Las hierbas salvajes
2009 

5.5
1,984
7 de marzo de 2012
7 de marzo de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la edición del Festival de Cannes de 2009 se estrenó 'LES HERBES FOLLES' ('LAS MALAS HIERBAS'), decimoctava película del incombustible Alain Resnais, quizá el último superviviente de la Nouvelle Vague. Hemos tenido que esperar la friolera de tres años para verla en nuestros cines. Excesiva demora.
'Les herbes folles' sirve para que Resnais alcance a sus noventa años la mayoría de edad cinematográfica, aunque solo sea de forma numérica y simbólica puesto que su carácter, maduro pero alocado, es el de un cineasta incapaz de acomplejarse a la hora de dejarse llevar por el desvarío.
A su edad es normal que Resnais confíe en poquita gente para llevar a buen puerto sus completas idas de olla. No hay nada de extraño en que siga contando con Sabine Azéma, musa y esposa, para los papeles protagonistas. Nadie mejor que ella para entender el carácter excéntrico y genuino con que el director dota a sus personajes. André Dussollier, otro de sus actores y cómplices habituales, es quien lleva la voz cantante a lo largo de la historia.
La nueva película de Resnais mantiene su extraño atractivo durante más de la mitad de un metraje que sin embargo al final se hace bastante coñazo. El surrealismo mueve los hilos de una pareja protagonista cuyo comportamiento se encuentra a medio camino entre lo bizarro y lo insoportable.
Su tono cómico resulta unas veces ingenuo y otras aburguesado, pero sus verdaderas virtudes están tapadas en el campo técnico: sus rupturas espacio-temporales y algún que otro movimiento de cámara merecen toda nuestra atención. La historia en sí no tarda en ponerse pesadita, rozando a ratos lo banal y superando lo pretencioso cada vez que tira de homenajes visuales a la influencia del cine en la visión romántica del personaje masculino.
Con todo y con eso, Resnais consigue con muy poquito meternos de lleno en una historia incrédula cuyo principal gancho está en la torpeza de unos individuos que no cesan en su afán de huir y rehuir al encuentro del otro. Lo que la casualidad ha unido que no lo separe la razón.
'Les herbes folles' sirve para que Resnais alcance a sus noventa años la mayoría de edad cinematográfica, aunque solo sea de forma numérica y simbólica puesto que su carácter, maduro pero alocado, es el de un cineasta incapaz de acomplejarse a la hora de dejarse llevar por el desvarío.
A su edad es normal que Resnais confíe en poquita gente para llevar a buen puerto sus completas idas de olla. No hay nada de extraño en que siga contando con Sabine Azéma, musa y esposa, para los papeles protagonistas. Nadie mejor que ella para entender el carácter excéntrico y genuino con que el director dota a sus personajes. André Dussollier, otro de sus actores y cómplices habituales, es quien lleva la voz cantante a lo largo de la historia.
La nueva película de Resnais mantiene su extraño atractivo durante más de la mitad de un metraje que sin embargo al final se hace bastante coñazo. El surrealismo mueve los hilos de una pareja protagonista cuyo comportamiento se encuentra a medio camino entre lo bizarro y lo insoportable.
Su tono cómico resulta unas veces ingenuo y otras aburguesado, pero sus verdaderas virtudes están tapadas en el campo técnico: sus rupturas espacio-temporales y algún que otro movimiento de cámara merecen toda nuestra atención. La historia en sí no tarda en ponerse pesadita, rozando a ratos lo banal y superando lo pretencioso cada vez que tira de homenajes visuales a la influencia del cine en la visión romántica del personaje masculino.
Con todo y con eso, Resnais consigue con muy poquito meternos de lleno en una historia incrédula cuyo principal gancho está en la torpeza de unos individuos que no cesan en su afán de huir y rehuir al encuentro del otro. Lo que la casualidad ha unido que no lo separe la razón.
22 de abril de 2012
22 de abril de 2012
20 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quién diablos ha elegido esta película? Esta frase, soltada por una persona unas filas más atrás justo al finalizar la proyección, resume mejor que nada el sentimiento de perplejidad que invadía la sala al acabar de presenciar semejante esperpento cinematográfico. Y es que ya es mala suerte, entre toda la amplia oferta que nos ofrecen las diferentes salas de exhibición de nuestra ciudad ir a caer, engañados por las excelentes críticas recibidas, en un despropósito de tal calibre. Y no es que no estuviéramos avisados de antemano, pues Resnais ya había avisado con su anterior “Pequeñas mentiras sin importancia” que ya no está para grandes empresas y que las ideas empiezan a escasear.
Y no es que “Las malas hierbas” no parta de una premisa a priori interesante. El encuentro del billetero de Marguerite por parte de George podría haber dado mucho juego pero pronto nos empezamos a dar cuenta que Resnais no quiere (o no puede) hacer una película al uso si no encadenar escenas sin ton ni son sin preocuparse en darle una mínima consistencia narrativa. Todo ello deriva en un conglomerado de situaciones y personajes caóticos e incomprensibles sin la más mínima gracia. Si a ello le sumamos sus evidentes errores de casting, sus diálogos absurdos, y una escena final hilarante como traca final nos daremos cuentas que estamos ante uno de los mayores bodrios que uno ha visto en años.
Lo mejor: que difícilmente veremos algo peor esta temporada.
Lo peor: que por estas cosas todavía no devuelvan el precio de la entrada.
Y no es que “Las malas hierbas” no parta de una premisa a priori interesante. El encuentro del billetero de Marguerite por parte de George podría haber dado mucho juego pero pronto nos empezamos a dar cuenta que Resnais no quiere (o no puede) hacer una película al uso si no encadenar escenas sin ton ni son sin preocuparse en darle una mínima consistencia narrativa. Todo ello deriva en un conglomerado de situaciones y personajes caóticos e incomprensibles sin la más mínima gracia. Si a ello le sumamos sus evidentes errores de casting, sus diálogos absurdos, y una escena final hilarante como traca final nos daremos cuentas que estamos ante uno de los mayores bodrios que uno ha visto en años.
Lo mejor: que difícilmente veremos algo peor esta temporada.
Lo peor: que por estas cosas todavía no devuelvan el precio de la entrada.
11 de julio de 2012
11 de julio de 2012
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tomadura de pelo con todas las letras, a la francesa eso sí, que es mucho más chic que a la española. El señor Resnais chochea por los cuatro costados y embauca a unos cuantos ingénuos, entre los que me cuento, que cegados por el brillo de su nombre, acudimos a ver este mal chiste. Todos hemos oído la leyenda¿? urbana del cuadro pintado por monos que triunfa en un prestigioso museo. Pues bien, he aquí la versión cinematográfica del experimento.
Y el señor Resnais hace una entrada triunfal en mi lista de "Cineastas que me han tomado el pelo", colocándose directamente en el segundo puesto, sólo por detrás del inexpugnable Abbas Kiarostami.
Y el señor Resnais hace una entrada triunfal en mi lista de "Cineastas que me han tomado el pelo", colocándose directamente en el segundo puesto, sólo por detrás del inexpugnable Abbas Kiarostami.
17 de abril de 2012
17 de abril de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una auténtica tomadura de pelo de film donde el director se mofa de forma descarada de la visión irreal del amor heredada del cine romántico made in hollywood con otra irrealidad aún mayor de tono humorístico y esperpéntico propia de la mente enferma de un Resnais ya con 90 años de edad y pasadísimo de vueltas en el plano vital y artístico.
Todo está desarrollado desde un cinismo extremo y sin respetar en ningún momento al espectador, que espera en todo momento que la historia que se plantea suceda de una forma lógica siguiendo los parámetros clásicos usados en el cine mientras Renais le responde ante este hecho con una serie de despropósitos surrealistas, eso sí, magistralmente filmados.
Es una crítica mordaz al lado romántico del ser humano desde el punto de vista personal y cruel de alguien totalmente desengañado con éste. Nos quiere decir que el enamoramiento es una estupidez a base de contarnos estupideces y no desde una visión seria y madura que es lo que se supone. Es una obra maestra en cuanto a la premisa inicial, pero para nada en la forma de llevarla a cabo, aunque la película me entretuvo por el simple hecho de intentar buscar un significado a todo lo que se me planteaba.
También tiene mucho por parte del director de “para dos días que me quedan en el convento hago lo que me salga de los huevos porque todo me da igual” y otro tanto de “a qué si planto la mayor mierda del mundo en Cannes la crítica dice que es sublime porque la hecho un director de culto a punto de palmarla de viejo”… como así ha sido.
Me imagino a Renais rodando la película descojonándose de la risa, ya que no es hasta el final del film cuando se nos muestra que se han estado riendo de nosotros en la puta cara durante hora y media de metraje. Llegados a este punto las reacciones pueden ser variadas, pero la mía al abandonar la sala fue la más natural: una sonrisa amplia dibujada en la cara diciéndome a mí mismo entre dientes: “qué hijo de puta… qué hijo de puta…”
Todo está desarrollado desde un cinismo extremo y sin respetar en ningún momento al espectador, que espera en todo momento que la historia que se plantea suceda de una forma lógica siguiendo los parámetros clásicos usados en el cine mientras Renais le responde ante este hecho con una serie de despropósitos surrealistas, eso sí, magistralmente filmados.
Es una crítica mordaz al lado romántico del ser humano desde el punto de vista personal y cruel de alguien totalmente desengañado con éste. Nos quiere decir que el enamoramiento es una estupidez a base de contarnos estupideces y no desde una visión seria y madura que es lo que se supone. Es una obra maestra en cuanto a la premisa inicial, pero para nada en la forma de llevarla a cabo, aunque la película me entretuvo por el simple hecho de intentar buscar un significado a todo lo que se me planteaba.
También tiene mucho por parte del director de “para dos días que me quedan en el convento hago lo que me salga de los huevos porque todo me da igual” y otro tanto de “a qué si planto la mayor mierda del mundo en Cannes la crítica dice que es sublime porque la hecho un director de culto a punto de palmarla de viejo”… como así ha sido.
Me imagino a Renais rodando la película descojonándose de la risa, ya que no es hasta el final del film cuando se nos muestra que se han estado riendo de nosotros en la puta cara durante hora y media de metraje. Llegados a este punto las reacciones pueden ser variadas, pero la mía al abandonar la sala fue la más natural: una sonrisa amplia dibujada en la cara diciéndome a mí mismo entre dientes: “qué hijo de puta… qué hijo de puta…”
27 de noviembre de 2010
27 de noviembre de 2010
9 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comienza como una película "normal"(aunque eso no exista). A los 40 minutos, ya no sabes que les pasó a los personajes. A la hora, definitivamente te dan ganas de preguntarles que tienen en la cabeza, y ya al finalizar, te tomas la cabeza, abres bien los ojos, y solo aplaudes tímidamente esbozando una sonrisa.
Una película interesante, me recuerda a lo mejor de Buñuel.
Una película interesante, me recuerda a lo mejor de Buñuel.
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