Plata dulce
1982 

6.9
633
Comedia. Drama
Carlos Bonifatti (Federico Luppi) y Rubén Molinuevo (Julio De Grazia), dos empresarios dedicados a la venta de botiquines, intentan mantener su fábrica abierta frente a los embates de la profunda política económica de desindustrialización que está llevando a cabo la última dictadura militar. Carlos se encuentra un día con un excompañero de la "colimba", Arteche (Gianni Lunadei), que le ofrece un negocio redondo. Decide entonces dejar su ... [+]
2 de octubre de 2014
2 de octubre de 2014
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos hombres, cuñados y socios de una empresa que fabrica botiquines, toman caminos separados, cuando por casualidad, el personaje interpretado por Luppi, se encuentra con un antiguo compañero del servicio militar, este hombre, que actúa como una especie de Mefistófeles financiero, le vende un mundo de colores, donde a cambio de ser su presta-nombres, le da acceso un nuevo y mejor estilo de vida.
Mientras tanto, su cuñado, que decide hacerse cargo de la empresa, se funde, frente a la llegada de los botiquines importados, con los que no puede competir.
La historia que transcurre por varios géneros, el humor negro, la denuncia social, el drama familiar, incluso el grotesco, logra una obra singular, que si bien en ciertos aspectos es muy localista, el fondo de la historia, sirve como metáfora de lo que paso en Europa y Estados Unidos hace unos años, con la burbuja inmobiliaria, nada más que en el caso de la película, era una burbuja financiera.
Tal vez los peros que le ponga, para no darle una mayor nota, sean ciertas escenas declamatorias, típicas del cine de Ayala, y la sobreactuación tanto de Luppi actor mediocre si los hay, como de Julio De Gracia, ambos en un tono mucho más de lo necesario, y gritando una escena si y otra también.
Mientras tanto, su cuñado, que decide hacerse cargo de la empresa, se funde, frente a la llegada de los botiquines importados, con los que no puede competir.
La historia que transcurre por varios géneros, el humor negro, la denuncia social, el drama familiar, incluso el grotesco, logra una obra singular, que si bien en ciertos aspectos es muy localista, el fondo de la historia, sirve como metáfora de lo que paso en Europa y Estados Unidos hace unos años, con la burbuja inmobiliaria, nada más que en el caso de la película, era una burbuja financiera.
Tal vez los peros que le ponga, para no darle una mayor nota, sean ciertas escenas declamatorias, típicas del cine de Ayala, y la sobreactuación tanto de Luppi actor mediocre si los hay, como de Julio De Gracia, ambos en un tono mucho más de lo necesario, y gritando una escena si y otra también.
23 de junio de 2020
23 de junio de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El sólido argumento de J. Goldenberg y H. Oliveira está desarrollado con enorme sentido vital y a lo largo de toda la proyección hace gala de numerosos detalles de alta escuela cinematográfica.
El dinamismo de la obra, la cuidada elaboración de la trama, la finura técnica del guión y la acertada elección del reparto marcan el referente formal de una película ambiciosa, coherente y llena de armonía.
La trama se ciñe a una espiral corrosiva -económica, política y social- que se vierte a la pantalla como un importante drama sin olvidar la utilización de un lúcido sentido del humor que no puede -ni quiere- ocultar su acidez conceptual.
Magnífica película austera en recursos materiales pero pródiga en imaginación.
El dinamismo de la obra, la cuidada elaboración de la trama, la finura técnica del guión y la acertada elección del reparto marcan el referente formal de una película ambiciosa, coherente y llena de armonía.
La trama se ciñe a una espiral corrosiva -económica, política y social- que se vierte a la pantalla como un importante drama sin olvidar la utilización de un lúcido sentido del humor que no puede -ni quiere- ocultar su acidez conceptual.
Magnífica película austera en recursos materiales pero pródiga en imaginación.
22 de octubre de 2017
22 de octubre de 2017
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el canal Volver dieron "Plata Dulce" pero como me la perdí la decidí ver recién y está excelente. Me encantó porque es muy realista. Todo el realismo de la película hecha de una manera magistral.
Una de las mejores actuaciones de Federico Luppi y Julio De Grazia.
Una comedia dramática que se deja ver.
El cameo de Max Berlíner graciosísimo.
Es muy entretenida y por momentos divierte como comedia. No se hace larga ni aburrida y se pasa volando.
Una de las mejores actuaciones de Federico Luppi y Julio De Grazia.
Una comedia dramática que se deja ver.
El cameo de Max Berlíner graciosísimo.
Es muy entretenida y por momentos divierte como comedia. No se hace larga ni aburrida y se pasa volando.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo mejor es la escena de la puteada de Federico Luppi graciosísimo y una escena clásica del cine nacional.
Aguante el cine argentino.
Lo mejor: Las actuaciones de Federico Luppi, Julio De Grazia, el cameo de Max Berlíner, la comedia dramática, es muy entretenida, por momentos divertida, la escena de la puteada, el guión y la película.
Lo peor: Nada.
Aguante el cine argentino.
Lo mejor: Las actuaciones de Federico Luppi, Julio De Grazia, el cameo de Max Berlíner, la comedia dramática, es muy entretenida, por momentos divertida, la escena de la puteada, el guión y la película.
Lo peor: Nada.
6 de junio de 2024
6 de junio de 2024
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Plata Dulce puede ser considerada la película hermana de La Noche De Los Lápices por retratar la segunda mitad del periodo de la dictadura argentina. Eso es debido por el hecho de que ambas películas transcurren en el mismo periodo de tiempo, con la única diferencia en que Plata Dulce fue un plan económico que se llevó a cabo después de que la fase de los desaparecidos finalizara. Mientras La Noche De Los Lápices retrata la parte política de la dictadura, Plata Dulce se enfoca en la parte económica y como esta ha jugado un rol que no solo dio inicio a la caída de la dictadura, sino a la decadencia de la economía argentina que a la fecha actual sigue vigente.
La historia en un drama humorístico que nos presenta a los empresarios Carlos y Rubén que, debido a la desindustrialización, tratan de mantener su fábrica a flote. Mientras por medio de un conocido, Carlos empieza a alcanzar la cima, Rubén entra en una tremenda decadencia económica. Por medio de ambos personajes vemos una representación de como la dolarización en argentina ha afectado varias industrias de productos nacionales. Para entender el contexto, hay que tener en cuenta que el gobierno militar argentino ha tratado de obtener el apoyo de los Estados Unidos. La razón por la que la dictadura dio por finalizada la etapa de los desaparecidos fue porque el gobierno sintió que ya no quedaban subversivos y para evitar las sospechas de violación a los derechos humanos que estropearían la oportunidad de entablar un vínculo con Estados Unidos. La película empieza con el campeonato mundial de 1978 en la cual Argentina salió victoriosa y fue usada como un medio para que el gobierno recuperara el apoyo del pueblo. Luego el gobierno paso al plan de dolarización para comercializar con productos exportados del exterior. La película no muestra de forma explícita el proceso, pero sí muestra un par de pistas sobre ello. Vemos como Carlos logra alcanzar un nivel alto de riquezas con el negocio de la dolarización al que está sumado, pero Rubén va cayendo en picada. Esto se debe a que el dólar tenía un costo barato y eso beneficiaba al mercado extranjero para que se vendieran bastantes productos exportados del exterior. El efecto negativo fue que los productos de origen argentino comenzaron a perder valor dando como resultado una inflación. Rubén acaba convirtiéndose en un claro reflejo sobre cómo los negocios que dependen del peso argentino empezaron a decaer en aquel entonces. Carlos, por otro lado, es un reflejo sobre como las personas ligadas a la dolarización iban alcanzando la cima a costo de los que quedaban endeudados. Cuando Carlos entra en el negocio, ya parece haber un par de sospecha de que él podría ser solo un instrumento para algo sucio que yace detrás del negocio.
Más allá de contar un buen argumento, tener al mítico Federico Luppi y ser una producción impecable, el mayor fuerte de esta película que la hizo importante en su momento es que desenmascara la corrupción financiera que había en el gobierno militar de la época y como fue afectando a la economía argentina. Eso ya dio al pueblo más razón para desconfiar de la dictadura y el final de este gobierno sé complementaría con La Guerra De Las Malvinas. Una guerra con la que la dictadura pretendía recuperar el apoyo del pueblo, pero eso llevo a varias perdidas. Se perdió el vínculo con Estados Unidos, se perdieron vidas jóvenes, se perdió la guerra y se perdió la confianza del pueblo, dando por finalizada la dictadura y trayendo de regreso la democracia.
En conclusión, Plata Dulce es una película destacable en el cine argentino por su representación de la fase económica de la dictadura argentina. Se gana un lugar junto a algunas producciones del cine argentino que poseen un valor que se mide solo por la fuerte conexión que tienen con la historia argentina. Esta es una de esas películas que hace falta ver para conocer la historia de Argentina y los antecedentes que han provocado sus altos y bajos. Mi clasificación final para esta película es un 9/10.
La historia en un drama humorístico que nos presenta a los empresarios Carlos y Rubén que, debido a la desindustrialización, tratan de mantener su fábrica a flote. Mientras por medio de un conocido, Carlos empieza a alcanzar la cima, Rubén entra en una tremenda decadencia económica. Por medio de ambos personajes vemos una representación de como la dolarización en argentina ha afectado varias industrias de productos nacionales. Para entender el contexto, hay que tener en cuenta que el gobierno militar argentino ha tratado de obtener el apoyo de los Estados Unidos. La razón por la que la dictadura dio por finalizada la etapa de los desaparecidos fue porque el gobierno sintió que ya no quedaban subversivos y para evitar las sospechas de violación a los derechos humanos que estropearían la oportunidad de entablar un vínculo con Estados Unidos. La película empieza con el campeonato mundial de 1978 en la cual Argentina salió victoriosa y fue usada como un medio para que el gobierno recuperara el apoyo del pueblo. Luego el gobierno paso al plan de dolarización para comercializar con productos exportados del exterior. La película no muestra de forma explícita el proceso, pero sí muestra un par de pistas sobre ello. Vemos como Carlos logra alcanzar un nivel alto de riquezas con el negocio de la dolarización al que está sumado, pero Rubén va cayendo en picada. Esto se debe a que el dólar tenía un costo barato y eso beneficiaba al mercado extranjero para que se vendieran bastantes productos exportados del exterior. El efecto negativo fue que los productos de origen argentino comenzaron a perder valor dando como resultado una inflación. Rubén acaba convirtiéndose en un claro reflejo sobre cómo los negocios que dependen del peso argentino empezaron a decaer en aquel entonces. Carlos, por otro lado, es un reflejo sobre como las personas ligadas a la dolarización iban alcanzando la cima a costo de los que quedaban endeudados. Cuando Carlos entra en el negocio, ya parece haber un par de sospecha de que él podría ser solo un instrumento para algo sucio que yace detrás del negocio.
Más allá de contar un buen argumento, tener al mítico Federico Luppi y ser una producción impecable, el mayor fuerte de esta película que la hizo importante en su momento es que desenmascara la corrupción financiera que había en el gobierno militar de la época y como fue afectando a la economía argentina. Eso ya dio al pueblo más razón para desconfiar de la dictadura y el final de este gobierno sé complementaría con La Guerra De Las Malvinas. Una guerra con la que la dictadura pretendía recuperar el apoyo del pueblo, pero eso llevo a varias perdidas. Se perdió el vínculo con Estados Unidos, se perdieron vidas jóvenes, se perdió la guerra y se perdió la confianza del pueblo, dando por finalizada la dictadura y trayendo de regreso la democracia.
En conclusión, Plata Dulce es una película destacable en el cine argentino por su representación de la fase económica de la dictadura argentina. Se gana un lugar junto a algunas producciones del cine argentino que poseen un valor que se mide solo por la fuerte conexión que tienen con la historia argentina. Esta es una de esas películas que hace falta ver para conocer la historia de Argentina y los antecedentes que han provocado sus altos y bajos. Mi clasificación final para esta película es un 9/10.
2 de marzo de 2025
2 de marzo de 2025
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Plata Dulce (1982) es una de esas películas argentinas que, con un enfoque crítico y satírico, intenta retratar las trampas del capitalismo financiero y la especulación desenfrenada. Sin embargo, bajo esta crítica, la película encierra una romantización peligrosa de una idiosincrasia obsoleta: la idea de que el trabajo manual y la producción artesanal son moralmente superiores a la adaptación al mercado.
La falsa moral del "trabajo honrado" versus la eficiencia del mercado
Uno de los personajes clave de la historia es el socio del protagonista, quien representa al empresario tradicional que se aferra a un modelo de negocio inviable. Su fábrica de botiquines no puede competir con la importación de productos más baratos y eficientes, pero en lugar de adaptarse, se aferra a una visión nostálgica del trabajo "real". La película lo presenta como una víctima del sistema, cuando en realidad es una víctima de su propia incapacidad para innovar. En el mundo real, cualquier negocio que se niega a evolucionar está condenado al fracaso, no por una conspiración del mercado, sino por la propia naturaleza del progreso económico.
La demonización de la especulación financiera
En Plata Dulce, la especulación es mostrada como una actividad inherentemente corrupta, un camino de "dinero fácil" que solo conduce a la ruina moral y económica. Sin embargo, la película no distingue entre la especulación fraudulenta y la inversión lógica y planificada. En la realidad, los mercados financieros son herramientas fundamentales para el desarrollo económico, permitiendo la asignación eficiente de capital y el crecimiento de empresas. La idea de que toda actividad especulativa es inmoral es un mito peligroso que ha frenado el desarrollo económico en países con una fuerte carga ideológica antimercado.
La resistencia al cambio como virtud
Un mensaje subyacente en la película es que cualquier intento de adaptación a la nueva realidad económica es una traición a los valores tradicionales. El socio que se aferra a su fábrica es retratado como un hombre honrado, mientras que el protagonista que busca prosperar en el nuevo entorno es castigado con la ruina. Este mensaje refuerza una mentalidad de resistencia al cambio que ha sido una de las grandes trabas del desarrollo argentino. En lugar de presentar la evolución como una necesidad, la película la presenta como una maldición, perpetuando la idea de que el mercado es injusto simplemente porque no se acomoda a quienes se niegan a innovar.
Conclusión: Un relato sesgado que refuerza mitos perjudiciales
Si bien Plata Dulce es una película entretenida y una crítica válida a los excesos del capitalismo financiero, también es un reflejo de los prejuicios culturales de una Argentina que ve con desconfianza cualquier forma de inversión o especulación. La idealización del "trabajo honrado" como un fin en sí mismo y la demonización de la adaptabilidad al mercado han sido una barrera para el crecimiento del país. La película, en lugar de ofrecer una reflexión equilibrada sobre la necesidad de innovar y competir en una economía globalizada, refuerza una visión maniquea donde el cambio es sinónimo de corrupción y el estancamiento es sinónimo de nobleza.
En un mundo donde la eficiencia y la innovación son clave para el progreso, Plata Dulce se convierte en un testimonio de cómo la cultura del "trabajo por el trabajo" sigue lastrando el pensamiento económico argentino. Quizá, en lugar de ver la película como una advertencia contra la especulación, deberíamos verla como una advertencia contra la resistencia al cambio.
La falsa moral del "trabajo honrado" versus la eficiencia del mercado
Uno de los personajes clave de la historia es el socio del protagonista, quien representa al empresario tradicional que se aferra a un modelo de negocio inviable. Su fábrica de botiquines no puede competir con la importación de productos más baratos y eficientes, pero en lugar de adaptarse, se aferra a una visión nostálgica del trabajo "real". La película lo presenta como una víctima del sistema, cuando en realidad es una víctima de su propia incapacidad para innovar. En el mundo real, cualquier negocio que se niega a evolucionar está condenado al fracaso, no por una conspiración del mercado, sino por la propia naturaleza del progreso económico.
La demonización de la especulación financiera
En Plata Dulce, la especulación es mostrada como una actividad inherentemente corrupta, un camino de "dinero fácil" que solo conduce a la ruina moral y económica. Sin embargo, la película no distingue entre la especulación fraudulenta y la inversión lógica y planificada. En la realidad, los mercados financieros son herramientas fundamentales para el desarrollo económico, permitiendo la asignación eficiente de capital y el crecimiento de empresas. La idea de que toda actividad especulativa es inmoral es un mito peligroso que ha frenado el desarrollo económico en países con una fuerte carga ideológica antimercado.
La resistencia al cambio como virtud
Un mensaje subyacente en la película es que cualquier intento de adaptación a la nueva realidad económica es una traición a los valores tradicionales. El socio que se aferra a su fábrica es retratado como un hombre honrado, mientras que el protagonista que busca prosperar en el nuevo entorno es castigado con la ruina. Este mensaje refuerza una mentalidad de resistencia al cambio que ha sido una de las grandes trabas del desarrollo argentino. En lugar de presentar la evolución como una necesidad, la película la presenta como una maldición, perpetuando la idea de que el mercado es injusto simplemente porque no se acomoda a quienes se niegan a innovar.
Conclusión: Un relato sesgado que refuerza mitos perjudiciales
Si bien Plata Dulce es una película entretenida y una crítica válida a los excesos del capitalismo financiero, también es un reflejo de los prejuicios culturales de una Argentina que ve con desconfianza cualquier forma de inversión o especulación. La idealización del "trabajo honrado" como un fin en sí mismo y la demonización de la adaptabilidad al mercado han sido una barrera para el crecimiento del país. La película, en lugar de ofrecer una reflexión equilibrada sobre la necesidad de innovar y competir en una economía globalizada, refuerza una visión maniquea donde el cambio es sinónimo de corrupción y el estancamiento es sinónimo de nobleza.
En un mundo donde la eficiencia y la innovación son clave para el progreso, Plata Dulce se convierte en un testimonio de cómo la cultura del "trabajo por el trabajo" sigue lastrando el pensamiento económico argentino. Quizá, en lugar de ver la película como una advertencia contra la especulación, deberíamos verla como una advertencia contra la resistencia al cambio.
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