Aquel martes después de Navidad
2010 

6.6
810
Drama. Romance
Paul y Adriana están casados desde hace diez años y tienen una hija de ocho. Desde hace seis meses, Paul mantiene una relación extraconyugal con la dentista Raluca. Antes de Navidad, Paul, que intenta distribuir su tiempo entre su amante, la compra de regalos y las veladas en familia, decide llevar a su hija al consultorio de Raluca. Un imprevisto en la agenda de Adriana provoca un encuentro entre las dos mujeres, situación que colocará ... [+]
1 de octubre de 2011
1 de octubre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin finales gloriosos y malintencionados, la película posee un cierre en donde realmente comienza el auge existencial del personaje principal, el matrimonio esta roto, al igual que la estabilidad emocional de sus integrantes. Siempre me resulta memorable cuando en el cine se representa el caos dentro de los personajes, en sus silencios y en sus expresiones «es más importante lo que callan que lo que dicen los personajes». Exteriorizarlo en simbolismo es algo muy fácil, pero, interiorizarlo en sus entes y llevarlo mas allá de las palabras es una verdadera proeza. Marti, Dupa Craciun, es una interesante película si se le analiza desde cierta óptica existencial, que posee un argumento dotado de un realismo extremo, que tras su vicionado, deja un hueco en el estomago con la notable sensación de que se ha visto algo común y diferente a la vez, algo sencillo pero profundo y un poco incierto. Una maravillosa sorpresa.
13 de diciembre de 2011
13 de diciembre de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine rumano tiene un sello que se observa en muchas de sus películas.
No vemos en este film el reclamo social luego de la caída de la dictadura de Ceausescu como sucediera en "Bucarest 12:08" o "Cómo celebré el fin del mundo".
Lo que si podemos percibir es esa lúgubre tensión social que hemos encontrado en "4 meses, 3 semanas y 2 días", en "Policia Adjetivo" o en "La muerte del Sr. Lazarescu".
Sus personajes parcos, secos y introspectivos, batallan tanto con el afuera como con el propio interior. Entonces, a la par de esa lucha interna, se suceden cruces y choques con sus más cercanos referentes.
En este caso Paul y Adriana llevan casados más de 10 años, con una hija, Mara. Paul tiene una relación en simultáneo con la dentista de la familia, a quien ve en pequeños espacios de tiempo que genera con múltiples excusas.
En el cine rumano estas situaciones se viven más desde lo penoso y sufrido que desde el humor cómplice que se puede ver en el cine italiano o español, por ejemplo.
Como ocurre casi siempre, el elástico se estira hasta el límite y alguien debe tomar cartas en el asunto, a sabiendas de las posibles consecuencias.
Advertencia: No es un film para cualquiera, eso está claro. Sugiero ingresar a este tipo de cine a través de Bucarest 12:08. Una vez pasada la prueba, hay muchas posibilidades que disfruten "Martes, después de Navidad".
No vemos en este film el reclamo social luego de la caída de la dictadura de Ceausescu como sucediera en "Bucarest 12:08" o "Cómo celebré el fin del mundo".
Lo que si podemos percibir es esa lúgubre tensión social que hemos encontrado en "4 meses, 3 semanas y 2 días", en "Policia Adjetivo" o en "La muerte del Sr. Lazarescu".
Sus personajes parcos, secos y introspectivos, batallan tanto con el afuera como con el propio interior. Entonces, a la par de esa lucha interna, se suceden cruces y choques con sus más cercanos referentes.
En este caso Paul y Adriana llevan casados más de 10 años, con una hija, Mara. Paul tiene una relación en simultáneo con la dentista de la familia, a quien ve en pequeños espacios de tiempo que genera con múltiples excusas.
En el cine rumano estas situaciones se viven más desde lo penoso y sufrido que desde el humor cómplice que se puede ver en el cine italiano o español, por ejemplo.
Como ocurre casi siempre, el elástico se estira hasta el límite y alguien debe tomar cartas en el asunto, a sabiendas de las posibles consecuencias.
Advertencia: No es un film para cualquiera, eso está claro. Sugiero ingresar a este tipo de cine a través de Bucarest 12:08. Una vez pasada la prueba, hay muchas posibilidades que disfruten "Martes, después de Navidad".
4 de marzo de 2013
4 de marzo de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otro exponente del nuevo cine rumano del que no he visto sus anteriores filmes. En este caso parece seguir la estela de las películas de Porumboiu o de Puiu. Sobre todo de este último con un cine cargado de naturalismo. Sin embargo en este film no encontraremos el análisis social y político de la Rumanía actual; nos enfrentamos a una historia íntima con un profundo, denso y pausado análisis de personajes dentro de un triángulo amoroso al uso. La mirada se centra en la complejidad psicológica de la situación, lejos de utilizar los elementos dramáticos típicos, el guion y la cámara parecen recrearse en momentos, en esquinas, en aspectos colaterales de la historia.
Se deja que sean los silencios los que carguen de sentido lo que vemos.
Ocurre que se consigue en parte, ocurre que no acaba de transmitirse, o por lo menos este espectador no ha sido capaz de quedarse con la supuesta sensibilidad de esos silencios. No se percibe en medio de las escenas que se nos cuentan, el porqué merece este historia ser contada desde ese punto de vista y, a menudo, a ese espectador le asalta la duda de que la narración se acerca peligrosamente del lado de la pedantería.
Pero, no obstante, existe un ejercicio de querer contar, aunque creo que se equivocan en el ángulo. Da la sensación de que la cámara siempre se para en el lugar equivocado, que siempre nos cuenta lo anterior o lo posterior a lo interesante, parece que alguien nos oculta lo verdaderamente importante, y, a cambio de eso, nos proponen un sinfín de momentos en los que la tormenta ha pasado o todavía no, no lo sabemos.
No existe una deconstrucción de la historia que permita saber, realmente, qué lugar ocupa cada personaje y el mismo realizador en el conjunto. Aunque algo se intuye.
Se deja que sean los silencios los que carguen de sentido lo que vemos.
Ocurre que se consigue en parte, ocurre que no acaba de transmitirse, o por lo menos este espectador no ha sido capaz de quedarse con la supuesta sensibilidad de esos silencios. No se percibe en medio de las escenas que se nos cuentan, el porqué merece este historia ser contada desde ese punto de vista y, a menudo, a ese espectador le asalta la duda de que la narración se acerca peligrosamente del lado de la pedantería.
Pero, no obstante, existe un ejercicio de querer contar, aunque creo que se equivocan en el ángulo. Da la sensación de que la cámara siempre se para en el lugar equivocado, que siempre nos cuenta lo anterior o lo posterior a lo interesante, parece que alguien nos oculta lo verdaderamente importante, y, a cambio de eso, nos proponen un sinfín de momentos en los que la tormenta ha pasado o todavía no, no lo sabemos.
No existe una deconstrucción de la historia que permita saber, realmente, qué lugar ocupa cada personaje y el mismo realizador en el conjunto. Aunque algo se intuye.
9 de abril de 2011
9 de abril de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Marti, Dupa Craciun", es un drama que gira alrededor de un matrimonio joven y con concubina (con y cubare: “la que se acuesta con uno”) a bordo. El trío protagonista, Mimi Branescu, Mirela Oprisor y Maria Popistasu, en verdad se lucen.
Así que el cineasta rumano Radu Muntean, con escasos emplazamientos de cámara en su puesta en escena (brindando una mayor sensación del paso del tiempo), si bien entrega un film equilibrado en su dramaturgia, es decir sin excesos; no hay nada nuevo bajo el celuloide cuando de infidelidad en el matrimonio se trata. Ahora, visto desde otro punto de vista, el film trata el adulterio y la tragedia íntima con esas despedidas que no lastiman y ahí puede tener cierto encanto.
Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia)
Así que el cineasta rumano Radu Muntean, con escasos emplazamientos de cámara en su puesta en escena (brindando una mayor sensación del paso del tiempo), si bien entrega un film equilibrado en su dramaturgia, es decir sin excesos; no hay nada nuevo bajo el celuloide cuando de infidelidad en el matrimonio se trata. Ahora, visto desde otro punto de vista, el film trata el adulterio y la tragedia íntima con esas despedidas que no lastiman y ahí puede tener cierto encanto.
Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia)
31 de octubre de 2024
31 de octubre de 2024
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Paul, que mantiene una apacible vida burguesa con su esposa y su hija, tiene además una amante más joven, que no es otra que la dentista de la niña. Un encuentro inesperado une a las dos mujeres y le hace entonces considerar la posibilidad de confesar su aventura.
El enfoque clínico que dominó cierto cine de la década pasada sirvió para crear retratos turbadores de la violencia (Haneke), obras atmosféricas y enrarecidas (Martel), y en el caso que nos ocupa, auténticas exploraciones de la cotidiano, de la vida más trivial que transcurre ante la cámara. Esta propuesta rumana recuerda bastante a nuestro Rosales o incluso a Ozu, tomando un argumento mil veces visto desde la óptica del melodrama y trasladándolo a la normalidad más absoluta, la de unos hechos que le podrían ocurrir a cualquiera y cuyos protagonistas pueden ser nuestros familiares, vecinos, amigos, o peor aún, nosotros mismos; clase media, mundo desarrollado, sus pequeñas trivialidades del día a día.
Contención, costumbrismo, distancia, sirven para abordar una situación que nos resulta vagamente familiar, de aquellas que son difíciles de manejar y que sin excepción suelen terminar mal, con alguien que sale dañado. Y lo hace de manera sumamente creíble, alejada de cualquier romanticismo novelesco, contando estas cosas como realmente son; más bien tristes y sobre todo patéticas. Estudio del comportamiento humano pues, de la pasión que hace abandonar la zona de confort, la crisis, intuimos, de la mediana edad, las dudas. Imposible valorar las acciones de unos personajes a quienes entendemos, compadecemos, que son tanto víctimas como causantes de sus problemas. Muy bien plasmada queda, sin ir más, lejos, la reacción de la señora cuando descubre el quilombo, la asimilación progresiva, el disgusto y el cabreo que la invade.
Navidades, período corto de tiempo que enmarca un relato sin banda sonora, sin primeros planos, con la cámara a distancia media y movimiento sobre todo lateral y de seguimiento, en una sucesión de planos-secuencia de larga duración, poco espectaculares pero muy controlados; algunos, como el inicial (los instantes posteriores a un polvo), de una estremecedora intimidad. Con un peso considerable de unos actores siempre en su sitio y de un constante diálogo banal, intrascendente, por el que va filtrándose y dándose a entender la información; relaciones que se fraguan mediante una palabra, un gesto sutil (tirantes con la familia política, de incómoda cercanía con quien es conocedor de unos tratos clandestinos…) o bien mediante un oportuno desenfoque. Muntean busca, por lo tanto y ante todo, no cortar esta fluidez ni entrometerse en la escena, se mantiene fiel al punto de vista elegido, semejante al de un voyeur.
Compromisos sociales, compras, entrega de regalos; con ellos, el disimulo, las mentiras piadosas y bienintencionadas, en las que pese a todo parece que estemos condenados a caer. El año nuevo, un instante de cambio, de nueva vida, eso es lo que parece o lo que nos creemos, de una nueva historia que sólo comienza cuando esta termina. El pulso de la vida que sigue estoicamente, como buenamente puede, pese a los errores, como ese Bach torpemente interpretado al piano por una niña (los niños, tal vez los únicos inocentes).
El enfoque clínico que dominó cierto cine de la década pasada sirvió para crear retratos turbadores de la violencia (Haneke), obras atmosféricas y enrarecidas (Martel), y en el caso que nos ocupa, auténticas exploraciones de la cotidiano, de la vida más trivial que transcurre ante la cámara. Esta propuesta rumana recuerda bastante a nuestro Rosales o incluso a Ozu, tomando un argumento mil veces visto desde la óptica del melodrama y trasladándolo a la normalidad más absoluta, la de unos hechos que le podrían ocurrir a cualquiera y cuyos protagonistas pueden ser nuestros familiares, vecinos, amigos, o peor aún, nosotros mismos; clase media, mundo desarrollado, sus pequeñas trivialidades del día a día.
Contención, costumbrismo, distancia, sirven para abordar una situación que nos resulta vagamente familiar, de aquellas que son difíciles de manejar y que sin excepción suelen terminar mal, con alguien que sale dañado. Y lo hace de manera sumamente creíble, alejada de cualquier romanticismo novelesco, contando estas cosas como realmente son; más bien tristes y sobre todo patéticas. Estudio del comportamiento humano pues, de la pasión que hace abandonar la zona de confort, la crisis, intuimos, de la mediana edad, las dudas. Imposible valorar las acciones de unos personajes a quienes entendemos, compadecemos, que son tanto víctimas como causantes de sus problemas. Muy bien plasmada queda, sin ir más, lejos, la reacción de la señora cuando descubre el quilombo, la asimilación progresiva, el disgusto y el cabreo que la invade.
Navidades, período corto de tiempo que enmarca un relato sin banda sonora, sin primeros planos, con la cámara a distancia media y movimiento sobre todo lateral y de seguimiento, en una sucesión de planos-secuencia de larga duración, poco espectaculares pero muy controlados; algunos, como el inicial (los instantes posteriores a un polvo), de una estremecedora intimidad. Con un peso considerable de unos actores siempre en su sitio y de un constante diálogo banal, intrascendente, por el que va filtrándose y dándose a entender la información; relaciones que se fraguan mediante una palabra, un gesto sutil (tirantes con la familia política, de incómoda cercanía con quien es conocedor de unos tratos clandestinos…) o bien mediante un oportuno desenfoque. Muntean busca, por lo tanto y ante todo, no cortar esta fluidez ni entrometerse en la escena, se mantiene fiel al punto de vista elegido, semejante al de un voyeur.
Compromisos sociales, compras, entrega de regalos; con ellos, el disimulo, las mentiras piadosas y bienintencionadas, en las que pese a todo parece que estemos condenados a caer. El año nuevo, un instante de cambio, de nueva vida, eso es lo que parece o lo que nos creemos, de una nueva historia que sólo comienza cuando esta termina. El pulso de la vida que sigue estoicamente, como buenamente puede, pese a los errores, como ese Bach torpemente interpretado al piano por una niña (los niños, tal vez los únicos inocentes).
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