Haz click aquí para copiar la URL

Los años más bellos de una vida

Romance. Drama Un hombre y una mujer, hace años, vivieron una historia de amor fulgurante, inesperada, atrapada en un paréntesis convertido en un mito. En la actualidad, él, antiguo piloto de carreras, se pierde un poco por los caminos de su memoria. Su hijo entonces intenta ayudarle a encontrar a la mujer que su padre no supo guardar junto a él, pero a quien rememora continuamente... Secuela de "Un hombre y una mujer" (1966) que a su vez tuvo otra ... [+]
Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
escribe tu crítica
6
9 de septiembre de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1966 ganaba la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes, así como los Oscar a la mejor película extranjera y al mejor guión una película romántica titulada "Un hombre y una mujer" la música de Francis Lai que acompañaba la película dio la vuelta al mundo. En 1986 se estrenaba una secuela "Un hombre y una mujer 20 años después" en la que volvíamos a saber algo mas de los protagonistas de aquella historia. 

53 años después se vuelven a reunir Claude Lelouch, Anouk Aimee y Jean Louis Trintignant (exceptuando a Francis Lai que falleció el año pasado) componiendo una historia sentimental de recuerdos y una vida no vivida juntos.  Para esta ocasión Lelouch filmo la película en tan solo 13 días, intentando captar lo mas rápidamente la espontaneidad de los dos actores ya bastante mayores, alternando imágenes del primer film para evocar recuerdos.

El guión es muy sencillo en este derroche de nostalgia, Jean Louis Droc (Trintignant) esta en una residencia de ancianos donde esta perdiendo la memoria, su hijo decide ir buscar a el amor de su vida que fue Anne Gauthier (Aimée) de la que no para de hablar, los dos han vivido vidas separadas y no saben uno del otro. Cuando encuentra a Anne, que tiene una tienda de antigüedades en Beaumont-en-Auge, le ruega que vaya a verle porque según el le hará sentirse mejor...

Todo un emotivo homenaje al séptimo arte y un canto a la vejez con la melancolía de los recuerdos vividos de sus dos actores protagonistas.
Destino Arrakis.com
6
30 de septiembre de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El veterano Claude Lelouch vuelve a estar al frente del cierre de la trilogía iniciada hace 53 años con "Un hombre y una mujer ( 1966 )", una película de gran repercusión en su momento y que ganó entre otros premios los premios Óscar en las categorías de guion original y película extranjera y la Palma de oro en en festival de Cannes. No tenía buen recuerdo de esa película, y después de volver a verla creo que no ha envejecido bien, y tampoco me convence la segunda parte titulada "Un hombre y una mujer... 20 años después ( 1986 )", la continuación de la historia inicial de amor de Anne y Jean-Louis, que es la más floja de la trilogía.

Esta tercera parte, rodada por un director de más de 80 años, y con una pareja de protagonistas que están cerca de cumplir los 90 aporta alguna cosa diferente, aunque tampoco es nada del otro mundo, pero mantiene el interés en las escenas en donde los dos protagonistas vuelven a estar juntos, en esta ocasión en una residencia en la que está Jean-Louis.
Las conversaciones entre ambos, y los recuerdos del pasado son interesantes, sobre todo por las actuaciones de Anouk Aimée y Jean-Louis Trintignant, que siguen demostrando que el tiempo no pasa por ellos, sobre todo por la veterana actriz francesa.

En esta ocasión la banda sonora no ha sido compuesta por Francis Lai, fallecido hace un año, sino por e músico francés Calogero, pero los temas compuestos por Lai hace más de 50 años están presentes en varias escenas de esta nueva película, insertados de manera perfecta para que los admiradores de esa otra película se sientan identificados con esta continuación de la historia, que tuvo su presentación en la pasada edición del festival de cine de Cannes en una proyección especial fuera de concurso. El otro momento destacado de la película es ese recorrido final por las calles de París, que son imágenes de un corto del director, en lo que es un buen final para esta película, que gustará a los que disfrutaron con el inicio de la historia, y que aburrirá a los que no soportan "Un hombre y una mujer ( 1966 )".

LO MEJOR: Las escenas en la residencia con los dos protagonistas sentados en el banco recordando el pasado. El recorrido en la parte final por las calles de París.
LO PEOR: La primera mitad es bastante monótona.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net
6
30 de septiembre de 2020 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Les Plus Belles Années d'une Vie (2019), o Los años más bellos de una vida, es una película francesa que evoca a Une Homme et Une Femme (1966), o Un hombre y una mujer, que ganó el Oscar a mejor película extranjera en 1967. El mismo director, Claude Lelouch, vuelve a reunir a Anouk Aimée y Jean-Louis Trintignant para un drama romántico.

Por Nicolás Bianchi

En la última estación de la vida, cuando a las piernas les cuesta sostener al cuerpo y la mente sufre intermitencias, lo más feliz puede ser recordar los años y amores de la juventud. Es así como Les Plus Belles Années d'une Vie combina la amargura que significa la proximidad de la muerte con las memorias dulces que seguramente el tiempo mejoró.

La película es una secuela, más de 50 años después, de Une Homme et Une Famme, la ganadora del Oscar en 1967 que contaba la historia de una pareja de jóvenes que intentaban superar un duro trance, ya que ambos habían enviudado. Los personajes, y los actores que los interpretan, son los mismos, al igual que el director. Lelouch realizó la película a los 81 años, Trintignant a los 88 y Aimée a los 87.

Jean-Louis Duroc (Trintignant), ex corredor de carreras de autos, se encuentra internado en un geriátrico. Su estado general no es del todo bueno. Se puede parar pero para desplazarse necesita de una silla de ruedas. Su memoria empezó a fallar y no siempre está conectado a la realidad que lo rodea. Lo que sí hace repetidamente y con lucidez es evocar su romance con Anne (Aimée, absolutamente espléndida), al que considera, ahora al final, como el momento más feliz de su vida.

Es por eso que su hijo Antoine (Antoine Sire) busca a la ex novia para proponerle una visita que a su padre seguramente revitalizará. Ella acepta y el encuentro se produce. Él la reconoce pero no del todo. Le cuenta que le hace acordar, por su rostro y su voz, a una joven que amó, y ella le sigue el juego. Hay en la escena cierto nerviosismo, como si se tratara de dos amantes adolescentes, que Lelouch logra generar a la perfección.

La película desarrolla entonces esta nueva vieja relación entre ambos, en la que pesan más los recuerdos que el presente. Lelouch inserta distintas escenas de la película de 1966, a modo de rememoraciones o sueños de ambos, lo que realmente viste al relato actual. Hay además un giro fantasioso u onírico, en el que Jean-Louis imagina lo que le gustaría hacer y no puede, que completan los diálogos presentes y pasados.

Eso es prácticamente todo y se puede decir que es suficiente. No hay mayor profundidad, porque quizás no sea posible o porque se trataría de un camino de mayor oscuridad, que Lelouch no está dispuesto a transitar. Al final priman los recuerdos más felices, el amor que se sintió con más intensidad. Y ya no importa tanto qué es real y que no.
6
22 de septiembre de 2019 Sé el primero en valorar esta crítica
Cuando en 1966 se estrenó “Un hombre y una mujer”, en su puesta de largo conquistó la máxima dignidad de aquellos entonces: una Palma de Oro (ex aequo) en el vigésimo Festival de Cine de Cannes; y consiguió también dos Oscar (mejor película de habla no inglesa y mejor guión). Pero hete aquí que el tiempo va que vuela, que camina implacable sin perdonar a nada ni a nadie. Así, esta tercera entrega de Lelouch, es quizá el último capítulo de una historia, unos actores (Trintignant y Aimée) y un amor aún con cierto color, pero vencido por los años y el olvido del protagonista masculino.

La cosa va del amor y del paso del tiempo. “Un hombre y una mujer” fue el inicio de una saga de películas que se comportaría a modo de franquicia. En 1986 se estrenó “Un hombre y una mujer: 20 años después”, significativo título en lo real y en lo romántico de una serie pensada para un desarrollo con el paso del tiempo, aunque esta segunda entrega fuera poco conocida y tuviera escaso éxito.

En esta cinta, al igual que en la primera y la segunda, el subrayado está puesto en un mal augurio de fin de viaje. Ahora la vejez ha asolado el cuerpo y la mente de los enamorados. Lo único que puede significar un hálito de consuelo son las doctas y poéticas palabras de Victor Hugo que la cinta exhibe: “Los mejores años de nuestra vida son los que aún no vivimos”. Pero sin duda es una obra agónica, aunque bien adaptada a las cualidades y ritmos de la edad postrera.

Además, Lelouch pone humor, el humor salvífico que se ríe de algunos detalles como la silla de ruedas de él, el Citroën dos caballos de ella; y también son lenitivos los flashbacks a modo de recuerdos terapéuticos con los abrazos y besos de antaño, la cara juvenil de los protagonistas sesenteros reflejadas en los cristales de un coche, en fin, todo eso que fue y ya no es: “tempus fugit”. Ver esta cinta es reencontrarse con la obra cinta de 1966 que siempre acompaña a quienes la vimos. Pero es también nostalgia que empuja, en un collage de imágenes de ayer, de hoy, de siempre; imágenes, diálogos y canciones familiares. Con estas mezclas y trenzamientos Lelouch ofrece al espectador una especie de legado artístico.

Fotografía estupenda de Robert Alazraki y regular las cancioncillas francesas del tipo Françoise Hardy, cursilonas y así…incluyendo las notas de la conocida música de la primera entrega compuesta Fracis Lai.

Es de valorar que el director Lelouch haya convencido a tan provectos actores para interpretar de nuevo a los antiguos amantes, solo que ya con ochenta y bastantes años, si bien Anouk Aimée está espléndida y mucho mejor que el anciano Jean-Louis Trintignant. Pero ambos cumplen sobradamente, ella como mujer aún enamorada que va a visitar a JL a una residencia donde vegeta; él, un anciano en silla de ruedas y evidentes signos de demencia, con cuya voz sostiene unos diálogos inteligentes, ingeniosos y emotivos. Es gozoso ver a Anouk Aimée en plano-contra plano, con el envejecido Trintignant. Y para que haya de todo, el ocurrente Lelouch hace una secuencia experimental, un collage de tres películas: la actual, la original de 1966 y un corto de 1976, una aterradora carrera por un París desértico de título “C'était un rendez-vous”, y en los vidrios del coche las imágenes de ellos en la primera entrega muy guapos y amorosos. Todo ello da la sensación de un video-ensayo sobre la vejez, un documento vívido y realista de los estragos y evidencias del paso del tiempo.

En conclusión, lo mejor que sabe hacer esta película es rescatar secuencias del film original del ’66. Sin duda Lelouch pretende homenajearse a sí mismo, más que aportar una obra nueva y sustancial. Y con los dos protagonistas ocurre algo similar, al poner en escena el reencuentro de los antiguos amantes, de lo cual, lo más destacable son los dos grandes intérpretes de siempre que aciertan a atravesar más de medio siglo, consiguiendo mirarse el uno al otro con profundidad, sintonía y franca emoción.
7
25 de marzo de 2020 Sé el primero en valorar esta crítica
He visto 'Los años más bellos de una vida' y me viene a la cabeza parte de este soliloquio de Calderón de la Barca:

¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Después de poder acompañar a Claude Lelouch en 'Los años más bellos de una vida', uno no puede dejar de tener una sonrisa en la cara al rememorar la archiconocida 'Un hombre y una mujer'. Es cierto que la película de 2019 está a años luz de la de 1966, pero, a pesar de ello, Lelouch vuelve a conseguir impregnar en el aire el sentimiento de amor que marcó a Anne Gauthier y a Jean-Louis Duroc y a todos nosotros.

Nostalgia y vejez, términos que muchos usan al hablar del film más reciente, pero que impiden ver el trasfondo de nuestra existencia, que es el centro de la película. La vida, cuando llega a un punto donde la parca es el destino más próximo, hace que te aferres a lo tangible. De este modo tratas de escapar de lo desconocido o de la rutina diaria (cuantas veces Jean-Louis habla de huir de la residencia donde está recluido).

Sin embargo, aunque se intenta, no se es capaz de lograrlo y para evadirse lo más sencillo (y doloroso) es rememorar el pasado. Pero este (des) consuelo por recordar nuestra pretérita realidad provoca que algunos quieran soñar y soñar, que es lo que en todo momento nuestro protagonista hace para mantenerse vivo. Pero los sueños terminan con la visita (real) de Anne a la residencia y así el círculo se cierra definitivamente. Jean-Louis llegó a la estación de tren cincuenta y tres años antes y la rescató a la vida tras la muerte de su marido. Ahora es ella, con su presencia en el banco de la residencia, la que consigue espantar los fantasmas al expiloto y su salvación.

Me imagino que no volveremos a disfrutar de una nueva entrega de las vivencias de estos personajes, ya que, por razones obvias, Claude Lelouch, Jean-Louis Trintignant y Anouk Aimée no tendrán ganas de preparar un nuevo guion y desarrollarlo con lo costoso que es el cine actual. No obstante, yo me haré lo que Jean-Louis hizo en buena parte del metraje y mi sueño será la conversación que mantuvo con Anne…
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para