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En primera plana

Drama En el año 2002, un reducido equipo de reporteros de investigación del Boston Globe destapó los escándalos de pederastia cometidos durante décadas por curas del estado de Massachussets. La publicación de estos hechos, que la archidiócesis de Boston intentó ocultar, sacudió a la Iglesia Católica como institución. (FILMAFFINITY)
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8
28 de marzo de 2016 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda alguna un guion muy bien logrado, la fotografía siempre bien cargada a pesar de estar en su mayoría en interiores llena de elementos de oficina, las escenas exteriores son fugaces, con un movimiento fluido y estable, pero lo más sorprendente del filme es su sólido libreto, rescata elementos claros y concisos que hicieron de la investigación un éxito rotundo. Deja una gran enseñanza en cuanto a la labor periodística fundamentada en la recopilación seria y progresiva de las pruebas en una escena de amplio espectro, en este caso “toda la iglesia católica”, partiendo de un reportaje claro a partir de los testigos y víctimas de la pederastia, combinando elementos que demuestran la influencia del poder de la iglesia en el sistema judicial americano, como reflejo de una síntoma mental que se extiende por el resto del mundo.
6
31 de marzo de 2016 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de la historia real de un grupo de periodistas llamado “Spotlight”, que trabajaban para el Boston Globe, que lograron sacar a la luz el encubrimiento sistemático de la Iglesia católica de innumerables casos de pedofilia cometidos por más de 70 sacerdotes locales, y por cuyo trabajo lograron ganar el premio Pulitzer en 2002.

Indudablemente, es una buena película, de eso no hay duda. Es de esas películas que te satisface ver porque ganan los buenos, y porque además son hechos reales, por lo que te satisface doblemente. Además, el tema es lo suficientemente asqueroso como para que no haya la más mínima duda de quiénes son los buenos. Produce mucha satisfacción que le den su merecido a esa panda de hipócritas que son los altos cargos eclesiásticos y los políticos que les han estado tapando durante tanto tiempo. Desde ese punto de vista, la película ya tenía mucho ganado desde antes de empezar a hacerse.

Dirigida por Tom McCarthy, “Spotlight” brilla en la ambientación y la puesta en escena. Todo está muy cuidado y rápidamente te crees a los periodistas que aparecen en la pantalla, a pesar de ser actores muy conocidos. No obstante, la sombra de “Todos los hombres del presidente” sobrevuela sobre la película inevitablemente, y uno no puede evitar añorar la garra del film de Pakula.

McCarthy nos va administrando la trama de la pelicula en pequeñas píldoras de información, y nos va adentrando sin prisas en la terrible realidad de los horrores que tuvieron que pasar los niños que fueron mancillados por los curas. Y lo hace ahorrando en lo posible el morbo fácil, enfocando siempre más al punto de vista de los periodistas, dejando en un segundo plano los personajes de los violadores.

Obviamente, en la película aparecen muchos nombres, muchos datos como consecuencia de la investigación, y eso siempre suele hacerse un tanto farragoso para el espectador. No obstante, no se me hizo pesada ni difícil de seguir, aunque obviamente no resulta sencillo quedarse con todos los detalles. No hay grandes sorpresas, porque esto de la pedofilia por parte de la Iglesia lo sabe todo el mundo, no es ningún descubrimiento, pero la forma en que se narra hace que uno se interese por lo que se va descubriendo, más desde el punto de vista periodístico que de los hechos en sí mismos.

El reparto es una garantía, y los actores tienen un grandísimo peso a la hora de valorar el éxito de la película. Michael Keaton está haciendo ahora las mejores interpretaciones de su carrera, Mark Ruffalo es el actor más destacado del film y nos sorprende cada vez más por su versatilidad (para mí ya es uno de los actores más interesantes de la actualidad), y Stanley Tucci siempre es una garantía de solvencia. Bien también John Slattery y Liev Schreiber, y simplemente correcta Rachel McAdams, cuya nominación al Oscar a la mejor actriz de reparto me parece de todo punto inmerecida.

A pesar de todo ello, no me convenció “Spotlight”. Mucha corrección formal, muy buenas intenciones, una denuncia necesaria, pero como película la encuentro demasiado inofensiva. No tiene fuerza, no me llegó dentro, no me produjo el impacto que debería. Es verdad que el tema daba para recurrir a la lágrima fácil, y que McCarthy, con buen criterio, ha ido por otro camino. Pero considero que se podría haber desarrollado más los personajes, habernos hecho más partícipes de los hechos investigados, y no solamente de la investigación. Me dejó más frío de lo que debería.

No es un documental, pero parece tratado como si lo fuera. La obsesión por mostrar el realismo de la investigación periodística lastra de alguna manera el resultado final. Incluso los diálogos, pese a la calidad de los mismos, son algo atropellados por tratar de hacerlos lo más naturales posibles.

Creo que la película debería aportar más cosas. Contar los detalles de una investigación periodística no es, en sí mismo, suficientemente interesante salvo que haya cosas verdaderamente fuera de lo normal. Para saber quiénes fueron estos periodistas y lo que hicieron ya podemos mirarlo en Google. Yo a una película le pido más. Tiene que haber una narración pertinente, una identidad como película. Un poco más de salero, más riesgo, entrar a cuchillo en el tema.

Después de ver películas como “Calvary” o “El club”, veo “Spotlight” como quien ve llover desde una ventana. También es verdad que la vi después de que la concedieran el Oscar, y uno inconscientemente eleva el listón de exigencia. Tal vez ese fue mi fallo.

https://keizzine.wordpress.com/
7
30 de junio de 2018 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Spotlight tiene numerosos apartados que la hacen merecedora de halagos.
Entre ellos se encuentra, en mi opinión, un guión sólido con grandes diálogos en impecables conversaciones, bien estructurado, bien hilado, satisfactorio en su desenlace y su mensaje (necesario hoy en día), de gran ambientación, coherente, realista y complejo por sus implicaciones, pero desarrollado de una forma sumamente simple que lo hace fácil de seguir.
En mi visionado, no me chirrió ni me sacó de contexto ningún detalle.
El director logra un ritmo consistente para que el film no aburra en ningún momento (al menos, a mí no me pasó). Las escenas, en su mayoría, están rodadas de una forma sutil y elegante.
Los actores y actrices se sienten como peces en el agua. Hasta los extras con menor tiempo en la película hacen un trabajo fenomenal (incluso hay ocasiones en las que estos se comen la pantalla). Destacar a alguno de entre todos sería absurdo: todos hacen un trabajo que, si bien no representa la cúspide en la interpretación cinematográfica, sí que se siente natural y creíble.

Entonces... ¿cuál es el problema?
Podría tirarme un buen rato escribiendo sobre los puntos positivos de Spotlight, pero creo que con lo anterior se capta bien la idea que quiero transmitir: es una buena película. No me gustaría centrarme en lo que Spotlight tiene, sino de lo que Spotlight carece. ¿Qué es aquello que la hace incapaz de ser una obra maestra a mis ojos?

Seguro que ya habréis leído algo esto en alguna de mis críticas anteriores, no obstante, veo indispensable repetirlo todas las veces que haga falta: una obra (película, serie de televisión, libro, cómic o lo que sea) puede poseer todos los elementos que he enumerado, y aun así, ser incapaz de transmitir correctamente las emociones que desea en el espectador.
Yo lo veo de la siguiente manera: el apartado puramente técnico no lo es todo, sin embargo, es aquello a lo que más importancia se le está dando en estos días, cosa que no comparto. La dirección bien podrá ser impecable, los actores podrán interpretar a la perfección a su personaje, o el guión podrá tratar un tema polémico de la forma más correcta que haya... pero es posible que a la película le siga faltando lo más importante: el espíritu, el alma.
Tranquilos, soy ateo y no creo en rollos místicos: este "alma" de la que hablo tiene su toque objetivo, y es el que quiero analizar aquí y ahora:

Primero y principal, los periodistas que conforman el grupo Spotlight son demasiado planos como personajes. Apenas conocemos nada de ellos, de sus opiniones ni del por qué de las mismas; de dónde son, o por qué hacen lo que hacen. En vez de sentirlos como personas reales, se sienten más como meros narradores de la historia, carentes de profundidad y totalmente ajenos a los hechos, cuyo único objetivo es hacer avanzar la cinta hasta su final. El espectador es incapaz de conectar con ellos y cuando estos dejan salir sus sentimientos a flote no nos colocamos en su lugar; es más bien una sensación en la cual predomina la indiferencia.
El enfoque del filme se torna distante, de manera que la experiencia es una línea con apenas picos emocionales. Tiene más similitudes con un documental que con una película (porque no ofrece mucho más fuera de contarnos los hechos puramente objetivos), lo que le perjudica al adoptar un tono (casi) exclusivamente informativo y totalmente alejado de la empatía por nuestra parte. Irónicamente, los momentos en los que la película destaca, aquellos que sí logran llegar al espectador y transmitirle sentimientos para que le importe lo que ocurre, son cuando las víctimas de los abusos sexuales cuentan sus historias. Se crea un nudo en el estómago debido a la crudeza, la impotencia, la frustración, la injusticia y obviamente la tristeza, porque hay una conexión entre nosotros y el personaje. Es una lástima, ya que por lo demás, la elegante dirección acaba resultando fría. A pesar del tópico tan prometedor que trata, no es capaz de conmover o impactar (en gran medida) al público. Ver Spotlight es como montar una montaña rusa que tiene pocas subidas, pero da a unos paisajes muy bonitos.
... Sí, sé que es una de las metáforas más extrañas que he hecho últimamente. Aun así, espero que lo hayáis entendido.

Para mí, la palabra que mejor define Spotlight es: sólida. No veo posible negar que está bien hecha, es entretenida y ha cumplido la meta propuesta a las mil maravillas; aun así, su incapacidad de mover algo dentro de mí, de que encuentre algo mínimamente destacable que me permita recordarla después de los años que están por venir... hace que no esté a la altura del sobresaliente.

Si te interesa, échale un vistazo a mi blog de cine y cómics:
http://lalistadealex.blogspot.com.es/
¡Gracias!
7
15 de enero de 2016 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al ser una película que relata una investigación periodística y se centra en eso - vale decir, no muestra el típico relato de vida personal de un periodista que no tiene vida, que tiene problemas familiares, o que se involucra con compañeros de trabajo, etc. - sino que se enfoca en lo que fue efectivamente el destape de este escándalo sexual.
Por lo mismo, al ser centrada en eso, podría tornarse a ratos monótona o provocar incomodarse en el asiento mientras se ve, pero los cortes precisos de escena y el ritmo que le da McCharthy provoca todo lo contrario: hace que uno mismo se sienta parte de la investigación y vaya sacando sus propias conclusiones en conjunto con los protagonistas - cuyos personajes están impecablemente logrados -. Sin duda un película genuina y que a ratos diera la sensación de ser un documental.
7
28 de enero de 2016 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tanto Spotlight como Todos los hombres del presidente podrían ser proyectadas en una doble sesión en la facultad de periodismo, pues ambas suponen una radiografía fiel de las líneas a seguir para realizar una investigación periodística; y sin caer en la morbosidad o en el sensacionalismo que tanto gusta a ciertos medios y, por qué no decirlo, a los lectores también. Las dos películas tienen muchos lazos en común que se hacen patentes al comenzar. Cada una empieza con personajes que no van a volver a ser vistos otra vez pero que son necesarios para mostrarnos los hechos. Spotlight inicia con una comisaría en los años 70, donde un cura ha sido detenido por abusar de una niña pequeña. Por su parte, el film de Alan decide meternos tensión en el cuerpo enseñándonos a varios sujetos colándose en el edificio Watergate, sede del partido demócrata. Así, a partir de dos hechos a los que a priori no se les da mucha importancia -o quedan olvidados años después como es el caso de los curas- , una serie de periodistas se verán envueltos en una trama que llega hasta las altas esferas que rigen la sociedad: La Iglesia y el Gobierno.

En Todos los hombres del presidente eran dos personas las que estaban contra el mundo; aquí el equipo de investigación está formado por cuatro periodistas, y también deberán remar a contra corriente si quieren sacar a la luz el escándalo. Como si fuera un documental, la película se desarrolla lentamente, con pequeñas indagaciones que se van haciendo y contrastando unas con otras. Si uno se equivoca, vuelve atrás y revisa todos los datos de nuevo. Además, se realizan reuniones con el fin de determinar si la información recolectada puede ver la luz, ya que hay peces gordos dentro de los periódicos que echan para atrás las propuestas y obligan a que abandonen la investigación. Los motivos pueden ser las presiones que reciben desde arriba o el encubrimiento que un día se les dio a los que son investigados ahora. Pero, haciendo caso omiso, el bolígrafo y el papel avanzan a un primer plano para convertirse en los absolutos protagonistas de la película; porque rara es la escena en la que ninguno de estos héroes aparezca sin apuntar datos o testimonios. Despachos de redacción, pasillos de estanterías, bibliotecas, sótanos llenos de documentos y Tribunales de Justicia son los escenarios que veremos en todo momento, mientras que entrevistas con delicadas preguntas y respuestas se repiten una y otra vez sin parar. Sacerdotes, víctimas, abogados o testigos son interrogados minuciosamente. Al igual que Redford o Hoffman, dan con una lista llena de nombres. ¿Será esa la solución a los interrogantes? Para ello deberán ir puerta por puerta intentando hacer hablar a los que saben mucho pero callan por miedo a represalias; ya sea una mujer que fue contable del partido republicano o un sacerdote arrepentido.

Thomas McCarthy, arraigado al cine independiente, siempre ha sido un director que ha sabido muy bien contener las emociones en aquellas historias que piden a gritos explotar de sentimentalismo. En la genial Vías cruzadas, uno de sus puntos fuertes era la nula exteriorización de los sentimientos de los protagonistas. De este modo la película navegaba entre la comedia y el drama con delicadeza. Un trabajo exquisito que era divertido pero triste a la vez. Con la irregular The visitor volvió a utilizar la contención a la hora de tratar otro tema delicado como es la inmigración. En Spotlight solo se atisban elementos emocionales en las entrevistas que son hechas a las víctimas de los abusos. Pero, a pesar de las duras declaraciones que hace cada uno, en ellas reina la frialdad, puesto que la película no quiere lanzar juicios morales, ni culpar a todos por igual; tan solo poner sobre la mesa los testimonios. Y esto se pone de manifiesto desde el principio cuando el personaje interpretado por Rachel McAdams se resiste a hablar sobre la investigación a su propia abuela, católica practicante, que está muy unida a la Iglesia. El problema que adquiere el film es que su estilo casi tan documental, basado exclusivamente en la recogida de datos, puede resultar lento para muchos espectadores. Lo cierto es que, por ejemplo, en Todos los hombres del presidente el tono rozaba en ciertas partes la intriga, al ser conscientes los dos periodistas de la gravedad del asunto. “Podemos estar en peligro” decía en una escena Robert Redford a su jefe en el jardín de su casa. Y es que hay varias secuencias que meten cierta tensión al cuerpo; como cuando se reúne con su informador secreto en un garaje a oscuras mientras se escuchan sonidos sospechosos. Spotlight evita también eso, y su gancho radica precisamente en las revelaciones que se irán haciendo lentamente, las cuales harán que el caso parezca un pozo sin fondo. Esa profundidad afectará incluso a la conducta de los propios periodistas.

Cada personaje está construido de una forma limitada para no llevar consigo subtramas personales que distraigan innecesariamente la atención. De esta manera, el pasado de los cuatro apenas lo conocemos al igual que la situación personal de cada uno. Esa falta de información está compensada con el exquisito ahondamiento en los sucesos, pues en la realidad fue una tarea más que complicada sacar a la luz el artículo. Los actores están fantásticos todos y sería injusto mencionar a uno por encima del otro; aunque no es menos cierto que Mark Ruffalo tuvo que cambiar en la forma de hablar y de caminar para interpretar a su personaje. Un elenco en estado de gracia que se pone al servicio de la investigación, personaje principal de la película.

http://www.cineautorweb.com/2016/01/27/spotlight/
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