Serpico
7.3
18,473
Drama
Años 70. Relato biográfico sobre Frank Serpico, un policía íntegro de principios incorruptibles que, a diferencia de sus colegas, nunca se dejó sobornar, y precisamente por ello siempre tuvo problemas con sus compañeros de profesión y se vio expuesto a situaciones muy peligrosas. (FILMAFFINITY)
30 de marzo de 2009
30 de marzo de 2009
40 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Serpico es uno solo, sin ataduras, correoso y leal, tozudo el muy cabrón. Es un perro que abandona a sus dueños por una razón clara, cuando tiene hambre no le dan de comer lo que él quiere y cuando ocurre esto ladra, vaya si ladra.
No sé si es sucio, al menos lo parece. Lo definiría como un policía bohemio, con sus barbas, sus pelos y su jardín echo una mierda, a su gusto. Y un día recibe un sobre, lo suficiente para comprarse un buen tocata de la época, pero no lo coje. Es un gilipollas, supondréis algunos, el resto lo daréis por echo, me incluyo. Por eso está solo.
Es un chivato de tres pares de cojones y eso no es guay, más bien es motivo de agresión en algunos casos, de ignorancia y marginación en otros. En las pandillas sería el apedreado, del que la mayoría pasa y el resto también pasa porque la mayoría pasa de él. Un argumento cojonudo para ignorar a alguien, en serio.
Pero así es su lucha y así es él, y a jodernos, ole tus huevos Serpico. Eres tonto del culo y no tienes futuro, ¿verdad chavales? Pues eso.
Respecto a la película, es dura, simple y acojonantemente bien narrada. Con Pacino que es un crack y con Lumet que es una maquinita. A veces te sumerge en un maravilloso aburrimiento porque desde el principio no baja el ritmo. Los amantes de las explosiones flipantes, el fuego a discreción y el folleteo masivo, que se bajen o se alquilen o se compren otra. No disfrutarán.
Para paladares que sepan disfrutar el cine con parsimonia. Lumet ya me ha dado suficientes pruebas de que viste despacio cuando hay prisa.
No sé si es sucio, al menos lo parece. Lo definiría como un policía bohemio, con sus barbas, sus pelos y su jardín echo una mierda, a su gusto. Y un día recibe un sobre, lo suficiente para comprarse un buen tocata de la época, pero no lo coje. Es un gilipollas, supondréis algunos, el resto lo daréis por echo, me incluyo. Por eso está solo.
Es un chivato de tres pares de cojones y eso no es guay, más bien es motivo de agresión en algunos casos, de ignorancia y marginación en otros. En las pandillas sería el apedreado, del que la mayoría pasa y el resto también pasa porque la mayoría pasa de él. Un argumento cojonudo para ignorar a alguien, en serio.
Pero así es su lucha y así es él, y a jodernos, ole tus huevos Serpico. Eres tonto del culo y no tienes futuro, ¿verdad chavales? Pues eso.
Respecto a la película, es dura, simple y acojonantemente bien narrada. Con Pacino que es un crack y con Lumet que es una maquinita. A veces te sumerge en un maravilloso aburrimiento porque desde el principio no baja el ritmo. Los amantes de las explosiones flipantes, el fuego a discreción y el folleteo masivo, que se bajen o se alquilen o se compren otra. No disfrutarán.
Para paladares que sepan disfrutar el cine con parsimonia. Lumet ya me ha dado suficientes pruebas de que viste despacio cuando hay prisa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al final, ¿veis al apuntador?. No apunta, toca el piano para el sólo de Serpico, sus palabras son música.
8 de julio de 2006
8 de julio de 2006
29 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que muestra que cuando Lumet no se excede en sus películas es capaz de mantener una película y lo que es mejor, hacer disfrutar al espectador. También muestra que cuando Pacino se contiene y no sobreactúa está mucho mejor que cuando lo hace (y los tres padrinos y Atrapado por su pasado por ejemplo son buena muestra de lo que hablo).
El guión de la película es bueno. Dentro de la corrupción que existe en la pasma, ahí está en medio Frank Serpico que desprecía todo eso y que al final acabará luchando contra sus propios compañeros para que se haga justicia contra esos delitos que cometen sus compañeros.
Otra eficaz dirección de Lumet, que sabe cómo mantener el ritmo, que sabe que uso darle a los personajes secundarios sin que sobre ninguno y que sabe cómo hacer que no aburra.
Pacino hace el resto. Probablemente sea de sus mejores interpretaciones. El nivel de tensión que tiene dentro del cuerpo Serpico ante todo lo que está viviendo lo manifiesta muy bien Pacino y hace que su papel sea creible. Cómo ya he dicho los secundarios están bien utilizados y todos hacen admirablemente bien su papel.
En fin, que la pareja Lumet y Pacino, que también después nos hizo disfrutar repitiendo en "Tarde de perros", vuelve a hacer una película igual de buena y entretenida. Estaría bien que volvieran a repetir.
El guión de la película es bueno. Dentro de la corrupción que existe en la pasma, ahí está en medio Frank Serpico que desprecía todo eso y que al final acabará luchando contra sus propios compañeros para que se haga justicia contra esos delitos que cometen sus compañeros.
Otra eficaz dirección de Lumet, que sabe cómo mantener el ritmo, que sabe que uso darle a los personajes secundarios sin que sobre ninguno y que sabe cómo hacer que no aburra.
Pacino hace el resto. Probablemente sea de sus mejores interpretaciones. El nivel de tensión que tiene dentro del cuerpo Serpico ante todo lo que está viviendo lo manifiesta muy bien Pacino y hace que su papel sea creible. Cómo ya he dicho los secundarios están bien utilizados y todos hacen admirablemente bien su papel.
En fin, que la pareja Lumet y Pacino, que también después nos hizo disfrutar repitiendo en "Tarde de perros", vuelve a hacer una película igual de buena y entretenida. Estaría bien que volvieran a repetir.
27 de noviembre de 2012
27 de noviembre de 2012
23 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acostumbrados a un mundo egoísta y carente de valores en el que es mejor hacer la vista gorda por esto o aquello, sólo por la comodidad de que no nos salpiquen los problemas, ver a gente como Frank Serpico (interpretado aquí por un magistral Al Pacino que encarna al héroe que vivió esta historia en sus propias carnes) te devuelve la confianza en la especie humana. Aunque sólo sea en parte.
Serpico, o ese tipo de persona que no se queda inmóvil ante los acontecimientos. Ese héroe que decide pasar a la acción y denunciar todo aquello que huele a podrido, aún convirtiendo su vida en un auténtico calvario. Para él —un policía de vocación—, la LEY es un instrumento sagrado al servicio del ciudadano, nadie puede aprovecharse de su poder buscando aumentar su beneficio personal. Son las personas como Frank Serpico las que consiguen, con su valentía, decisión y humildad, hacer que podamos vivir en un mundo mejor. Desgraciadamente ese modelo no abunda, pero las pocas veces que alguien así hace ruido se convierte en un punto de inflexión. Sidney Lumet ofrece aquí una cinta bien escrita, filmada e interpretada, acompañada por los hermosos compases de Mikis Theodokaris y envuelta de una melancólica atmósfera, consiguiendo en su conjunto una película trascendente cuyo mensaje sigue estando de actualidad.
Si quien debe velar por nuestros intereses, ya sea policía o político, está corrompido ¿qué esperanza nos queda en el sistema? ¿en manos de quién estamos? ¿somos simples marionetas del poder?. Una de las frases pronunciadas por Frank Serpico deja en evidencia a esos altos cargos que se limitan a buscar un cabeza de turco para poner fin a una trama de corrupción: “La corrupción no puede existir a menos que se tolere en las altas esferas”.
Serpico, o ese tipo de persona que no se queda inmóvil ante los acontecimientos. Ese héroe que decide pasar a la acción y denunciar todo aquello que huele a podrido, aún convirtiendo su vida en un auténtico calvario. Para él —un policía de vocación—, la LEY es un instrumento sagrado al servicio del ciudadano, nadie puede aprovecharse de su poder buscando aumentar su beneficio personal. Son las personas como Frank Serpico las que consiguen, con su valentía, decisión y humildad, hacer que podamos vivir en un mundo mejor. Desgraciadamente ese modelo no abunda, pero las pocas veces que alguien así hace ruido se convierte en un punto de inflexión. Sidney Lumet ofrece aquí una cinta bien escrita, filmada e interpretada, acompañada por los hermosos compases de Mikis Theodokaris y envuelta de una melancólica atmósfera, consiguiendo en su conjunto una película trascendente cuyo mensaje sigue estando de actualidad.
Si quien debe velar por nuestros intereses, ya sea policía o político, está corrompido ¿qué esperanza nos queda en el sistema? ¿en manos de quién estamos? ¿somos simples marionetas del poder?. Una de las frases pronunciadas por Frank Serpico deja en evidencia a esos altos cargos que se limitan a buscar un cabeza de turco para poner fin a una trama de corrupción: “La corrupción no puede existir a menos que se tolere en las altas esferas”.
26 de marzo de 2006
26 de marzo de 2006
27 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creí que la narración de la historia del policía honesto Frank Serpico, interpretado por Al Pacino, podría interesarme al visionar los primeros 30 minutos. Parecía tener sus buenas dosis de acción y policíaco e incluso contaba con un mayor atractivo por estar basada en hechos reales. Sin embargo, desde el momento en que comienza la trama principal sobre la corrupción del Cuerpo de Policía, la película empezó a diluirse poco a poco para mi gusto. Las escenas empiezan a atiborrarse con demasiados datos, personajes y todo, paradójicamente, con una gran rapidez en el desarrollo pero una notable lentitud en el metraje. Por eso la considero interesante, porque muestra muy bien el mundo de la corrupción policial, pero me esperaba mucho más tras leer las excelentes críticas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La escena en la que Serpico descubre en su casa el sobre con el dinero mediante el cual pretenden "untarle" es, para mí, la peor planteada, cuando marca el punto de inflexión de la película. Creo que Lumet debería haberla dejado más clara.
5 de diciembre de 2009
5 de diciembre de 2009
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que un policía intente hacer las cosas correctamente (porque lo único que intentó hacer Serpico fue justamente eso, lo que debía hacer) nos parece ciencia ficción y además algo plausible; nos hemos acostumbrado tristemente a aunar la palabra "policía" con "corrupción", y nos hemos olvidado que no hay que felicitarlos si son incorruptibles, es lo que deberían ser todos los hombres de justicia, y para eso les pagamos con nuestros impuestos. A tanto se ha llegado, que pensamos que un tipo que rechaza coimas, y que intenta dialogar con los delincuentes antes de golpearlos es un genio, un iluminado. Serpico fue un hombre impoluto dentro de una institución que debería ser impoluta, transparente y justa. Ese es su mérito, el haber permanecido firme en su postura, en no transar con los "arreglos", que es lo que por supuesto hacen casi todos. Estoy seguro que a lo largo de la historia habrán habido varios de estos personajes, que en forma solitaria, intentaron en vano no ensuciarse, chapoteando en el barro; y creo que la presión de la familia, de los amigos y de su propio instinto de supervivencia (los sueldos de los policías son lastimosos, teniendo en cuenta la labor de riesgo que ejercen) hace que se terminen corrompiendo y mandando todo al carajo; me imagino que piensan: después de todo siendo honesto no se gana nada, no se come ni se compra uno una casa, mientras que los que andan en negociados turbios y poco "éticos" rápidamente prosperan, se van de viaje, consiguen "cositas" gratis y demás ventajas. Creo que a cualquiera de nosotros también nos costaría mantenernos limpios en un lugar en donde lo "ilegal" es moneda corriente y en donde tienen el completo amaparo político y judicial (quiénes también están en la joda). En Argentina nos estamos acostumbrando a agradecer a los delincuentes, que cuando te roban al menos no te pegan cinco balazos y te dejan culo pa´arriba; y es acá donde uno termina agradeciendo a gente como Serpico, cuando nos tendría que resultar de lo más natural el que existan. En fin, es lo que hay...
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