Cuerpo de élite
2016 

3.8
8,695
Comedia. Acción
Comedia de acción que nos presenta al Cuerpo de Élite, servicio secreto español. Tras la trágica muerte de sus miembros, el cuerpo recluta a un nuevo grupo de agentes que deberán dar con un loco terrorista que se ha hecho con una vieja bomba sumergida en la playa de Palomares (Almería) donde, recordemos, en 1966 un bombardero estadounidense que transportaba armas nucleares cayó sobre la costa del Mediterráneo. (FILMAFFINITY)
14 de septiembre de 2016
14 de septiembre de 2016
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Joaquín Mazón dirige su primera película poniendo en cabeza de cartel a Miki Esparbé y María León. Ellos son una guardia civil y un agente de movilidad de Madrid. A ellos se les unirá Jordi Sánchez, el mosso d'esquadra, Joaquín Agirregomezkorta, el ertzaintza y Juan Carlos Aduviri, el legionario nacionalista ecuatoriano. Como imaginaréis, CUERPO DE ÉLITE bebe de comedias como 8 apellidos Vascos y su secuela, 8 apellidos catalanes, y aunque no soy fan de ninguna, la película de Mazón está claramente por debajo. Y eso es muy grave.
El ministro, Carlos Areces (él siempre cumple), monta un cuerpo para situaciones especiales, de ahí nace el cuerpo de élite. El original ha caído y ha de buscar nuevos miembros, y qué mejor que reclutar a lo mejor de lo mejor de cada comunidad. Una vez juntos, los cinco han de pasar por un entrenamiento donde se encuentran con instructores como Robert Bodegas, un gallego que lleva al extremo eso de hacerse el sueco como rasgo comunitario. Como imaginaréis, CUERPO DE ÉLITE está plagado de chistes fáciles sobre comunidades autónomas y demás: los gallegos y sus indecisiones, el catalán y el dinero, el vasco independentista que rompe piedras con los huevos y un largo etcétera que prefiero ahorrarme.
El guión, además, no da para mucho, y cuando más se complica la cosa es cuando más se le ven las costuras. En escenas de acción tiran de bajo prespuesto, dinero que podrían haberse ahorrado de Silvia Abril, porque su personaje es del todo innecesario, además de ridículo. CUERPO DE ÉLITE depende mucho de lo bajo que tenga el sentido del humor el espectador, algo que habla por sí solo. En alguna que otra comedia ya mencionada os reiréis más que con esta, llegando incluso a sentir vergüenza ajena con según qué chistes. Lo dicho, tres gags buenos, dos chistes decentes y para casa. Dos días después no sabréis ni cómo se llamaba la película.
Miki Esparbé y María León son los protagonistas, obviamente porque son la pareja de la película, algo construído con prisas, sin ningún tipo de complicidad y carente de interés para la trama. Forzados en todo momento, como la mayoría de chistes. El ertzaina pasa desapercibido, Jordi Sánchez tiene alguna caída buena (más que nada porque es inevitable pensar en él como Recio) y el legionario ecuatoriano podría tener los mejores puntazos de la película, aunque he tenido la sensación de que no encajaba en ningún momento.
El sucesor espiritual de las películas de Emilio Martínez-Lázaro se queda sin despegar en una película absurda que deja al espectador fuera de lugar en muchas ocasiones, y lo peor es que este ya no vuelve. Podría haber aspirado a más, la idea no era mala, aunque un guión pésimo y las prisas por sacar el producto han hecho una película sin alma. Sin alma pero con una buena recaudación, porque en España somos así y nos van las pelis costumbristas, así nos reímos del vecino y un poco de nosotros mismos. Lástima que los chistes y gags no funcionen en el noventa por ciento del filme.
El ministro, Carlos Areces (él siempre cumple), monta un cuerpo para situaciones especiales, de ahí nace el cuerpo de élite. El original ha caído y ha de buscar nuevos miembros, y qué mejor que reclutar a lo mejor de lo mejor de cada comunidad. Una vez juntos, los cinco han de pasar por un entrenamiento donde se encuentran con instructores como Robert Bodegas, un gallego que lleva al extremo eso de hacerse el sueco como rasgo comunitario. Como imaginaréis, CUERPO DE ÉLITE está plagado de chistes fáciles sobre comunidades autónomas y demás: los gallegos y sus indecisiones, el catalán y el dinero, el vasco independentista que rompe piedras con los huevos y un largo etcétera que prefiero ahorrarme.
El guión, además, no da para mucho, y cuando más se complica la cosa es cuando más se le ven las costuras. En escenas de acción tiran de bajo prespuesto, dinero que podrían haberse ahorrado de Silvia Abril, porque su personaje es del todo innecesario, además de ridículo. CUERPO DE ÉLITE depende mucho de lo bajo que tenga el sentido del humor el espectador, algo que habla por sí solo. En alguna que otra comedia ya mencionada os reiréis más que con esta, llegando incluso a sentir vergüenza ajena con según qué chistes. Lo dicho, tres gags buenos, dos chistes decentes y para casa. Dos días después no sabréis ni cómo se llamaba la película.
Miki Esparbé y María León son los protagonistas, obviamente porque son la pareja de la película, algo construído con prisas, sin ningún tipo de complicidad y carente de interés para la trama. Forzados en todo momento, como la mayoría de chistes. El ertzaina pasa desapercibido, Jordi Sánchez tiene alguna caída buena (más que nada porque es inevitable pensar en él como Recio) y el legionario ecuatoriano podría tener los mejores puntazos de la película, aunque he tenido la sensación de que no encajaba en ningún momento.
El sucesor espiritual de las películas de Emilio Martínez-Lázaro se queda sin despegar en una película absurda que deja al espectador fuera de lugar en muchas ocasiones, y lo peor es que este ya no vuelve. Podría haber aspirado a más, la idea no era mala, aunque un guión pésimo y las prisas por sacar el producto han hecho una película sin alma. Sin alma pero con una buena recaudación, porque en España somos así y nos van las pelis costumbristas, así nos reímos del vecino y un poco de nosotros mismos. Lástima que los chistes y gags no funcionen en el noventa por ciento del filme.
27 de agosto de 2016
27 de agosto de 2016
17 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Efectiva película de acción y comedia como cualquier serie de éxito televisiva como La que se avecina, gustará al gran público. A diferencia de la segunda peli de 8 apellidos, con esta sí te ríes.
Muy original el planteamiento de diferentes cuerpos de seguridad, enfrentando partes del estado, aunque se podría haber aprovechado más.
p.d: no hagáis caso a los cuñados que os dicen que no vayáis a ver una película, es poco probable que ellos hayan ido si no son capaces de desarrollar ni un mínimo argumento que describa la película y solo hablan de ellos mismos y de lo supuesto valioso que es su tiempo, jajaja
Muy original el planteamiento de diferentes cuerpos de seguridad, enfrentando partes del estado, aunque se podría haber aprovechado más.
p.d: no hagáis caso a los cuñados que os dicen que no vayáis a ver una película, es poco probable que ellos hayan ido si no son capaces de desarrollar ni un mínimo argumento que describa la película y solo hablan de ellos mismos y de lo supuesto valioso que es su tiempo, jajaja
20 de septiembre de 2016
20 de septiembre de 2016
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
No, si al final va a resultar que el análisis político más penetrante a la par que esperanzador viene en forma de comedia descerebrada y bastante roma.
Pues creo que sí. Si "Los ocho apellidos vascos" fue la demostración de que el puebloespañol (todo unido que está en su querer) necesita consuelo y alegría tras cuatro décadas de atroz guirigay autonómico y monstruoso canto al más primario, primitivo y cutre, también paleto, "qué hay de lo mío", cuanto más local mejor, esta bobada que nos ocupa en estas líneas sobrantes (siempre lo son) también, sigue la senda, repite fórmula y sentido, otra vez el mismo mensaje/menaje conciliador, soleado y buenista.
Resumo y concentro: que todos somos hermanos y que España es una (o varias, o muchas, o alguna, quizás ninguna, entelequia flotante o concreta masa histórico-política, tú eliges y si ganas te damos una bandera nacional y un himno con letra recién hecha por un comité de sabios, poetas y cantantes, todos nacidos en democracia, sin el peso ominoso, huella indeleble, del franquismo sobre sus espaldas, con un RH negativo y sin ningún antepasado que jamás de los jamases hubiese tenido nada que ver, ni siquiera imaginado, con cualquier resbalón facha o engendro parecido), grande (en sus muchos trozos, particiones, regiones, localidades, naciones, partes, remiendos, segmentos, comunidades, autonomías, congresos, palacios, castillos, marquesados, países, sectores, vectores, estados, pedanías, pocilgas, comarcas, alcaldías, diputaciones, concejalías, pueblos, campos, senados, establos, ciudades, bingos, plazas, mancomunidades y tablados), y libre (a ratos, a cachos y a nódulos, quizás más espacial que sentimental o moralmente, complejo asunto que ahora aparco ante la urgencia de otros mayores y más presurosos, aquellos que requieren de mi afilada pluma con más denuedo), vamos, que aunque seamos muy diferentes en la forma (tanto tonto tópico que sirve para hacer chiste fácil y que así ría toda la puta platea), en el fondo somos igualitos y nos queremos a morir y nos necesitamos y nos ayudamos más o menos cuando hace falta y el sol algo aprieta y la cosecha es rala y así queremos estar por los siglos de los siglos amén.
Con el constante aceite engrasante del amor y el tres en uno de la amistad verdadera. Aquí la pareja la forman Madrid y Andalucía, centro y esencia del alma española, mejorando lo presente, que son acompañados y arropados en/al altar, boda nacional mediante, por los simpáticos y queridos, los periféricos pero no por ello menos importantes y trascendentales en nuestro devenir histórico, vascos y catalanes. Con la guinda del pastel ecuatoriana (valga como representante querido de todos los hispanoamericanos que aportaron savia nueva, vivificante, a nuestra sangre tan añeja y renqueante, y que como él fueron tan bien acogidos entre nosotros). Súmale un gallego (no podía faltar, cuentan también mucho) implacable e incansable y una murciana que pueda valer como epítome de todo el resto (todos sustanciales y esenciales pero que en este corto caso no cabían). Y ya está la ensalada nacional, el mapa entero de la concordia y el proyecto común, directos al cielo.
Lo que ha unido la comedia patria que no lo separe el hombre, más bien él, el político* (ese espécimen mutado y mutante, alien pavoroso, eslabón perdido de la raza, fallo pérfido y contumaz), que queda claro que es el mal absoluto, el malo, el enemigo, el otro, el horror. Miserable, gran Areces, oportunista y traidor.
Quizás lo único malo sea que la película es muy floja, muy pobre, muy tópica y con poca gracia. Recurre a lo obvio y aburre bastante. Se salva un poco por la buena intención general, por la salud de hierro (reírse de todos y de todo, ahí andamos, con cariño y buen rollo) y por cuatro o cinco gracias bien puestas (probablemente sea el ecuatoriano el más simpático y cachondo. Y tal vez la Abril, exagerada como siempre, bien).
Ya tenemos la nueva formación del espíritu nacional, democrático y abierto, como Dios manda. Y además con guasa. No se puede pedir más. Solo desear que se llenen las salas, se forren los productores y esta moda político identitaria circense se convierta en plaga tan grande que obligue a los gerifaltes que nos saquean a modo, cada día y sin freno, que nos guían al abismo de Hamelín con tanta desvergüenza, cutrez y mala baba, digo, que a ver si se enteran y se dejan de miserias microscópicas, arriman el hombro, se quitan prebendas y ya, si eso, nos hartamos de reír todos (con y de ellos), y acaban pensando en esa cosa tan bonita, tal idea platónico, como pudieran ser la verdad y la belleza, que dice llamarse el bien general.
Pues creo que sí. Si "Los ocho apellidos vascos" fue la demostración de que el puebloespañol (todo unido que está en su querer) necesita consuelo y alegría tras cuatro décadas de atroz guirigay autonómico y monstruoso canto al más primario, primitivo y cutre, también paleto, "qué hay de lo mío", cuanto más local mejor, esta bobada que nos ocupa en estas líneas sobrantes (siempre lo son) también, sigue la senda, repite fórmula y sentido, otra vez el mismo mensaje/menaje conciliador, soleado y buenista.
Resumo y concentro: que todos somos hermanos y que España es una (o varias, o muchas, o alguna, quizás ninguna, entelequia flotante o concreta masa histórico-política, tú eliges y si ganas te damos una bandera nacional y un himno con letra recién hecha por un comité de sabios, poetas y cantantes, todos nacidos en democracia, sin el peso ominoso, huella indeleble, del franquismo sobre sus espaldas, con un RH negativo y sin ningún antepasado que jamás de los jamases hubiese tenido nada que ver, ni siquiera imaginado, con cualquier resbalón facha o engendro parecido), grande (en sus muchos trozos, particiones, regiones, localidades, naciones, partes, remiendos, segmentos, comunidades, autonomías, congresos, palacios, castillos, marquesados, países, sectores, vectores, estados, pedanías, pocilgas, comarcas, alcaldías, diputaciones, concejalías, pueblos, campos, senados, establos, ciudades, bingos, plazas, mancomunidades y tablados), y libre (a ratos, a cachos y a nódulos, quizás más espacial que sentimental o moralmente, complejo asunto que ahora aparco ante la urgencia de otros mayores y más presurosos, aquellos que requieren de mi afilada pluma con más denuedo), vamos, que aunque seamos muy diferentes en la forma (tanto tonto tópico que sirve para hacer chiste fácil y que así ría toda la puta platea), en el fondo somos igualitos y nos queremos a morir y nos necesitamos y nos ayudamos más o menos cuando hace falta y el sol algo aprieta y la cosecha es rala y así queremos estar por los siglos de los siglos amén.
Con el constante aceite engrasante del amor y el tres en uno de la amistad verdadera. Aquí la pareja la forman Madrid y Andalucía, centro y esencia del alma española, mejorando lo presente, que son acompañados y arropados en/al altar, boda nacional mediante, por los simpáticos y queridos, los periféricos pero no por ello menos importantes y trascendentales en nuestro devenir histórico, vascos y catalanes. Con la guinda del pastel ecuatoriana (valga como representante querido de todos los hispanoamericanos que aportaron savia nueva, vivificante, a nuestra sangre tan añeja y renqueante, y que como él fueron tan bien acogidos entre nosotros). Súmale un gallego (no podía faltar, cuentan también mucho) implacable e incansable y una murciana que pueda valer como epítome de todo el resto (todos sustanciales y esenciales pero que en este corto caso no cabían). Y ya está la ensalada nacional, el mapa entero de la concordia y el proyecto común, directos al cielo.
Lo que ha unido la comedia patria que no lo separe el hombre, más bien él, el político* (ese espécimen mutado y mutante, alien pavoroso, eslabón perdido de la raza, fallo pérfido y contumaz), que queda claro que es el mal absoluto, el malo, el enemigo, el otro, el horror. Miserable, gran Areces, oportunista y traidor.
Quizás lo único malo sea que la película es muy floja, muy pobre, muy tópica y con poca gracia. Recurre a lo obvio y aburre bastante. Se salva un poco por la buena intención general, por la salud de hierro (reírse de todos y de todo, ahí andamos, con cariño y buen rollo) y por cuatro o cinco gracias bien puestas (probablemente sea el ecuatoriano el más simpático y cachondo. Y tal vez la Abril, exagerada como siempre, bien).
Ya tenemos la nueva formación del espíritu nacional, democrático y abierto, como Dios manda. Y además con guasa. No se puede pedir más. Solo desear que se llenen las salas, se forren los productores y esta moda político identitaria circense se convierta en plaga tan grande que obligue a los gerifaltes que nos saquean a modo, cada día y sin freno, que nos guían al abismo de Hamelín con tanta desvergüenza, cutrez y mala baba, digo, que a ver si se enteran y se dejan de miserias microscópicas, arriman el hombro, se quitan prebendas y ya, si eso, nos hartamos de reír todos (con y de ellos), y acaban pensando en esa cosa tan bonita, tal idea platónico, como pudieran ser la verdad y la belleza, que dice llamarse el bien general.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
* Le llamaban Boyero, ¿posible y espeluznante alusión a nuestro crítico más señero, tal vez una aterradora mezcla de crítico y político, aberrante engendro nacido de mente perversa con el único fin de amedrentarnos o pura casualidad que a nada obedece más que al voluble azar o la supina estupidez?...
5 de septiembre de 2016
5 de septiembre de 2016
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me creo que escribiesen el guion antes de '8 Apellidos vascos', esto es uno mas de los intentos de arañar la espuma de un éxito antes de que se diluya del todo. Al calor del éxito de aquella ya salió una secuela, una serie de televisión, una obra de teatro y ahora esto, camuflado en versión policial, pero mas de lo mismo: reírse de y manosear los tópicos de las regiones españolas. Supongo que lo siguiente será una peli de jubilados de todas las regiones que se meten en un crucero. Cuando la estás viendo, parece que es una comedia...pero luego hay escenas de acción tan penosas y situaciones tan ridículas que piensas que es una parodia... y al final acaba siendo parodia de sí mismo. Hay cosas lamentables, comentarios supuestamente graciosos que están ya muy vistos, y a ratos logran algún momento en que solté verdaderas carcajadas... pero el conjunto... el resultado... pobre pobre pobre... para pagar en el Dia del Espectador y parecerá caro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Para mi de las cosas mas logradas fue ese invento que se pone en la garganta y cambia los acentos nacionales, una genialidad, y personajes como el de la murciana (que si has tenido conocidos muy murcianicos llorarás de risa con el acento, con todos mis respetos) y lo surrealista que es ver a un gallego traduciendo a la murciana.
Algunos gags estuvieron bien, pero el 70% muy manido y previsible.
La aparición de Silvia Abril en esa silla hizo ya que la peli pareciese una mala pelicula de personajes de comic, o el ministro volando por los aires con la bomba... en fin... cosas que de poco creíbles hacen que la peli acaba siendo algo poco definido... ¿comedia, parodia, de todo un poco?
Algunos gags estuvieron bien, pero el 70% muy manido y previsible.
La aparición de Silvia Abril en esa silla hizo ya que la peli pareciese una mala pelicula de personajes de comic, o el ministro volando por los aires con la bomba... en fin... cosas que de poco creíbles hacen que la peli acaba siendo algo poco definido... ¿comedia, parodia, de todo un poco?
28 de agosto de 2016
28 de agosto de 2016
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
No, definitivamente no es como la película de Rovira, Lago, Elejalde y compañía. Bueno, de hecho su secuela tampoco lo fue, pero en esta 'Cuerpo de élite' había esperanzas de lograr otro buen resultado con el mismo sistema, y la verdad es que el producto, aunque no es del todo desechable, queda muy lejos de su referente. Materia prima había para hacer algo mejor, sin duda.
Cosas positivas hay, por supuesto, la introducción del protagonista con la versión de 'Pongamos que hablo de Madrid' del grupo Porretas, el enlace-guiño con la canción de Mecano 'Un año más', algunas escenas simpáticas, sobre todo usando los tópicos autonómicos. Y en el plano actoral, o de los personajes, destacar a Carlos Areces y Joaquín Reyes. Reconozco que la película me ha hecho reir en más de una ocasión y que en general se ve sin problemas sin resultar aburrida.
Pero el gran problema es que es muy tópica aparte de los tópicos. No me refiero en los aspectos del vasco antiespañol etarra, ni de la andaluza capillita y flamenca, ni nada de eso. Me refiero a que el protagonista tenga que ser el personaje que puede dar menos como si se tuviese miedo de que algún secundario con más sustancia pudiera quedar en menos si se le da más protagonismo, por ejemplo, o también que la mejor miembro del grupo (ya sea disparando, practicando artes marciales, etc.) sea la mujer. Esas son cosas ya muy vistas y que más que sorpresa o simpatía causan hartazgo y hasta antipatía por lo forzado que puede llegar a resultar.
De las peores cosas que se puede decir de una película es que resulta forzada, y desgraciadamente 'Cuerpo de élite' resulta bastante forzada, en situaciones y en el comportamiento de sus personajes, e incluso en cameos. Lástima.
Y Jordi Sánchez para bien o para mal ya está estigmatizado como Antonio Recio, y personalmente pienso que igualar ese personaje es muy difícil. Mucha suerte en el intento Jordi.
Cosas positivas hay, por supuesto, la introducción del protagonista con la versión de 'Pongamos que hablo de Madrid' del grupo Porretas, el enlace-guiño con la canción de Mecano 'Un año más', algunas escenas simpáticas, sobre todo usando los tópicos autonómicos. Y en el plano actoral, o de los personajes, destacar a Carlos Areces y Joaquín Reyes. Reconozco que la película me ha hecho reir en más de una ocasión y que en general se ve sin problemas sin resultar aburrida.
Pero el gran problema es que es muy tópica aparte de los tópicos. No me refiero en los aspectos del vasco antiespañol etarra, ni de la andaluza capillita y flamenca, ni nada de eso. Me refiero a que el protagonista tenga que ser el personaje que puede dar menos como si se tuviese miedo de que algún secundario con más sustancia pudiera quedar en menos si se le da más protagonismo, por ejemplo, o también que la mejor miembro del grupo (ya sea disparando, practicando artes marciales, etc.) sea la mujer. Esas son cosas ya muy vistas y que más que sorpresa o simpatía causan hartazgo y hasta antipatía por lo forzado que puede llegar a resultar.
De las peores cosas que se puede decir de una película es que resulta forzada, y desgraciadamente 'Cuerpo de élite' resulta bastante forzada, en situaciones y en el comportamiento de sus personajes, e incluso en cameos. Lástima.
Y Jordi Sánchez para bien o para mal ya está estigmatizado como Antonio Recio, y personalmente pienso que igualar ese personaje es muy difícil. Mucha suerte en el intento Jordi.
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