Adiós
6.0
8,340
Thriller. Acción
Sevilla. Juan (Mario Casas) es un convicto que comienza a disfrutar de su libertad durante los fines de semana, después de pasar años en la cárcel. Tras la muerte accidental de su hija pequeña, Juan acudirá a su brutal familia, apodados Los Santos, para aclarar lo ocurrido y ejercer su propia justicia. Mientras Eli (Ruth Díaz), la agente de policía a cargo de la investigación, tratará de evitar que el dolido padre se tome la justicia ... [+]
24 de noviembre de 2019
24 de noviembre de 2019
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mezcla, muy bien compartimentada, de sentimientos y emociones múltiples expuesta magistralmente por el director Paco Cabezas. La trepidante historia no ralentiza ni uno de sus minutos y a ello contribuye una muy buena interpretación de los personajes. En un mundo marginal, sectario, duro y pútrido, van apareciendo y conviviendo emociones plurales, pero genuinas. La miseria vital es presentada sin tapujos ni hipocresías. La trama, viva y versátil, unida a una excelente imagen y un ambiente muy cuidado, te atrapa desde el principio y vas viviendo en la piel su desarrollo hasta comprender que es una historia del día a día dentro de un escenario real, brutal y...también diario.
11 de abril de 2020
11 de abril de 2020
21 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
No entiendo la moda de mover mucho la cámara para que parezca que hay más acción. Tampoco comparto que todo se vea negro y ni se distingan los personajes.
No soporto, y me cabrea mucho, que no se entiendan los diálogos. En una película donde apenas se ve nada por la mala iluminación y no se entienden los diálogos. ¿Qué queda?
Es preocupante que todo lo último del cine español necesite subtítulos. Los actores no saben ni vocalizar.
No soporto, y me cabrea mucho, que no se entiendan los diálogos. En una película donde apenas se ve nada por la mala iluminación y no se entienden los diálogos. ¿Qué queda?
Es preocupante que todo lo último del cine español necesite subtítulos. Los actores no saben ni vocalizar.
25 de noviembre de 2019
25 de noviembre de 2019
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha parecido una irregular buena película. Los actores impresionantes, cada cual mejor. El guión con fuerza, pero con altibajos, y un final que tal vez deberían haber repensado. Pero el conjunto es ágil, áspero, por momentos vibrante, y con pocas concesiones.
Creo que merece la pena recomendarla, indicando que se pasará un buen rato, aunque no esperen premios a la excelencia. Pero bastante mejor que la media de lo que nos llega desde el otro lado del Atlántico.
Creo que merece la pena recomendarla, indicando que se pasará un buen rato, aunque no esperen premios a la excelencia. Pero bastante mejor que la media de lo que nos llega desde el otro lado del Atlántico.
5 de diciembre de 2019
5 de diciembre de 2019
22 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy buena intención de primeras, Paco Cabezas pone toda la carne en el asador para deleitarnos con un thriller mafiogitano de los que le gustan al soberano, el problema es que a medida que va avanzando la trama, dejas de creerte lo que estás viendo, ya que el realizador empieza a conducir a toda velocidad (da igual en moto o corriendo, la velocidad es la misma) por diferentes subtramas que se saca de la manga y que llevan hacia un camino que no sólo no convence, sino que se ríen del público; ¿necesitas un testigo? te lo pongo, ¿necesitas que alguien haya visto la cara de los malos? te lo doy, ¿Necesitas que un detalle sutil te añada otra trama más? Ahí la llevas. El guión, del que se salvan algunas gracietas rancias y cañís que te desatan una sonrisa, hace aguas por todos lados, ya que ha querido meter muchas cosas en muy poco tiempo y resolverlas de manera facilona. Lo mejor, una maravillosa Mona Martínez que trabaja excepcionalmente bien.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Entiendo que estás viendo una película, que es ficción, sí, pero lo de que la poli corra a la misma velocidad que una moto....vamos, no me jodas. Si quieres asemejarte a la realidad, cuida los detalles, pues el diablo está en ellos.
28 de noviembre de 2019
28 de noviembre de 2019
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para qué nos vamos a engañar, en España nos volvemos locos cuando alguien triunfa fuera. Parece que fuera el pasaporte al éxito. Da igual que sea poco o mucho, pero si alguien consigue aunque sea trabajar en el extranjero, se le supone el valor -como al soldado-. Es como si todos los que salen en "españoles por el mundo" tuvieran el beneficio de la duda de haber triunfado. Y me parece muy bien valorar el esfuerzo... pero tampoco nos volvamos locos.
Que un cineasta español, sevillano y de la Puebla de Cazalla esté trabajando en Los Ángeles, consiga hacer películas con grandes estrellas -Nicolas Cage en "Tokarev", aunque el resultado no sea muy allá, para qué vamos a engañarnos...- y participe como uno de los directores de series televisivas norteamericanas de prestigio como "El alienista", "American Gods" o sobre todo "Penny Dreadful" está más que bien. De hecho, es un éxito profesional convertirse en un hombre de la industria de Hollywood, de esa fábrica de sueños audiovisuales. Vale. Eso le convertiría en un director bueno, alguien que conoce los resortes, los mecanismos... pero no en un buen director. O sea, estaríamos hablando de alguien con "músculo laboral" en sus tareas, obediente con las directrices de la industria...pero no alguien especialmente creativo, innovador, rompedor con la industria. Vamos, que Cabezas no es Kubrick. Ni Spielberg. Ni Scorsese.
Sin quitar un ápice de mérito a este director sevillano -que es mucho, hacer realidad ese sueño de ganarse la vida con el cine y más en Estados Unidos...- hay que dimensionar las cosas en su justa medida: la filmografía en pantalla grande de Cabezas no es precisamente para tirar cohetes: "Invasión Travesti", "Carne de Neón", "Mr. Right" y rematamos con "Adiós", la película que hoy nos ocupa, y que es una suerte de cruce entre las clásicas películas de venganza -que llevan décadas ofreciéndonos desde Charles Bronson al nuevo icono de este subgénero, Liam Neeson- y un drama social sin paliativos en uno de los barrios más deprimidos y socialmente conflictivos de Sevilla, las tres mil viviendas. En ese ambiente, un convicto sale de la cárcel para asistir a la primera comunión de su hija, con la mala suerte que en ese corto periodo de tiempo en libertad sufre un accidente de tráfico en el que la niña resulta fallecida. A partir de ese momento y ayudado por su familia -un antiguo clan dominante de las tres mil, ahora caído en desgracia...- intentará averiguar quién es el responsable del accidente, al igual que hace una aguerrida inspectora de policía...
Como dije antes, a Cabezas se le nota bastante el "músculo" de trabajar en la industria, realizando grandes secuencias de acción y aportando interesantes resultados creativos a un guión que intenta sorprender pero que a la postre, es bastante mediocre, ya que visita demasiadas zonas comunes ya vistas en este tipo de cine y que termina por cansar -especialmente en un estiradísimo segundo acto que parece no terminar nunca-. Por otra parte, el gran esfuerzo del mayor galán-reclamo-de-taquilla en España, Mario Casas, es encomiable, intentando que esta vez se le entienda lo que hable (y encima con acento sevillano de las tres mil). Merece la pena resaltar la notable interpretación de Carlos Bardem, que supone un contrapunto en toda la película, así como la de Vicente Romero, otro habitual del cine español cuya carrera va afianzando, película a película, su gran calidad actoral y su referencia como uno de los mejores intérpretes del cine español.
La película funciona a ratos, pero muchas ocasiones es demasiado pesada la losa de estar viendo algo que ya hemos visto demasiadas veces, por mucho flamenco que se le ponga a las imágenes. Si la película se hubiera escorado más en una estructura clásica de thriller de investigación y no en esa comprensible venganza familiar, seguramente estaríamos ante otra cosa. Pero al final, va a cumplirse que lo de ser profeta en su propia tierra va a ser complicado, porque no podemos caer en la pose cateta y provinciana de alabar al que viene de fuera sea como sea, haga lo que haga.
Que un cineasta español, sevillano y de la Puebla de Cazalla esté trabajando en Los Ángeles, consiga hacer películas con grandes estrellas -Nicolas Cage en "Tokarev", aunque el resultado no sea muy allá, para qué vamos a engañarnos...- y participe como uno de los directores de series televisivas norteamericanas de prestigio como "El alienista", "American Gods" o sobre todo "Penny Dreadful" está más que bien. De hecho, es un éxito profesional convertirse en un hombre de la industria de Hollywood, de esa fábrica de sueños audiovisuales. Vale. Eso le convertiría en un director bueno, alguien que conoce los resortes, los mecanismos... pero no en un buen director. O sea, estaríamos hablando de alguien con "músculo laboral" en sus tareas, obediente con las directrices de la industria...pero no alguien especialmente creativo, innovador, rompedor con la industria. Vamos, que Cabezas no es Kubrick. Ni Spielberg. Ni Scorsese.
Sin quitar un ápice de mérito a este director sevillano -que es mucho, hacer realidad ese sueño de ganarse la vida con el cine y más en Estados Unidos...- hay que dimensionar las cosas en su justa medida: la filmografía en pantalla grande de Cabezas no es precisamente para tirar cohetes: "Invasión Travesti", "Carne de Neón", "Mr. Right" y rematamos con "Adiós", la película que hoy nos ocupa, y que es una suerte de cruce entre las clásicas películas de venganza -que llevan décadas ofreciéndonos desde Charles Bronson al nuevo icono de este subgénero, Liam Neeson- y un drama social sin paliativos en uno de los barrios más deprimidos y socialmente conflictivos de Sevilla, las tres mil viviendas. En ese ambiente, un convicto sale de la cárcel para asistir a la primera comunión de su hija, con la mala suerte que en ese corto periodo de tiempo en libertad sufre un accidente de tráfico en el que la niña resulta fallecida. A partir de ese momento y ayudado por su familia -un antiguo clan dominante de las tres mil, ahora caído en desgracia...- intentará averiguar quién es el responsable del accidente, al igual que hace una aguerrida inspectora de policía...
Como dije antes, a Cabezas se le nota bastante el "músculo" de trabajar en la industria, realizando grandes secuencias de acción y aportando interesantes resultados creativos a un guión que intenta sorprender pero que a la postre, es bastante mediocre, ya que visita demasiadas zonas comunes ya vistas en este tipo de cine y que termina por cansar -especialmente en un estiradísimo segundo acto que parece no terminar nunca-. Por otra parte, el gran esfuerzo del mayor galán-reclamo-de-taquilla en España, Mario Casas, es encomiable, intentando que esta vez se le entienda lo que hable (y encima con acento sevillano de las tres mil). Merece la pena resaltar la notable interpretación de Carlos Bardem, que supone un contrapunto en toda la película, así como la de Vicente Romero, otro habitual del cine español cuya carrera va afianzando, película a película, su gran calidad actoral y su referencia como uno de los mejores intérpretes del cine español.
La película funciona a ratos, pero muchas ocasiones es demasiado pesada la losa de estar viendo algo que ya hemos visto demasiadas veces, por mucho flamenco que se le ponga a las imágenes. Si la película se hubiera escorado más en una estructura clásica de thriller de investigación y no en esa comprensible venganza familiar, seguramente estaríamos ante otra cosa. Pero al final, va a cumplirse que lo de ser profeta en su propia tierra va a ser complicado, porque no podemos caer en la pose cateta y provinciana de alabar al que viene de fuera sea como sea, haga lo que haga.
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