Sólo los ángeles tienen alas
1939 

7.7
5,319
29 de enero de 2009
29 de enero de 2009
22 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sabemos que Hawks intenta como sea hacernos vibrar en cada imagen y aquí también lo consiguió. Una película en la que destacan la fotografía y los efectos especiales.
Es increíble como este hombre completa un escenario como ningún otro lo consiguiera, lo llena, lo desborda, crea una atmósfera total en cada metro cuadrado, una animación y una profundidad que si das un paso te pierdes entre las callejuelas. El barco, los muelles, la gente, el auto sobre raíles, todo entre paquetes y bultos completa un ambiente perfecto. Luego, la agencia y los aviones, con un Cary Grant por una vez con un revólver al cinto, y con el bar completa un escenario inolvidable.
Los vuelos sobre las montañas son asombrosamente bellos, quieres ir en el avión aunque se incendien los motores, quieres atravesar otra vez esas montañas y cumplir con la misión.
Las estampas de las cabañas tropicales, los interiores en esas cabañas, los personajes, todo es formidable, el ambiente rebosa aventura, acción, amor. Bueno, ¡y qué decir! Cuando entra Rita Hayworth hasta al loro del bar se le descolocan las plumas.
Emocionante a más no poder como muere la desconfianza entre los pilotos. "Esto es lo que queda después de 22 años de profesión."
La historia de amor es muy bonita, completa y romántica, y acompaña el argumento con agrado, sólo importa la emoción hasta el último instante.
Una historia a lo Hawks.
Es increíble como este hombre completa un escenario como ningún otro lo consiguiera, lo llena, lo desborda, crea una atmósfera total en cada metro cuadrado, una animación y una profundidad que si das un paso te pierdes entre las callejuelas. El barco, los muelles, la gente, el auto sobre raíles, todo entre paquetes y bultos completa un ambiente perfecto. Luego, la agencia y los aviones, con un Cary Grant por una vez con un revólver al cinto, y con el bar completa un escenario inolvidable.
Los vuelos sobre las montañas son asombrosamente bellos, quieres ir en el avión aunque se incendien los motores, quieres atravesar otra vez esas montañas y cumplir con la misión.
Las estampas de las cabañas tropicales, los interiores en esas cabañas, los personajes, todo es formidable, el ambiente rebosa aventura, acción, amor. Bueno, ¡y qué decir! Cuando entra Rita Hayworth hasta al loro del bar se le descolocan las plumas.
Emocionante a más no poder como muere la desconfianza entre los pilotos. "Esto es lo que queda después de 22 años de profesión."
La historia de amor es muy bonita, completa y romántica, y acompaña el argumento con agrado, sólo importa la emoción hasta el último instante.
Una historia a lo Hawks.
11 de enero de 2010
11 de enero de 2010
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay algo en esta película, a pesar de ese alejado y lluvioso lugar y ese cuidadoso guión con frases bien estructuradas, que me la hacen poco creíble. Tal vez sea un Cary Grant menos dúctil que el de otras ocasiones, o mi incredulidad ante la superprofesionalidad de unos hombres capaces de morir por cumplir con su trabajo de correos y dispuestos a todo por salvar la empresa del holandés (que aunque parece buena gente, tampoco levanta pasiones); máxime cuando parecen ser individuos de vuelta de todo, e incluso poco recomendables tras sus frecuentes visitas a los surtidores de ron.
La aparición de Rita Hayworth, comiéndose la pantalla, rompe con la galanura de un coordinador de vuelos (Cary Grant) que cae rendido ante la torpe y enamoradiza rubia (Jean Arthur), que pasaba por allí. Por cierto, tampoco es tragable, su reconversión (la de Rita) en buena y casta esposa; en este caso porque no nos lo queremos creer, hipnotizados por su magnetismo animal y sus miradas abrasadoras.
Howard Hawks, no obstante, demuestra su pericia desarrollando la acción en ámbitos casi claustrofóbicos y manteniendo el interés y el ritmo con planos cortos.
La aparición de Rita Hayworth, comiéndose la pantalla, rompe con la galanura de un coordinador de vuelos (Cary Grant) que cae rendido ante la torpe y enamoradiza rubia (Jean Arthur), que pasaba por allí. Por cierto, tampoco es tragable, su reconversión (la de Rita) en buena y casta esposa; en este caso porque no nos lo queremos creer, hipnotizados por su magnetismo animal y sus miradas abrasadoras.
Howard Hawks, no obstante, demuestra su pericia desarrollando la acción en ámbitos casi claustrofóbicos y manteniendo el interés y el ritmo con planos cortos.
30 de diciembre de 2010
30 de diciembre de 2010
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante película de aventuras que, más allá de la superficialidad argumental y narrativa que puede aparentar, atesora algunos detalles dignos de consideración que consiguen alejarla someramente de la típica cinta de aventuras ambientada en parajes exóticos.
Nos encontramos ante una de las tantas incursiones que el reputado cineasta Howard Hawks dedicó al contexto de la camaradería masculina. Incursión que suele producirse habitualmente en lugares dejados de la mano de Dios donde se forjan grandes lazos de unión entre los compañeros de profesión, que logran sobrepasar la barrera de la amistad para llegar incluso a simular, o al menos sobreponerse, sobre los mismísimos lazos conyugales, imposibles de mantener en profesiones tan arriesgadas y alejadas de la civilización como la que nos ocupa en este caso: nada menos que aviadores de mercancías en medio de los Andes.
La cercanía de la muerte, tan presente a lo largo de todo el metraje, es probablemente el pilar fundamental sobre el que orbitan el resto de elementos de la obra de Hawks. El sólido guión de Jules Furthman se apoya convenientemente en esa incertidumbre constante sobre si habrá un mañana, estableciendo así un rico mapa de relaciones y emociones que son visitadas progresivamente en el transcurso de la trama.
Y es que, la inolvidable reacción de todos los pilotos ante la muerte de uno de sus compañeros, lejos de resultar banal e intrascendente como pudiera parecer a tenor de ese improvisado cántico que les sale del alma, encierra bajo sí una profundidad y una trascendencia absolutamente brutales y desoladoras. Una realidad tan intensa y cruel que terminará por estallar en esa escena final de Cary Grant, el duro y fuerte Grant nada menos, llorando (o al menos con evidentes síntomas de haberlo hecho) con la mirada extraviada en la nada más absoluta por la pérdida de su amigo. Un momento mágico del cine que, sin embargo, no deja de estar empañado por ciertos lastres narrativos que me dispongo a comentar.
"Sólo los ángeles tienen alas" no me parece la obra maestra que muchos críticos y espectadores ven en ella. Y no lo es, básicamente, porque la conjunción entre película de aventuras y romántica no termina de cuajar en ningún momento. Concretamente, está segunda trama (la romántica) me parece estar forzada, como si de manera continuada fuera a contrapiés, sin llegar en ningún momento a ponerse a la altura de la película.
Nos encontramos ante una de las tantas incursiones que el reputado cineasta Howard Hawks dedicó al contexto de la camaradería masculina. Incursión que suele producirse habitualmente en lugares dejados de la mano de Dios donde se forjan grandes lazos de unión entre los compañeros de profesión, que logran sobrepasar la barrera de la amistad para llegar incluso a simular, o al menos sobreponerse, sobre los mismísimos lazos conyugales, imposibles de mantener en profesiones tan arriesgadas y alejadas de la civilización como la que nos ocupa en este caso: nada menos que aviadores de mercancías en medio de los Andes.
La cercanía de la muerte, tan presente a lo largo de todo el metraje, es probablemente el pilar fundamental sobre el que orbitan el resto de elementos de la obra de Hawks. El sólido guión de Jules Furthman se apoya convenientemente en esa incertidumbre constante sobre si habrá un mañana, estableciendo así un rico mapa de relaciones y emociones que son visitadas progresivamente en el transcurso de la trama.
Y es que, la inolvidable reacción de todos los pilotos ante la muerte de uno de sus compañeros, lejos de resultar banal e intrascendente como pudiera parecer a tenor de ese improvisado cántico que les sale del alma, encierra bajo sí una profundidad y una trascendencia absolutamente brutales y desoladoras. Una realidad tan intensa y cruel que terminará por estallar en esa escena final de Cary Grant, el duro y fuerte Grant nada menos, llorando (o al menos con evidentes síntomas de haberlo hecho) con la mirada extraviada en la nada más absoluta por la pérdida de su amigo. Un momento mágico del cine que, sin embargo, no deja de estar empañado por ciertos lastres narrativos que me dispongo a comentar.
"Sólo los ángeles tienen alas" no me parece la obra maestra que muchos críticos y espectadores ven en ella. Y no lo es, básicamente, porque la conjunción entre película de aventuras y romántica no termina de cuajar en ningún momento. Concretamente, está segunda trama (la romántica) me parece estar forzada, como si de manera continuada fuera a contrapiés, sin llegar en ningún momento a ponerse a la altura de la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es un lastre continuo que se evidencia especialmente en los momentos en que el componente de aventura decae. Y no sólo eso, sino que esa interesante pero torpemente explotada relación amorosa entre el personaje de Geoff Carter y Bonnie Lee parece que únicamente se mantiene viva a través de dos tramos de metraje, dos momentos en los que, por alguna razón, la trama aventuresca se detiene para dar mayor cancha a la relación sentimental de ambos personajes. Momentos en los que se toca cierto fondo a nivel de fluidez narrativa por la incapacidad, no sé si del guión o de la concepción de los personajes, en plasmar adecuadamente la intensidad dramática del momento.
Me parece tan inocente, tan fácil, tan presuntamente trascendente cuando ni siquiera se están acercando a la superficie del drama que, ciertamente, poco menos que me supone un importante chirrío dentro del contexto global del filme. No funciona y hace no funcionar correctamente a la película como conjunto en más de una ocasión.
La crudeza de la vida de los pilotos y su sentido del honor y del deber sí considero que está mucho mejor retratada, especialmente en el enfrentamiento emocional, esta vez sí repleto de tensión, entre MacPherson y Kid Dabb. Sin llegar en ningún momento a las manos, la tirantez emocional es brutalmente plasmada hasta llegar a ese redentor final que termina con la muerte de Kid postrado a solas en su habitación y con el propio MacPherson herido gravemente tras haber arriesgado su vida por intentar salvar al hermano de aquel al que no dio esa oportunidad tiempo atrás. Enorme línea argumental, esta vez sí, llevada y resuelta de manera no sólo adecuada, sino fascinante.
Y llegados a este punto, poco más queda por añadir. Simplemente insistir en que "Sólo los ángeles tiene alas" es una gran película de aventuras que destaca por encima de la media por su especial tratamiento de las emociones masculinas y por algunas de sus inolvidables escenas (el recurso de la moneda con dos caras propicia un momento memorable que en "El caballero oscuro" Nolan se encargaría de rescatar para sus propios fines). Pero aun con todo, el resultado no es redondo. Y no lo es por un guión que falla a nivel narrativo (que no de historia) por no saber conjugar adecuadamente las dos tramas principales, quedando el edificio con una evidente cojera a no mucho que uno preste atención. Una tara que, dicho sea de paso, no impide a la Torre de Pisa ser hermosa por ello mismo. Pero esto no es la Torre de Pisa. ¿O sí?
Me parece tan inocente, tan fácil, tan presuntamente trascendente cuando ni siquiera se están acercando a la superficie del drama que, ciertamente, poco menos que me supone un importante chirrío dentro del contexto global del filme. No funciona y hace no funcionar correctamente a la película como conjunto en más de una ocasión.
La crudeza de la vida de los pilotos y su sentido del honor y del deber sí considero que está mucho mejor retratada, especialmente en el enfrentamiento emocional, esta vez sí repleto de tensión, entre MacPherson y Kid Dabb. Sin llegar en ningún momento a las manos, la tirantez emocional es brutalmente plasmada hasta llegar a ese redentor final que termina con la muerte de Kid postrado a solas en su habitación y con el propio MacPherson herido gravemente tras haber arriesgado su vida por intentar salvar al hermano de aquel al que no dio esa oportunidad tiempo atrás. Enorme línea argumental, esta vez sí, llevada y resuelta de manera no sólo adecuada, sino fascinante.
Y llegados a este punto, poco más queda por añadir. Simplemente insistir en que "Sólo los ángeles tiene alas" es una gran película de aventuras que destaca por encima de la media por su especial tratamiento de las emociones masculinas y por algunas de sus inolvidables escenas (el recurso de la moneda con dos caras propicia un momento memorable que en "El caballero oscuro" Nolan se encargaría de rescatar para sus propios fines). Pero aun con todo, el resultado no es redondo. Y no lo es por un guión que falla a nivel narrativo (que no de historia) por no saber conjugar adecuadamente las dos tramas principales, quedando el edificio con una evidente cojera a no mucho que uno preste atención. Una tara que, dicho sea de paso, no impide a la Torre de Pisa ser hermosa por ello mismo. Pero esto no es la Torre de Pisa. ¿O sí?
31 de mayo de 2013
31 de mayo de 2013
16 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obviamente sería injusto criticar una película de 1939 porque no te crees los efectos especiales por mucho empeño (y nominación al Oscar) que le pusieran. Así que no lo voy a hacer aunque ellos copen la mayor parte del metraje.
Pero tampoco me creo la "relación" entre la protagonista y el primer piloto, o la "relación" entre Cary Grant y la susodicha. El personaje de la señorita Arthur es especialmente curioso: se nos presenta como una mujer de armas tomar y a las primeras de cambio se excusa por su comportamientos infantiles y pide consejos sentimentales a los pilotos (que acaba de conocer) como si de un gabinete de videncia se tratara. Y no es lo único que pide (lo de la bofetada puede explicar hoy en día muchas cosas). ¿Alguien dudaría entre Rita Hayworth y Jean Arthur? Cary Grant en el set de rodaje seguro que tampoco.
Las relaciones entre los pilotos también son dignas de mencionar. En la película se exalta la camaradería y el compañerismo pero en Barranca cuando hay un accidente la gente se comporta de manera muy extraña...
Y digo yo, ¿no será mejor para el negocio quedarse en tierra y esperar a que pase la tormenta que arriesgar la integridad de aviones, carga y pilotos porque somos muy intrépidos?
Para fans de las maquetas y de amores inverosímiles. Abstenerse quien desee disfrutar de una buena película de Howard Hawks.
Pero tampoco me creo la "relación" entre la protagonista y el primer piloto, o la "relación" entre Cary Grant y la susodicha. El personaje de la señorita Arthur es especialmente curioso: se nos presenta como una mujer de armas tomar y a las primeras de cambio se excusa por su comportamientos infantiles y pide consejos sentimentales a los pilotos (que acaba de conocer) como si de un gabinete de videncia se tratara. Y no es lo único que pide (lo de la bofetada puede explicar hoy en día muchas cosas). ¿Alguien dudaría entre Rita Hayworth y Jean Arthur? Cary Grant en el set de rodaje seguro que tampoco.
Las relaciones entre los pilotos también son dignas de mencionar. En la película se exalta la camaradería y el compañerismo pero en Barranca cuando hay un accidente la gente se comporta de manera muy extraña...
Y digo yo, ¿no será mejor para el negocio quedarse en tierra y esperar a que pase la tormenta que arriesgar la integridad de aviones, carga y pilotos porque somos muy intrépidos?
Para fans de las maquetas y de amores inverosímiles. Abstenerse quien desee disfrutar de una buena película de Howard Hawks.
31 de mayo de 2014
31 de mayo de 2014
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un grupo de personas desarrollan un oficio peligroso, vuelos arriesgados en avionetas remendadas, transportando el correo, enfermos o nitroglicerina. Entre vuelo y vuelo los pilotos se relacionan entre sí y dejan en evidencia su dificultad de adaptación a todo lo que no sea su oficio. Son temas recurrentes con los que Haward Hawks vertebra su estilo de cine, junto a la lucha de sexos, el valor, la amistad y la profesionalidad. El film, como es habitual en Hawks esconde una intensa complejidad detrás de su aparente sencillez. Bonnie Lee (Jean Arthur) llega a Barranca, una pequeña ciudad sudamericana, un lugar donde “todo sucede muy rápido”, como ella misma asegura. Una corista en busca de fortuna, que debe acostumbrarse a un mundo dominado por personajes masculinos. Entre las copas y humos de un garito conocerá a estos pilotos que manda Geoff Carter (Cary Grant), un tipo esquivo, escéptico y resentido con las mujeres.
El ritmo narrativo y descriptivo de Hawks es prodigioso, en menos de quince minutos nos ha descrito la situación y los personajes, y nos ha mostrado los dos grandes conflictos del film: el individual/sentimental y el colectivo/profesional. Una gran película de aventuras, paradójicamente rodada en estudio, aventura mucho más interna que externa. Su puesta en escena es vigorosa, sus ingeniosos diálogos, entre el drama y la comedia, sus planos están llenos de vida y emoción. El individualismo frente al colectivo, personajes entrañables como Thomas Mitchell, Rita Hayworth o Richard Barthelmes que encarna a un piloto que necesita redimirse profesionalmente de un pasado oscuro. Personajes que saben sacrificarse, todos ellos se ganan la empatía del espectador. Hawks fue uno de los cineastas pioneros que abordó de forma más personal, todos los géneros, desde la comedia hasta el western, desde el musical hasta el cine negro, y en todos ellos plasmó más de una obra maestra, como ocurre con esta cinta de aventuras, compromiso humano y profesional.
El ritmo narrativo y descriptivo de Hawks es prodigioso, en menos de quince minutos nos ha descrito la situación y los personajes, y nos ha mostrado los dos grandes conflictos del film: el individual/sentimental y el colectivo/profesional. Una gran película de aventuras, paradójicamente rodada en estudio, aventura mucho más interna que externa. Su puesta en escena es vigorosa, sus ingeniosos diálogos, entre el drama y la comedia, sus planos están llenos de vida y emoción. El individualismo frente al colectivo, personajes entrañables como Thomas Mitchell, Rita Hayworth o Richard Barthelmes que encarna a un piloto que necesita redimirse profesionalmente de un pasado oscuro. Personajes que saben sacrificarse, todos ellos se ganan la empatía del espectador. Hawks fue uno de los cineastas pioneros que abordó de forma más personal, todos los géneros, desde la comedia hasta el western, desde el musical hasta el cine negro, y en todos ellos plasmó más de una obra maestra, como ocurre con esta cinta de aventuras, compromiso humano y profesional.
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