Grupo 7
2012 

6.5
36,085
Thriller. Acción. Drama
Año 1987. La ciudad de Sevilla se prepara para acoger la Expo del 92. Ángel (Mario Casas), un joven inteligente y ambicioso, aspira a ser inspector de policía, y entró en el cuerpo intentando respetar la ley. Rafael (Antonio de la Torre), en cambio, es un policía expeditivo, contundente y arrogante. Junto con Miguel (José Manuel Poga) y Mateo (Joaquín Núñez) forman el Grupo 7, un conjunto de policías sin escrúpulos, dispuestos a todo ... [+]
7 de septiembre de 2020
7 de septiembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se inspira en un hecho incómodo de los muchos que hay en la historia de la corrupción en nuestro país.
Se trata de un grupo policial con carta blanca para limpiar la delincuencia de Sevilla antes de la exposición del 92.
Salen dos pesos pesados del cine española actual, al menos en lo que a fama se refiere. Aunque, por supuesto, Antonio de la Torre actúa mucho mejor que Mario Casas.
El director nos mete de lleno en las redadas y persecuciones por esas malas calles, con un estilo de cámara al hombro y un montaje frenético, con algunas secuencias propias de los mejores policíacos americanos. La carrera por los tejados del principio, por ejemplo, esta realizada a la perfección.
El acento andaluz cerrado puede hacerla un poco dura para el oído, pero creo que es necesario para el realismo y la ambientación. A eso hay que sumar la famosa vocalización de Casas, pero bueno, es lo que hay.
La película se centra más en ser un film de policías entretenido (una especie de “The shield” cañí, con cierta caspa en los escenarios interiores), que en plantear el dilema ético de la forma de actuar de este grupo. De todas formas, hemos tenido tantos casos de corrupción política y policial en España, que ya no creo que sorprenda mucho.
Es un film duro y directo, que, al igual que aquel programa de “Callejeros” nos recuerda la dura realidad que tenemos en nuestras ciudades, seguramente mucho más cerca de lo que sospechamos. Es una película buena y bien hecha.
Se trata de un grupo policial con carta blanca para limpiar la delincuencia de Sevilla antes de la exposición del 92.
Salen dos pesos pesados del cine española actual, al menos en lo que a fama se refiere. Aunque, por supuesto, Antonio de la Torre actúa mucho mejor que Mario Casas.
El director nos mete de lleno en las redadas y persecuciones por esas malas calles, con un estilo de cámara al hombro y un montaje frenético, con algunas secuencias propias de los mejores policíacos americanos. La carrera por los tejados del principio, por ejemplo, esta realizada a la perfección.
El acento andaluz cerrado puede hacerla un poco dura para el oído, pero creo que es necesario para el realismo y la ambientación. A eso hay que sumar la famosa vocalización de Casas, pero bueno, es lo que hay.
La película se centra más en ser un film de policías entretenido (una especie de “The shield” cañí, con cierta caspa en los escenarios interiores), que en plantear el dilema ético de la forma de actuar de este grupo. De todas formas, hemos tenido tantos casos de corrupción política y policial en España, que ya no creo que sorprenda mucho.
Es un film duro y directo, que, al igual que aquel programa de “Callejeros” nos recuerda la dura realidad que tenemos en nuestras ciudades, seguramente mucho más cerca de lo que sospechamos. Es una película buena y bien hecha.
21 de enero de 2023
21 de enero de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda alguna es una maravilla a la vista del espectador cuando el equipo de ambientación se pega un curro de calidad como el que se refleja en Grupo 7, recordemos que la historia parte del año 1987. Eso lo vamos a notar en cada rincón de la pantalla, los estilos de moda, peinados, vestimenta, indumentarias varias, los vehículos, las calles, etc. Es una delicia cada plano, si ésta peli se hubiese rodado en dicho año, no habría diferencias. Mis felicitaciones.
Metido en faena, el grupo 7 lo forman cuatro policías a cual más diferente, Ángel (Mario Casas) quizás el que tiene más aspiraciones dentro del cuerpo, Rafael (Antonio de la Torre) el más violento de todos, lleva una vida fuera de control, Miguel (José Manuel Poga) el guapete del grupo, su condición de policía lo hace un privilegiado a sus ojos y por último Mateo (Joaquín Núñez) éste simplemente es policía por la comodidad económica que le proporciona, no se toma nada en serio. Para mí la sorpresa en cuanto a interpretaciones. Este comando se dedica a acabar con la droga en Sevilla en los años que anteceden a la Expo. Por decirlo de una manera que suene suave...tienen carta blanca para actuar siempre y cuando los resultados salten a la vista.
La película es muy entretenida en todos los sentidos, no sólo por lo que ofrece anteriormente comentado, sino porque seremos unos privilegiados, al ver en primera fila la forma de actuar de este grupo. Conoceremos en pequeñas subtramas historias referidas a los cuatro policías y lo complicado que son sus vidas a pesar de su posición privilegiada. Sigo insistiendo que para mi Mario Casas no es un gran actor, pero si cuenta con un gran agente que lo mete en los mejores proyectos. Su personaje no me lo creo para nada. Es una pena el papel tan corto de Inma Cuesta, se le podría haber exprimido mucho más. La historia romántica entre Rafael y la toxicómana no es nada creíble y está metida con calzador, muy forzado todo y la verdad es que apenas aporta a la trama. No lo entendí para nada.
Mención aparte al dúo acostumbrado a verlos haciendo humor Alfonso Sánchez (espléndido y muy creíble en su papel de Amador) y Alberto López López haciendo de yonki. Una grata sorpresa al menos para mí.
Hay situaciones muy llamativas que comentaré en la zona spoiler para no delatar nada de la historia.
Metido en faena, el grupo 7 lo forman cuatro policías a cual más diferente, Ángel (Mario Casas) quizás el que tiene más aspiraciones dentro del cuerpo, Rafael (Antonio de la Torre) el más violento de todos, lleva una vida fuera de control, Miguel (José Manuel Poga) el guapete del grupo, su condición de policía lo hace un privilegiado a sus ojos y por último Mateo (Joaquín Núñez) éste simplemente es policía por la comodidad económica que le proporciona, no se toma nada en serio. Para mí la sorpresa en cuanto a interpretaciones. Este comando se dedica a acabar con la droga en Sevilla en los años que anteceden a la Expo. Por decirlo de una manera que suene suave...tienen carta blanca para actuar siempre y cuando los resultados salten a la vista.
La película es muy entretenida en todos los sentidos, no sólo por lo que ofrece anteriormente comentado, sino porque seremos unos privilegiados, al ver en primera fila la forma de actuar de este grupo. Conoceremos en pequeñas subtramas historias referidas a los cuatro policías y lo complicado que son sus vidas a pesar de su posición privilegiada. Sigo insistiendo que para mi Mario Casas no es un gran actor, pero si cuenta con un gran agente que lo mete en los mejores proyectos. Su personaje no me lo creo para nada. Es una pena el papel tan corto de Inma Cuesta, se le podría haber exprimido mucho más. La historia romántica entre Rafael y la toxicómana no es nada creíble y está metida con calzador, muy forzado todo y la verdad es que apenas aporta a la trama. No lo entendí para nada.
Mención aparte al dúo acostumbrado a verlos haciendo humor Alfonso Sánchez (espléndido y muy creíble en su papel de Amador) y Alberto López López haciendo de yonki. Una grata sorpresa al menos para mí.
Hay situaciones muy llamativas que comentaré en la zona spoiler para no delatar nada de la historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es curiosa la transformación del personaje de Ángel, al principio era como el más light, no sé si sería porque veía que la forma de actuar de sus colegas no iba en su línea y le podría acarrear más problemas que beneficios. Pero luego el afán de llegar rápido a la cúspide le hace replantearse sus principios y se vuelve muy diferente, incluso llega a robar material incautado en redadas para poder "comprar" a sus confidentes a cambio de información que convierte al Grupo 7 en la élite de la lucha contra la droga.
Es de agradecer por parte del director que con lo actual que está el tema de la violencia de género, la paliza a La Caoba se haya intuido y no mostrado en pantalla, realmente no era necesario a ojos de los espectadores. Mis felicitaciones de nuevo.
Las escenas de acción están muy bien rodadas, hay momentos que la cercanía de la cámara te hace marear un poquitín, pero es la forma de darle más realismo a lo mostrado en pantalla. Me ha gustado mucho escenas muy significativas como por ejemplo cuando Ángel sale corriendo detrás de Amador y lo pilla en medio de un patio de viviendas y la gente le recrimina y a continuación saca la pistola y apunta y comienza a gritar, el giro de cámara y el contrapicado. Una delicia a la vista.
Y creo que la escena más tensa de toda la película es cuando son atrapados en el barrio de Amador, son despojados de sus ropas y los echan de allí, se palpan en el grupo la histeria, el miedo y la confusión.
Recuerdo haber visto ésta película cerca del verano del 2012 en el cine Callao en Madrid y la disfruté como un enano, once años después puedo decir que he sentido las mismas sensaciones. Muy recomendable.
Es de agradecer por parte del director que con lo actual que está el tema de la violencia de género, la paliza a La Caoba se haya intuido y no mostrado en pantalla, realmente no era necesario a ojos de los espectadores. Mis felicitaciones de nuevo.
Las escenas de acción están muy bien rodadas, hay momentos que la cercanía de la cámara te hace marear un poquitín, pero es la forma de darle más realismo a lo mostrado en pantalla. Me ha gustado mucho escenas muy significativas como por ejemplo cuando Ángel sale corriendo detrás de Amador y lo pilla en medio de un patio de viviendas y la gente le recrimina y a continuación saca la pistola y apunta y comienza a gritar, el giro de cámara y el contrapicado. Una delicia a la vista.
Y creo que la escena más tensa de toda la película es cuando son atrapados en el barrio de Amador, son despojados de sus ropas y los echan de allí, se palpan en el grupo la histeria, el miedo y la confusión.
Recuerdo haber visto ésta película cerca del verano del 2012 en el cine Callao en Madrid y la disfruté como un enano, once años después puedo decir que he sentido las mismas sensaciones. Muy recomendable.
19 de febrero de 2023
19 de febrero de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine made in USA lleva demasiados años repitiéndose y haciendo, con demasiada frecuencia, la misma película una y otra vez. El género policiaco (que tan buenos títulos dio en los 60 y 70) es uno de los mejores ejemplos de ello. A finales de los 80, y en adelante, parecía que ya no había ninguna ruta nueva que explorar, así que hemos tenido que tragar desde entonces con las mismas películas (tramas iguales, personajes iguales, escenas iguales, diálogos iguales, finales iguales, "mensajes" iguales, iguales etcéteras).
Pues bien, por lo visto no tuvimos bastante y ahora hay que imitarlo made in Spain. Alberto Rodríguez nos endilga una película "igual" pero con acento andaluz, con unos polís que gritan durante toda la película como cerdos en matanza y corretean por las callejuelas de la capital sevillana como pollos sin cabeza, pero dentro de una historia que no tiene absolutamente nada que contar, que nada aporta y que aburre demasié.
Ah, y lo de la conexión entre lo que ocurre en la pantalla y la Expo sevillana del 92, pues qué quieren que les diga, ni existe ni se barrunta, una ocurrencia como otra cualquiera que carece de sentido.
Pues bien, por lo visto no tuvimos bastante y ahora hay que imitarlo made in Spain. Alberto Rodríguez nos endilga una película "igual" pero con acento andaluz, con unos polís que gritan durante toda la película como cerdos en matanza y corretean por las callejuelas de la capital sevillana como pollos sin cabeza, pero dentro de una historia que no tiene absolutamente nada que contar, que nada aporta y que aburre demasié.
Ah, y lo de la conexión entre lo que ocurre en la pantalla y la Expo sevillana del 92, pues qué quieren que les diga, ni existe ni se barrunta, una ocurrencia como otra cualquiera que carece de sentido.
17 de septiembre de 2023
17 de septiembre de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Grupo 7” pertenece a ese grupo de películas con las que el cine español empezaba a despertar, a salir de su zona de confort y a ofrecer propuestas más comerciales, como thrillers policiales o historias de terror que (por aquel entonces) aún no podían competir en los Goya con el anestésico costumbrismo periférico, pero volvía a ser una opción para el espectador normal. Como es normal, muchas obras de la nueva ola no pasaron de meras copias unas de otras que y, en seguida, cayeron en el saco de las imitaciones prescindibles, de los quiero y no puedo, de las españoladas que hacían el ridículo pretendiendo ir de Hollywood con poses intensas y frases grandilocuentes. Pero otras fueron lo suficientemente hábiles para fusionar las técnicas de allá con los usos de acá y aparecieron obras interesantes con estilismos y ritmos atractivos y personalidad cien por cien nacional.
“Grupo 7” viene firmada por uno de esos directores que mejor supieron adaptarse a los nuevos vientos, Alberto Rodríguez, que luego terminaría refinando su técnica y alumbrando la joya que es “La isla mínima”. Ya desde aquí apuntaba maneras. Al margen de una factura técnica muy lograda, ofrece al público español la clase de historias que estaba esperando ver desde hacía mucho tiempo: personajes imperfectos, acción realista, un ritmo elevadísimo por momentos y, sobre todo, que le lleven a los bajos fondos y al mundo del crimen, pero como atrezzo, no como plato principal. Es decir, que haya drogas y prostitución si hace falta, pero que no le encasqueten historias de miseria de prostitutas o yonquis que quieren redimirse.
En su momento me pareció que tenía cosillas por pulir en cuanto a simplificar algunas tramas y a terminar de quitarse en algunos momentos el corsé que, por entonces, parecía obligar a una película española a pasar por tal o cual personaje cliché, mensaje cliché o situación cliché. Pero tenía suficientes cosas buenas y novedosas como para resultar una película destacable.
“Grupo 7” viene firmada por uno de esos directores que mejor supieron adaptarse a los nuevos vientos, Alberto Rodríguez, que luego terminaría refinando su técnica y alumbrando la joya que es “La isla mínima”. Ya desde aquí apuntaba maneras. Al margen de una factura técnica muy lograda, ofrece al público español la clase de historias que estaba esperando ver desde hacía mucho tiempo: personajes imperfectos, acción realista, un ritmo elevadísimo por momentos y, sobre todo, que le lleven a los bajos fondos y al mundo del crimen, pero como atrezzo, no como plato principal. Es decir, que haya drogas y prostitución si hace falta, pero que no le encasqueten historias de miseria de prostitutas o yonquis que quieren redimirse.
En su momento me pareció que tenía cosillas por pulir en cuanto a simplificar algunas tramas y a terminar de quitarse en algunos momentos el corsé que, por entonces, parecía obligar a una película española a pasar por tal o cual personaje cliché, mensaje cliché o situación cliché. Pero tenía suficientes cosas buenas y novedosas como para resultar una película destacable.
13 de marzo de 2015
13 de marzo de 2015
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El pésimo sonido de «Grupo 7» me ha amargado la película. No es algo secundario, no señor, porque si cuando hablan no te enteras de la mitad, mal camino llevamos. A ese fallo técnico que a Alberto Rodríguez le parecerá genial por su toque realista, hay que añadir la paupérrima dicción de algunos actores. Mario Casas corre muy bien y da el pego como policía que te mete dos yoyas en cuanto te descuides, pero cuando habla es un horror, así que sin ánimo de despreciar a nadie he de aconsejarle al señor Casas que, por favor, acuda a un logopeda cuando antes. Que conste que lo digo sin animadversión hacia Casas, que el muchacho me cae simpático aunque no me guste demasiado.
En fin, Alberto Rodríguez tiene sus propias paranoias, como todos, y las mete en sus películas en cuanto le dejan. La suya parece ser la de la ambigüedad moral, tema que trata de reflejar a través de un grupo de policías anti droga en la Sevilla de los años noventa. Más que ambigüedad, yo diría que hay falta de claridad a la hora de mostrar las motivaciones, pensamientos, ideales, ambiciones e incluso actos de los personajes, y de esta manera es muy fácil hacerse el ambiguo. Creo que el hecho importante no reside en que una persona torture a otra, sino en saber qué le ha llevado a esa persona a hacerlo y de qué forma le afecta o no lo afecta. Alberto Rodríguez omite estas consideraciones. Solo en el tramo final, con determinado hecho entre traficantes y agentes, esa ambigüedad que se busca llega a vislumbrarse al hacerte pensar que estos polis matones, a pesar de todo, son preferibles a los mafiosos criminales.
Ahora bien, el guión tiene un problema imperdonable: la incoherencia. La evolución de la historia y de los personajes es brusca y sin sentido, y por lo tanto la película se desmorona por falta de credibilidad y sensatez. Si la cinta hubiera empezado directamente con el Grupo 7 ya metido en trapos sucios hasta hubiera quedado mejor. Obsérvese que de una escena a la siguiente los personajes se transforman sin que medie explicación ni motivación alguna, y todos de acuerdo, oye, sin rechistar. El inexperto Ángel pasa a ser el más duro y el que arrastra a los demás a unos trapicheos de los que tardé más de una hora de enterarme de qué iban por culpa de unas cuantas frases totalmente ininteligibles en boca de Mario Casas. El Rafael de Antonio de la Torre es un personaje incomprensible; empieza de un modo estupendo, se le ve curtido, fuerte y rabioso, pero un par de escenas después se vuelve manso y hueco, porque sí.
Diálogos que no contribuyen a nada excepto para echarte unas risas con Joaquín Núñez y su Mateo y muchas caras serias e introvertidas en unos personajes desconocidos. Decepcionante.
En fin, Alberto Rodríguez tiene sus propias paranoias, como todos, y las mete en sus películas en cuanto le dejan. La suya parece ser la de la ambigüedad moral, tema que trata de reflejar a través de un grupo de policías anti droga en la Sevilla de los años noventa. Más que ambigüedad, yo diría que hay falta de claridad a la hora de mostrar las motivaciones, pensamientos, ideales, ambiciones e incluso actos de los personajes, y de esta manera es muy fácil hacerse el ambiguo. Creo que el hecho importante no reside en que una persona torture a otra, sino en saber qué le ha llevado a esa persona a hacerlo y de qué forma le afecta o no lo afecta. Alberto Rodríguez omite estas consideraciones. Solo en el tramo final, con determinado hecho entre traficantes y agentes, esa ambigüedad que se busca llega a vislumbrarse al hacerte pensar que estos polis matones, a pesar de todo, son preferibles a los mafiosos criminales.
Ahora bien, el guión tiene un problema imperdonable: la incoherencia. La evolución de la historia y de los personajes es brusca y sin sentido, y por lo tanto la película se desmorona por falta de credibilidad y sensatez. Si la cinta hubiera empezado directamente con el Grupo 7 ya metido en trapos sucios hasta hubiera quedado mejor. Obsérvese que de una escena a la siguiente los personajes se transforman sin que medie explicación ni motivación alguna, y todos de acuerdo, oye, sin rechistar. El inexperto Ángel pasa a ser el más duro y el que arrastra a los demás a unos trapicheos de los que tardé más de una hora de enterarme de qué iban por culpa de unas cuantas frases totalmente ininteligibles en boca de Mario Casas. El Rafael de Antonio de la Torre es un personaje incomprensible; empieza de un modo estupendo, se le ve curtido, fuerte y rabioso, pero un par de escenas después se vuelve manso y hueco, porque sí.
Diálogos que no contribuyen a nada excepto para echarte unas risas con Joaquín Núñez y su Mateo y muchas caras serias e introvertidas en unos personajes desconocidos. Decepcionante.
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