Solo Dios perdona
2013 

5.2
14,875
Thriller. Drama
En Bangkok, el joven Julian, un fugitivo de la justicia estadounidense, dirige un club de boxeo tailandés que actúa como tapadera para tráfico de drogas. Su madre, jefa de una poderosa organización criminal, desembarca procedente de Estados Unidos para repatriar el cuerpo de su hijo favorito, Billy: el hermano de Julian ha sido asesinado tras haber violado y matado salvajemente a una joven prostituta. Llena de odio y deseo de venganza, ... [+]
2 de septiembre de 2013
2 de septiembre de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé, tengo sentimientos encontrados con esta película: por una parte me gusta ese aroma de cine independiente que despliega - aunque esto también puede jugar en su contra si abusa mucho del mismo -, al igual que me resultan llamativos esos contrastes de tonos ora oscuros, ora azulados u/o rojizos con los que Winding Refn juega en todo momento, dándole así un tono muy onírico al film; la fotografía en general es perfecta, está muy bien cuidada. Pero por otro lado, la película me resulta algo vacía de contenido: la violencia en ocasiones es algo gratuita (aunque creo que es eso precisamente lo que pretendía Nicolas con ese derroche de brutalidad, si es así bravo por él), la estaticidad constante llega a antojarse tediosa; y la banda sonora creo que no ha cuajado del todo; ahora bien, el sintetizador es cojonudo, cada vez que hace acto de presencia la películas gana puntos.
En cuanto al reparto principal, la gran sorpresa sin duda es Vithaya Pansringarm, el “antagonista protagonista”; Ryan Gosling, siempre soberbio con esa galantería tan carismática que siempre lleva en su semblante, todas sus apariciones son magnificentes. Y Kristin Scott Thomas puede que con este papel se haya ganado tanto admiradores como detractores a partes iguales. Desde luego, empeño no le ha faltado.
En resumidas cuentas, una película que visualmente está muy a la altura de sus expectativas, cuyo argumento quizá podría haber sido mejorado, pero que aun así no desentona; un reparto de lujo y, quizá en menor medida, una banda sonora que deja algo que desear en comparación al anterior – y soberbio - trabajo que realizó Cliff Martinez con ‘Drive’ en 2011 (también dirigida por Nicolas Winding Refn y protagonizada por Ryan Gosling).
En cuanto al reparto principal, la gran sorpresa sin duda es Vithaya Pansringarm, el “antagonista protagonista”; Ryan Gosling, siempre soberbio con esa galantería tan carismática que siempre lleva en su semblante, todas sus apariciones son magnificentes. Y Kristin Scott Thomas puede que con este papel se haya ganado tanto admiradores como detractores a partes iguales. Desde luego, empeño no le ha faltado.
En resumidas cuentas, una película que visualmente está muy a la altura de sus expectativas, cuyo argumento quizá podría haber sido mejorado, pero que aun así no desentona; un reparto de lujo y, quizá en menor medida, una banda sonora que deja algo que desear en comparación al anterior – y soberbio - trabajo que realizó Cliff Martinez con ‘Drive’ en 2011 (también dirigida por Nicolas Winding Refn y protagonizada por Ryan Gosling).
6 de octubre de 2013
6 de octubre de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que un trailer te destroce una película es un mal al que estamos acostumbrados, pero que encima sea mejor que la película es algo que no pasa todos los días y si que pasa en esta "Only God forgives".
Deslumbrado como medio mundo con su anterior trabajo Drive, este film es la encarnación de todos los males que atacaban a Drive. Pero mientras que en Drive estaba en la línea, aquí se pasa 3 pueblos y acaba en el onanismo complaciente.
Si en Drive hablaban poco, para que fueran los gestos o las acciones las que narraran la historia, en ésta las palabras en inglés caben en un folio, y a veces incluso se sustituyen por música. Hay más gritos que palabras.
Si Drive tenía momentos lentos donde la atmosfera te envolvía, ésta es lenta a más no poder, con momentos oníricos aburridísimos.
Si en Drive el personaje era enigmático, pero se sabe desde el principio que tiene un pasado oscuro, aquí lo es errático y se comporta de forma absurda (que alguien me explique la paliza que le da al tipo que coge de la boca).
Si en Drive la violencia era puntual, aquí es explícita y enfermiza.
En definitiva todo lo bueno que tenía Drive, Refn lo hace mal en esta película. Por cierto que si ves el trailer estas viendo prácticamente toda la película.
Deslumbrado como medio mundo con su anterior trabajo Drive, este film es la encarnación de todos los males que atacaban a Drive. Pero mientras que en Drive estaba en la línea, aquí se pasa 3 pueblos y acaba en el onanismo complaciente.
Si en Drive hablaban poco, para que fueran los gestos o las acciones las que narraran la historia, en ésta las palabras en inglés caben en un folio, y a veces incluso se sustituyen por música. Hay más gritos que palabras.
Si Drive tenía momentos lentos donde la atmosfera te envolvía, ésta es lenta a más no poder, con momentos oníricos aburridísimos.
Si en Drive el personaje era enigmático, pero se sabe desde el principio que tiene un pasado oscuro, aquí lo es errático y se comporta de forma absurda (que alguien me explique la paliza que le da al tipo que coge de la boca).
Si en Drive la violencia era puntual, aquí es explícita y enfermiza.
En definitiva todo lo bueno que tenía Drive, Refn lo hace mal en esta película. Por cierto que si ves el trailer estas viendo prácticamente toda la película.
27 de octubre de 2013
27 de octubre de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay obras cinematográficas que, a la hora de analizarlas, en el momento de juzgarlas, mucho antes que por sus virtudes o por sus defectos, conviene valorarlas por lo que dicen de la voluntad de quien las ha creado. SÓLO DIOS PERDONA es un film imperfecto, es un film excesivo, es un film discutible, pero, ante todo, es un film que denota algo que, hoy en día, el crítico cinematográfico no tiene más remedio que agradecer: el afán por la investigación personal, la huida hacia adelante impelida por el hambre del peligro, el veto a esa mecedora creativa que es el balanceo del conformismo.
La última obra del danés Nicolas Winding Refn tiene hechuras de disparo en el menisco o, mejor dicho, de mano abierta sobre la mesa esperando a que, en el juego de la daga punzando entre los cuatro huecos de los dedos, la punta no dé con su velocidad en el metacarpiano del anular. La trayectoria del autor de Pusher avala ese compromiso con lo avieso, pero, dado el éxito descomunal de su soberbia Drive, y, por lo tanto, dada la expectación por si siguiente obra, no hubiera resultado inesperado que el escandinavo decidiera aprovecharse de tan merecidos laureles.
Pero no. La primera sorpresa que dirime SÓLO DIOS PERDONA es que, pese a que mantenga un soporte estructural muy similar (un trazado argumental en el que los aconteceres se encadenan sometiéndose a una inercia vengativa en la que cada hecho se constituye, de forma mecánica, como causa del posterior), en ningún momento trata de vindicar ni de acondicionarse a rebujo de aquel.
Ni siquiera la presencia de Ryan Gosling lo convoca; es más, advirtiendo la aún mayor depuración gestual con la que el magnífico intérprete acomete su rol en ella, podemos apreciar el viraje conmocionado, aturdido, lóbrego y perturbador que Winding Refn emprende en ella El silente romanticismo desesperado y generoso que palpitaba, engendraba Drive aquí se vuelve tortura de justicia inmisericorde. "Solo Dios Perdona" principia su singladura en una intuición mortificante, en la premonición de un castigo tajante, en la pus supurada por una conciencia en estado de vapuleo, desamparo y postración.
Lo primero que cabe decir de "Solo Dios Perdona" es que, pese a su apariencia controladísima, pese a su milimétrica fluidez formal, nos hallamos ante un film que no cesa de incomodarse a sí mismo y de seccionar la retina del espectador mediante una lacerante ausencia de conmiseración. A buen seguro, van a ser muchos quienes huyan despavoridos frente a la extenuante, apretada síntesis narrativa que la constituye y frente a la complacencia radicalísima (e innecesaria en algunos momentos) con la que el realizador asfixia la evidente brillantez de su propio estilo.
Sin embargo, quien esto escribe le alaba el gusto incomunicador al autor de Drive, puesto que el esfuerzo por construir este laberíntico discurso sobre la neurosis de un desfallecido que intuye la llegada del ángel de la muerte a seccionarle la vida podrá ser acusado de muchas cosas, pero de ningún modo le cuadra el adjetivo de baladí. "Solo Dios Perdona" es un film rocoso, desconcertado e ingrávido en el que el realizador sabe estar a la altura del choque de disímiles melancolías que imponen los dos personajes principales, el postrado Julian (apesadumbrada y despiadadamente roto, un majestuoso Ryan Gosling) y el litúrgico Chang (demoniacamente perfecto Vithaya Pansringarm).
La puesta en escena pergeñada por Winding Refn dirime un continuo encadenado de movimientos de cámara austeros, sinuosos, flemáticos, dentro de los cuales los personajes parecen condenados a una indescifrable parálisis. Los espacios elegidos procuran una escenografía prolija en pasillos, en espacios cerrados, iluminados de forma rojizamente nocturna, que se adecúan perfectamente a la naturaleza mental que origina muchos de ellos y gravita sobre todo el resto.
Los espacios estrechos y largos refieren el atolladero emocional que rige el comportamiento de Julian, de ahí que, por ejemplo, no deje de ser sintomático que la escena final, liberativa, tenga lugar en un espacio abierto y natural. El relato no cesa de tratar de encajar lo que la aparición de Chang tiene de pieza perdida y hallada dentro de la existencia traumática, intuitiva y consciente de Julian (la descripción de la figura materna -apariencia y carácter- es sorprendentemente meticulosa en abyecciones y malquerencias).
El protagonista es un ser escindido, herido, sabedor de su mal: los numerosos y soberbios planos de sus brazos seccionados por el encuadre del plano (y también brazos luchando, brazos atados a una silla, brazos traspasando una cortina en busca de un sexo femenino esperador: el personaje queda descrito por la actitud de la búsqueda sus manos) abundan en la naturaleza despedazada, malquerida y flagelante de Julian(extraordinaria la actitud frente a su madre tras la visita de Chang a ésta: esa búsqueda del germen de su infelicidad es llevada hasta sus últimas y fetales consecuencias).
"Solo Dios Perdona" impone esa mirada postrada, lánguida, fatigosa y oscura porque así lo exige la voluntad de su personaje central: Julian sabe que por fin se avecinan los tiempos de la justicia definitiva; la muerte de su hermano es el detonante de una ceremonia sangrienta al final de la cual su alivio ocupará el lugar del cordero degollado en el altar. Dios ha llegado a perdonarle su dolor. Winding Refn ejecuta la espera con toda la brutal paciencia requiere la función. Va a ser el film más discutido y provocador de iras de toda la temporada. El film busca con rigurosa saña ese cólera. Justamente, cautiva por ello.
La última obra del danés Nicolas Winding Refn tiene hechuras de disparo en el menisco o, mejor dicho, de mano abierta sobre la mesa esperando a que, en el juego de la daga punzando entre los cuatro huecos de los dedos, la punta no dé con su velocidad en el metacarpiano del anular. La trayectoria del autor de Pusher avala ese compromiso con lo avieso, pero, dado el éxito descomunal de su soberbia Drive, y, por lo tanto, dada la expectación por si siguiente obra, no hubiera resultado inesperado que el escandinavo decidiera aprovecharse de tan merecidos laureles.
Pero no. La primera sorpresa que dirime SÓLO DIOS PERDONA es que, pese a que mantenga un soporte estructural muy similar (un trazado argumental en el que los aconteceres se encadenan sometiéndose a una inercia vengativa en la que cada hecho se constituye, de forma mecánica, como causa del posterior), en ningún momento trata de vindicar ni de acondicionarse a rebujo de aquel.
Ni siquiera la presencia de Ryan Gosling lo convoca; es más, advirtiendo la aún mayor depuración gestual con la que el magnífico intérprete acomete su rol en ella, podemos apreciar el viraje conmocionado, aturdido, lóbrego y perturbador que Winding Refn emprende en ella El silente romanticismo desesperado y generoso que palpitaba, engendraba Drive aquí se vuelve tortura de justicia inmisericorde. "Solo Dios Perdona" principia su singladura en una intuición mortificante, en la premonición de un castigo tajante, en la pus supurada por una conciencia en estado de vapuleo, desamparo y postración.
Lo primero que cabe decir de "Solo Dios Perdona" es que, pese a su apariencia controladísima, pese a su milimétrica fluidez formal, nos hallamos ante un film que no cesa de incomodarse a sí mismo y de seccionar la retina del espectador mediante una lacerante ausencia de conmiseración. A buen seguro, van a ser muchos quienes huyan despavoridos frente a la extenuante, apretada síntesis narrativa que la constituye y frente a la complacencia radicalísima (e innecesaria en algunos momentos) con la que el realizador asfixia la evidente brillantez de su propio estilo.
Sin embargo, quien esto escribe le alaba el gusto incomunicador al autor de Drive, puesto que el esfuerzo por construir este laberíntico discurso sobre la neurosis de un desfallecido que intuye la llegada del ángel de la muerte a seccionarle la vida podrá ser acusado de muchas cosas, pero de ningún modo le cuadra el adjetivo de baladí. "Solo Dios Perdona" es un film rocoso, desconcertado e ingrávido en el que el realizador sabe estar a la altura del choque de disímiles melancolías que imponen los dos personajes principales, el postrado Julian (apesadumbrada y despiadadamente roto, un majestuoso Ryan Gosling) y el litúrgico Chang (demoniacamente perfecto Vithaya Pansringarm).
La puesta en escena pergeñada por Winding Refn dirime un continuo encadenado de movimientos de cámara austeros, sinuosos, flemáticos, dentro de los cuales los personajes parecen condenados a una indescifrable parálisis. Los espacios elegidos procuran una escenografía prolija en pasillos, en espacios cerrados, iluminados de forma rojizamente nocturna, que se adecúan perfectamente a la naturaleza mental que origina muchos de ellos y gravita sobre todo el resto.
Los espacios estrechos y largos refieren el atolladero emocional que rige el comportamiento de Julian, de ahí que, por ejemplo, no deje de ser sintomático que la escena final, liberativa, tenga lugar en un espacio abierto y natural. El relato no cesa de tratar de encajar lo que la aparición de Chang tiene de pieza perdida y hallada dentro de la existencia traumática, intuitiva y consciente de Julian (la descripción de la figura materna -apariencia y carácter- es sorprendentemente meticulosa en abyecciones y malquerencias).
El protagonista es un ser escindido, herido, sabedor de su mal: los numerosos y soberbios planos de sus brazos seccionados por el encuadre del plano (y también brazos luchando, brazos atados a una silla, brazos traspasando una cortina en busca de un sexo femenino esperador: el personaje queda descrito por la actitud de la búsqueda sus manos) abundan en la naturaleza despedazada, malquerida y flagelante de Julian(extraordinaria la actitud frente a su madre tras la visita de Chang a ésta: esa búsqueda del germen de su infelicidad es llevada hasta sus últimas y fetales consecuencias).
"Solo Dios Perdona" impone esa mirada postrada, lánguida, fatigosa y oscura porque así lo exige la voluntad de su personaje central: Julian sabe que por fin se avecinan los tiempos de la justicia definitiva; la muerte de su hermano es el detonante de una ceremonia sangrienta al final de la cual su alivio ocupará el lugar del cordero degollado en el altar. Dios ha llegado a perdonarle su dolor. Winding Refn ejecuta la espera con toda la brutal paciencia requiere la función. Va a ser el film más discutido y provocador de iras de toda la temporada. El film busca con rigurosa saña ese cólera. Justamente, cautiva por ello.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Más críticas en: http://musiczine.es
2 de noviembre de 2013
2 de noviembre de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quien no ha mordido alguna vez un melocotón helado, la sensación que produce al paladar, la reacción que provoca, se puede resumir en dos tipos de conducta, el que lo suelta asqueado y escupe el trozo, o el que vuelve a hincar el diente.
Esto es básicamente lo que propone la nueva cinta de Nicolas Winding Refn, que tras el contundente éxito, hace apenas dos años, de la magnifica "Drive", intenta recuperar el discurso lírico y voraz que tan buenos resultados diera en aquella.
La primera gran diferencia que surge ente ambas, se produce en el cambio de localización, el paisaje marciano que supone Tailandia, hace de "Sólo Dios perdona" un viaje estético cercano a la pesadilla kitsch, sujetado por un trabajo de fotografía soberbio, de una belleza indómita perturbadora, que evoca, irremediablemente, al cine del maestro David Lynch.
Instalada en el exceso, y coqueteando peligrosamente con lo pretencioso, a Refn no le queda más remedio que ralentizar el tempo de la historia, único medio para esquivar el fracaso ante tan magno y arriesgado ejercicio de autor, en ese punto, la cinta alcanza el status de obra de culto casi instantánea, esto es, será amada y odiada a partes iguales en el devenir de los tiempos.
En el reparto, Ryan Gosling repite protagonista para el director, y si algunos se quejaban de su inexpresividad y falta de diálogos en "Drive", van a encontrar sobrados motivos para el desencanto con esta nueva incursión a los infiernos del silencio, un trabajo que, curiosamente, y contrario a lo que se ha dicho, contiene más de un hallazgo psicológico, que surge de las sutiles pinceladas que acompañan la contenida galería de gestos de su personaje.
Completan el triángulo actoral, la siempre estimulante presencia de la actriz británica Kristin Scott Thomas, que para aquellos que hayan visto "Corazón Salvaje", podrán trazar un perfecto paralelismo entre la bruja que allí nos mostraba Lynch, y la arpía renovada que supone el personaje de Crystal, y Vithaya Pansringarm, un poco conocido actor tailandés que se erige, por derecho propio, como la más gratificante sorpresa de la película, y cuya omnipresente figura, hace temblar la pantalla con un ritmo de salvaje contundencia.
Como apunte final, destacar que el carácter sumamente peculiar del film, hace que, básicamente, quede reservado para una minoría de amantes de un tipo de cine contemplativo, propenso a estallidos de violencia gráfica, un melocotón helado que seguramente no satisfará a la gran mayoría, más dispuestos a perderse en fantasías de corte mucho más prefabricado y facilón, para el resto, Refn supone un oasis al que, al menos de momento, produce un gran placer evadirse.
Esto es básicamente lo que propone la nueva cinta de Nicolas Winding Refn, que tras el contundente éxito, hace apenas dos años, de la magnifica "Drive", intenta recuperar el discurso lírico y voraz que tan buenos resultados diera en aquella.
La primera gran diferencia que surge ente ambas, se produce en el cambio de localización, el paisaje marciano que supone Tailandia, hace de "Sólo Dios perdona" un viaje estético cercano a la pesadilla kitsch, sujetado por un trabajo de fotografía soberbio, de una belleza indómita perturbadora, que evoca, irremediablemente, al cine del maestro David Lynch.
Instalada en el exceso, y coqueteando peligrosamente con lo pretencioso, a Refn no le queda más remedio que ralentizar el tempo de la historia, único medio para esquivar el fracaso ante tan magno y arriesgado ejercicio de autor, en ese punto, la cinta alcanza el status de obra de culto casi instantánea, esto es, será amada y odiada a partes iguales en el devenir de los tiempos.
En el reparto, Ryan Gosling repite protagonista para el director, y si algunos se quejaban de su inexpresividad y falta de diálogos en "Drive", van a encontrar sobrados motivos para el desencanto con esta nueva incursión a los infiernos del silencio, un trabajo que, curiosamente, y contrario a lo que se ha dicho, contiene más de un hallazgo psicológico, que surge de las sutiles pinceladas que acompañan la contenida galería de gestos de su personaje.
Completan el triángulo actoral, la siempre estimulante presencia de la actriz británica Kristin Scott Thomas, que para aquellos que hayan visto "Corazón Salvaje", podrán trazar un perfecto paralelismo entre la bruja que allí nos mostraba Lynch, y la arpía renovada que supone el personaje de Crystal, y Vithaya Pansringarm, un poco conocido actor tailandés que se erige, por derecho propio, como la más gratificante sorpresa de la película, y cuya omnipresente figura, hace temblar la pantalla con un ritmo de salvaje contundencia.
Como apunte final, destacar que el carácter sumamente peculiar del film, hace que, básicamente, quede reservado para una minoría de amantes de un tipo de cine contemplativo, propenso a estallidos de violencia gráfica, un melocotón helado que seguramente no satisfará a la gran mayoría, más dispuestos a perderse en fantasías de corte mucho más prefabricado y facilón, para el resto, Refn supone un oasis al que, al menos de momento, produce un gran placer evadirse.
30 de marzo de 2014
30 de marzo de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tan huera como esteticista. Parece que todos los esfuerzos se han concentrado en crear imágenes "bonitas" y se han descuidado totalmente los aspectos dramáticos y narrativos. La historia tiene poco recorrido, los personajes son unidimensionales y el pulso narrativo está ausente. Por contra, sobran pretensiones y violencia sádica.
Kristin Scott Thomas podía haber hecho el mismo papel sin necesidad de caracterizarla de travesti. Con lo fina y estilosa que es ella de natural. Lo mejor que puedo decir de la película es que no es larga, aunque se haga pesada.
Kristin Scott Thomas podía haber hecho el mismo papel sin necesidad de caracterizarla de travesti. Con lo fina y estilosa que es ella de natural. Lo mejor que puedo decir de la película es que no es larga, aunque se haga pesada.
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