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13 minutos para matar a Hitler

Drama Es la historia de George Elser, un carpintero de la resistencia que intentó asesinar a Hitler en Munich el 8 de noviembre de 1939. Por solo 13 minutos de diferencia, si el Führer no hubiese abandonado su podio antes de lo previsto, Elser podría haber cambiado la historia. (FILMAFFINITY)
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10
4 de septiembre de 2016
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Fueron culpables todos los alemanes de los crímenes de la era Nazi? No, sin duda
¿Fueron inocentes todos los alemanes de los crímenes de la era Nazi? No, sin duda

Leo que se ha criticado mucho que la película "Elser" (estúpidamente titulada en español y otros idiomas "Trece minutos para matar a Hitler") por detenerse mucho en el romance entre Elser y Else Häran, y menos en los detalles y pormenores del atentado.

Claro. Revisen las críticas (en esta misma página) de "Requiem: El exorcismo de Micaela", retrato fidedigno de un suceso real sobre el exorcismo fallido, con un resultado de muerte, de una epiléptica, y "El exorcismo de EWmily Rose", infumable película sobre el mismo caso, llena de abogados, demonios, sustos, y ambientada en EEUU, para más Hollywood-INRI)

Repasen, vean las opiniones que dicen que "TchTch, hombre, es que para ir al cine hay que adornar un poco los casos Reales, quien dice un poco dice poner cienes y cienes de escenas que nunca ocurrieron" y luego vengan a quitar puntos a una película porque edulcora un poquito su relación con Else y no nos cuenta como un documental de La Dos cómo Elser fabricó la bomba.

Y, ya lo más, quitenle puntos a la película porque "no explica los motivos" de Elser.

A ver, el que estaba sentado al lado del que dice eso ¿Por qué no le pegó un codazo cuando le oyó dormitar?

La película describe (y el motivo es más que suficiente) el ambiente de miedo, represión, cobardía, exaltación nacionalista, revanchismo, ventajismo, aprovechamiento (centenares de miles de alemanes "no nazis" se aprovecharon del chantaje, expolio, violencia, asesinatos, y expulsión de los judíos, socialdemócratas, etc; se quedaron sus negocios, sus casas, sus propiedades, y luego se opusieron indignadamente a devolver lo robado). Incluso iban a demandar a las autoridades de ocupación un "vale" por una bicicleta requisada... gente que vivían en casas de judíos asesinados.

Frente a ellos, un solo hombre, un Bruto moderno, heredero de Lucio Junio Bruto, que derrocó al Tirano Tarquinio el Soberbio, o de Marco Junio Bruto, que asesinó a César (Tirano, también) en defensa de las libertades de la República, decide asesinar al Tirano por excelencia del siglo XX: Adolfo Hitler. Y no lo hace por ser un aristócrata, ni un militar, por triunfos o recompensas, sino porque ve que la vida en Alemania es arbitraria, injusta, llena de asesinos sin escrúpulos con una camisa parda o un uniforme negro, e intuye que llegará a ser peor. Ve que su enamorada es golpeada por un bruto sin escrúpulos que puede maltratar a su mujer porque se hace amigote del líder nazi del pueblo (por mucho que éste sea una patética figura que tiembla ante la autoridad nazi y se baja los pantalones ante la injusticia); ve cómo el país se hunde en una tremenda oscuridad donde los niños acosan a los judíos y los católicos, donde los crímenes más abyectos son aceptados porque "el Führer nos sacó del paro" (gracias a las propiedades robadas a los judíos y a la emisión de Bonos de Guerra que, impepinablemente, habrían de llevar a la guerra) y gracias a la delación, las acusaciones, el miedo.

Tremenda esa frase de Elser cuando sus interrogadores aceptan,.a regañadientes, que actuó sólo: "Tiene gracia: Tiene gracia porque nadie me habría ayudado".

De ochenta millones de alemanes, Elser no podía contar con nadie (entre encarcelados, asesinados, deportados, huidos, temerosos y convencidos) para ayudarle. Nadie.

En la zona occidental de la Alemania Ocupada, se emitieron unas ochocientas condenas a muerte; menos de quinientas se ejecutaron. No se conocen las cifras de la zona soviética.

Pero, quizás, por mucho que los Juicios de Nuremberg sin duda no ofrecieron todas las garantías para las defensas... No. Quizás Nuremberg no fue tan injusto
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Heinrich "Gestapo" Muller murió el 2 de mayo de 1945 mientras intentaba huir de Berlín. Es el interrogador "no gordo" (vale, ya sé, ni Muller ni Nebe fueron los torturadores... concedamos esa licencia al director)

Resultó más que curioso cómo muchos de los jerarcas nazis huyeron como gorrinos tras haber fusilado a gente por titubear frente al enemigo.
8
18 de julio de 2016
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Elser: Er hätte die Welt verändert” (comercializada en Hispanoamérica como “13 minutos”, Alemania, 2015) del reconocido y exitosísimo Oliver Hirschbiegel (quien así vuelve a tomar el rumbo luego de su fracasada película “Diana”, 2013) y quien, además, ya tiene experiencia tratando temas del fascismo (con “Das Experiment”, 2001) y de la Segunda Guerra Mundial (con “Der Untergang”, 2004). En este caso, la nueva película de Hirschbiegel narra la vida de George Elser (magníficamente interpretado por Christian Friedel), carpintero alemán quien, preocupado por el rumbo que tomaba el nazismo, intentó asesinar a Hitler en 1939 con una bomba que él mismo fabricó y puso, proyecto solitario que no fue creído por las autoridades policiales que intentaron demostrar infructuosamente que todo era parte de un complot comunista. Hitler se salvó pues abandonó precipitadamente el recinto 13 minutos antes de la explosión. Sin embargo, no es la típica película de acción que se hubiera centrado en el hecho mismo del atentado. La verdad es que el atentado y Hitler son meros pretextos del director para pasar revista, muy políticamente correcta y sin dar lugar a dudas en el espectador, a la vida del carpintero que pudo haber cambiado la historia. La producción es muy buena y eso se refleja en la calidad de la fotografía, el sonido, la banda sonora, el vestuario y las locaciones. El director contó, y bueno por él, con todos los recursos para darnos este buen documento fílmico que nos deja otra lección sobre los peligros del fascismo, en especial su progresividad hacia el mal; esto es, que la potencialidad autoritaria y perversa del régimen no se vislumbra en los días iniciales sino con el paso del tiempo cuando se relajan los parámetros morales y políticos. La cinta ha recibido aplausos por parte de la crítica en especial por su buena producción y la gran actuación de Friedel, pero ha dejado algo de sinsabor en algunos espectadores porque la obra no se centra en el elemento de acción (el atentado y el intento de huida) y algunos críticos cinéfilos porque ofrece una mirada muy correcta, muy impoluta del protagonista, olvidando que todos somos, en alguna medida, santos y demonios. Pero a pesar de ello, sigue siendo un filme que merece ser visto, por sus propios méritos y al que podría añadírselo otro: invita a la reflexión de cómo la mala opción de “buenas personas” (como lo eran los electores iniciales del partido nazi) termina, con el tiempo, generando sistemas de terror masivos de los que ya no hay huida más allá de la muerte (la banalidad del mal). Elser lo advirtió a sus interrogadores: nunca habrá un futuro bueno si dejamos a los tiranos dominar, lo que exige actuar antes de que caiga la bola de fuego que amenaza Alemania (la que cayó, pocos años luego, como racimos de bombas arrojadas por los bombarderos aliados). Es por ello que recomiendo la película, pero no para quien busca entretenimiento mediante el cine acción, sino para quien se dejaría llevar de relatos de verano y cantos locales que dieron esperanza a los pocos cuerdos en una época de locos (de allí los estribillos que aparecen y desparecen continuamente durante el filme). 18-07-2016.
6
19 de junio de 2016
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elser fue uno de esos muchos alemanes que visionaron el caótico futuro de la Alemania nazi. Fue un héroe sin distinciones. Fue una víctima más del nazismo.
La película describe, a través de este personaje, las penurias y dificultades de cualquier ciudadano alemán para sublevarse ante el totalitarismo de un régimen bestialmente represivo.
Su director, en un quiero y no puedo, intenta inyectarnos posos de un dramatismo que no termina de cuajar pero, en cualquier caso, suma puntos para que su visionado se deje llevar.
Digno de admirar el elenco de actores que conforman a los nazis.
8
16 de agosto de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia contrafactual fantasea sobre una virtualidad basada en supuestos distintos a los que ocurrieron en la realidad. ¿Y si Hitler no hubiera nacido? ¿Y si a Hitler le hubiesen matado en el año 1939 cuando atentaron fallidamente contra su vida? Este supuesto nos hubiese lanzado a otros derroteros temporales, y quizás, a otra historia más benigna ahorrándonos los 55 millones de muertos que ocurrieron en la II Guerra Mundial (1939-1945). Sobre ésta posibilidad se dedica la película 13 MINUTOS PARA MATAR A HITLER del director alemán Oliver Hirschbiegel, el mismo de la muy lograda EL HUNDIMIENTO (2004). Aunque advertimos que no se trata de cine fantástico sino el de tipo sociológico porque su director nos va mostrando el ascenso del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán y como sus milicias van ahogando paulatinamente las manifestaciones de libertad política que existían para ese entonces. 13 MINUTOS PARA MATAR A HITLER es la historia del atentado contra Hitler del año 1939, en Múnich, atentado éste prácticamente desconocido por la mayoría que sólo asume la existencia del más famoso de todos: Operación Valquiria, llevado a cabo por un grupo de oficiales de la Wehrmacht (Ejército alemán) en el año 1944 y que el cine también ha recreado de la mano de Tom Cruise (VALKIRIA, 2008). Es bueno saber que Hitler, en la civilizada Alemania de Hegel, Schopenhauer, Goethe, Beethoven y Nietzsche, impuso la dictadura personal y un régimen militar bajo la consigna de una Alemania Imperial que mediante la guerra se iba a resarcir de las humillaciones que los vencedores de la I Guerra Mundial (1914-1918) le impusieron. Hitler explotó el resentimiento alemán y logró movilizar los sentimientos y emociones más bajos de una población que por momentos renegó de sus más fecundas cualidades. 13 MINUTOS PARA MATAR A HITLER es una película de un solo actor: Christian Friedel, el que da vida al carpintero George Elser (1903-1945), un bohemio/artista, cuya sensibilidad por la libertad y el cosmopolitismo no le permite quedar impasible ante la amenaza de los nazis y lo que podría acarrear la profundización de su voluntad destructiva en su Alemania natal, el resto de Europa y el mundo. Elser no es un fanático militante de alguna causa política/ideológica en una época de nacionalismos furibundos, por el contrario, es un hombre moderno y liberal, sólo que su conciencia de hombre libre y responsable, le hacen actuar en un complot casi suicida y de antemano condenado al fracaso por su evidente soledad en la planificación del mismo. Elser es un romántico de buenos sentimientos que pone en evidencia algo que hoy luce muy importante para muchos descendientes de esa Alemania agresora y prepotente: que no hubo unanimidad en apoyar a Hitler y los nazis; y algo más meritorio aún: que hubo gente que le resistió en unas condiciones de represión, castigo y tortura inclementes como muy bien la película es capaz de reseñar. Me gustó 13 MINUTOS PARA MATAR A HITLER, aunque se trate de una película modesta cuya narrativa no descansa en la hipérbole, sino en los pequeños gestos abnegados y heroicos de su protagonista. Elser, de pacifista, terminó casándose con la violencia, creyendo que podía torcer el rumbo de un destino aciago. Y no siempre, o casi nunca, somos capaces de emular a Dios.
7
13 de noviembre de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cómo muestra el cartel de la propia película, nos encontramos con la lucha del individuo contra la masa aborregada y adoctrinada por los gobiernos sectarios, dictatoriales y populistas. El protagonista nos advierte con unos ojos vengativos, pero con un alma pacifista, que cuando se tensa mucho la cuerda, hay que elegir bando y no te puedes mantener al margen. De factura técnica y artística perfecta, destacan las interpretaciones corales que rodean al carpintero y reparador de relojes en su viaje hacia su libertad personal y política. Es un recuerdo de la monstruosidad del género humano cuando regalamos pan y circo a nuestros acólitos en busca de su asentimiento y complacencia ante la dictadura que se les impone. El seguimiento ciego a un líder en contraposición a la artes, la música y el amor con el que deberíamos codearnos diariamente.
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