Mujeres al borde de un ataque de nervios
1988 

7.0
52,476
Comedia. Drama
Pepa e Iván son actores de doblaje. Él es un mujeriego empedernido y, después de una larga relación, rompe con Pepa: le deja un mensaje en el contestador pidiéndole que le prepare una maleta con sus cosas. Pepa, que no soporta vivir en una casa llena de recuerdos, decide alquilarla. Mientras espera que Iván vaya a recoger la maleta, la casa se le va llenando de gente extravagante de la que aprenderá muchas cosas sobre la soledad y la locura. (FILMAFFINITY) [+]
30 de junio de 2009
30 de junio de 2009
66 de 119 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues chico, el tal Almodóvar y yo está claro que no nos entendemos. ¿Pero qué es esto? ¿A esto le llaman película? Pero si es una especie de teatro sin ningún sentido. Un guión que parece lo van improvisando, personajes de lo más tópicos, y todo para un enredo de lo más vulgar. ¿Una comedia? Pero si no tiene una mínima escena graciosa. Los escasos chistes se ven venir a lo lejos. ¿Se supone que es gracioso una señora mayor en moto? ¿Un gazpacho con somníferos? Alguna orgininalidad en el comienzo de la película puede ser, pero luego se queda en un desenlace disparatado y chabacano a lo Pajares y Esteso. Dicen que es buena. Lo rarísimo que debo ser yo que no entiendo nada.
19 de enero de 2008
19 de enero de 2008
23 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo confieso. A mí, que admiro muchísimo a Pedro Almodóvar, no me interesa nada su etapa violenta/pervertida de Carne trémula, Laberinto de pasiones, Átame, Kika y compañía. Pero como fan que soy de todo lo que ha hecho desde 1999 (tres obras maestras y una excelente película algo peor que las anteriores), no puedo más que rendirme a este Almodóvar que hoy me ocupa.
Mujeres al borde de un ataque de nervios es, probalemente, su película más normal (al menos más que las otras), al igual que la más divertida. Es una de esas comedias que te provocan carcajadas cada vez que las ves. Y ésto ocurre no sólo por el espléndido guión del manchego, sino por la innegable maestría cómica de sus intérpretes. Desde la excelsa Carmen Maura a la delirante María Barranco, pasando por Julieta Serrano, Rossy De Palma, Antonio Banderas y Chus Lampreave, todos los actores están excelentes en sus personajes.
Puede que no sea una obra maestra, pero es una gozada absoluta.
Lo mejor: El guión, hilarante, que no da tregua al espectador; Las actrices.
Lo peor: Los primeros veinte minutos, algo flojos comparados con el resto de la cinta.
Mujeres al borde de un ataque de nervios es, probalemente, su película más normal (al menos más que las otras), al igual que la más divertida. Es una de esas comedias que te provocan carcajadas cada vez que las ves. Y ésto ocurre no sólo por el espléndido guión del manchego, sino por la innegable maestría cómica de sus intérpretes. Desde la excelsa Carmen Maura a la delirante María Barranco, pasando por Julieta Serrano, Rossy De Palma, Antonio Banderas y Chus Lampreave, todos los actores están excelentes en sus personajes.
Puede que no sea una obra maestra, pero es una gozada absoluta.
Lo mejor: El guión, hilarante, que no da tregua al espectador; Las actrices.
Lo peor: Los primeros veinte minutos, algo flojos comparados con el resto de la cinta.
29 de septiembre de 2009
29 de septiembre de 2009
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de no ser seguidora de Almodóvar, Mujeres al borde de una ataque de nervios me ha sorprendido. Es el tipo de comedia al que Almodóvar no nos tiene acostubrados y quizás eso sea lo que engancha de este film.
El guión, aunque fácil, no cae en simplismos, es ágil y contiene buenos diálogos.
Uno se encuentra además con grandes actores, más bien actrices: unas perfectas Carmen Maura y María Barranco, entre las que se cuela un joven Antonio Banderas que da vida a un personaje de lo más cómico por su tartamudez, inmadurez y salidas de tono... Por su parte, Maura encarna a la desesperación por un hombre personificada. Se siente engañada tras años en que no quiso asumir ser amante compartida de un hombre que camela a cuanto se mueve. Lo echa de menos, pero lo conoce demasiado bien como para seguirle el juego una vez más. Así, comienza a cometer locuras que se entremezclaran con la aventura amorosa de Barranco con un terrorista chiíta y se suceden situaciones dignas de una buena comedia con poco más que un ático como escenario principal.
El guión, aunque fácil, no cae en simplismos, es ágil y contiene buenos diálogos.
Uno se encuentra además con grandes actores, más bien actrices: unas perfectas Carmen Maura y María Barranco, entre las que se cuela un joven Antonio Banderas que da vida a un personaje de lo más cómico por su tartamudez, inmadurez y salidas de tono... Por su parte, Maura encarna a la desesperación por un hombre personificada. Se siente engañada tras años en que no quiso asumir ser amante compartida de un hombre que camela a cuanto se mueve. Lo echa de menos, pero lo conoce demasiado bien como para seguirle el juego una vez más. Así, comienza a cometer locuras que se entremezclaran con la aventura amorosa de Barranco con un terrorista chiíta y se suceden situaciones dignas de una buena comedia con poco más que un ático como escenario principal.
16 de agosto de 2011
16 de agosto de 2011
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin lugar a dudas esta es la mejor película que ha hecho nunca Pedro Almodóvar, tiene un guión prodigioso, lleno de chistes y humor negro impresionantes.
Siempre se ha dicho que Hollywood realizaría un remake de esta película, algún día sucederá. En su día Jane Fonda sonaba para el papel de Carmen Maura.
Excelente.
Siempre se ha dicho que Hollywood realizaría un remake de esta película, algún día sucederá. En su día Jane Fonda sonaba para el papel de Carmen Maura.
Excelente.
6 de febrero de 2016
6 de febrero de 2016
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
De un piso de VPO en el extrarradio madrileño a un lujoso y espacioso ático con terraza en la calle O´Donell. Si hay un título que marca un antes y un después en la trayectoria cinematográfica de Pedro Almodóvar, ése no es otro evidentemente que Mujeres al borde de un ataque de nervios. El film supone un salto cualitativo en la obra de nuestro cineasta vivo más internacional (empezará a serlo precisamente a partir de entonces). La idea de que el manchego es algo más que un producto coyuntural de la movida se consolida en "Mujeres... "Justo cuando los ecos de aquellos años locos comienzan a acallarse, Almodóvar siente la necesidad de reinventarse y de, sin perder su esencia, demostrar que es capaz de ir más allá. De hacer una comedia sofisticada, por ejemplo. La postmodernidad se construye partiendo de una tradición previa, y nada de esto se consigue sin una sólida formación artística y cinéfila detrás. Y Pedro la tiene. Con Mujeres… es hora también de poner en marcha el retrovisor para, volviendo atrás la vista, comprobar esa vena surrealista y buñueliana que fluye a través de todos y cada uno de los fotogramas de "¿Qué he hecho yo para merecer esto?" o el atisbo de vodevil clásico que se adivina tras "Laberinto de pasiones" o incluso "Pepi, Luci Boom". Almodóvar descubre, y nos hace descubrir, que no hay nada más pop que el chillón de los colores que bañan las elegantes comedias de Vincent Minelli o que tiñen de rojo pasión los melodramas desaforados de Douglas Sirk.
Y no es sólo una cuestión estética. En el fondo, Mujeres al borde de un ataque de nervios es un señor melodrama, lo es al menos su argumento central, la historia sin futuro y sin esperanzas de Pepa e Iván, mirándose en el espejo de Vienna y de Johnny. Sin embargo, es la irrupción de subtramas accesorias la que arrastra al film hacia lo que definitivamente es, los personajes secundarios se amotinan en el loft y en la vida de la protagonista para convertir la tragedia en una comedia disparatada. Tal vez, por aquello de que la primera es la segunda más tiempo y perspectiva, apenas notamos la transición, o al menos la asumimos con sumo deleite y de un modo natural. “Miénteme y dime que me quieres”- “Sí, hombre, ya me gustaría a mí mentir, pero soy testiga de Jehová, y las testigas de Jehová no podemos mentir”.
Y es que si por algo esta película nos lleva la sonrisa a los labios con sólo menncionar su nombre es por su impagable galería de personajes que entran y salen continuamente de plano (la portera Chus, el taxista Montesinos, la perseguida Barranco, la vengativa Manver…). Almodóvar se revela como un magnífico director de actores, pero sobre todo de actrices. El elenco de mujeres brilla a gran altura, desde las ya consagradas Maura y Serrano hasta las entonces desconocidas Barranco y De Palma. Y todo dentro de un guión medido al milímetro en el que todo fluye con una espontaneidad asombrosa. A fecha de hoy continúa siendo quizá la película más equilibrada de su autor (y por ello la que más sigue apreciando el que firma estas líneas aún después de tanto tiempo y tantas películas). Mucho se le ha reprochado a ese excelente guionista que es Pedro Almodóvar esa tendencia al desequilibrio que le impide redondear aún más sus obras. Que lo cómico y lo frívolo se adueñen del drama cuando no toca hasta hacerle perder casi el sentido. Y eso es algo que no se nota en el film que nos ocupa, o cuando menos no chirría tanto como en otras ocasiones. En realidad, no chirría nada.
Eso es porque, el cine, hacer una película, es como hacer un gazpacho. No sólo hay que contar con los ingredientes necesarios, sino también saber administrarlos en la dosis justa. Si te pasas con el ajo y el pepino, ya se saben las consecuencias. En "Mujeres…", Almodóvar tuvo en su mano la receta para hacer la comedia perfecta, y supo combinar los ingredientes con maestría. Prueben y repitan cuanto quieran. El plato sigue siendo una auténtica delicatessen.
Y no es sólo una cuestión estética. En el fondo, Mujeres al borde de un ataque de nervios es un señor melodrama, lo es al menos su argumento central, la historia sin futuro y sin esperanzas de Pepa e Iván, mirándose en el espejo de Vienna y de Johnny. Sin embargo, es la irrupción de subtramas accesorias la que arrastra al film hacia lo que definitivamente es, los personajes secundarios se amotinan en el loft y en la vida de la protagonista para convertir la tragedia en una comedia disparatada. Tal vez, por aquello de que la primera es la segunda más tiempo y perspectiva, apenas notamos la transición, o al menos la asumimos con sumo deleite y de un modo natural. “Miénteme y dime que me quieres”- “Sí, hombre, ya me gustaría a mí mentir, pero soy testiga de Jehová, y las testigas de Jehová no podemos mentir”.
Y es que si por algo esta película nos lleva la sonrisa a los labios con sólo menncionar su nombre es por su impagable galería de personajes que entran y salen continuamente de plano (la portera Chus, el taxista Montesinos, la perseguida Barranco, la vengativa Manver…). Almodóvar se revela como un magnífico director de actores, pero sobre todo de actrices. El elenco de mujeres brilla a gran altura, desde las ya consagradas Maura y Serrano hasta las entonces desconocidas Barranco y De Palma. Y todo dentro de un guión medido al milímetro en el que todo fluye con una espontaneidad asombrosa. A fecha de hoy continúa siendo quizá la película más equilibrada de su autor (y por ello la que más sigue apreciando el que firma estas líneas aún después de tanto tiempo y tantas películas). Mucho se le ha reprochado a ese excelente guionista que es Pedro Almodóvar esa tendencia al desequilibrio que le impide redondear aún más sus obras. Que lo cómico y lo frívolo se adueñen del drama cuando no toca hasta hacerle perder casi el sentido. Y eso es algo que no se nota en el film que nos ocupa, o cuando menos no chirría tanto como en otras ocasiones. En realidad, no chirría nada.
Eso es porque, el cine, hacer una película, es como hacer un gazpacho. No sólo hay que contar con los ingredientes necesarios, sino también saber administrarlos en la dosis justa. Si te pasas con el ajo y el pepino, ya se saben las consecuencias. En "Mujeres…", Almodóvar tuvo en su mano la receta para hacer la comedia perfecta, y supo combinar los ingredientes con maestría. Prueben y repitan cuanto quieran. El plato sigue siendo una auténtica delicatessen.
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