The Office (Serie de TV)

The office (UK) comienza precisamente en donde acaban la mayoría de las series, en el patetismo y la autocrítica; de ahí mismo es donde Ricky Gervais y Stephen Merchant aprovechan la originalidad del absurdo para llevar a nuestra rutinaria vida, una oficina cualquiera de una empresa cualquiera, el humor de lo sobresaliente y lo estrafalario como evasión de un espacio oscuro, monótono y maquinizado, canalizando todo nuestro odio en su catarsis, camino glorioso hacia escenas gloriosas y, también, a una historia de un amor imposible con el siempre idílico resquicio de la esperanza, amén de convertirse, justo al final, en un mágico cuento de hadas –el amor–, rompiendo el cansancio de esas cámaras pegadas a trabajadores cansinos y hastiados, rompiendo los moldes de un escenario completamente gris y obtuso donde los más variopintos personajes se juntan para dar lugar a un circo –el humor–. Esos son los dos pilares sobre los que se recrean los directores y donde un reparto de actores desconocidos hace maravillas y delicia con sus expresiones, palabras, y actos. Es importante rescatar el humor, y más si se hace de una forma tan hermosa y justa. Dos temporadas perfectas, con dos capítulos finales que sobrepasan lo perfecto. Martin Freeman comenta fuera de la serie que cuando se retransmitió el último episodio, su móvil sonó más de quince veces. Eran amigos que le decían “estoy llorando”. Pues bien, eso es todo: la ironía del humor y el llanto en clave de arte. De la risa a la lágrima sólo te llevan los genios de la mano, Ricky Gervais lo hace no sólo dentro de cámara, sino también fuera de ella, seguramente ahí resida la magia de que haya salido lo que ha salido: una obraza inclasificable.

Esta es la serie que no me canso de recomendar a mis amigos y conocidos, y que por desgracia ignoran completamente. No dejeis que las primeras apariencias estropeen esta pequeña joya. Ese ha sido el principal problema, tan solo hay que ponerse con interés a ver un par de capítulos para captar el delicioso sentido del humor que tiene esta serie, que reproduce en clave de falso (y cutre) documental el ambiente que se vive en una de tantas miles de oficinas en cualquier país del mundo, con sus estereotipos, como el tío raro que además es un pelota, jefe pesado graciosillo y abusón de poder al que todos los empleados partirían la cara gustosamente y que da ese punto tan gracioso a la serie, los pequeños romances y bromas entre compañeros/as, en fín, yo me he reído mucho sintiendo vergüenza ajena en tantas hilarantes y ridículas situaciones. En definitiva, totalmente recomendable.

Si empiezas a ver esta serie esperando una obra maestra, quedarás decepcionado. De hecho, la nota es una media: mientras que los primeros capítulos apenas llegan al 5, según avanza algunos capítulos llegan al 8 o 9.
Al principio parece un poco cutre y mala, pero poco a poco va despegando de manos de unos personajes que son a la vez originales y arquetípicos, ya que todos te van a recordar a alguien del trabajo (el que lo tenga).
En forma de falso documental conoceremos a los cuatro personales principales:
- David, el jefe que se cree gracioso pero no lo es, sino más bien metepatas (que es cuando hace gracia... al espectador), poco profesional e inmaduro.
- Gareth, su maniático ayudante
- Tim el chico normalito y
- Dawn, la recepcionista, de la que Tim está enamorado.
Aparte de un conjunto de secundarios entre los que destaca Keith, el gordo super-apático y sin el más mínimo tacto.
Como trama de fondo está la competición de la sucursal con otra de Swindon por evitar que sea la que se cierre y sea absorbida por la otra, para lo cual será vital el liderazgo de David.

The Office es una obra maestra.
No exagero cuando digo que es la serie o película que más me ha removido. Que más incómodo me ha hecho sentir. Que más veces he tenido que parar porque no podía aguantar más.
Con decir que he tardado dos años en verla lo digo todo. También yo soy un tipo especialmente sensible a la verguenza ajena, pero eso no le resta un ápice de valor a la serie. Siempre he creído que es más fácil hacer llorar que hacer reír con una serie. Pues también creo que hacer reír gracias a la sucesión inmisericorde de situaciones dantescas, incómodas es impresionante. Situaciones que recuerdan lejanamente a otras que uno ha vivido solo que multiplicadas en intensidad: un chiste que salió mal, una humillación pública, una bronca en público...
El formato, un falso documental, da pie a que los creadores muestren unas escenas tensadas al máximo, en la que unos personajes ridículos en toda su extensión quieren lucirse ante una cámara que les dará la oportunidad de ganar cierta fama en el Reino Unido. Donde la risa es una única salida que tiene el espectador a una tensión que no se relaja en ningún minuto. El genio malvado de Ricky Gervais se aprovecha de un sentimiento tan propio de los humanos como es la vergüenza ajena.
No sé, a mí cada capítulo de The Office me hacía pasarlo tan mal (como el mejor cine de terror) que tenía que esperar semanas antes de verme con fuerzas de afrontar la siguiente sesión masoquista.
Porque The Office es eso, una proyección desproporcionada y focalizada de algunas de nuestras actitudes más vergonzantes. Un manual de conducta lleno de ejemplos prácticos, no apta para enfermos del corazón.

The Office UK fue mi primera exposición al "cringe comedy", ese que se nutre de situaciones incómodas y personajes inapropiados. No creo que nadie en ese sentido pueda superar a David Brent jamás: grosero, misógino, bienqueda, su idea de un buen jefe no puede ser más opuesta a la realidad. Y por eso hay que amarlo.

+: David Brent.
-: Es muy corta.