El infierno
Fantástico. Terror. Drama. Aventuras
Adaptación libre del poema de Dante Alighieri "La divina comedia", e inspirado en las ilustraciones de Gustav Doré. Fue una de las primeras películas surrealistas. (FILMAFFINITY)
24 de octubre de 2008
24 de octubre de 2008
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El infierno" de Giuseppe de Liguo es una película vieja, sí, de casi cien años, muchos años donde lo máximo que contaban eran de maquillaje, la cámara y su imaginación. A partir de ahí ellos se tenían que buscar la vida, montar la película y ¡hala! Si salía bien, guay, y sino pues no pasaba nada, que entretener la gente se entretendría, total el cine era un bebé en pañales.
Lo que pasa es que en en esta película el experimento les salió bien y lo que obtenemos no es sólo una película de los inicios del cine donde ves la palabra "entrañable" hasta en la sonrisa del galán de la escena. No, lo que obtiene es poesía en estado puro, una poesía inocente, extraña, breve, demasiado breve, donde observas al juego óptico que se establece en el principio, los toscos recursos expresivos de los actores, escenas grotescas que a más de una película gore debió inspirar...
Nada más que decir, es una película que disfrutas y que te encandila. Eso sí, denle al "mute" del portatil, dvd o lo que quieran, porque la BSO (siglo XXI, nada viejo) que se le puso la película es para un suicidio masivo.
Lo que pasa es que en en esta película el experimento les salió bien y lo que obtenemos no es sólo una película de los inicios del cine donde ves la palabra "entrañable" hasta en la sonrisa del galán de la escena. No, lo que obtiene es poesía en estado puro, una poesía inocente, extraña, breve, demasiado breve, donde observas al juego óptico que se establece en el principio, los toscos recursos expresivos de los actores, escenas grotescas que a más de una película gore debió inspirar...
Nada más que decir, es una película que disfrutas y que te encandila. Eso sí, denle al "mute" del portatil, dvd o lo que quieran, porque la BSO (siglo XXI, nada viejo) que se le puso la película es para un suicidio masivo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
- Lo mejor y que pone los pelos de punta es Lucifer al final de la película, todo grande y sucio, malvado y peludo (risas).
2 de agosto de 2019
2 de agosto de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda mitad del siglo XIII. La belleza de Beatriz, una niña real, idealizada o imaginaria de sólo nueve añitos, produce tal impacto en otro niño de parecida edad, Dante Alighieri, que muchos años más tarde le inspiraría una de las obras maestras de la literatura universal: La Divina Comedia.
No sabemos si existió realmente, si sólo la vio, la conoció, la amó, la deseó o mantuvo con ella alguna relación romántica. Algunos indicios la asocian a la hija de un rico banquero. El caso es que es un personaje central del famoso poema, que llena de fe el alma torturada de Dante (el protagonista es el propio poeta) para que éste pueda atravesar el Infierno y el Purgatorio, y posteriormente ascender en el Paraíso.
La Divina Comedia constituyó un tema magnífico en los tiempos en que el cine fue dejando su vestimenta de divertimento superficial para hacerse profundo y culto. Hablamos de 1911. Hablamos más concretamente de Italia. Y ya de una película larga: 1.400 metros de cinta. Más allá de las connotaciones antisemitas de la cinta, interesaba rentabilizar un producto brillante y espectacular para un público ávido de nuevas emociones en la convulsa Europa de la época. Para ello no bastaba con un aprobado. El trabajo, los medios y la técnica debían ser sobresalientes. Interesaba, de paso, alimentar el orgullo —y la unidad— nacional dando vida y movimiento a una de las cimas culturales italianas, una obra literaria compleja y densa, pero con imágenes poderosas, simbólicas y misteriosas, recordadas gracias a cuadros e ilustraciones como las de Gustave Doré. Interesaba utilizar el nuevo medio, también, como vehículo cultural para consumo de masas.
Con ello se ponía en marcha una verdadera industria del cine, y se daba alas a la nueva forma de expresión.
Para que todo cuajara, se ideó una descomunal campaña de promoción, con fotos de algunas escenas impactantes y anuncios, que fue aprovechada por la cara por la productora Helios para lanzar paralelamente una película de igual nombre, "L’Inferno", pero metraje mucho inferior. Tonto el último.
Así y todo, dada la calidad del producto (el largo de Milano Film), rápidamente se proyectó en salas de Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Y aún hoy fascina y seduce.
Hay que decir que la película trata la primera parte de las tres en que se compone la Divina Comedia, dejando de lado el Purgatorio y el Paraíso. Aprovecha el terror, la angustia y la maldad, más cinematográficas, de esta primera parte. No obstante, la película se cierra y la historia adquiere sentido, a pesar de una Beatriz que sólo actúa como intercesora (en el poema su papel de guía para Dante se reserva para el Paraíso y algunos capítulos del Purgatorio). Hay que decir también que algunos de los capítulos de El infierno ya habían sido tratados en otras películas cortas anteriores, como Francesca de Rimini o el conde Ugolino. En El Infierno estas historias son tratadas como flashbacks que nos retrotraen al mundo de los vivos, creando un contrapunto rodado a la perfección.
La película arranca con Dante perdido en la Selva oscura, desde donde divisa una alta cumbre iluminada, que representa su salvación. Se encuentra con los pecados, la avaricia, el orgullo y la lujuria, en forma de una pantera, un león y una loba.
Será Virgilio, el poeta de la Antigua Roma, el que ayude y acompañe a Dante en su odisea infernal.
Sólo hay un plano corto, aún inusual en el lenguaje visual de la época. Pero llama la atención el esmerado detalle de los decorados, naturales o no, con escenografías asombrosas, efectos especiales —superposiciones, stop tricks, juegos de perspectiva…— muy pensados y trabajados. Las ambientaciones están muy conseguidas y los encuadres favorecen la narración, a pesar de la complejidad de los elementos y la variedad y cantidad de personajes puestos en escena.
Al ser una película aún sin sonido, la teatralidad actoral propia de este tipo de cine añade más fuerza al discurso: los aspavientos y las marcadas gesticulaciones nos hacen añorar otras épocas en que la verosimilitud no se abandonaba exclusivamente al virtuosismo digital y técnico, sino en la capacidad artesana de atrapar el subconsciente del espectador y arrastrarlo al propio mundo creado en la filmación. Para ello solamente se contaba con un puñado de recursos estilísticos y dramáticos, y unas tecnologías precarias pero estimuladas con sobredosis de imaginación.
Es tal la fuerza visual desplegada que no es necesaria ninguna música que acompañe la proyección. Es más, puede ser más eficaz el silencio que una música efectista encajada a la fuerza .En cualquier caso, la música de Tangerine Dream que acompaña a una de las versiones no es de lo peor que uno podría esperar.
El infierno de Giuseppe de Liguoro, Francesco Bertolini y Adolfo Padovan es una excelente y recomendable forma de adentrarse en la obra de Dante Alighieri.
No sabemos si existió realmente, si sólo la vio, la conoció, la amó, la deseó o mantuvo con ella alguna relación romántica. Algunos indicios la asocian a la hija de un rico banquero. El caso es que es un personaje central del famoso poema, que llena de fe el alma torturada de Dante (el protagonista es el propio poeta) para que éste pueda atravesar el Infierno y el Purgatorio, y posteriormente ascender en el Paraíso.
La Divina Comedia constituyó un tema magnífico en los tiempos en que el cine fue dejando su vestimenta de divertimento superficial para hacerse profundo y culto. Hablamos de 1911. Hablamos más concretamente de Italia. Y ya de una película larga: 1.400 metros de cinta. Más allá de las connotaciones antisemitas de la cinta, interesaba rentabilizar un producto brillante y espectacular para un público ávido de nuevas emociones en la convulsa Europa de la época. Para ello no bastaba con un aprobado. El trabajo, los medios y la técnica debían ser sobresalientes. Interesaba, de paso, alimentar el orgullo —y la unidad— nacional dando vida y movimiento a una de las cimas culturales italianas, una obra literaria compleja y densa, pero con imágenes poderosas, simbólicas y misteriosas, recordadas gracias a cuadros e ilustraciones como las de Gustave Doré. Interesaba utilizar el nuevo medio, también, como vehículo cultural para consumo de masas.
Con ello se ponía en marcha una verdadera industria del cine, y se daba alas a la nueva forma de expresión.
Para que todo cuajara, se ideó una descomunal campaña de promoción, con fotos de algunas escenas impactantes y anuncios, que fue aprovechada por la cara por la productora Helios para lanzar paralelamente una película de igual nombre, "L’Inferno", pero metraje mucho inferior. Tonto el último.
Así y todo, dada la calidad del producto (el largo de Milano Film), rápidamente se proyectó en salas de Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Y aún hoy fascina y seduce.
Hay que decir que la película trata la primera parte de las tres en que se compone la Divina Comedia, dejando de lado el Purgatorio y el Paraíso. Aprovecha el terror, la angustia y la maldad, más cinematográficas, de esta primera parte. No obstante, la película se cierra y la historia adquiere sentido, a pesar de una Beatriz que sólo actúa como intercesora (en el poema su papel de guía para Dante se reserva para el Paraíso y algunos capítulos del Purgatorio). Hay que decir también que algunos de los capítulos de El infierno ya habían sido tratados en otras películas cortas anteriores, como Francesca de Rimini o el conde Ugolino. En El Infierno estas historias son tratadas como flashbacks que nos retrotraen al mundo de los vivos, creando un contrapunto rodado a la perfección.
La película arranca con Dante perdido en la Selva oscura, desde donde divisa una alta cumbre iluminada, que representa su salvación. Se encuentra con los pecados, la avaricia, el orgullo y la lujuria, en forma de una pantera, un león y una loba.
Será Virgilio, el poeta de la Antigua Roma, el que ayude y acompañe a Dante en su odisea infernal.
Sólo hay un plano corto, aún inusual en el lenguaje visual de la época. Pero llama la atención el esmerado detalle de los decorados, naturales o no, con escenografías asombrosas, efectos especiales —superposiciones, stop tricks, juegos de perspectiva…— muy pensados y trabajados. Las ambientaciones están muy conseguidas y los encuadres favorecen la narración, a pesar de la complejidad de los elementos y la variedad y cantidad de personajes puestos en escena.
Al ser una película aún sin sonido, la teatralidad actoral propia de este tipo de cine añade más fuerza al discurso: los aspavientos y las marcadas gesticulaciones nos hacen añorar otras épocas en que la verosimilitud no se abandonaba exclusivamente al virtuosismo digital y técnico, sino en la capacidad artesana de atrapar el subconsciente del espectador y arrastrarlo al propio mundo creado en la filmación. Para ello solamente se contaba con un puñado de recursos estilísticos y dramáticos, y unas tecnologías precarias pero estimuladas con sobredosis de imaginación.
Es tal la fuerza visual desplegada que no es necesaria ninguna música que acompañe la proyección. Es más, puede ser más eficaz el silencio que una música efectista encajada a la fuerza .En cualquier caso, la música de Tangerine Dream que acompaña a una de las versiones no es de lo peor que uno podría esperar.
El infierno de Giuseppe de Liguoro, Francesco Bertolini y Adolfo Padovan es una excelente y recomendable forma de adentrarse en la obra de Dante Alighieri.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Iracundos o perezosos sumergidos en lodos hirvientes, la pareja Francesca de Rimini y Paulo, entre personajes como Cleopatra, Dido o Helena de Troya, subyugados por el azote de tornados sin fin, avariciosos y derrochadores empujando grandes sacos de riquezas mientras se lanzan reproches unos a otros…
Toda clase de demonios y seres malvados, el Can Cerbero, furias, harpías, feroces mastines negros. El juez Minos, y el dios Plutón. Ulises, Diomedes. El tirano rey Nemrod que construyó la torre de Babel, los gigantes Anteo y Efialtes, éste encadenado eternamente. Personajes como el glotón Giaccio de Florencia, el político Filippo Argenti, enemistado con Dante, el gibelino hereje Farinata degli Uberti, el filósofo Cavalcanti, el político suicida Pier della Vigna, el estafador Ciampolo de Navarra, el traidor Abati, al que Dante arrranca furioso los cabellos, el también traidor fraile Alberigo, congelado para siempre; poetas, estadistas, científicos, filósofos, hombres tibios desterrados del Cielo y del Infierno. Papas con la parte superior del cuerpo enterrada y los pies abrasados. Mahoma, sembrador de discordia, con el pecho desgarrado. Ladrones sumergidos en un río hirviente de pez, blasfemos atacados por serpientes y reptiles, y que acaban convertidos en horrendos animales antropomorfos…
El hipócrita Sumo Sacerdote Caifás crucificado en el suelo mientras pasean sobre él multitud de hipócritas y fariseos con pesadísimos trajes de plomo que relucen por fuera de oro.
El repugnante y atroz castigo del conde Ugolino y el arzobispo Ruggieri, sobrecogedor.
Lástima que se conserve apenas un segundo de la escena de los adivinos caminando con la cara vuelta.
La bella y misteriosa Beatriz, musa del poeta, que envía a Virgilio para salvarlo.
Finalmente nos encontramos a Lucifer, que hiela todo el Infierno moviendo sus enormes alas, una criatura grotesca devoradora de traidores, los mayores pecadores. Los títulos hablan de Casio y Bruto, pero seguramente las atormentadas extremidades que vemos agitarse son las del pecador superlativo: Judas. El único plano corto.
Finalmente, Dante y Virgilio se deslizan por el cuerpo descomunal del ángel maldito, absorto en sus miserias, insertado a todo lo largo de sus cientos de metros en el centro de la tierra, según Dante. No olvidemos que los peldaños de la escala que usan los protagonistas son los pelos de Lucifer.
Y finalmente, tras superar la gruta, Dante y Virgilio observan las estrellas. La segunda parte sería el Purgatorio. Nuestros héroes han salido del infierno.
Toda clase de demonios y seres malvados, el Can Cerbero, furias, harpías, feroces mastines negros. El juez Minos, y el dios Plutón. Ulises, Diomedes. El tirano rey Nemrod que construyó la torre de Babel, los gigantes Anteo y Efialtes, éste encadenado eternamente. Personajes como el glotón Giaccio de Florencia, el político Filippo Argenti, enemistado con Dante, el gibelino hereje Farinata degli Uberti, el filósofo Cavalcanti, el político suicida Pier della Vigna, el estafador Ciampolo de Navarra, el traidor Abati, al que Dante arrranca furioso los cabellos, el también traidor fraile Alberigo, congelado para siempre; poetas, estadistas, científicos, filósofos, hombres tibios desterrados del Cielo y del Infierno. Papas con la parte superior del cuerpo enterrada y los pies abrasados. Mahoma, sembrador de discordia, con el pecho desgarrado. Ladrones sumergidos en un río hirviente de pez, blasfemos atacados por serpientes y reptiles, y que acaban convertidos en horrendos animales antropomorfos…
El hipócrita Sumo Sacerdote Caifás crucificado en el suelo mientras pasean sobre él multitud de hipócritas y fariseos con pesadísimos trajes de plomo que relucen por fuera de oro.
El repugnante y atroz castigo del conde Ugolino y el arzobispo Ruggieri, sobrecogedor.
Lástima que se conserve apenas un segundo de la escena de los adivinos caminando con la cara vuelta.
La bella y misteriosa Beatriz, musa del poeta, que envía a Virgilio para salvarlo.
Finalmente nos encontramos a Lucifer, que hiela todo el Infierno moviendo sus enormes alas, una criatura grotesca devoradora de traidores, los mayores pecadores. Los títulos hablan de Casio y Bruto, pero seguramente las atormentadas extremidades que vemos agitarse son las del pecador superlativo: Judas. El único plano corto.
Finalmente, Dante y Virgilio se deslizan por el cuerpo descomunal del ángel maldito, absorto en sus miserias, insertado a todo lo largo de sus cientos de metros en el centro de la tierra, según Dante. No olvidemos que los peldaños de la escala que usan los protagonistas son los pelos de Lucifer.
Y finalmente, tras superar la gruta, Dante y Virgilio observan las estrellas. La segunda parte sería el Purgatorio. Nuestros héroes han salido del infierno.
6 de octubre de 2011
6 de octubre de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Infierno destaca por sus espectaculares imágenes y sus imaginativas trucas y efectos especiales, que trasladaron al cine de principios de siglo los cuadros que Doré realizó sobre la obra de Dante. La película es una gozada visualmente, aunque no termina de adaptar con acierto la grandeza poética de La divina comedia de Dante, y ese es su principal defecto. Además carece de una linea argumental cinematográfica, y esto convierte su estructura en una serie de escenas cuya única conexión no es otra que el paseo que están dando los protagonistas por el infierno.
A pesar de todo, es de nota haber conseguido realizar tales imágenes en 1911. También es de apreciar su duración de más de una hora, cuando solo se tiene constancia de muy pocas películas que hubiesen rondado esa duración por aquella época.
A pesar de todo, es de nota haber conseguido realizar tales imágenes en 1911. También es de apreciar su duración de más de una hora, cuando solo se tiene constancia de muy pocas películas que hubiesen rondado esa duración por aquella época.
1 de mayo de 2014
1 de mayo de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
L’Inferno (El infierno, 1911) es una de aquellas películas que podemos clasificar perfectamente como producción habitual dentro del cine italiano colosal de la época. La cinematografía italiana se mostró en sus inicios como una ferviente propulsora de películas con carácter histórico (el mismo año en que se estrenó el Inferno se estrenó también Quo Vadis de Enrico Guazzoni), calificadas por la historiografía como cine colosalista. Muchas de ella se basaban en historias sobre la antigüedad romana, o épocas como el renacimiento o el resurgimento, con clara voluntad política para mostrar las grandezas del mundo italiano. El Infierno es quizá un poco diferente, porque está basada en la magnífica y célebre obra del poeta Dante Alighieri, la Divina comedia (sí bien es cierto que se adopta una obra de renombre con intenciones de vender comercialmente la película), sin que exista ningún tipo de enaltecimiento político.
Compuesta por Cincuenta y cuatro rollos, y con una duración realmente sorprendente para la época (un poco más de sesenta minutos), El infierno nos muestra la tendencia que iba a desarrollarse primeramente en el cine italiano, con películas que iban claramente proyectadas hacía cada vez más una duración más prolongada. El cine se iba haciendo adulto y fue en Italia donde dio sus primeros pasos.
El desarrollo es bastante lineal, el poeta Dante desciende a los infiernos, acompañado del clásico Virgilio para salvar a su amada Beatriz. Los interludios textuales de la película se corresponden con trozos de la obra original, que nos indican y señalan el desarrollo para que el espectador comprenda las acciones que está viendo. Muchas de las escenas están inspiradas en la serie de grabados que realizó el artista francés Gustave Doré para ilustrar una reedición del clásico libro (recordemos que el mismo Doré tuvo la ocasión de volver a grabar una serie diabólica, con las ilustraciones que realizaría para la reedición del Paraíso Perdido, de John Milton), lo que reafirma que la película no es una simple colección de escenas, sino que tiene una composición elaborada detrás de muchas de ellas.
El infierno está diseñado para ser un film claramente desarrollado mediante el recurso del Crescendo. Si en la primera parte nos encontramos con un paisaje agreste pero poco diabólico, a medida que avanza la película el paisaje se transforma totalmente, hasta llegar al clímax final, en el que vemos la cara del mismísimo Lucifer. En realidad este desarrollo corresponde con el ideado por Dante en la Divina Comedia, que nos presentaba el infierno como una serie de auténticos anillos concéntricos. Los exteriores están reservados para los pecadores que han cometido actos menos punibles (se llega a presentar a los clásicos que no han podido ir al cielo por su paganismo, pero que tampoco han ido a lo más profundo del infierno porque no cometieron ninguna maldad) mientras que los interiores están dedicados a los pecadores más infames. Los tres que el propio Satanás castiga son Bruto, Casio (ambos culpables de la traición de Julio César) y Judas.
El sentido clásico de Dante queda ciertamente diluido (en la obra, muchas de las personas que Dante colocaba en el infierno eran coetáneos suyos, de tal manera que la obra era también una plataforma perfecta para criticar a personajes que él conocía, incluyendo miembros de la iglesia), con lo que el poder de la película reside en algunos de sus secuencias de tortura, en su poética y el diseño visual de diversas escenas.
La narración, como ya comentaba anteriormente, no está hecha para mostrar un argumento discursivo, sino que está realizada exclusivamente para mostrarnos la potencia visual del film. A medida que avanzamos en el metraje, la obra va mostrándonos secuencias muy sugerentes, en la que vemos a los pecadores envueltos en una brumosa niebla mientras se agitan convulsionados. Esta poética del “desnudo” (no sólo por los cuerpos, sino porque el mismo paisaje parece escogido por estar totalmente yermo) confecciona una atmósfera realmente singular. El infierno tiene muy pocas semejanzas con otras películas históricas de la misma década. Gran parte del film está basado en diversos trucajes, efectos especiales que diríamos hoy, que beben en gran medida del cine de George Mélies. Trucos como cabezas que desaparecen, repetición de figuras, nieblas creadas mediante artificios..
Demonológicamente la película sigue durante muchos minutos la iconografía tradicional. Minos (el guardián del infierno según la obra de Dante; como vemos, la obra literaria ya nos deja marcado el carácter mitológico y religioso que encontramos combinado también en la película) uno de los primeros seres que guarda la entrada al infierno, apenas se nos presenta con un maquillaje que reviste su piel de un tono rojizo. Y esta será en realidad una de las tónicas constantes en la película. Muchos de los demonios siguientes que irán apareciendo estarán diseñados visualmente de la misma manera (a lo máximo que se llega es a colocar un par de alas en su espalda). Aún así, a medida que avanza la película, gracias a la acumulación de estas figuras (en cierta secuencia llegan a acaparar casi la totalidad de la pantalla) se produce una tensión muy interesante. De todas maneras, y pese a que El Inferno va un paso más allá que las películas de Mélies, no se llega a exhibir una imagen demoníaca realmente rompedora, sino que se sigue con los esquemas tradicionales. Como ejemplo sintomático tenemos la cabeza final de Lucifer, que paradójicamente tiene cierto parecido con el propio cineasta francés.
http://neokunst.wordpress.com/2014/05/01/linferno-1911/
Compuesta por Cincuenta y cuatro rollos, y con una duración realmente sorprendente para la época (un poco más de sesenta minutos), El infierno nos muestra la tendencia que iba a desarrollarse primeramente en el cine italiano, con películas que iban claramente proyectadas hacía cada vez más una duración más prolongada. El cine se iba haciendo adulto y fue en Italia donde dio sus primeros pasos.
El desarrollo es bastante lineal, el poeta Dante desciende a los infiernos, acompañado del clásico Virgilio para salvar a su amada Beatriz. Los interludios textuales de la película se corresponden con trozos de la obra original, que nos indican y señalan el desarrollo para que el espectador comprenda las acciones que está viendo. Muchas de las escenas están inspiradas en la serie de grabados que realizó el artista francés Gustave Doré para ilustrar una reedición del clásico libro (recordemos que el mismo Doré tuvo la ocasión de volver a grabar una serie diabólica, con las ilustraciones que realizaría para la reedición del Paraíso Perdido, de John Milton), lo que reafirma que la película no es una simple colección de escenas, sino que tiene una composición elaborada detrás de muchas de ellas.
El infierno está diseñado para ser un film claramente desarrollado mediante el recurso del Crescendo. Si en la primera parte nos encontramos con un paisaje agreste pero poco diabólico, a medida que avanza la película el paisaje se transforma totalmente, hasta llegar al clímax final, en el que vemos la cara del mismísimo Lucifer. En realidad este desarrollo corresponde con el ideado por Dante en la Divina Comedia, que nos presentaba el infierno como una serie de auténticos anillos concéntricos. Los exteriores están reservados para los pecadores que han cometido actos menos punibles (se llega a presentar a los clásicos que no han podido ir al cielo por su paganismo, pero que tampoco han ido a lo más profundo del infierno porque no cometieron ninguna maldad) mientras que los interiores están dedicados a los pecadores más infames. Los tres que el propio Satanás castiga son Bruto, Casio (ambos culpables de la traición de Julio César) y Judas.
El sentido clásico de Dante queda ciertamente diluido (en la obra, muchas de las personas que Dante colocaba en el infierno eran coetáneos suyos, de tal manera que la obra era también una plataforma perfecta para criticar a personajes que él conocía, incluyendo miembros de la iglesia), con lo que el poder de la película reside en algunos de sus secuencias de tortura, en su poética y el diseño visual de diversas escenas.
La narración, como ya comentaba anteriormente, no está hecha para mostrar un argumento discursivo, sino que está realizada exclusivamente para mostrarnos la potencia visual del film. A medida que avanzamos en el metraje, la obra va mostrándonos secuencias muy sugerentes, en la que vemos a los pecadores envueltos en una brumosa niebla mientras se agitan convulsionados. Esta poética del “desnudo” (no sólo por los cuerpos, sino porque el mismo paisaje parece escogido por estar totalmente yermo) confecciona una atmósfera realmente singular. El infierno tiene muy pocas semejanzas con otras películas históricas de la misma década. Gran parte del film está basado en diversos trucajes, efectos especiales que diríamos hoy, que beben en gran medida del cine de George Mélies. Trucos como cabezas que desaparecen, repetición de figuras, nieblas creadas mediante artificios..
Demonológicamente la película sigue durante muchos minutos la iconografía tradicional. Minos (el guardián del infierno según la obra de Dante; como vemos, la obra literaria ya nos deja marcado el carácter mitológico y religioso que encontramos combinado también en la película) uno de los primeros seres que guarda la entrada al infierno, apenas se nos presenta con un maquillaje que reviste su piel de un tono rojizo. Y esta será en realidad una de las tónicas constantes en la película. Muchos de los demonios siguientes que irán apareciendo estarán diseñados visualmente de la misma manera (a lo máximo que se llega es a colocar un par de alas en su espalda). Aún así, a medida que avanza la película, gracias a la acumulación de estas figuras (en cierta secuencia llegan a acaparar casi la totalidad de la pantalla) se produce una tensión muy interesante. De todas maneras, y pese a que El Inferno va un paso más allá que las películas de Mélies, no se llega a exhibir una imagen demoníaca realmente rompedora, sino que se sigue con los esquemas tradicionales. Como ejemplo sintomático tenemos la cabeza final de Lucifer, que paradójicamente tiene cierto parecido con el propio cineasta francés.
http://neokunst.wordpress.com/2014/05/01/linferno-1911/
7 de marzo de 2011
7 de marzo de 2011
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues eso. La verdad es que pude ver la peli del tirón. Tiene unos efectos visuales y una escenografía que no la hubiera esperado en la era del pleistocine. Es bastante fiel y engancha, lo que es un mérito nada despreciable para una película que solo me interesaba como documento histórico.
Tiene muchos fallos, por supuesto, pero soy muy indulgente con las obras antiguas. Lo que no tiene perdón de Dios es la infecta música. Pega con la película igual que una canción de Iron Maiden con un corto de Chaplin. Igual alguien tendría que haber dicho que el estilo "Enya" no casa con un ambiente infernal. Igual no sabían lo que era el infierno. No sé.
Tiene muchos fallos, por supuesto, pero soy muy indulgente con las obras antiguas. Lo que no tiene perdón de Dios es la infecta música. Pega con la película igual que una canción de Iron Maiden con un corto de Chaplin. Igual alguien tendría que haber dicho que el estilo "Enya" no casa con un ambiente infernal. Igual no sabían lo que era el infierno. No sé.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here