Los cuatro jinetes del apocalipsis
1962 

7.1
2,598
Drama
Adaptación cinematográfica de la novela homónima de Blasco Ibáñez, publicada en 1916. Julio Madariaga, el patriarca de una acomodada familia argentina, verá como el ascenso del nazismo en Europa divide a las dos ramas de su familia. La rama francesa, encabezada por Julio Desnoyers (Glenn Ford), se enfrentará a la rama alemana, los Von Hartrott, cuya militancia nazi les permitirá ocupar puestos de importancia en la Werhmacht. Finalmente, ... [+]
24 de agosto de 2017
24 de agosto de 2017
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recordemos las palabras de Julio Madariaga, fundador de un lugar de credos y razas en armonía que pronto va a quebrarse, a Marcelo Desnoyers:
"¡Yo soy español; tú, francés; Karl, alemán; mis hijas, argentinas [...]; y entre los peones se hallan todas las razas y credos! En Europa tal vez nos mataríamos, pero aquí somos amigos".
El Mundo es así pero el estallido de la guerra provoca la ruptura de esta armonía; la Gran Guerra, sí, vivida día tras día desde su humilde estancia en París por un Blasco Ibáñez que la retrataría desde el seno de una familia rica que termina tan aplastada como Europa...pero la situación contemplada cuatro décadas después por Vincente Minnelli no es la misma. Ha sido reclutado por los señores de MGM, empeñados en resucitar sus clásicos, para dirigir la segunda adaptación de la triunfal "Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis"; rehúsa los cambios en el enfoque histórico sin éxito pero recibe el presupuesto más abultado de su carrera para una producción a gran escala, culminando en un rodaje muy extenso, con problemas de localizaciones, de guión, de reparto, de montaje y, finalmente, de taquilla.
La trama, que vuelve a prescindir del pasado de los protagonistas, se establece en Argentina igual que la también legendaria primera versión muda de Reginald Ingram, y desde el punto de vista del más querido de los nietos de Madariaga, Julio; dos fallos las distancian: Glenn Ford toma el papel de Rodolfo "Valentino", de 20 años menos cuando se desempeñó de protagonista, y la época se adelanta hasta la toma del poder de Hitler, poco antes del estallido de la 2.ª Guerra. La secuencia en la que el hacendado es testigo del desastre venidero al pertenecer las dos mitades de su familia a los bandos que están a punto de chocar en Europa representa el estilo puro de MGM.
Un irreconocible Lee J. Cobb recita el monólogo que pertenecía originalmente al ruso Tchernoff con una carga melodramática tan grandilocuente como ridícula, y acompañándose de un despliegue visual y formal espectacular. Todo para figurar a vivo color la aparición de los jinetes del título en el cielo que tantas catástrofes presagian, y que veremos a partir de la disgregación familiar hacia Europa; el libreto de Robert Ardrey (retocado por John Gay) respeta los roles de Ibáñez: contra el estoicismo y la entrega a la causa alemana de los Von Hartrott, el hedonismo y la neutralidad de los Desnoyers. Ford resulta acartonado y poco creíble dando vida a Julio en su conversión a vivaz pintor bohemio, acorralado por causas de fuerza mayor tras enamorarse de la dama de sociedad Marguerite.
Ésta presenta el llamativo rostro de la sueca Ingrid Thulin y ambos relatos se centran en su amor furtivo a espaldas de su marido, Laurier, llamado al servicio militar; pero ella no parece tan infeliz como su contraparte Alice Terry. Su aventura con el "héroe" se estanca inevitablemente en la típica envoltura de melodrama hollywoodiense clásico, mientras el travelling de los rostros de los franceses preparados para la ejecución ahora es el de ciudadanos desolados al contemplar al enemigo alemán desfilando bajo el Arco del Triunfo. Restringido por las exigencias narrativas, Minnelli da importancia a los suntuosos decorados, los enormes escenarios, las tomas elaboradas con cientos de extras y apuntes experimentales a la hora de mostrar la crónica documental del avance de la guerra.
Ahora hay Resistencia Francesa (con la pequeña Chi-chi de rebelde en sus filas) y las sofisticadas reuniones de etiqueta sustituyen a la delirante fiesta donde los alemanes, borrachos y travestidos, violaban a una chica francesa. Si Ingram fue tan explícito en su maniqueísmo al igual que Ibáñez, el sentimiento se atenúa esta vez, más sutilmente; Von Hartrott, su hijo y demás oficiales se jactan con orgullo y superioridad de poseer todo lo que les rodea (incluida Marguerite, vergonzoso instante...), pero ni los jóvenes estudiantes disimulan su barbarie ni los miembros de la Resistencia sus maneras de actuar frías y despiadadas frente al neutral Julio.
Esta última actualización a conveniencia del cambio de escenario histórico deja atrás la transformación heroica del hijo descarriado al alistarse al ejército, influenciado por el coraje y las heridas del retornado Laurier, y de hecho morir combatiendo; aquí servirá a la causa de la Resistencia, bebiendo este largo (y a ratos soporífero) tramo de los dramas de espionaje de la RKO más que de la propia novela, con sus conocidas conspiraciones y misiones suicidas. Es mayor por tanto la distancia que separa la acción dramática de la acción en el frente (si bien todo acto de batalla en el texto nunca se conocía directamente).
Pero el cruzar de la 1.ª a la 2.ª Guerra no causa un problema tan molesto teniendo en cuenta que ya entonces promulgaba Ibáñez el ascenso del poder teutón en base a unas ideas de superioridad racial y de conciencia colectiva que poco o nada se apartaría de los discursos de Hitler, servidos aquí bajo unos tonos de rojo sangre figurando la Muerte encarnada. El director se rinde a la espectacularidad, al sabor añejo de la MGM años '50, a las secuencias románticas llenas de intensa y grandilocuente música, sin dejar de lado un retrato cercano, a ratos descarnado, a veces no tan trágico como debiera, de aquellos primeros años del nazismo y la lucha del pueblo francés.
Del reparto estelar quien mejor se entrega al drama es Charles Boyer, mientras Thulin también predijo algo: el enorme fracaso de la película. Y así fue. "Los Cuatro Jinetes" es, en el plano técnico y escénico, un logro a gran escala...pero como la mayoría de estos megaproyectos con tan poco cuidado en el guión, se hundió en taquilla. Fue la puntilla que les faltaba a los de MGM tras el batacazo de la épica "Cimarron" (otra recuperación de un clásico anterior, el último "western" de Mann y que además también protagonizaba Ford).
Mejor volver a la obra de Ingram para ver recreada la del autor valenciano en toda su épica plenitud.
"¡Yo soy español; tú, francés; Karl, alemán; mis hijas, argentinas [...]; y entre los peones se hallan todas las razas y credos! En Europa tal vez nos mataríamos, pero aquí somos amigos".
El Mundo es así pero el estallido de la guerra provoca la ruptura de esta armonía; la Gran Guerra, sí, vivida día tras día desde su humilde estancia en París por un Blasco Ibáñez que la retrataría desde el seno de una familia rica que termina tan aplastada como Europa...pero la situación contemplada cuatro décadas después por Vincente Minnelli no es la misma. Ha sido reclutado por los señores de MGM, empeñados en resucitar sus clásicos, para dirigir la segunda adaptación de la triunfal "Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis"; rehúsa los cambios en el enfoque histórico sin éxito pero recibe el presupuesto más abultado de su carrera para una producción a gran escala, culminando en un rodaje muy extenso, con problemas de localizaciones, de guión, de reparto, de montaje y, finalmente, de taquilla.
La trama, que vuelve a prescindir del pasado de los protagonistas, se establece en Argentina igual que la también legendaria primera versión muda de Reginald Ingram, y desde el punto de vista del más querido de los nietos de Madariaga, Julio; dos fallos las distancian: Glenn Ford toma el papel de Rodolfo "Valentino", de 20 años menos cuando se desempeñó de protagonista, y la época se adelanta hasta la toma del poder de Hitler, poco antes del estallido de la 2.ª Guerra. La secuencia en la que el hacendado es testigo del desastre venidero al pertenecer las dos mitades de su familia a los bandos que están a punto de chocar en Europa representa el estilo puro de MGM.
Un irreconocible Lee J. Cobb recita el monólogo que pertenecía originalmente al ruso Tchernoff con una carga melodramática tan grandilocuente como ridícula, y acompañándose de un despliegue visual y formal espectacular. Todo para figurar a vivo color la aparición de los jinetes del título en el cielo que tantas catástrofes presagian, y que veremos a partir de la disgregación familiar hacia Europa; el libreto de Robert Ardrey (retocado por John Gay) respeta los roles de Ibáñez: contra el estoicismo y la entrega a la causa alemana de los Von Hartrott, el hedonismo y la neutralidad de los Desnoyers. Ford resulta acartonado y poco creíble dando vida a Julio en su conversión a vivaz pintor bohemio, acorralado por causas de fuerza mayor tras enamorarse de la dama de sociedad Marguerite.
Ésta presenta el llamativo rostro de la sueca Ingrid Thulin y ambos relatos se centran en su amor furtivo a espaldas de su marido, Laurier, llamado al servicio militar; pero ella no parece tan infeliz como su contraparte Alice Terry. Su aventura con el "héroe" se estanca inevitablemente en la típica envoltura de melodrama hollywoodiense clásico, mientras el travelling de los rostros de los franceses preparados para la ejecución ahora es el de ciudadanos desolados al contemplar al enemigo alemán desfilando bajo el Arco del Triunfo. Restringido por las exigencias narrativas, Minnelli da importancia a los suntuosos decorados, los enormes escenarios, las tomas elaboradas con cientos de extras y apuntes experimentales a la hora de mostrar la crónica documental del avance de la guerra.
Ahora hay Resistencia Francesa (con la pequeña Chi-chi de rebelde en sus filas) y las sofisticadas reuniones de etiqueta sustituyen a la delirante fiesta donde los alemanes, borrachos y travestidos, violaban a una chica francesa. Si Ingram fue tan explícito en su maniqueísmo al igual que Ibáñez, el sentimiento se atenúa esta vez, más sutilmente; Von Hartrott, su hijo y demás oficiales se jactan con orgullo y superioridad de poseer todo lo que les rodea (incluida Marguerite, vergonzoso instante...), pero ni los jóvenes estudiantes disimulan su barbarie ni los miembros de la Resistencia sus maneras de actuar frías y despiadadas frente al neutral Julio.
Esta última actualización a conveniencia del cambio de escenario histórico deja atrás la transformación heroica del hijo descarriado al alistarse al ejército, influenciado por el coraje y las heridas del retornado Laurier, y de hecho morir combatiendo; aquí servirá a la causa de la Resistencia, bebiendo este largo (y a ratos soporífero) tramo de los dramas de espionaje de la RKO más que de la propia novela, con sus conocidas conspiraciones y misiones suicidas. Es mayor por tanto la distancia que separa la acción dramática de la acción en el frente (si bien todo acto de batalla en el texto nunca se conocía directamente).
Pero el cruzar de la 1.ª a la 2.ª Guerra no causa un problema tan molesto teniendo en cuenta que ya entonces promulgaba Ibáñez el ascenso del poder teutón en base a unas ideas de superioridad racial y de conciencia colectiva que poco o nada se apartaría de los discursos de Hitler, servidos aquí bajo unos tonos de rojo sangre figurando la Muerte encarnada. El director se rinde a la espectacularidad, al sabor añejo de la MGM años '50, a las secuencias románticas llenas de intensa y grandilocuente música, sin dejar de lado un retrato cercano, a ratos descarnado, a veces no tan trágico como debiera, de aquellos primeros años del nazismo y la lucha del pueblo francés.
Del reparto estelar quien mejor se entrega al drama es Charles Boyer, mientras Thulin también predijo algo: el enorme fracaso de la película. Y así fue. "Los Cuatro Jinetes" es, en el plano técnico y escénico, un logro a gran escala...pero como la mayoría de estos megaproyectos con tan poco cuidado en el guión, se hundió en taquilla. Fue la puntilla que les faltaba a los de MGM tras el batacazo de la épica "Cimarron" (otra recuperación de un clásico anterior, el último "western" de Mann y que además también protagonizaba Ford).
Mejor volver a la obra de Ingram para ver recreada la del autor valenciano en toda su épica plenitud.
19 de enero de 2010
19 de enero de 2010
14 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
INTRODUCCIÓN: EN AGOSTO Y SEPTIEMBRE EN ARGENTINA Y PARAGUAY
LUGARES: ARGENTINA, PARAGUAY.
CAPITULO 10 POLO
La tarde es placentera. El verde campo del country club en Palermo Argentina hace la tarde de este sábado, grande. Karim esta viendo como juega magistralmente, Julio D., su contacto en Argentina. El sonido de los cascos delos caballos y el olor a pasto es un olor inconfundible. A su lado esta Cesy, la Argentina.
Cesy es muy bella, la actriz argentina parece disfrutar de esta tarde de sábado. Mientras tanto Julio D. en el campo es un gran jugador, un centauro que domina el terreno.
Cesyy siempre ardiente me pide ir a los vestidores. Karim cierra la puerta y tiene sexo con ella ahí mismo.
Esa es la tónica de la de estancia de Karim en ese país. Comiendo bien, bebiendo bien y disfrutando a una mujer como Cesy.
Karim sigue observando a Julio D; quien es un guerrero nato. Su aristocrática familia muy cerca del gobierno antiperonista.
Es una misión que le mantiene como en un sopor y se acordó del día en que llego a ese país a principios de agosto.
Hacia frio e iba cansado de la anterior misión. El General Núñez le recibe cordial. Es un hombre joven.
-¿Vienes de parte de la Union Fort Company? -pregunto Núñez desde su rostro con gafas doradas, con cierta alegría.
-Si señor, vengo a colaborar para una misión para la Union Company -contesta Karim.
CAPITULO 5 SOLDADO ESPIRITUAL
¿Que es la opulencia? Karim la vive, la huele ahí en la aristocracia Argentina. Tal vez ahora sea el punto culminante en su vida... El tope... No lo sabe... tiene 35 años. La noche cae ahí en las pampas. Karim medita acerca de lo que es... un soldado; un soldado del mundo espiritual. Una vez mas tiende a deprimirse y entonces Álvaro aparece: -Es un regalo de el poder superior, servir a la humanidad -dijo el, con su voz profunda y grave. Álvaro Cordero le enseña algo que él ignoraba... el vivir esto segundo es a su capacidad.
Desde su niñez de privaciones y de su orfandad como adolecente. Ahora empezaba a ver con cierta claridad. No puede resolver la hambruna ni reproducir el pan. Pero ni ahora ni antes será el mismo.
La pobreza que siempre ha tenido desde niño es espiritual.
LUGARES: ARGENTINA, PARAGUAY.
CAPITULO 10 POLO
La tarde es placentera. El verde campo del country club en Palermo Argentina hace la tarde de este sábado, grande. Karim esta viendo como juega magistralmente, Julio D., su contacto en Argentina. El sonido de los cascos delos caballos y el olor a pasto es un olor inconfundible. A su lado esta Cesy, la Argentina.
Cesy es muy bella, la actriz argentina parece disfrutar de esta tarde de sábado. Mientras tanto Julio D. en el campo es un gran jugador, un centauro que domina el terreno.
Cesyy siempre ardiente me pide ir a los vestidores. Karim cierra la puerta y tiene sexo con ella ahí mismo.
Esa es la tónica de la de estancia de Karim en ese país. Comiendo bien, bebiendo bien y disfrutando a una mujer como Cesy.
Karim sigue observando a Julio D; quien es un guerrero nato. Su aristocrática familia muy cerca del gobierno antiperonista.
Es una misión que le mantiene como en un sopor y se acordó del día en que llego a ese país a principios de agosto.
Hacia frio e iba cansado de la anterior misión. El General Núñez le recibe cordial. Es un hombre joven.
-¿Vienes de parte de la Union Fort Company? -pregunto Núñez desde su rostro con gafas doradas, con cierta alegría.
-Si señor, vengo a colaborar para una misión para la Union Company -contesta Karim.
CAPITULO 5 SOLDADO ESPIRITUAL
¿Que es la opulencia? Karim la vive, la huele ahí en la aristocracia Argentina. Tal vez ahora sea el punto culminante en su vida... El tope... No lo sabe... tiene 35 años. La noche cae ahí en las pampas. Karim medita acerca de lo que es... un soldado; un soldado del mundo espiritual. Una vez mas tiende a deprimirse y entonces Álvaro aparece: -Es un regalo de el poder superior, servir a la humanidad -dijo el, con su voz profunda y grave. Álvaro Cordero le enseña algo que él ignoraba... el vivir esto segundo es a su capacidad.
Desde su niñez de privaciones y de su orfandad como adolecente. Ahora empezaba a ver con cierta claridad. No puede resolver la hambruna ni reproducir el pan. Pero ni ahora ni antes será el mismo.
La pobreza que siempre ha tenido desde niño es espiritual.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
“Me estás mostrando, mi Mayor, los jinetes, los del Apocalipsis, en sus cuatro caballos... cada uno en su caballo: guerra, peste, hambre, muerte, pero a galope tendido”.
¡Cómo se sienten, cómo se sienten los cascos en el mundo, mi Mayor! Cómo están sonando y cómo están sacudiendo a la tierra.
Y los veo así... la tierra va girando, y ellos en ese correr, este correr, este correr... es pavoroso.
De pronto detienen las cabalgaduras, relinchan los caballos. ¡Ah, mi Mayor! se sacuden, y no veo nada. Todo sombras, todo sombras, la tierra toda sacudida, y los caballos perece como que caen... los jinetes también, se golpean.
Y ahora, de pronto, una luz... una luz que los iluminó totalmente, pero los jinetes ya no son negros y los caballos, los caballos se están poniendo blancos, mi Mayor... Y los arreos, que parecían de cuero, se tornan ahora, como rojos, rojos como de un color rubí maravilloso, y todos como si fueran incrustaciones que forman estrellas divinas. Y los caballos se van poniendo cada vez más blancos y resplandecientes...
Y dice el Mayor:
Cuatro caballos y cuatro símbolos, mi bien.
La guerra se transforma en Paz,
La peste en salud, mi bien.
Hambre, nadie tendrá ya más,
Y muerte desaparece, porque será la vida eterna,
El verde campo de Palermo en Argentina.
¡Cómo se sienten, cómo se sienten los cascos en el mundo, mi Mayor! Cómo están sonando y cómo están sacudiendo a la tierra.
Y los veo así... la tierra va girando, y ellos en ese correr, este correr, este correr... es pavoroso.
De pronto detienen las cabalgaduras, relinchan los caballos. ¡Ah, mi Mayor! se sacuden, y no veo nada. Todo sombras, todo sombras, la tierra toda sacudida, y los caballos perece como que caen... los jinetes también, se golpean.
Y ahora, de pronto, una luz... una luz que los iluminó totalmente, pero los jinetes ya no son negros y los caballos, los caballos se están poniendo blancos, mi Mayor... Y los arreos, que parecían de cuero, se tornan ahora, como rojos, rojos como de un color rubí maravilloso, y todos como si fueran incrustaciones que forman estrellas divinas. Y los caballos se van poniendo cada vez más blancos y resplandecientes...
Y dice el Mayor:
Cuatro caballos y cuatro símbolos, mi bien.
La guerra se transforma en Paz,
La peste en salud, mi bien.
Hambre, nadie tendrá ya más,
Y muerte desaparece, porque será la vida eterna,
El verde campo de Palermo en Argentina.
5 de enero de 2012
5 de enero de 2012
10 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para los que hubiesen leído la obra de Blasco Ibáñez decir que seguramente les defraudará, ya que no sólo se obvian varios pasajes de gran fuerza en la novela, sinó que hacia la mitad de la película y hasta el final ya poco tiene que ver con ella.
Personajes tan importantes como el padre de Julio se diluyen incomprensiblemente, escenas vitales como por ejemplo la llegada del frente de guerra hasta el pueblo francés donde la familia tiene su mansión, simplemente desaparecen, las actuaciones flojean (Lee J. Coob resulta ridículo como el abuelo Madariga, Glenn Ford, que a mi juicio fue un actor justito por no decir malo, naufraga en el papel de Julio, Ingrid Thulin sobreactuada...)
La película me ha decepcionado. Además, es demasiado larga. Para mi es un cinco pelao y va que chutan
Personajes tan importantes como el padre de Julio se diluyen incomprensiblemente, escenas vitales como por ejemplo la llegada del frente de guerra hasta el pueblo francés donde la familia tiene su mansión, simplemente desaparecen, las actuaciones flojean (Lee J. Coob resulta ridículo como el abuelo Madariga, Glenn Ford, que a mi juicio fue un actor justito por no decir malo, naufraga en el papel de Julio, Ingrid Thulin sobreactuada...)
La película me ha decepcionado. Además, es demasiado larga. Para mi es un cinco pelao y va que chutan
3 de agosto de 2012
3 de agosto de 2012
10 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1921 se rueda la primera versión de “Los cuatro jinetes de la apocalipsis”, una obra publicada en 1916, encargada de alguna forma por Poincaré y marcada por las tendencias ideológicas de Blasco Ibáñez. El libro fue calificado como el más vendido después de la Biblia y este éxito motivó su adaptación al cine mudo bajo la dirección de Rex Ingram. Tanto el libro como la película reflejaban una historia enmarcada en la primera guerra mundial y en el entretenimiento que la dio vida.
En el 1928 muere Blasco Ibáñez. En 1962 Minelli dirige una nueva versión de la obra. Se habla de una adaptación, pero en realidad hay una enorme traslación de las circunstancias en que se desarrolla la historia, hasta el punto de transformar la misma y hacerla distinta. Aparecen el nazismo, Hitler, Chamberlain, la ocupación de París, la resistencia; todo inexistente en la guerra del 14. La historia de un joven millonario y superficial que termina colaborando con la resistencia y termina sacrificándose en un raid aéreo aliado sustituye a la del joven que se alista como soldado en la guerra y muere en el frente.
La película añade a la traición de la obra original interminables defectos. Todo tiene un aire de falsedad. Comenzando con la relación sentimental que trata de ser su eje y concluyendo con la artificiosidad de las relaciones familiares. Quizá lo que más se respeta de la obra de Blasco Ibáñez es el maniqueísmo de los personajes: los malos son muy malos y los buenos, muy buenos; pero eso fue un defecto, no una virtud de la novela.
La actuación de los actores tampoco es algo a destacar, incluso Lee. J. Cobb hace el ridículo. La música de André Previn es excesiva y llega a molestar en determinados pasajes en su pretensión de protagonismo.
En el 1928 muere Blasco Ibáñez. En 1962 Minelli dirige una nueva versión de la obra. Se habla de una adaptación, pero en realidad hay una enorme traslación de las circunstancias en que se desarrolla la historia, hasta el punto de transformar la misma y hacerla distinta. Aparecen el nazismo, Hitler, Chamberlain, la ocupación de París, la resistencia; todo inexistente en la guerra del 14. La historia de un joven millonario y superficial que termina colaborando con la resistencia y termina sacrificándose en un raid aéreo aliado sustituye a la del joven que se alista como soldado en la guerra y muere en el frente.
La película añade a la traición de la obra original interminables defectos. Todo tiene un aire de falsedad. Comenzando con la relación sentimental que trata de ser su eje y concluyendo con la artificiosidad de las relaciones familiares. Quizá lo que más se respeta de la obra de Blasco Ibáñez es el maniqueísmo de los personajes: los malos son muy malos y los buenos, muy buenos; pero eso fue un defecto, no una virtud de la novela.
La actuación de los actores tampoco es algo a destacar, incluso Lee. J. Cobb hace el ridículo. La música de André Previn es excesiva y llega a molestar en determinados pasajes en su pretensión de protagonismo.
10 de febrero de 2023
10 de febrero de 2023
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las asociaciones entre Vincente Minnelli y Glenn Ford no es que se encuentren precisamente entre sus más felices trabajos, y esta floja adaptación de la obra homónima de Vicente Blasco Ibáñez no es una excepción en ese sentido.
Ambientada en la Segunda Guerra Mundial con una brillante dirección artística y una estética fotografía en color de Milton Krasner, esta historia antibelicista de desintegración y enfrentamientos familiares con apuntes sentimentales se hace demasiado larga, pesada, tediosa, perdiéndose en vaguedades que por momentos rozan el ridículo y aburriendo sobremanera.
Film muy menor de Minnelli con interpretaciones decepcionantes como las de Lee J. Cobb y un indolente Glenn Ford.
Ambientada en la Segunda Guerra Mundial con una brillante dirección artística y una estética fotografía en color de Milton Krasner, esta historia antibelicista de desintegración y enfrentamientos familiares con apuntes sentimentales se hace demasiado larga, pesada, tediosa, perdiéndose en vaguedades que por momentos rozan el ridículo y aburriendo sobremanera.
Film muy menor de Minnelli con interpretaciones decepcionantes como las de Lee J. Cobb y un indolente Glenn Ford.
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