Conocerás al hombre de tus sueños
2010 

5.9
21,861
Drama. Comedia
La historia sigue a un par de matrimonios, Alfie (Anthony Hopkins) y Helena (Gemma Jones), y su hija Sally (Naomi Watts) y su marido Roy (Josh Brolin), mientras sus pasiones, ambiciones y ansiedades les llevan a meterse en problemas y a perder la cabeza. A pesar de los intentos de estos personajes por esquivar sus problemas con quimeras y planes impracticables, sus esfuerzos sólo conducen a la angustia, la irracionalidad y el peligro.
28 de agosto de 2010
28 de agosto de 2010
34 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una serie de personajes con un vínculo familiar viven las consecuencias producidas por el paso el tiempo, la frustración, el tedio y las crisis. La más llamativa es la crisis pitopaúsica del personaje de Anthony Hopkin, que desencadena las situaciones más cómicas e interesantes de la película. Allen sabe mucho de estas cosas, por propia experiencia, pero se le olvida concluir la acción como dios manda, cerrándola tan sólo a medias y precipitadamente.
Fantástica Gemma Jones, muy divertida. Parpadea ya, mujer, que se te van a deshidratar las córneas. Cristal dice que ésta interpretación te va a colmar de reconocimientos.
Fantástico, también, el director de casting. ¿De dónde ha salido la tipa esa?, la de los globines. Perfecta, sin duda.
Perezoso Allen. No te perdono el final, ni tampoco que sea Hopkins el pitopáusico. Y no por él, que está simpático, si no por que ese es tu personaje, te va como anillo al dedo, pero te estás volviendo vago.
Esta vez la cosa no funciona (del todo).
Fantástica Gemma Jones, muy divertida. Parpadea ya, mujer, que se te van a deshidratar las córneas. Cristal dice que ésta interpretación te va a colmar de reconocimientos.
Fantástico, también, el director de casting. ¿De dónde ha salido la tipa esa?, la de los globines. Perfecta, sin duda.
Perezoso Allen. No te perdono el final, ni tampoco que sea Hopkins el pitopáusico. Y no por él, que está simpático, si no por que ese es tu personaje, te va como anillo al dedo, pero te estás volviendo vago.
Esta vez la cosa no funciona (del todo).
24 de septiembre de 2010
24 de septiembre de 2010
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran película, una joyita de esas que aparecen con cuentagotas en el panorama de cine internacional y que, de ser obra de un director debutante, estaríamos contemplando elogios por doquier hacia ella. Sin embargo, es de Allen, al que se le exige yo no sé qué. Queremos que todas sus películas sean obras maestras absolutas e irreplicables y eso, en una filmografía que va a película por año es cosa imposible.
Allen retrata a los personajes con mano maestra, ensalza situaciones cotidianas y vistas hasta el hartazgo en otras películas con una chispa que solo él sabe conseguir. Una pena que comparemos cada película que Woody nos ofrece con "Manhattan" y no con la enésima mierda que es lanzada cada semana a la cartelera. Si fuese así, comprobaríamos lo especiales que son casi todas las cintas del genial artista neoyorquino.
Allen retrata a los personajes con mano maestra, ensalza situaciones cotidianas y vistas hasta el hartazgo en otras películas con una chispa que solo él sabe conseguir. Una pena que comparemos cada película que Woody nos ofrece con "Manhattan" y no con la enésima mierda que es lanzada cada semana a la cartelera. Si fuese así, comprobaríamos lo especiales que son casi todas las cintas del genial artista neoyorquino.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A destacar la escena en la que el personaje de Josh Brolin, ya instalado con la vecina de enfrente observa a su mujer a través de la ventana, al igual que antes observaba a su vecina desde la perspectiva contraria.
11 de enero de 2012
11 de enero de 2012
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Largometraje nº 40 de los realizados por Woody Allen (Allen Stewart Konigsberg). El guión, escrito por W. Allen, explora el universo de las clases medias cultas del Primer Mundo.
La acción dramática tiene lugar en Londres a lo largo de varias semanas del otoño de 2009. Alphie Shebritch (Hopkins) y su esposa Helena (Jones), ambos de algo más de 70 años, son padres de una hija única, Sally Channing (Watts), de treinta y tantos años, casada con Roy Channing (Brolin), sin hijos. Alfil, de posición acomodada, dado a la búsqueda de la juventud perdida, abandona el hogar conyugal. Es el “alter ego” de W. Allen. Helena, frágil, soñadora, ingenua e insegura, necesita sentirse acompañada. Busca ilusiones para llenar su vida solitaria y anodina. Sally, culta y atractiva, es aficionada a la pintura, se siente frustrada a causa de un matrimonio disfuncional, trabaja en una galería de arte y sueña con su jefe, Greg (Banderas). Roy cursó y terminó la carrera de medicina, pero trabaja como novelista de escaso éxito. Día (Pinto) estudia musicología y toca la guitarra. Charmain (Punch), exagerada y guapa, trabaja como prostituta.
La narración que presenta el film se caracteriza por su vocación realista, contenida y equilibrada, clasicista y exenta de exageraciones y desmesuras. Focaliza la atención en el análisis del comportamiento del ser humano, sus ambiciones, ilusiones, frustraciones y desengaños. Hace uso de unos diálogos bien construidos, expresivos y verosímiles, dotados de una brillantez comparable a la de films del autor que gozan de la mayor consideración. Juega con sus personajes habituales (novelistas, médicos, galeristas de arte, periodistas, jubilados, amas de casa, prostitutas, pintores, músicos, etc.), con la ayuda de los cuales explora las características y limitaciones de la naturaleza humana. Le interesa sobre todo el análisis de los miedos, temores, angustias, miserias, ruindades, fracasos, traiciones y deslealtades que definen y singularizan al género humano.
La narración se apoya en una voz en off, la del narrador, que facilita la comprensión del relato. El lenguaje es sencillo, claro y asequible. Se presenta lleno de referencias irónicas y críticas, que provocan hilaridad y sonrisas casi permanentes. Hace uso, posiblemente en mayor medida que en otras ocasiones, del esbozo, las explicaciones inconclusas, los puntos suspensivos, la resolución de partes del argumento mediante el recurso a la sugerencia y a la ambigüedad. El discurso completo, definido y explícito, da paso en esta ocasión a la reiteración de trazos abiertos, que el espectador ha de completar con sus propios recursos. A la manera de Lubitsch, uno de sus cineastas preferidos, sitúa fuera de pantalla algunos desarrollos.
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La acción dramática tiene lugar en Londres a lo largo de varias semanas del otoño de 2009. Alphie Shebritch (Hopkins) y su esposa Helena (Jones), ambos de algo más de 70 años, son padres de una hija única, Sally Channing (Watts), de treinta y tantos años, casada con Roy Channing (Brolin), sin hijos. Alfil, de posición acomodada, dado a la búsqueda de la juventud perdida, abandona el hogar conyugal. Es el “alter ego” de W. Allen. Helena, frágil, soñadora, ingenua e insegura, necesita sentirse acompañada. Busca ilusiones para llenar su vida solitaria y anodina. Sally, culta y atractiva, es aficionada a la pintura, se siente frustrada a causa de un matrimonio disfuncional, trabaja en una galería de arte y sueña con su jefe, Greg (Banderas). Roy cursó y terminó la carrera de medicina, pero trabaja como novelista de escaso éxito. Día (Pinto) estudia musicología y toca la guitarra. Charmain (Punch), exagerada y guapa, trabaja como prostituta.
La narración que presenta el film se caracteriza por su vocación realista, contenida y equilibrada, clasicista y exenta de exageraciones y desmesuras. Focaliza la atención en el análisis del comportamiento del ser humano, sus ambiciones, ilusiones, frustraciones y desengaños. Hace uso de unos diálogos bien construidos, expresivos y verosímiles, dotados de una brillantez comparable a la de films del autor que gozan de la mayor consideración. Juega con sus personajes habituales (novelistas, médicos, galeristas de arte, periodistas, jubilados, amas de casa, prostitutas, pintores, músicos, etc.), con la ayuda de los cuales explora las características y limitaciones de la naturaleza humana. Le interesa sobre todo el análisis de los miedos, temores, angustias, miserias, ruindades, fracasos, traiciones y deslealtades que definen y singularizan al género humano.
La narración se apoya en una voz en off, la del narrador, que facilita la comprensión del relato. El lenguaje es sencillo, claro y asequible. Se presenta lleno de referencias irónicas y críticas, que provocan hilaridad y sonrisas casi permanentes. Hace uso, posiblemente en mayor medida que en otras ocasiones, del esbozo, las explicaciones inconclusas, los puntos suspensivos, la resolución de partes del argumento mediante el recurso a la sugerencia y a la ambigüedad. El discurso completo, definido y explícito, da paso en esta ocasión a la reiteración de trazos abiertos, que el espectador ha de completar con sus propios recursos. A la manera de Lubitsch, uno de sus cineastas preferidos, sitúa fuera de pantalla algunos desarrollos.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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La lectura del relato invita a prestar atención a lo que se dice en el subtexto, a través del cual el realizador y guionista aporta elementos esenciales para la justa comprensión de la historia. Conviene advertir al espectador que para gozar plenamente del film se ha de adoptar frente al mismo una actitud activa, de búsqueda y descubrimiento de lo que se dice con medias palabras, gestos mínimos o, sencillamente, a través de silencios significativos.
Woody Allen, que tiene una enorme capacidad de trabajo y se ajusta a un plan riguroso y detallado de distribución temporal de tareas, deja en el film pruebas terminantes de lucidez, agilidad mental y capacidad de creación y conmoción. Su trabajo destila frescura, ligereza y sensibilidad, en cantidades muy notables. Su inventiva es fina y certera, su mordacidad es incisiva y potente, su puesta en escena es brillante y el ritmo de la cinta, pausado y profundo, es admirable. Los temas que trata en el film se refieren a la necesidad de los sueños, las ilusiones y las fantasías para hacer llevadera la vida humana y darle sentido. Muestra con elocuencia las insatisfacciones que provocan los sueños rotos y las desilusiones. Su pesimismo existencial, similar al de su juventud, le lleva a explicar la felicidad humana en términos que infunden un tono melancólico al relato.
Le preocupan el futuro, siempre incierto, y la muerte. Habla de psiquiatras, sexo, amor, infidelidades conyugales, divorcio, lluvia, obras de arte, etc. Explica el grado elevado de complejidad de las relaciones humanas. Entregan unas interpretaciones sobresalientes Gemma Jones, Anthony Hopkins y Naomí Watts, a la que dedica primeros planos llenos de ternura y admiración. No faltan las citas cinéfilas que en este caso se refieren a Bergman, Lubitsch y a dos películas soberbias: “La ventana indiscreta” (Hitchcock, 1954) y “Desayuno con diamantes” (Edwards, 1961).
La banda sonora, de varios autores, aporta un conjunto de temas jazzísticos de gran belleza, como “If I Had You” (Benny Goodman), “I’ll See You in My Dreams” (Eddy Davis Trio), “Only You (And You Alone)” (Tom Sharpsteen) y “Let Your Body Move” (Ferrari i McGregor). Añade fragmentos de la composición “Fandango”, para quinteto de guitarras, del compositor italiano fallecido en Madrid Luigi Boccherini (1743-1805) La fotografía, del húngaro-americano Vilmos Zsigmond (“Melinda y Melinda”, “El sueño de Casandra”), en color, crea imágenes luminosas, de elegante composición, colores atenuados y contrastes poderosos.
Se rueda en escenarios reales de Londres (Battersea, Westminster, Bayswater, Notting Hill…) y en los platós de Pinewood Studios (Buckingamshire, Inglaterra), con un presupuesto estimado (IMDb) de 22 millones de USD. Producido por Letty Aronson (hermana de W. Allen), Stephen Tenenbaum y Jaume Roures, para Mediapro, Versátil Cinema y Gravier Productions, se proyecta por primera vez en público el 15-V-2010 (Festival de Cannes, Francia).
La lectura del relato invita a prestar atención a lo que se dice en el subtexto, a través del cual el realizador y guionista aporta elementos esenciales para la justa comprensión de la historia. Conviene advertir al espectador que para gozar plenamente del film se ha de adoptar frente al mismo una actitud activa, de búsqueda y descubrimiento de lo que se dice con medias palabras, gestos mínimos o, sencillamente, a través de silencios significativos.
Woody Allen, que tiene una enorme capacidad de trabajo y se ajusta a un plan riguroso y detallado de distribución temporal de tareas, deja en el film pruebas terminantes de lucidez, agilidad mental y capacidad de creación y conmoción. Su trabajo destila frescura, ligereza y sensibilidad, en cantidades muy notables. Su inventiva es fina y certera, su mordacidad es incisiva y potente, su puesta en escena es brillante y el ritmo de la cinta, pausado y profundo, es admirable. Los temas que trata en el film se refieren a la necesidad de los sueños, las ilusiones y las fantasías para hacer llevadera la vida humana y darle sentido. Muestra con elocuencia las insatisfacciones que provocan los sueños rotos y las desilusiones. Su pesimismo existencial, similar al de su juventud, le lleva a explicar la felicidad humana en términos que infunden un tono melancólico al relato.
Le preocupan el futuro, siempre incierto, y la muerte. Habla de psiquiatras, sexo, amor, infidelidades conyugales, divorcio, lluvia, obras de arte, etc. Explica el grado elevado de complejidad de las relaciones humanas. Entregan unas interpretaciones sobresalientes Gemma Jones, Anthony Hopkins y Naomí Watts, a la que dedica primeros planos llenos de ternura y admiración. No faltan las citas cinéfilas que en este caso se refieren a Bergman, Lubitsch y a dos películas soberbias: “La ventana indiscreta” (Hitchcock, 1954) y “Desayuno con diamantes” (Edwards, 1961).
La banda sonora, de varios autores, aporta un conjunto de temas jazzísticos de gran belleza, como “If I Had You” (Benny Goodman), “I’ll See You in My Dreams” (Eddy Davis Trio), “Only You (And You Alone)” (Tom Sharpsteen) y “Let Your Body Move” (Ferrari i McGregor). Añade fragmentos de la composición “Fandango”, para quinteto de guitarras, del compositor italiano fallecido en Madrid Luigi Boccherini (1743-1805) La fotografía, del húngaro-americano Vilmos Zsigmond (“Melinda y Melinda”, “El sueño de Casandra”), en color, crea imágenes luminosas, de elegante composición, colores atenuados y contrastes poderosos.
Se rueda en escenarios reales de Londres (Battersea, Westminster, Bayswater, Notting Hill…) y en los platós de Pinewood Studios (Buckingamshire, Inglaterra), con un presupuesto estimado (IMDb) de 22 millones de USD. Producido por Letty Aronson (hermana de W. Allen), Stephen Tenenbaum y Jaume Roures, para Mediapro, Versátil Cinema y Gravier Productions, se proyecta por primera vez en público el 15-V-2010 (Festival de Cannes, Francia).
9 de septiembre de 2010
9 de septiembre de 2010
41 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
- ¿Diga?
- Buenos días, ¿Quisiera hablar con el despacho del señor Allen?
- ¿De parte de quién?
- Soy Boris Johnson, el alcalde de Londres. ¿Podría decirme con quién hablo?
- Soy Penélope Cruz, su nueva secretaria. ¿Podría decirme el motivo de su llamada?
- Quisiera que el señor Allen volviera a rodar en Londres.
- Precisamente acabo de terminar de escribir un guión ambientado en Alcobendas pero que con cuatro retoques podemos trasladarlo a Londres.
- Bueno, yo realmente quiero que lo haga el señor Allen, ¿sabe usted?
- Boris, hijo mío, Woody hace años que no escribe guión alguno. Ahora los hago yo, aunque los firme él.
- ¡Ahh! No lo sabía. Y... ¿de qué va?
- Adivine.
...
- No sé... ¿de relaciones de pareja como Annie Hall?
- No hijo, eso ya no se lleva. Va de relaciones matrimoniales como Melrose Place.
- Umm... no sé, no sé...
- Chico, tú déjame a mí. Mira, cambio un personaje ecuatoriano que tenía por un personaje hindú para amoldarlo a Londres, y saco lencería fina, y éxito asegurado.
- No sé, Señorita Cruz, igual algún desnudo.
- Ahh no... que una es decente.
- Un poquito...
- Bueeeno... si quiere, me saco de la manga una prostituta que enseñe un poco de pechuga.
- ¿Y cómo se llamará?
- ¿La puta?
- No, la peli.
- Adivine...
- Te gustan las adivinanzas ¿eh?
- Es que soy budista, Boris. Y creo en la reencarnación y to eso. ¿No ves que vida más chachi que llevo?
- Da lo mismo... como si quieres ponerle un título de algún capítulo de esa tal Melrose Place. Lo más importante es que haya personajes cultos. Que no deja de ser una película de Woody Allen.
- No se preocupe, que tengo a un personaje escritor que quiero que lo interprete Josh Brolin.
- Bien.
- Pero le diré que se afeite el bigote que esas cosas están pasadas de moda.
- Buenos días, ¿Quisiera hablar con el despacho del señor Allen?
- ¿De parte de quién?
- Soy Boris Johnson, el alcalde de Londres. ¿Podría decirme con quién hablo?
- Soy Penélope Cruz, su nueva secretaria. ¿Podría decirme el motivo de su llamada?
- Quisiera que el señor Allen volviera a rodar en Londres.
- Precisamente acabo de terminar de escribir un guión ambientado en Alcobendas pero que con cuatro retoques podemos trasladarlo a Londres.
- Bueno, yo realmente quiero que lo haga el señor Allen, ¿sabe usted?
- Boris, hijo mío, Woody hace años que no escribe guión alguno. Ahora los hago yo, aunque los firme él.
- ¡Ahh! No lo sabía. Y... ¿de qué va?
- Adivine.
...
- No sé... ¿de relaciones de pareja como Annie Hall?
- No hijo, eso ya no se lleva. Va de relaciones matrimoniales como Melrose Place.
- Umm... no sé, no sé...
- Chico, tú déjame a mí. Mira, cambio un personaje ecuatoriano que tenía por un personaje hindú para amoldarlo a Londres, y saco lencería fina, y éxito asegurado.
- No sé, Señorita Cruz, igual algún desnudo.
- Ahh no... que una es decente.
- Un poquito...
- Bueeeno... si quiere, me saco de la manga una prostituta que enseñe un poco de pechuga.
- ¿Y cómo se llamará?
- ¿La puta?
- No, la peli.
- Adivine...
- Te gustan las adivinanzas ¿eh?
- Es que soy budista, Boris. Y creo en la reencarnación y to eso. ¿No ves que vida más chachi que llevo?
- Da lo mismo... como si quieres ponerle un título de algún capítulo de esa tal Melrose Place. Lo más importante es que haya personajes cultos. Que no deja de ser una película de Woody Allen.
- No se preocupe, que tengo a un personaje escritor que quiero que lo interprete Josh Brolin.
- Bien.
- Pero le diré que se afeite el bigote que esas cosas están pasadas de moda.
31 de agosto de 2010
31 de agosto de 2010
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ir cada año al cine a ver el nuevo trabajo del genial Woody Allen se ha convertido para mí en una fiesta, en una suerte de ritual gozoso al que voy con la garantía de pasar un buen rato, a presenciar un trabajo bien hecho. Woody Allen es una apuesta segura (aun en sus películas menos perdurables), como quien hoy en día va con la certeza de disfrutar del buen juego cuando hay partido del Barça, y lo dice un madridista, ojo.
Sin embargo, algo me dice que "Conocerás al hombre de tus sueños" se halla un escalón por debajo de trabajos suyos recientes y admirables como "Match Point", "Melinda y Melinda" o "Si la cosa funciona". Y no lo digo por el inteligente humor, ni por la segura presencia de sus personajes, ni por la eficacia de sus actores, ni por la excelente música, ni por sus temas profundos contados como siempre de forma amable y ligera. Simplemente, me han dejado con un regustillo extraño esos diez minutos finales, en los que Allen sólo deja cerrado un hilo, mientras deja sin atar el resto de historias, lo cual me hace sospechar de cortapisas referentes al metraje por parte de productores (lo cual sería, por otra parte, inusual, dada la libertad de la que goza Allen en sus filmes) o, en su defecto, me hace pensar en un error que se podía haber evitado dándole al resto de hilos argumentales un leve desenlace que evitaría así la posible insatisfacción cuando llegan los títulos de crédito, aunque su plano final no deja de ser delicadamente jovial y atinado.
Pero que mis palabras no desorienten o engañen a los dos o tres individuos que lean estas líneas, puesto que en este filme disfrutaremos una vez más de diálogos provechosos y agudos, de momentos para la risa y la reflexión, de un director que siempre se siente cercano a sus personajes, a los que coloca en pantalla con una graciosa humanidad, y de una historia que, sin perder la costumbre, nos esboza cuestiones importantes contrarrestadas hábilmente con esa ligereza, jocosidad y liviandad tan propias de las mejores comedias, que desde hace ya cuarenta años viene firmando el artista neoyorkino. Y, sin duda, lo seguirá haciendo.
Sin embargo, algo me dice que "Conocerás al hombre de tus sueños" se halla un escalón por debajo de trabajos suyos recientes y admirables como "Match Point", "Melinda y Melinda" o "Si la cosa funciona". Y no lo digo por el inteligente humor, ni por la segura presencia de sus personajes, ni por la eficacia de sus actores, ni por la excelente música, ni por sus temas profundos contados como siempre de forma amable y ligera. Simplemente, me han dejado con un regustillo extraño esos diez minutos finales, en los que Allen sólo deja cerrado un hilo, mientras deja sin atar el resto de historias, lo cual me hace sospechar de cortapisas referentes al metraje por parte de productores (lo cual sería, por otra parte, inusual, dada la libertad de la que goza Allen en sus filmes) o, en su defecto, me hace pensar en un error que se podía haber evitado dándole al resto de hilos argumentales un leve desenlace que evitaría así la posible insatisfacción cuando llegan los títulos de crédito, aunque su plano final no deja de ser delicadamente jovial y atinado.
Pero que mis palabras no desorienten o engañen a los dos o tres individuos que lean estas líneas, puesto que en este filme disfrutaremos una vez más de diálogos provechosos y agudos, de momentos para la risa y la reflexión, de un director que siempre se siente cercano a sus personajes, a los que coloca en pantalla con una graciosa humanidad, y de una historia que, sin perder la costumbre, nos esboza cuestiones importantes contrarrestadas hábilmente con esa ligereza, jocosidad y liviandad tan propias de las mejores comedias, que desde hace ya cuarenta años viene firmando el artista neoyorkino. Y, sin duda, lo seguirá haciendo.
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