No tengo miedo
2003 

6.7
2,117
Drama. Intriga. Thriller
En 1978, durante el verano más caluroso del siglo, en la aldea de Acque Traverse todo parece inmóvil, inactivo; el colegio ha terminado, los adultos se resguardan dentro de sus casas para escapar del calor que a todos sofoca. Sólo un pequeño grupo de niños se mueve libremente por los campos, jugando y corriendo aventuras. Un día, Michele, un niño de nueve años, descubre un terrible secreto que le muestra el lado más oscuro del mundo de los adultos. (FILMAFFINITY) [+]
19 de noviembre de 2007
19 de noviembre de 2007
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película que se deja ver. Me leí el libro un par de años o así antes de que se estrenase la película y la película se mantiene más o menos fiel a la trama.
Tiene un punto interesante, la mezcla de la sencillez, lo rutinario y la aparente tranquilidad de un pueblito italiano con esa incógnita compleja que se urde detrás del apacible pueblo, ya que como vemos, lo que se trama es no solo conocido, sino además maquinado por sus escasos habitantes. Esa intriga forma la trama de la película.
También se refleja la inocencia de los niños incapaces de comprender la frialdad de los adultos y la crueldad de sus actos.
Contrasta de nuevo la ambición, el deseo del dinero por encima de cualquier cosa con la sencillez de un pueblo modesto en el que se vive del campo y del ganado.
Las imágenes del campo, de las acciones que se repiten de forma rutinaria, circular, del día a día, la sensación incluso de hastío en un niño de pueblo, junto a la sensación de desasosiego y de incomprensión que siente hacia quienes le rodean está muy bien reflejado en la película. El final es quizás bastante dramático para hacerlo más significativo, en eso pierde naturalidad.
Lo dicho, no es una gran película pero tampoco es un coñazo total. Está bien si estás en casa relajado/a y te apetece ver algo que no te duerma, pero que tampoco te haga vibrar.
Tiene un punto interesante, la mezcla de la sencillez, lo rutinario y la aparente tranquilidad de un pueblito italiano con esa incógnita compleja que se urde detrás del apacible pueblo, ya que como vemos, lo que se trama es no solo conocido, sino además maquinado por sus escasos habitantes. Esa intriga forma la trama de la película.
También se refleja la inocencia de los niños incapaces de comprender la frialdad de los adultos y la crueldad de sus actos.
Contrasta de nuevo la ambición, el deseo del dinero por encima de cualquier cosa con la sencillez de un pueblo modesto en el que se vive del campo y del ganado.
Las imágenes del campo, de las acciones que se repiten de forma rutinaria, circular, del día a día, la sensación incluso de hastío en un niño de pueblo, junto a la sensación de desasosiego y de incomprensión que siente hacia quienes le rodean está muy bien reflejado en la película. El final es quizás bastante dramático para hacerlo más significativo, en eso pierde naturalidad.
Lo dicho, no es una gran película pero tampoco es un coñazo total. Está bien si estás en casa relajado/a y te apetece ver algo que no te duerma, pero que tampoco te haga vibrar.
13 de noviembre de 2012
13 de noviembre de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando mi novia eligió "No tengo miedo" en la biblioteca, puse mala cara. Casi nunca me gustan las que elige ella. Sin embargo, que agradable sorpresa nos hemos llevado con ella, ¡que pequeña joya! Este es un gran ejemplo de esas películas "pequeñas" que no parecen tener nada especial pero que conectan, que trasmiten y emocionan.
Lo primero que me llamó la atención es la fotografía. Este es un aspecto que yo valoro mucho en el cine, y aquí es sobresaliente. Mucha luz, colores cálidos, que resaltan la belleza del verano y la vida en el campo. Igualmente efectivo es el uso de la música.
El guión es simple, pero con un gran componente emocional. Trata sobre la infancia, y la visión de los actos del ser humano, injustos e incomprensibles para un niño, que antepone los valores de la amistad, la solidaridad y la humanidad, convirtiéndose en temas centrales de la película. Además, son tratados de una forma sencilla, llana, fácil de seguir, lo que la convierte en apta para todos los públicos.
Pero lo realmente importante es que la película es efectiva, consigue transmitir emociones y conecta con el espectador, que durante 109 minutos vuelve a ver el mundo a través de los ojos de un niño de 10 años. Una obra simpática, emotiva y preciosa.
Lo primero que me llamó la atención es la fotografía. Este es un aspecto que yo valoro mucho en el cine, y aquí es sobresaliente. Mucha luz, colores cálidos, que resaltan la belleza del verano y la vida en el campo. Igualmente efectivo es el uso de la música.
El guión es simple, pero con un gran componente emocional. Trata sobre la infancia, y la visión de los actos del ser humano, injustos e incomprensibles para un niño, que antepone los valores de la amistad, la solidaridad y la humanidad, convirtiéndose en temas centrales de la película. Además, son tratados de una forma sencilla, llana, fácil de seguir, lo que la convierte en apta para todos los públicos.
Pero lo realmente importante es que la película es efectiva, consigue transmitir emociones y conecta con el espectador, que durante 109 minutos vuelve a ver el mundo a través de los ojos de un niño de 10 años. Una obra simpática, emotiva y preciosa.
22 de octubre de 2016
22 de octubre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película de buenas ideas mal realizadas.
Comienza muy bien con el verano y los trigales, el tiempo detenido, la pandilla de niños, los juegos crueles y Aitana muy guapa. Más adelante incluso mejora con la llegada del mal absoluto, casi metafórico, de cuento de brujas y dragones, de pócimas venenosas y sueños terribles.
La debilidad está en todo lo demás, especialmente en la creación de los personajes adultos, puros fantoches sin sustancia, grotescos e infantiles en su necedad zascandil.
La situación tiene chicha. La pena es esa gran falla, esa mirada esperpéntica, caricaturesca sobre un asunto que requería de mayor sutileza, ambigüedad y poesía; justo la que parece que se pretendía con esa fotografía y esa banda sonora, crear una atmósfera bella, sugerente, viciada, de terror soleado y no una pantomima en la que los mayores parecen sacados de un mal cómic, de un circo o una cochiquera.
No casan ni se aúnan bien esos dos tonos: el lírico turbador de la niñez con el garrulo lisérgico de los padres.
Comienza muy bien con el verano y los trigales, el tiempo detenido, la pandilla de niños, los juegos crueles y Aitana muy guapa. Más adelante incluso mejora con la llegada del mal absoluto, casi metafórico, de cuento de brujas y dragones, de pócimas venenosas y sueños terribles.
La debilidad está en todo lo demás, especialmente en la creación de los personajes adultos, puros fantoches sin sustancia, grotescos e infantiles en su necedad zascandil.
La situación tiene chicha. La pena es esa gran falla, esa mirada esperpéntica, caricaturesca sobre un asunto que requería de mayor sutileza, ambigüedad y poesía; justo la que parece que se pretendía con esa fotografía y esa banda sonora, crear una atmósfera bella, sugerente, viciada, de terror soleado y no una pantomima en la que los mayores parecen sacados de un mal cómic, de un circo o una cochiquera.
No casan ni se aúnan bien esos dos tonos: el lírico turbador de la niñez con el garrulo lisérgico de los padres.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo más brillante consiste en localizar la ponzoña en la propia familia del protagonista y sus alrededores. La convención hubiera aconsejado lo contrario, que los villanos fueran los otros, siempre los de fuera y más lejos. Esa apuesta es un acierto que se queda a medio camino ya que la madre del chico es, más o menos, pasiva respecto al horror y el padre es un tipo débil y cobarde pero que le quiere mucho, tanto. Quizás de este modo la historia trate de explicar el mayor grado de humanidad del chaval, debido a que sus padres, en especial Aitana, dentro de la degradación general, son un poco más comprensivos y afectuosos. Tal vez pueda ser eso.
También es un acierto el intento de mezclar el hecho abominable con la cotidianidad de las vidas familiares, sin aspavientos ni alardes. El mal como rutina y estupidez.
Pero claro, ese en off, esa mirada del niño hacia su mundo y el de sus padres es plasmada de manera muy obvia, groseramente, son vistos los truhanes como meros patanes sin la más mínima entidad humana, no valen ni como miserables, parecen los villanos sacados de una vulgar telenovela o de cualquier espantosa película de serie z, por sus diálogos y actitudes no dan el pego ni como los desgraciados que son. O sí, pero si la película hubiera sido entonces otra distinta, una chabacana muestra de una jarca de impresentables, cuando parecía más bien un poético, sinuoso acercamiento a la fragilidad sensible de la niñez amenazada por el ominoso mundo adulto, por sus terribles trapicheos.
Tampoco son muy creíbles las andanzas de los dos niños ni la evolución del secuestrado. Ese proceso no está muy bien contado ni explicado, cómo pasa de cadáver enloquecido y destruido a pimpollo rubio que ya es normal otra vez. Aunque se entiende lo que se pretende, mostrar ese lazo hermoso que los une, la identificación, la ayuda, la inocencia, iguales pese a sus muchas diferencias, tanto de clase como, sobre todo, de situación.
Y el final, igual, precipitado, confuso, aturullado, no sabe si ser alusivo o chocarrero, otra vez en la duda de toda la película, si optar por la parodia granujienta o mejor por la poesía juvenil.
El niño protagonista sirve de foco moral, la luz entre tanta tiniebla y podredumbre.
De fondo, la Italia convulsa de los años setenta.
También es un acierto el intento de mezclar el hecho abominable con la cotidianidad de las vidas familiares, sin aspavientos ni alardes. El mal como rutina y estupidez.
Pero claro, ese en off, esa mirada del niño hacia su mundo y el de sus padres es plasmada de manera muy obvia, groseramente, son vistos los truhanes como meros patanes sin la más mínima entidad humana, no valen ni como miserables, parecen los villanos sacados de una vulgar telenovela o de cualquier espantosa película de serie z, por sus diálogos y actitudes no dan el pego ni como los desgraciados que son. O sí, pero si la película hubiera sido entonces otra distinta, una chabacana muestra de una jarca de impresentables, cuando parecía más bien un poético, sinuoso acercamiento a la fragilidad sensible de la niñez amenazada por el ominoso mundo adulto, por sus terribles trapicheos.
Tampoco son muy creíbles las andanzas de los dos niños ni la evolución del secuestrado. Ese proceso no está muy bien contado ni explicado, cómo pasa de cadáver enloquecido y destruido a pimpollo rubio que ya es normal otra vez. Aunque se entiende lo que se pretende, mostrar ese lazo hermoso que los une, la identificación, la ayuda, la inocencia, iguales pese a sus muchas diferencias, tanto de clase como, sobre todo, de situación.
Y el final, igual, precipitado, confuso, aturullado, no sabe si ser alusivo o chocarrero, otra vez en la duda de toda la película, si optar por la parodia granujienta o mejor por la poesía juvenil.
El niño protagonista sirve de foco moral, la luz entre tanta tiniebla y podredumbre.
De fondo, la Italia convulsa de los años setenta.
5 de mayo de 2011
5 de mayo de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos tan acostumbrados a americanadas donde a los niños se les inserta como meros recursos de guión a favor del argumento, con diálogos y reflexiones increibles (otras excepciones las recientes "Déjame entrar" y "Pan negro"), que da gusto recibir esta pequeña joya donde el tiempo y los diálogos parecen en verdad retrotraernos a esa edad, donde, por ejemplo, para nosotros era de lo más importante ganar un juego o evitar decir algo que sabías que te iba a costar una bronca paterna, y otras cosas, como la realidad adulta, o no nos interesaba o la entendiamos desde nuestro prisma (cómo nos gustaría que fuera).
¿Cómo interpretaría un niño un secuestro de otro semejante?. Quizás con una mezcla de terror (al principio de la peli), de suspense (después), de comedia y hasta acabar en un drama ... Tal vez no sea coherente para nosotros, pero para un niño sí.
Disfruté mucho con esta especie de "El niño del pijama de rayas" en el Sur de Italia, por todo eso, pero si algo merece mención aparte es la fotografía, es sencillamente maravillosa. Es verdad que bordea la postalita pero ... ¡qué demonios¡ es puro arte en movimiento.
¿Cómo interpretaría un niño un secuestro de otro semejante?. Quizás con una mezcla de terror (al principio de la peli), de suspense (después), de comedia y hasta acabar en un drama ... Tal vez no sea coherente para nosotros, pero para un niño sí.
Disfruté mucho con esta especie de "El niño del pijama de rayas" en el Sur de Italia, por todo eso, pero si algo merece mención aparte es la fotografía, es sencillamente maravillosa. Es verdad que bordea la postalita pero ... ¡qué demonios¡ es puro arte en movimiento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿Alguien sabe de que salgan tantos animalitos en primer plano antes de uan secuencia nueva?.
7 de junio de 2020
7 de junio de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo único bueno que tiene la película es Aitana Sancez Gijón y la bella fotografía de exteriores. Lo demás es un auténtico peñazo. Un argumento que no se lo cree nadie y una dínámica soporífera, entre lo kafkiano y lo surrealista, pasando por la estética del cine de terror de zombis.. Y encima con la música barroca de fondo que añade un aire de pretenciosidad absolutamente insufrible. Nada tiene consistencia en el film. Es verdaderamente irritante. Ciertas escenas parecen inspiradas en el clásico thriller religioso "Marcelino pan y vino" y hasta el niño protagonista tiene tics que recuerdan a Pablito Calvo. Cine para olvidar.
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