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Desayuno con diamantes

Romance. Drama. Comedia Holly Golightly es una bella joven neoyorquina que, aparentemente, lleva una vida fácil y alegre. Tiene un comportamiento bastante extravagante, por ejemplo, desayunar contemplando el escaparate de la lujosa joyería Tiffanys. Un día se muda a su mismo edificio Paul Varjak, un escritor que, mientras espera un éxito que nunca llega, vive a costa de una mujer madura. (FILMAFFINITY)
Críticas 193
Críticas ordenadas por utilidad
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8
21 de octubre de 2016 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay casi nadie tan apuesto como G. Peppard y casi nadie tan encantadora como A. Hepburn y por eso cuesta decidir si en este largometraje la tentación vive abajo o la tentación vive arriba.
Seguramente vive abajo y arriba.

Desde el punto de vista cinematográfico la película se debate en una permanente duda acerca de si en su registro narrativo conviene anteponer el drama o la comedia pero, como no opta por alguno de ellos, se mantiene en una especie de rincón neutral.
Dicha circunstancia deja en muy mal lugar al guionista.
Y esa falta de definición es su principal problema porque de él derivan los demás: se muestra desigual, poco homogénea y carente de una línea conductora definida.

Pero resulta agradable de ver si no se tienen expectativas desmesuradas y el nivel de exigencia se limita a un rato de distracción en compañía de grandes actores.
8
2 de enero de 2020 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con razón se encuentra esta película en el Olimpo del cine y muestra cómo debe hacerse una comedia con clase y sutil sentido del humor mezclado con componentes melodramáticos. Esto le otorga un estilo diferencial, con una adaptación de la novela homónima de Truman Capote más que acertada (merecedora de una nominación de la academia) y con un genial Blake Edwards (El Guateque) tras las cámaras. Redondea la faena una banda sonora que ya ha quedado para la eternidad a cargo de Henry Mancini (La Pantera Rosa) y el legendario tema musical Moon River, ambos vencedores de los Oscar de 1961, que dejan un legado para la posteridad pocas veces igualado por otras películas de la época.
En el cast predomina la pareja protagonista por encima del resto, siendo ellos el punto central de la trama y la cinta: la grandísima Audrey Hepburn (La Calumnia) y un sorprendente George Peppard (sí, el Hannibal de El Equipo A). Sin dudas, el trabajo de ambos está a una altura superior al del resto de los personajes, pero es que la química que desprenden es casi palpable. La forma en que sus vidas discurren de manera similar, aunque diferenciada en las formas, produce un choque más que singular. También el guión aporta las dosis de ternura y sueños que el personaje de Hepburn muestra, aunque más que nada es una representación de lo que una vida disipada puede llegar hacer a las personas. El temor a un cambio, a una vida llena de reglas, es el impulso motor de las inseguridades del personaje de Audrey, incapaz de salir de una espiral llena de fiestas y nocturnidad que la llevan a vivir de las rentas que personas con posibles logran concederle. Como contrapunto, el personaje de Peppard, similar en la forma de vida de su vecina, lucha por salir adelante con trabajo propio y con ese esfuerzo, intentará atraer a su vecina Hepburn a un objetivo común y más sensato para rehacer una nueva vida. Esta historia tierna tiene sus contrapuntos dramáticos con la comicidad elegante que hace su par protagonista, pero hay que señalar que el personaje "japonés" que encarna Mickey Rooney (Noche en el Museo) es realmente estrambótico y divertido. También es imperdible la escena de la primera fiesta a la que asiste George Peppard, con altas dosis de comicidad y que recuerda mucho a El Guateque. Y más partes que son míticas, como la de Hepburn tocando la guitarra en la ventana de su vivienda o la interpretación de Gato, un personaje sin voz pero con mucho voto, en esta legendaria cinta de los años dorados de Hollywood.
19 de agosto de 2022 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película romántica, película de amor, donde las haya, repleta de comicidad... y de amargura. Que nos narra las vicisitudes de una chica sin suerte, que odia las ataduras y ama Nueva york; y desayunar frente a Tiffanys. Que tiene un gato al que nunca puso nombre, un amigo en Sing Sing al que lleva extraños mensajes por los que le paga. Muchos amigos que le prestan cincuenta dólares para ir al tocador. Un vecino japonés al que siempre despierta cuando no encuentra las llaves que es casi siempre. Algunos pretendientes con dinero, a los que agarrarse como tabla de salvación. Un marido y un hermano que dejó en algún rincón olvidado de un campo de labranza. Y un nuevo amigo al que tal vez… entregar el corazón.

Una película que nos arrulla bajo una melodía conmovedora (Moon River), que nos hace reír, que nos hace llorar, con una Audrey Hepburn de la que inefablemente nos enamoramos, un George Peppard que simplemente está, una Patricia Neal de una hermosísima frialdad, un Buddy Ebsen que lleva a la emoción en el papel de esposo, un Mickey Rooney que en cada escena nos arranca una sonrisa, un gato naranja, travieso y adorable y hasta un José Luis de Vilallonga –haciendo de sí mismo– que no arruina la película.

Una película que dispone de una trama muy simple pero que nos emociona, Un guion que en principio no parece nada complejo ni sofisticado, pero que al final ahonda en el alma humana y que nos dejó uno de esos finales que siempre recordaremos los que amamos el cine.
14 de octubre de 2006
19 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decepción de las gordas, aunque uno ha visto ya tantos clásicos que indebidamente han pasado a la historia del cine por razones extracinematográficas, en este caso por la música y por no se sabe bien qué identificación con los personajes del público de entonces, que la decepción en realidad sólo es relativa.

Para empezar, una historia tan extraña, por no decir absurda, basada sobre el papel en personajes un tanto marginales, sólo debería haberse puesto en escena con una visión independiente, de autor, equivalente a la del autor de la novela en que se basa (Truman Capote). Sin embargo, la realiza el Hollywood más oficial a través de un director de comedias (Blake Edwards), con lo que chirría escandalosamente el grueso del metraje y el aspecto formal, declaradamente convencionales, con el trasfondo de los personajes, sobre el papel social y psicológicamente muy problemáticos, dando como resultado un sucesión de hechos arbitraria e incongruente.

Pero es que además los diálogos son tan flojos, tan absurdos, que no se sabe bien de qué pie cojean exactamente unos personajes que, de esta manera, se comportan de un modo incomprensible, con lo que, además de no suscitar la mínima expectación sobre lo que vaya a ocurrir, no se consigue adoptar un tono homogéneo durante toda la cinta, oscilando como una veleta del drama a la comedia romántica sin justificación alguna. El único aspecto que la unifica un tanto es su famosa banda sonora, que, efectivamente es una maravilla, pero de cuya inclusión se abusa, probablemente porque sus creadores o productores se dieron cuenta de que, a falta de un buen guión, era el mejor o el único modo de dar un cierto tono o ambientación a la historia.

Inmejorable ejemplo de cómo en una película los personajes y la historia pueden ir cada uno por su lado sin el más mínimo ajuste.
6
19 de mayo de 2020
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo siento en el alma porque tenía muchas expectativas puestas en esta película, pero no me ha terminado de convencer. La razón principal: el personaje de Audrey Hepburn. Ella está estupenda en todos los aspectos, pero no entiendo su personaje. La típica chica que parece independiente, pero que en el fondo es frágil y lleva una coraza. Que se enamora de un pobre escritor, pero está empecinada en pescar a un ricachón. Da tantos bandazos que incluso después de la escena final me quedo con la incertidumbre de que no vuelva a cambiar repentinamente de actitud.

Por otro lado, el personaje de George Peppard, aunque al principio sea tan superficial como la chica, por lo menos recapacita y no da bandazos como ella. Aunque tiene cierta actitud machista respecto a lo que significa el amor, pues él cree que ella le pertenece.

En resumen, no es para tanto. Ni como romance ni tampoco como comedia (el personaje de Mickey Rooney es un puto insulto y desprende un tufo racista que huele a kilómetros). En spoiler cuento lo que más me ha gustado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo mejor: la escena en la que se quitan las máscaras y se besan, la escena de ella tirada en la cama rodeada de plumas de almohadones y la escena final, en la que ella se arrepiente y baja del taxi corriendo por la lluvia en busca de su gato y se reconcilia con el escritor. Ah, y la canción que canta con la guitarra en la ventana.
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