La voz dormida
7.2
20,502
Drama
En plena postguerra, Pepita (María León), una joven cordobesa, abandona su aldea y viaja a Madrid para estar cerca de su hermana Hortensia (Inma Cuesta) que está embarazada y en prisión. Una vez en la capital, se enamora de Paulino (Marc Clotet), un valenciano de familia burguesa que sigue luchando en las montañas de la sierra de Madrid. (FILMAFFINITY)
29 de noviembre de 2012
29 de noviembre de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Zambrano consigue envolver la dura historia de "La Voz Dormida" en un ambiente perfectamente adaptado a su época que consigue pues calar en el espectador, que llega a sentirse parte de la historia. La excelente labor del director va de la mano con las desgarradoras actuaciones de María León, Inma Cuesta y Marc Clotet, que sorprenden a propios y extraños, metiéndose en la piel de unos personajes profundos y bien trabajados.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final es el perfecto: aquel que todos esperamos aunque nadie quiera. La expresión de Inma Cuesta es desgarradora hasta el mismo final de su personaje, aportándole la fuerza que necesita.
12 de febrero de 2013
12 de febrero de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es cierto que son muchas ya las películas sobre cárceles franquistas y ello resta interés. Es cierto que la voluntad de denuncia sobre hechos pasados prima sobre la construcción de personajes no arquetípicos, en especial entre los malos de la película. Pero no es menos cierto que se señalan hechos terribles, sufridos por personas a las que no se ha hecho justicia. Y que el mensaje final, aunque expresado en forma de moraleja, es absolutamente acertado. Aquella guerra nunca debió haber sucedido.
1 de marzo de 2013
1 de marzo de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La voz dormida es una de las miles de historias que avergonzaron este país durante su guerra civil. Donde hermanos nacidos en la misma tierra se mataban unos a otros por el mero hecho de no perder su posición social. Recordemos que no fue la religión, ni la esclavitud. Un bando el republicano elegido democráticamente y el nacionalista como se definían ellos, levantado por los militares y apoyados por el clero destrozaron muchas vidas inocentes.
He tenido la oportunidad de hablar con personas que vivieron anécdotas cercanas o les fueron contadas por parientes y lo cierto es que se te ponen los pelos de punta. Mi difunta abuela me decía siempre que si las montañas hablasen, por todos los cuerpos que arrojaron por allí durante esos años.
El tema principal de la historia se centra en Hortensia, una mujer republicana, encarcelada y condenada a muerte. Hasta aquí todo parece entrar dentro de la normalidad, pero no, ella está embarazada y deben esperar a que se produzca el parto, para ejecutar la sentencia. En esto aparece su hermana Pepita venida del pueblo y es la que sirve de mediadora entre Hortensia, su marido y sus aliados. Poniendo sus vidas en constante peligro. María León se merece cada uno de los premios que le fueron otorgados por su representación en esta historia. Su personaje lo capta todo en la esencia de esa muchacha frágil. Amor, sentimiento, coraje, determinación, entereza, tristeza, valor, naturalidad, frescura y hasta sensualidad. Me ha ganado para la causa, ya me gustó bastante en la película de su hermano Paco, pero esta actuación es para enmarcar. Por otro lado hay que destacar a la otra hermana Inma Cuesta, al cual va adiestrando a la pequeña en esta nueva vida, siempre al filo de lo inmoral o lo ético. Su decisión clara hasta las últimas consecuencias es digna de respeto.
Película interesante para aprender siempre algo más que los nombres de los bandos, que por tres largos años, se encargaron de poner a España en el mapa mundial y no precisamente por ganar un Mundial o una Eurocopa.
He tenido la oportunidad de hablar con personas que vivieron anécdotas cercanas o les fueron contadas por parientes y lo cierto es que se te ponen los pelos de punta. Mi difunta abuela me decía siempre que si las montañas hablasen, por todos los cuerpos que arrojaron por allí durante esos años.
El tema principal de la historia se centra en Hortensia, una mujer republicana, encarcelada y condenada a muerte. Hasta aquí todo parece entrar dentro de la normalidad, pero no, ella está embarazada y deben esperar a que se produzca el parto, para ejecutar la sentencia. En esto aparece su hermana Pepita venida del pueblo y es la que sirve de mediadora entre Hortensia, su marido y sus aliados. Poniendo sus vidas en constante peligro. María León se merece cada uno de los premios que le fueron otorgados por su representación en esta historia. Su personaje lo capta todo en la esencia de esa muchacha frágil. Amor, sentimiento, coraje, determinación, entereza, tristeza, valor, naturalidad, frescura y hasta sensualidad. Me ha ganado para la causa, ya me gustó bastante en la película de su hermano Paco, pero esta actuación es para enmarcar. Por otro lado hay que destacar a la otra hermana Inma Cuesta, al cual va adiestrando a la pequeña en esta nueva vida, siempre al filo de lo inmoral o lo ético. Su decisión clara hasta las últimas consecuencias es digna de respeto.
Película interesante para aprender siempre algo más que los nombres de los bandos, que por tres largos años, se encargaron de poner a España en el mapa mundial y no precisamente por ganar un Mundial o una Eurocopa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Es increíble comprobar como la policía actuaba con total impunidad en esos tiempos. Los juicios eran ridículos, llevados a cabo por los propios militares, quienes no mostraban la menor de las clemencias. Las torturas eran inhumanas, ni siquiera se cortaban si se trataba de una mujer. Mojar al hombre y acercarle la corriente y conectarle a los pezones de la chica es de una brutalidad salvaje.
26 de mayo de 2015
26 de mayo de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Una película magnífica! Únicamente imaginándonos que está basada en hechos reales, todos los momentos y situaciones tan trágicas, es tan difícil llegar a pensar que esto ha podido llegar a suceder en una realidad, y no tan lejana, tan solo por ideas políticas.
El director tiene una gran trayectoria, y esto se refleja en las grandes escenas de acción y los diálogos tan completos. Este nos consigue cautivar con su gran película, ya que describe perfectamente la situación de España tras la guerra civil.
Ojalá hubiera más películas así para poder reflejar la situación de España durante esos duros y decisivos años. Además refleja perfectamente la vida tan crítica que tenían las personas que pertenecían a los bandos vencidos.
Nos ha llamado mucho la atención la película ya que gracias a ella nos hemos dado cuenta de la pésima situación de España en esa época, aunque antes de verla también sabíamos que fue una muy mala, después de verla hemos podido comprobar que la pésima situación de España era mucho más mala de lo que cualquier persona se podía imaginar.
Animamos a toda la gente a que vea esta película.
El director tiene una gran trayectoria, y esto se refleja en las grandes escenas de acción y los diálogos tan completos. Este nos consigue cautivar con su gran película, ya que describe perfectamente la situación de España tras la guerra civil.
Ojalá hubiera más películas así para poder reflejar la situación de España durante esos duros y decisivos años. Además refleja perfectamente la vida tan crítica que tenían las personas que pertenecían a los bandos vencidos.
Nos ha llamado mucho la atención la película ya que gracias a ella nos hemos dado cuenta de la pésima situación de España en esa época, aunque antes de verla también sabíamos que fue una muy mala, después de verla hemos podido comprobar que la pésima situación de España era mucho más mala de lo que cualquier persona se podía imaginar.
Animamos a toda la gente a que vea esta película.
1 de octubre de 2021
1 de octubre de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La voz dormida” fue la gran obra maestra literaria de Dulce Chacón que se convirtió por derecho propio y de forma instantánea en una novela imprescindible para acercarse a la posguerra y todo lo que significó vivirla para la gente humilde que se vio atrapada por las necesidades económicas y el hambre por un lado y por las infamias políticas por el otro. Siempre he afirmado que fue muchísimo más duro vivir la posguerra que la guerra. Porque la guerra en Andalucía apenas duró un suspiro (a pesar de que fue en este país andaluz donde ocurrió la infamia más insoportable de la contienda bélica, “La Desbandá”, que aún está por reivindicar y por tener la película que merece. Nunca se ha hablado, escrito o rodado lo suficiente sobre la posguerra, aunque ha dejado algunas obras capitales imprescindibles como “La trinchera infinita”, “Pa negre”, “Maquis”, “Silencio roto”, “Los girasoles ciegos”, “El maestro que prometió el mar”, “Las trece rosas”, “Pico Reja” o “Madres paralelas”.
Sin duda, lo más meritorio de la propuesta del cineasta andaluz Benito Zambrano (aquel que revolucionó nuestro cine con una obra maestra de la dimensión de “Solas” o inventó el western de posguerra en la igualmente portentosa “Intemperie”) es la evidente intención de presentar una propuesta comercial y accesible para todos los públicos, pero a la vez sin dejar de ser una sabia y cuidada adaptación cinematográfica del texto literario homónimo de Dulce Chacón. Y todo ello cargado de sencillez, humildad y falta de pretensiones.
Con un estilo simple y sin alharacas, Zambrano tiene que hacer un esfuerzo de síntesis de la novela original que necesariamente se ve obligado a acortar algunos perfiles de los personajes y, sobre todo, a no profundizar en el colectivo de presas políticas y sus redes de solidaridad, quizás lo más apasionante del original literario, pero en cambio sabe escarbar en nuestras emociones y ponerlas en carne viva en determinados fragmentos muy gráficos respecto a las torturas policiales de la época y de la dureza de un régimen que no tuvo ni la menor piedad con los vencidos. No consistía en redimirlos o convertirlos, sino en aniquilarlos sin que temblara el pulso, hacerlos desaparecer de la faz de la Tierra para siempre. Si eras rojo y no habías muerto en la guerra, ya lo harías en la posguerra.
Es una cinta sobre los que no tienen ni derecho a expresar públicamente la pena por sus muertos a través de un cine honesto y pegado a la tierra, señas de identidad propias de este cineasta, a la causa del silencio de las mujeres durante la dictadura franquista y, muy especialmente, de las mujeres encarceladas por rojas en condiciones infrahumanas. Mujeres recluidas por sus ideas políticas, tan torturadas o más que los hombres sin haber recibido los mismos honores por ello hasta el momento, ejecutadas sin poder despedirse de los suyos y sin consideración alguna, estirando una guerra que parecía no acabar nunca, o quizás es que no vaya a finalizar jamás.
128 minutos de experiencia inmersiva en los que vivimos, sufrimos y padecemos con sus mujeres, gracias a un guión perfectamente imbricado escrito por el propio Benito Zambrano e Ignacio del Moral y fotografiado de una manera acertadamente tenebrista por Alex Catalán, mientras que acuna nuestra pena la música de Magda Rosa Galván y Juan Antonio Leyva.
Los métodos para someter a la población fueron fundamentalmente físicos, pero Dulce Chacón en su novela y Benito Zambrano en su fidedigna traslación al cine dirigen sabiamente su mirada hacia los procedimientos psicológicos, inoculando en la población la dosis de terror suficiente para engendrar una capa de miedo tan densa que nadie pudiera escapar de ella ni plantearse el movimiento bajo ningún concepto. Y fue con este segundo método con el que Franco se impuso socialmente, o quizás se siga imponiendo.
“La voz dormida” es una película basada en una novela coral y, lógicamente, tiene que prescindir de elementos colaterales y centrarse en las dos hermanas protagonistas del film, interpretadas soberbia y magistralmente por Inma Cuesta y, sobre todo, por una María León estratosférica. Su metraje nos permite bucear en un conjunto de mujeres republicanas encarceladas y de todo lo que les pasa a ellas y a sus allegados, de cómo todo evoluciona a peor, de cómo se sienten desamparadas por las potencias democráticas europeas cuando las dejan tiradas, de cómo sus historias de amor son cercenadas por la fuerza, de cómo pierden el contacto con sus hijos o directamente a sus propios hijos asesinados. Mujeres que eran personas de carne y hueso, que se llamaban Hortensia, Reme, Tomasa… Sobre todo Pepita, una Pepita que se incrusta en el corazón del cinéfilo para siempre. Gloriosa y eterna María León encarnándola, apolítica por definición y vocación y que acaba enredada en la “causa” por cuestiones meramente familiares que la llevan a entender que es imposible mantenerse al margen del temporal cuando arrecia contra los tuyos, que uno no elige participar o no sino que sabe que no le queda otra que hacerlo cuando todo está perdido. Su interpretación mereció el Goya a la Mejor Actriz Revelación en la edición de 2011 que me supo a poco, porque debió ser a Actriz directamente.
Porque de eso trata la película, de mujeres que lo han perdido todo, que sólo les resta la dignidad, la cual no están dispuestas a perder bajo ningún concepto. Y, por encima de todo, flota una preciosa e inolvidable nana andaluza sobre el metraje de la película que mereció, como no podría ser de otra forma, el Goya a la Mejor Canción en su edición de 2011 porque llama a las lágrimas, la reflexión y el homenaje a esas mujeres eternas.
Sin duda, lo más meritorio de la propuesta del cineasta andaluz Benito Zambrano (aquel que revolucionó nuestro cine con una obra maestra de la dimensión de “Solas” o inventó el western de posguerra en la igualmente portentosa “Intemperie”) es la evidente intención de presentar una propuesta comercial y accesible para todos los públicos, pero a la vez sin dejar de ser una sabia y cuidada adaptación cinematográfica del texto literario homónimo de Dulce Chacón. Y todo ello cargado de sencillez, humildad y falta de pretensiones.
Con un estilo simple y sin alharacas, Zambrano tiene que hacer un esfuerzo de síntesis de la novela original que necesariamente se ve obligado a acortar algunos perfiles de los personajes y, sobre todo, a no profundizar en el colectivo de presas políticas y sus redes de solidaridad, quizás lo más apasionante del original literario, pero en cambio sabe escarbar en nuestras emociones y ponerlas en carne viva en determinados fragmentos muy gráficos respecto a las torturas policiales de la época y de la dureza de un régimen que no tuvo ni la menor piedad con los vencidos. No consistía en redimirlos o convertirlos, sino en aniquilarlos sin que temblara el pulso, hacerlos desaparecer de la faz de la Tierra para siempre. Si eras rojo y no habías muerto en la guerra, ya lo harías en la posguerra.
Es una cinta sobre los que no tienen ni derecho a expresar públicamente la pena por sus muertos a través de un cine honesto y pegado a la tierra, señas de identidad propias de este cineasta, a la causa del silencio de las mujeres durante la dictadura franquista y, muy especialmente, de las mujeres encarceladas por rojas en condiciones infrahumanas. Mujeres recluidas por sus ideas políticas, tan torturadas o más que los hombres sin haber recibido los mismos honores por ello hasta el momento, ejecutadas sin poder despedirse de los suyos y sin consideración alguna, estirando una guerra que parecía no acabar nunca, o quizás es que no vaya a finalizar jamás.
128 minutos de experiencia inmersiva en los que vivimos, sufrimos y padecemos con sus mujeres, gracias a un guión perfectamente imbricado escrito por el propio Benito Zambrano e Ignacio del Moral y fotografiado de una manera acertadamente tenebrista por Alex Catalán, mientras que acuna nuestra pena la música de Magda Rosa Galván y Juan Antonio Leyva.
Los métodos para someter a la población fueron fundamentalmente físicos, pero Dulce Chacón en su novela y Benito Zambrano en su fidedigna traslación al cine dirigen sabiamente su mirada hacia los procedimientos psicológicos, inoculando en la población la dosis de terror suficiente para engendrar una capa de miedo tan densa que nadie pudiera escapar de ella ni plantearse el movimiento bajo ningún concepto. Y fue con este segundo método con el que Franco se impuso socialmente, o quizás se siga imponiendo.
“La voz dormida” es una película basada en una novela coral y, lógicamente, tiene que prescindir de elementos colaterales y centrarse en las dos hermanas protagonistas del film, interpretadas soberbia y magistralmente por Inma Cuesta y, sobre todo, por una María León estratosférica. Su metraje nos permite bucear en un conjunto de mujeres republicanas encarceladas y de todo lo que les pasa a ellas y a sus allegados, de cómo todo evoluciona a peor, de cómo se sienten desamparadas por las potencias democráticas europeas cuando las dejan tiradas, de cómo sus historias de amor son cercenadas por la fuerza, de cómo pierden el contacto con sus hijos o directamente a sus propios hijos asesinados. Mujeres que eran personas de carne y hueso, que se llamaban Hortensia, Reme, Tomasa… Sobre todo Pepita, una Pepita que se incrusta en el corazón del cinéfilo para siempre. Gloriosa y eterna María León encarnándola, apolítica por definición y vocación y que acaba enredada en la “causa” por cuestiones meramente familiares que la llevan a entender que es imposible mantenerse al margen del temporal cuando arrecia contra los tuyos, que uno no elige participar o no sino que sabe que no le queda otra que hacerlo cuando todo está perdido. Su interpretación mereció el Goya a la Mejor Actriz Revelación en la edición de 2011 que me supo a poco, porque debió ser a Actriz directamente.
Porque de eso trata la película, de mujeres que lo han perdido todo, que sólo les resta la dignidad, la cual no están dispuestas a perder bajo ningún concepto. Y, por encima de todo, flota una preciosa e inolvidable nana andaluza sobre el metraje de la película que mereció, como no podría ser de otra forma, el Goya a la Mejor Canción en su edición de 2011 porque llama a las lágrimas, la reflexión y el homenaje a esas mujeres eternas.
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