realidad es de lo humano y lo divino, a cuánto de lo humano , a cuánto de nosotros mismos debemos renunciar para alcanzar lo divino. ¿Debemos renunciar a la persona que amamos ? ¿A quienes somos? ¿A nuestros hijos?
¿Qué es más fácil ? Quedarse y obedecer o marcharse

Excelente comienzo de la película, donde ya se adivina las contradicciones que nos encontraremos a lo largo de la cinta ,donde se presenta a Ronit como una fotógrafa asentada en Nueva York ,aparentemente de éxito , fotografiando a un hombre con el cuerpo lleno de tatuajes, haciendo referencia en concreto al primer tatuaje que se hizo con 15 años en forma de Jesucristo y donde dice que el dolor que sintió al hacérselo mereció la pena por Él.
Para quien no lo sepa, los judios ortodoxos tienen prohibido hacerse tatuajes, puesto que no se les permite dañar su cuerpo ya que es una creación divina.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Se interrumpe la escena y Ronit recibe la fatal noticia , su padre ha muerto. Aunque esto lo desvelará más adelante , tras una sucesión de escenas donde se ve a la protagonista en un estado de angustia buscando sentirse mejor bebiendo, teniendo sexo con un desconocido, o rompiendo su jersey para poder respirar. Todo esto ocurre a gran velocidad, la vida es frenética en Nueva York, hasta que coge un avión y regresa a su ciudad natal , al barrio de una comunidad judía ortodoxa donde se crió junto a su padre , el rabino , un gigante de la Tora . A partir de aquí la película se ralentiza , los colores palidecen , el ambiente es lento, gélido , incluso claustrofobico.Esta atmósfera asfixiante de personajes contenidos se va haciendo más presente a lo largo del metraje. Una comunidad donde el tiempo pasa despacio , incluso en ocasiones da la sensación de haberse detenido , donde las normas han de cumplirse y los mismos miembros de este colectivo son presos y guardianes de su cumplimiento. Esto queda claro en la escena donde Esti y Ronit son sorprendidas besándose y en seguida este hecho es conocido juzgado y castigado.
Especial atención a la conversación que Ronit tiene con su amigo Dovid “ Es importante que esta semana se lleve con honor ,no hay nada más importante “ a lo que Ronit contesta “por supuesto “. Este diálogo nos da la clave para entender mejor a esta sociedad devota y de firmes convicciones que antepone el honor a la libertad de elección que les lleve a una auténtica felicidad .
Como si de autómatas se tratasen , todos los personajes se comportan como se espera de ellos, reprimiendo sus emociones, es muy interesante la escena donde Esti mantiene relaciones sexuales con su marido de manera programada y mecánica sin ningún tipo de emoción en contraposición con el precioso e intenso encuentro entre las dos mujeres en la habitación de un hotel, donde Esti se desinhibe y recuerda quién es ella realmente.
En cuanto a la escena de la saliva , de la que he leído varías críticas , Leilo consigue, en mi opinión dos cosas :crear una escena mucho más íntima , nos hace sentirnos como un voyeur e incomodarnos por ver algo que no debíamos haber visto . Y por otro lado provocar cierto desconcierto ,rechazo o incomprensión consiguiendo que aunque el espectador no tenga prejuicios ante una relación homosexual, en el momento que algo se sale de lo esperado o de la norma volvamos a la casilla de salida.
También es de destacar la lucha interna de cada uno de los protagonistas:
-Dovid deberá enfrentarse a la verdad , un matrimonio donde la máxima es el respeto mutuo pero donde nunca hubo amor, o al menos por parte de su mujer, a la que finalmente le dará su libertad, porque al fin y al cabo ella nunca fue suya. Esta situación hace que comience a aflorar en él un pensamiento crítico por lo que finalmente entiende que no no puede suceder al rabino ya que no puede inculcar la obediencia ciega.
-Ronit tendrá que aceptar la muerte de su padre sin obtener su redención. Magnífico final donde ella le hace finalmente una foto a su tumba consiguiendo reconciliarse con su padre.
-Esti luchará entre sus convicciones religiosas y su verdadera naturaleza, la mujer que siempre fue, y que quedó olvidada tras vestimentas grises y pelucas, y a pesar de que parece que ha encontrado la fuerza para marcharse del lugar que la tiene oprimida para dar la libertad a su bebé que ella nunca tuvo, lo cierto es que es lo único que ha conocido. Y aunque el final nos deja un sabor agridulce , la mayoría de las veces es lo que ocurre en la vida real . Aunque podemos vislumbrar un atisbo de esperanza cuando ambas mujeres prometen estar en contacto. Quién sabe si finamente tendrán un futuro juntas.
En definitiva , una hermosa historia magníficamente interpretada, eso si , “Disobedence” es de esas películas que se entienden y se disfrutan más en un segundo visionado.
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