Haz click aquí para copiar la URL

El jugador de ajedrez

Drama En 1934 Diego Padilla gana el campeonato de España de ajedrez y conoce a una periodista francesa, Marianne Latour, de la cual se enamora. Pasados los años Marianne convence a Diego para que junto con la hija de ambos se vayan a vivir a Francia, donde poco tiempo después Diego será acusado de espía por los nazis y encerrado en una prisión de las SS. En la prisión, Diego intentará sobrevivir en un entorno hostil gracias a la afición al ... [+]
Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
escribe tu crítica
7
17 de mayo de 2017
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena cinta, bienintencionada, con una buena ambientación histórica y fotografía.

sigo en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Un hombre honrado, campeón de ajedrez, en los estertores de la república española y durante la guerra civil no se quiere mojar políticamente: le interesan su trabajo, su familia y su amigo del alma, un izquierdista que será fusilado tras una redada a comienzos del franquismo. Su mujer, francesa, se asfixia en la España de Franco y deciden partir a París. Ahí, Diego está algo desubicado, no encuentra trabajo y comienza a tomar conciencia contra la ignominiosa ocupación nazi. Pero el amigo de su mujer, un verdadero canalla, lo va a denunciar a los alemanes para arrebatarle a su bella esposa. En los calabozos de la temible SS, va a salvar la vida, como una Sherezade, enseñando a jugar al ajedrez a un culto y algo compasivo jerarca nazi, sin perder nunca la compostura ni la dignidad.

Marc Clotet está más que pasable en esta película donde un final en exceso almibarado estropea un conjunto armonioso, una defensa de la dignidad de los seres humanos, de las buenas personas, en las circunstancias más difíciles.
7
21 de noviembre de 2017
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película en sí rezuma corrección profesional por los cuatro costados. Y esto no es para nada despreciable ni supone menoscabo. Hay mucho trabajo detrás y bien hecho y la crítica especializada debería ponerlo en valor. Un cierto aroma televisivo y la falta de riesgos estilísticos por parte del director Oliveros apostando por una narración “clásica” se contrapesa con ese buen hacer profesional de todo un equipo empujando para llegar a buen puerto. A mi juicio lo consiguen no con lo que percibimos en primer término sino con todo un fondo donde al ser humano nos ha tocado vivir. Ni el melodrama ni el ajedrez en sí como metáfora de nada es lo importante, ni siquiera los personajes, con esforzadas interpretaciones donde quizás la más destacada sea la de ese toledano (Andrés Gertrudix) que sabe porqué está donde está entiende las reglas del juego y sueña sabiendo que su proyecto de vida nunca verá la luz.

Es ese fondo como decía donde aflora el amor con minúsculas y con mayúsculas, las inseguridades, el horror, el egoísmo, las decisiones, las ideas o falta de ellas, los sueños, las ilusiones o el puro pragmatismo de vivir y sobrevivir como un tapiz donde se desarrolla una de tantas historias como la de Diego Padilla. Sentimientos y sensaciones, aviso para navegantes en este breve tránsito donde el ser humano no acierta con el guión, creemos que podemos ganar la partida, y apelamos a las tablas cuando sabemos que el jaque mate nos llegará inevitablemente aunque el emotivo final nos haga volver a recolocar las piezas una vez más.

cineziete.wordpress.com
9
27 de marzo de 2017
21 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
El valor del silencio. El sonido directo de unas piezas sobre el tablero…, la melodía persistente de un violonchelo que es sobrevolado por una nube de violines… el silencio aterrador de un “jaque pastor”… un “piccicato”… al comienzo un clarinete festivo…
El Jugador de Ajedrez es una obra que vivió primero encerrada en las palabras de una novela de Julio Castedo que, convertida en guion por su autor, nos sorprende en sus imágenes, su música, sus planos y sus silencios.
La historia de una indefensión humana que cruza los escenarios: la guerra española y la europea, hilo dramático, para ir directamente al fondo de las pasiones humanas: el deseo de robar y poseer a toda costa aquello que es imposible: El Amor.
El jugador de ajedrez, su personaje, alcanzará esa capacidad tan literaria del antihéroe, por pacífico, víctima de su propia bondad.
La película compone una historia en la que las transiciones de las secuencias temporales utilizan el fundido, el silencio de una gramática que impone su tempo. De montaje preciso y virtuoso. El dominio del color, los rojos y cálidos del principio. La aureola a contraluz en el perfil de algunas escenas que desembocan en la magistral del protagonista desnudo y arrodillado en la mazmorra. O en la otra escena del fusilamiento falso con esa magia de la fotografía y efectos de ensueño y ternura.
En la película se paladea esa maquinaria medieval de los constructores de catedrales, ese halo humano del escritor-guion (Julio Castedo), fotografía (Juan Carlos Gómez), montaje (Teresa Font), compositor- música (Alejandro Vivas) y director (Luis Oliveros), con un manejo espectacular de los actores: la niña su mirada su intensidad: los dos protagonistas Marc Clotet y Melisa Matthews) encarnando la verdad quebradiza de las relaciones personales: el general nazi magistral en su interpretación… la película como esa catedral, sólida, trabajada con ahínco por sus proyectadores desde la producción: Gerardo Herrero, Juan Antonio Casado y Julio Castedo.
Obra sublime con un final muy especial que sobrecoge al espectador y lo lanza por las calles de su pensamiento, hacia esa interrogación, la solución de ese misterio: esa jugada de ajedrez, inconclusa, que es nuestra propia vida.
Enhorabuena a Juan Antonio Casado Casado y al resto del equipo humano que ha hecho posible la película.
Luis E. Vallejo Delgado.
2
7 de febrero de 2022
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El jugador de ajedrez” pertenece a los últimos coletazos de esa etapa del cine español que se empeñaba en hacer películas «de la Guerra Civil» y, concretamente, a la variante en la que la guerra se metía con calzador de manera absolutamente innecesaria, casi por comodidad, por vicio o por pura ideología. Y también, de paso, como coartada de películas mediocres para amortiguar merecidas críticas. Realmente, casi todo en “El jugador de ajedrez” es una gran mentira. Su trasfondo guerracivilista no es más que un adorno, una distracción, como el mismo ajedrez de su título. La historia de Diego Padilla, el ajedrecista perseguido por Franco primero y por los nazis después (el muchacho tuvo poco ojo eligiendo París como lugar de exilio) daría para un argumento exactamente equivalente cambiando la Guerra Civil por alguna guerra carlista y el ajedrez por la brisca.

Es cierto que la película sale ganando en el terreno escenográfico, permitiendo presumir músculo técnico con atrezzo de época o localizaciones cosmopolitas y glamourosas que de otro modo sería imposible incrustar en el guion. Pero no es menos cierto que Luis Oliveros y su equipo se muestran incapaces de sacarle partido y construir una ambientación creíble, con indumentarias (civiles y militares) tan nuevas e impolutas que parecen todos salidos de la tienda de disfraces. Lo mismo pasa con los palacios que hacen de cuarteles ocupados por los nazis: no hay rastro de actividad en ellos, más allá de un par de figurantes, y están recién pintados como si algún museo hubiese cedido el espacio para el rodaje y tuvieran que dejar todo en el mismo estado que lo encontraron. Lo de las celdas es particularmente llamativo, no hay apenas luz pero sí una pulcritud general que hace pensar en un servicio diario de habitaciones para los condenados: sólo la sala de interrogatorios sigue los estándares del género que indican que debe haber un grifo goteando y una bombilla parpadeante.

Si el contexto histórico en el que se desarrolla el “El jugador de ajedrez” flojea en credibilidad, el argumento no es de los que dejan huella con un rocambolesco melodrama donde las coincidencias y las casualidades juegan sus papel para llevar la historia hacia donde alguien ha pensado o hacia donde ha podido con unos ingredientes impuestos (casting, ajedrez, Guerra Civil, nazis…) que claramente han condicionado gran parte de las decisiones narrativas. Hablando del casting, otro lastre. No quiero cebarme con Marc Clotet, pero no estaba preparado para ese papel. Sus miradas fruncidas y su entonación teatral, se cargan el único aliciente de la película: las partidas de ajedrez que pierden la poca intensidad que una poca inspirada dirección había sido capaz de lograr. De provocar sentimientos, ni hablamos, pero ahí también tiene mucho que decir la extraviada frialdad de una Melina Matthews que roza la sociopatía. Dando por hecho que ha habido un proceso de selección, la decisión de hacer cargar el peso de la película sobre esa pareja sólo se puede calificar de extravagancia. Sobre todo contando con un Alejo Sauras en el reparto que es varias veces mejor actor que los dos juntos.

Aburrida. A ratos mala y a ratos pretenciosa. Las pocas veces que quiere salir del tópico se pone incluso peor.
9
2 de septiembre de 2020
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que una partida de ajedrez es como una guerra. Si no eres capaz de liderar bien a tu ejército, todo puede tambalearse.

Antes de entrar a analizar con mayor profundidad 'El jugador de ajedrez', me gustaría resaltar un aspecto importante. Y es que, bajo mi punto de vista, la película no tiene la pretensión de contar los hechos relacionados con la guerra civil y el nazismo de manera totalmente fiel, sino que nos cuenta la historia de una familia (y más en concreto de Diego Padilla) en ese contexto. Dicho esto, no pretendo justificar los fallos históricos, si es que los tiene.

Por lo expuesto anteriormente, analizo la película en base a lo que entiendo que nos quiere mostrar: el drama de un hombre bueno, que se ve alejado de su familia y obligado a sobrevivir en el ambiente más hostil de la época.

Y es que, desde tiempos pasados, siempre ha habido clases. El rico tiene ventaja, tiene influencias. Y en este caso, vestido de cordero enmascara su verdadera identidad y sus intenciones carroñeras. Pero el dinero no siempre lo es todo, y a veces, aunque sea muy pocas, el talento y la bondad pueden librar buenas batallas y resistir ante las adversidades.

En cuanto a su desarrollo, lo considero muy acertado y constante, sin tramos superfluos o escenas que te saquen de la historia principal. Los años van pasando de manera rápida, como es normal, y nos hace entender que el protagonista sigue atrapado, pero a la vez luchando por salir algún día y reencontrarse con su familia.

Y en su desenlace, maravillosa. Con todas las emociones contenidas, logra tocar la fibra sensible del espectador.

Destaco la relación padre-hija, con Rocinante como principal nexo de unión entre ambos. Al final, Diego Padilla apostó a caballo ganador.

Por todo ello, creo que la película merece mucha más consideración de la que tiene. No obstante, no deja de ser la mera opinión de un espectador más.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para