Secretos y mentiras
1996 

7.7
15,821
15 de junio de 2013
15 de junio de 2013
36 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia de una mujer de mediana edad de buen corazón pero con la autoestima por los suelos sirve a Leigh para firmar esta obra maestra de reencuentros, búsquedas, heridas sin cicatrizar, frustración, culpa, vergüenza, fracaso y, por encima de todo ésto, ganas de llegar a la luz que se adivina al final de un túnel.
Con la sólida base de unas interpretaciones memorables, empezando por la actriz que da vida a Cyntia Purley, Brenda Blethyn, el director británico nos introduce poco a poco en las vidas de los protagonistas hasta conseguir que tengamos la sensación de que no estamos viendo una película, sino que estamos en el jardín o en el salón compartiendo emociones con los personajes del film.
La música, de cuerdas y de viento, subraya la soledad y la tristeza de los personajes; pero sabe cambiar magistralmente a composiciones de aire festivo para subrayar los momentos de satisfacción. El elenco de actores, como ya dije, es magistral, sobre todo los hermanos, Cyntia (Brenda Blethyn) y Maurice (Timothy Spall), y la dirección de Leigh consigue dotar al film de una naturalidad y de una espontaneidad pocas veces vista en la pantalla.
Y es que hasta esa humilde mujer de mediana edad con la autoestima por los suelos merece una segunda oportunidad para perdonarse, aprender a quererse y poder buscar un pedacito de felicidad.
Con la sólida base de unas interpretaciones memorables, empezando por la actriz que da vida a Cyntia Purley, Brenda Blethyn, el director británico nos introduce poco a poco en las vidas de los protagonistas hasta conseguir que tengamos la sensación de que no estamos viendo una película, sino que estamos en el jardín o en el salón compartiendo emociones con los personajes del film.
La música, de cuerdas y de viento, subraya la soledad y la tristeza de los personajes; pero sabe cambiar magistralmente a composiciones de aire festivo para subrayar los momentos de satisfacción. El elenco de actores, como ya dije, es magistral, sobre todo los hermanos, Cyntia (Brenda Blethyn) y Maurice (Timothy Spall), y la dirección de Leigh consigue dotar al film de una naturalidad y de una espontaneidad pocas veces vista en la pantalla.
Y es que hasta esa humilde mujer de mediana edad con la autoestima por los suelos merece una segunda oportunidad para perdonarse, aprender a quererse y poder buscar un pedacito de felicidad.
30 de agosto de 2006
30 de agosto de 2006
25 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas más alabadas por la crítica de los últimos años, un drama realista, humano y familiar en el que se pone un argumento sencillo (una familia británica en la que una madre soltera ha ocultado a su hija la existencia de una hermana, además de color) al servicio de unos actores estupendos que sin llegar a ser ni histriónicos ni reiterativos logran transformar todo ello en notable veracidad y sentimientos.
Sin duda merece Leigh con esta película el reconocimiento que le negué en la inenarrable y aún así prestigiosa "Naked (Indefenso)". Estamos ante un film sobre la mediocridad actual del ser humano, sobre la facilidad de éste para la mentira y la dificultad para ser sinceros y verdaderos desde el principio, la fragilidad de la vida, de la felicidad.
Es sobria, de "hablar mucho y bien", todas las escenas, por intrascendentes que parezcan dicen algo, hay un "crescendo" emocional, dramático, humano lógico. Es un análisis frío pese a su apariencia visceral y emotiva, de la institución familiar británica, y por extensión diría yo europea y anglosajona, preñada de secretos y mentiras, dónde todos sufren y lloran a la luz del día o a oscuras, dónde todos ocultan algo que les hace un daño interior que se disimula pero que inexcusablemente acaba, por lógica, saliendo a flote. Es una película que nos dice mucho. A casi todos.
Sin duda merece Leigh con esta película el reconocimiento que le negué en la inenarrable y aún así prestigiosa "Naked (Indefenso)". Estamos ante un film sobre la mediocridad actual del ser humano, sobre la facilidad de éste para la mentira y la dificultad para ser sinceros y verdaderos desde el principio, la fragilidad de la vida, de la felicidad.
Es sobria, de "hablar mucho y bien", todas las escenas, por intrascendentes que parezcan dicen algo, hay un "crescendo" emocional, dramático, humano lógico. Es un análisis frío pese a su apariencia visceral y emotiva, de la institución familiar británica, y por extensión diría yo europea y anglosajona, preñada de secretos y mentiras, dónde todos sufren y lloran a la luz del día o a oscuras, dónde todos ocultan algo que les hace un daño interior que se disimula pero que inexcusablemente acaba, por lógica, saliendo a flote. Es una película que nos dice mucho. A casi todos.
6 de junio de 2006
6 de junio de 2006
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Multipremiada película, todo un clásico de los 90, que consigue convertir los acontecimientos cotidianos de una familia más o menos convencional en un recital interpretativo en el que todos los personajes dan lo mejor de sí mismos, tanto en su construcción, como en su interpretación, con una naturalidad desconcertante, a pesar de lo que se les avecina.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Un día cualquiera, te despiertas pensando que tienes que encontrar a tu madre biológica. Es posible que tu madre, que trabaja en una fábrica recortando cartones, no quiera saber nada de ti, pero a pesar de todo, tú decides seguir adelante. Es posible también que tu madre ya tenga otra hija, que trabaja para el Ayuntamiento, en realidad en el Servicio de limpieza, y que la incomunicación entre ellas sea total. A pesar de todo, tu madre le sigue llamando tesoro.
Probablemente tu madre tiene un hermano que es fotógrafo, y que siempre intenta arrancar una sonrisa de los personajes que posan para él. Tal vez piensa que en sus vidas no abundan las ocasiones para sonreír.
La mujer del hermano de tu madre, es posible que guarde un secreto, y que ese secreto se haya vuelto en su contra hace mucho tiempo, consiguiendo que ella haga la vida imposible hasta a su propio marido, que la quiere a muerte, y que la ofrece una copa de vino cuando entra en casa de vuelta del trabajo.
A Maurice le encanta hacer barbacoas y solucionar conflictos.
Es posible que a tu madre y a su hija les inviten con motivo del 21 cumpleaños de esta última, a la casa de su hermano y su mujer, para celebrar una barbacoa. Y que tu madre decida llevarte a ti también, y presentarte como una compañera de la fábrica.
De repente, sin poder evitarlo, cuando tú vayas al baño, tesoro, a desahogarte de la tensión acumulada, tu madre va a aprovechar para descubrir a los demás quién eres, decirles que te llamas Hortense, que tienes estudios superiores, y que no sabe si tu padre fue una buena persona.
Seguramente, tu hermanastra saldrá corriendo, llevándose a su novio, que trabaja en andamiajes, un oficio con mucho riesgo, hasta que llegue Maurice a convencerla de que la realidad es la que es y cuanto antes se acepte, mejor para todos.
Es posible que tu madre, tu hermanastra y tú, toméis el té en el jardín mientras pensáis que todo es muy raro.
Probablemente tu madre tiene un hermano que es fotógrafo, y que siempre intenta arrancar una sonrisa de los personajes que posan para él. Tal vez piensa que en sus vidas no abundan las ocasiones para sonreír.
La mujer del hermano de tu madre, es posible que guarde un secreto, y que ese secreto se haya vuelto en su contra hace mucho tiempo, consiguiendo que ella haga la vida imposible hasta a su propio marido, que la quiere a muerte, y que la ofrece una copa de vino cuando entra en casa de vuelta del trabajo.
A Maurice le encanta hacer barbacoas y solucionar conflictos.
Es posible que a tu madre y a su hija les inviten con motivo del 21 cumpleaños de esta última, a la casa de su hermano y su mujer, para celebrar una barbacoa. Y que tu madre decida llevarte a ti también, y presentarte como una compañera de la fábrica.
De repente, sin poder evitarlo, cuando tú vayas al baño, tesoro, a desahogarte de la tensión acumulada, tu madre va a aprovechar para descubrir a los demás quién eres, decirles que te llamas Hortense, que tienes estudios superiores, y que no sabe si tu padre fue una buena persona.
Seguramente, tu hermanastra saldrá corriendo, llevándose a su novio, que trabaja en andamiajes, un oficio con mucho riesgo, hasta que llegue Maurice a convencerla de que la realidad es la que es y cuanto antes se acepte, mejor para todos.
Es posible que tu madre, tu hermanastra y tú, toméis el té en el jardín mientras pensáis que todo es muy raro.
2 de mayo de 2008
2 de mayo de 2008
24 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente historia difícil, abordada sin remilgos por Leigh, que pone en juego valores humanos a mansalva.
En su determinación por encontrar a su madre biológica, Hortense cataliza la vida de un golpeado y tambaleante grupo familiar, cautivo de los secretos y mentiras aludidos en el título.
Durante el conmovedor proceso, que se sigue con el nudo de la garganta bien apretado, afloran sentimientos y conflictos durísimos, sin que el pulso narrativo afloje o retroceda.
La realización se mantiene funcional, práctica y sin florituras, ajustada al propósito humanista.
Interpretaciones:
-La de Marianne Jean-Baptiste (Hortense) es rica y flexible, poderosa, muy dominadora de los matices de su capital personaje.
-La de Timothy Spall, sentida, dota a Maurice de una grandiosa bondad.
-La de Brenda Blethyn (Cynthia), intensiva, acusa baches histriónicos, por lanzarse a un patetismo que quiere apretar el nudo más de lo conveniente.
-La de Claire Rushbrook (Roxanne) es caricaturesca la mayor parte del tiempo.
Dos objeciones:
-Más de una escena se prolonga innecesariamente (servidumbres de la improvisación).
-Hay secretos de rango diverso, y el guión se permite a cuenta de ello algún que otro amago ante un espectador preparado enseguida para lo más tremebundo.
Con todo, un vivificante film que mejora a quien lo ve.
En su determinación por encontrar a su madre biológica, Hortense cataliza la vida de un golpeado y tambaleante grupo familiar, cautivo de los secretos y mentiras aludidos en el título.
Durante el conmovedor proceso, que se sigue con el nudo de la garganta bien apretado, afloran sentimientos y conflictos durísimos, sin que el pulso narrativo afloje o retroceda.
La realización se mantiene funcional, práctica y sin florituras, ajustada al propósito humanista.
Interpretaciones:
-La de Marianne Jean-Baptiste (Hortense) es rica y flexible, poderosa, muy dominadora de los matices de su capital personaje.
-La de Timothy Spall, sentida, dota a Maurice de una grandiosa bondad.
-La de Brenda Blethyn (Cynthia), intensiva, acusa baches histriónicos, por lanzarse a un patetismo que quiere apretar el nudo más de lo conveniente.
-La de Claire Rushbrook (Roxanne) es caricaturesca la mayor parte del tiempo.
Dos objeciones:
-Más de una escena se prolonga innecesariamente (servidumbres de la improvisación).
-Hay secretos de rango diverso, y el guión se permite a cuenta de ello algún que otro amago ante un espectador preparado enseguida para lo más tremebundo.
Con todo, un vivificante film que mejora a quien lo ve.
11 de enero de 2008
11 de enero de 2008
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Secretos y Mentiras es una nueva muestra documental sobre las características y estereotipos sociales y familiares de la sociedad de finales del siglo XX. Todos nos vemos involucrados; el estado del bienestar se ve resquebrajado en algunos momentos de nuestras vidas debido a un acontecimiento fortuito, accidental u olvidado que vuelve a nosotros repetidamente o después de un cierto periodo de tiempo.
La película no intenta ser una obra melodramática, apenas produce tristeza porque se enmascara a cada instante de moderadas dosis de comedia, pero su gracia no estriba en gags previsibles e histriónicos, sino en la cruel y despiadada soledad de todos y cada uno de los protagonistas: la angustiosa ignorancia de la madre neurótica, la falsa benevolencia y perfecta educación de una hija olvidada, el sutil y elaborado embrutecimiento de la hija menor que convive con ella, el recital de “tics” de su novio y las abigarradas apoplejías mentales, vacuas e insustanciales de un hermano menor, esposo y mártir de una mujer desdichada y angustiada con lo inevitable.
La película no intenta ser una obra melodramática, apenas produce tristeza porque se enmascara a cada instante de moderadas dosis de comedia, pero su gracia no estriba en gags previsibles e histriónicos, sino en la cruel y despiadada soledad de todos y cada uno de los protagonistas: la angustiosa ignorancia de la madre neurótica, la falsa benevolencia y perfecta educación de una hija olvidada, el sutil y elaborado embrutecimiento de la hija menor que convive con ella, el recital de “tics” de su novio y las abigarradas apoplejías mentales, vacuas e insustanciales de un hermano menor, esposo y mártir de una mujer desdichada y angustiada con lo inevitable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Mike Leigh dibuja poco a poco las relaciones familiares y retrata a todos los personajes con una precisión cruel a ratos, aunque también a veces piadosa. Quiere probar lo desdichados que son en todos los aspectos, porque no hay nada que se guarde a la falsedad ni a la manipulación en esta galería de vecinos nuestros. Hasta el título puede que resulte engañoso. Puede llevar a pensar que durante la proyección seremos cómplices de confesiones inaudibles, terribles acontecimientos guardados en la mente y corazón de los personajes por mucho tiempo. No hay nada de eso: la virtud de esta película radica en todo lo contrario, ya que ningún secreto es tan escandaloso (de hecho el primer sorprendido cuando se van revelando uno a uno es el espectador, que siente una punzada de decepción al comprobar que en la vida una pequeña omisión puede dar lugar a grandes desencantos), ni las mentiras cotidianas son tan colosales y despiadadas, sino por el contrario irrelevantes. Todo empapado de naturalidad, sin artificios ni efectismos de feria.
El guión no busca situaciones cómicas ni el estilo del director se interpone lo más mínimo entre los actores y los personajes que interpretan: de lo que se trata es de mostrarles tal y como son, como si el espectador fuese un testigo invisible en una apasionada conversación entre los diferentes miembros de una familia, y en todo momento se respira autenticidad, ritmo y emoción.
El final es optimista a su modo: una reunión familiar permite el desenlace de emociones, la llegada de la sinceridad es recibida como sucedería en cualquier familia: con lágrimas. Allí se permite que reinen los conflictos silenciados durante años, y una conclusión velada: la familia es el único reducto, el último refugio en una dura sociedad hostil que nos mantiene separados. La naturalidad de la puesta en escena se desarrolla hasta los límites de la percepción: escenas fijas de ¡más de diez minutos! con unas interpretaciones espléndidas, en donde Brenda Blethyn brilla con luz propia. Su personaje rebosa ingenuidad, compasión, alegría, conformismo, dulzura y, en algunos momentos, crudeza. La madre atormentada es capaz de llorar amargamente mientras conversa con su hija negra, y a los pocos segundos reír enfáticamente por no llegar a comprender del todo la fatalidad de su propia situación. Brenda cautiva al observador y a los propios personajes, a todos los arrastra en sus lamentos, en sus desgracias, nadie pasa por alto sus afirmaciones y su drama personal, todo el mundo al final se postra a sus pies, en el regazo de su extraordinaria personalidad y humanidad.
El guión no busca situaciones cómicas ni el estilo del director se interpone lo más mínimo entre los actores y los personajes que interpretan: de lo que se trata es de mostrarles tal y como son, como si el espectador fuese un testigo invisible en una apasionada conversación entre los diferentes miembros de una familia, y en todo momento se respira autenticidad, ritmo y emoción.
El final es optimista a su modo: una reunión familiar permite el desenlace de emociones, la llegada de la sinceridad es recibida como sucedería en cualquier familia: con lágrimas. Allí se permite que reinen los conflictos silenciados durante años, y una conclusión velada: la familia es el único reducto, el último refugio en una dura sociedad hostil que nos mantiene separados. La naturalidad de la puesta en escena se desarrolla hasta los límites de la percepción: escenas fijas de ¡más de diez minutos! con unas interpretaciones espléndidas, en donde Brenda Blethyn brilla con luz propia. Su personaje rebosa ingenuidad, compasión, alegría, conformismo, dulzura y, en algunos momentos, crudeza. La madre atormentada es capaz de llorar amargamente mientras conversa con su hija negra, y a los pocos segundos reír enfáticamente por no llegar a comprender del todo la fatalidad de su propia situación. Brenda cautiva al observador y a los propios personajes, a todos los arrastra en sus lamentos, en sus desgracias, nadie pasa por alto sus afirmaciones y su drama personal, todo el mundo al final se postra a sus pies, en el regazo de su extraordinaria personalidad y humanidad.
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