El sacrificio del ciervo sagrado
2017 

6.6
20,748
Thriller. Drama
Steven es un eminente cirujano casado con Anna, una respetada oftalmóloga. Viven felices junto a sus dos hijos, Kim y Bob. Cuando Steven entabla amistad con Martin, un chico de dieciséis años huérfano de padre, a quien decide proteger, los acontecimientos dan un giro siniestro. Steven tendrá que escoger entre cometer un impactante sacrificio o arriesgarse a perderlo todo. (FILMAFFINITY)
17 de agosto de 2020
17 de agosto de 2020
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí una película que vale la pena observar detenidamente y analizar. Como ésta es la zona "sin spoilers" no puedo decir mucho. La película es un misterio en sí misma así que casi cualquier cosa que diga puede arruinártela. Pero no ésta: Te va a incomodar, te va a asfixiar, habrá varias escenas que te tocarán el corazón de una manera lúgubre; sin embargo al final habrá valido la pena. Viste una buena película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
JUSTICIA
¿Lo que termina por suceder fue justo? Es el sensato cuestionamiento de Anna: por qué la familia tiene que pagar el error de Steven. Pues por lo mismo que Martin tuvo que pagar ese mismo error de Steven, ese grave error de alcoholizarse antes de una cirugía: Porque sí. Porque así es la vida. Tú te equivocas y haces daño a los que están a tu alrededor, no sólo a ti. Pensar que es tu vida la única que está en juego es egoísta. La gente que tienes cerca sufre. Mundo mal hecho, lo creo. Pero esas son las reglas.
¿QUÉ ES LO QUE QUIERE MARTIN?
No creo que Martin haya querido vengarse desde el primero momento. Me parece que lo que quería era tener a su padre de vuelta. Desgraciadamente encontró en el asesino (por negligencia) de su padre a un sustituto ideal. Adinerado, bien parecido, amable, educado. Incluso logra crear la situación ideal para que tenga sexo con su madre y así poder destruir el matrimonio que Steven disfrutaba tanto. Si me quitas a mi padre, ahora tú debe ser mi padre; ese es el razonamiento inicial. Hay que poner mucha atención en que los malestares de la familia Murphy comienzan después del fallido intento de seducción de la madre de Martin. Pensándolo así, lo que termina por suceder es la segunda opción.
Resumiéndolo:
Plan A: Reconstruir a mi familia.
Plan B: Destruir a tu familia.
TOMAR UNA DECISIÓN
Es estresante y aberrante, pero también interesante el ponerse en el lugar de Steven al darse cuenta de que la amenaza de Martin se volverá realidad. La pregunta no es a quién matarías como espectador, a Anna, a Kim o a Rob. No. La pregunta es a quién matarías de tu familia.
¿En tu familia hay alguien que lo merece? Sería fácil en ese caso.
En mi familia no lo merece nadie. Considero a tres personas mi familia y me parece que no podría decidir. Por eso entiendo perfectamente aquella destructiva escena del llanto de Steven en su patio. Se quiebra. Ahí es donde comprende que tiene que hacerlo. La forma en que lo hizo es la única posible. Al azar y sin observar. Para ser sincero yo hubiera matado a Martín después de torturarlo en el sótano y me hubiera suicidado... O los hubiera matado a todos para que no sufrieran una muerte lenta y me hubiera suicidado después. Sé que esto suena inhumano, lúgubre y sangriento. Lo es. Pero prefiero no vivir antes que vagar en esa existencia rota que tendría que llevar.
¿Tú qué hubieras hecho?
¿Lo que termina por suceder fue justo? Es el sensato cuestionamiento de Anna: por qué la familia tiene que pagar el error de Steven. Pues por lo mismo que Martin tuvo que pagar ese mismo error de Steven, ese grave error de alcoholizarse antes de una cirugía: Porque sí. Porque así es la vida. Tú te equivocas y haces daño a los que están a tu alrededor, no sólo a ti. Pensar que es tu vida la única que está en juego es egoísta. La gente que tienes cerca sufre. Mundo mal hecho, lo creo. Pero esas son las reglas.
¿QUÉ ES LO QUE QUIERE MARTIN?
No creo que Martin haya querido vengarse desde el primero momento. Me parece que lo que quería era tener a su padre de vuelta. Desgraciadamente encontró en el asesino (por negligencia) de su padre a un sustituto ideal. Adinerado, bien parecido, amable, educado. Incluso logra crear la situación ideal para que tenga sexo con su madre y así poder destruir el matrimonio que Steven disfrutaba tanto. Si me quitas a mi padre, ahora tú debe ser mi padre; ese es el razonamiento inicial. Hay que poner mucha atención en que los malestares de la familia Murphy comienzan después del fallido intento de seducción de la madre de Martin. Pensándolo así, lo que termina por suceder es la segunda opción.
Resumiéndolo:
Plan A: Reconstruir a mi familia.
Plan B: Destruir a tu familia.
TOMAR UNA DECISIÓN
Es estresante y aberrante, pero también interesante el ponerse en el lugar de Steven al darse cuenta de que la amenaza de Martin se volverá realidad. La pregunta no es a quién matarías como espectador, a Anna, a Kim o a Rob. No. La pregunta es a quién matarías de tu familia.
¿En tu familia hay alguien que lo merece? Sería fácil en ese caso.
En mi familia no lo merece nadie. Considero a tres personas mi familia y me parece que no podría decidir. Por eso entiendo perfectamente aquella destructiva escena del llanto de Steven en su patio. Se quiebra. Ahí es donde comprende que tiene que hacerlo. La forma en que lo hizo es la única posible. Al azar y sin observar. Para ser sincero yo hubiera matado a Martín después de torturarlo en el sótano y me hubiera suicidado... O los hubiera matado a todos para que no sufrieran una muerte lenta y me hubiera suicidado después. Sé que esto suena inhumano, lúgubre y sangriento. Lo es. Pero prefiero no vivir antes que vagar en esa existencia rota que tendría que llevar.
¿Tú qué hubieras hecho?
8 de diciembre de 2017
8 de diciembre de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para empezar, que nadie se engañe, no es un plato para todos los gustos ni, por tanto, se trata de ir al cine a pasar un buen rato. En absoluto.
Se trata de una historia basada en la tragedia ‘Ifigenia en Áulide‘ [409 aC], de Eurípides [409 aC], convenientemente incrustada en una sociedad occidental cada vez más individualista y despreocupada, fundamentalmente porque cuando se trata de pagar por cualquiera de los muchos pecados colectivos, siempre tiene un chivo expiatorio a mano.
Es un film de autor, simbólico, brutal, surrealista, desasosegante, terrorífico, minimalista, frío, psicológico, violento, que gira en torno al momento en la que sociopsicopatía in crescendo elige su víctima y recae sobre una familia de una burguesía acomodada y habitualmente infeliz, flirteando alrededor de la ausencia de sentimientos tradicionalmente humanos y dirigida, por tanto, hacia un cierto transhumanismo.
O sea, de consumir un recital de desgracias ajenas expuestas a disposición permanente de los que, por ahora, se salvan. Porque lobos solitarios, haberlos haylos. Y el progresivo y voraz individualismo precisa de señaladas víctimas para la supervivencia social.
Prepárense para convivir, pues, rodeados de una sociedad moribunda, con personajes carentes de emoción y sentimiento, gestual y facialmente gélidos, robóticos, incapaces de reaccionar ante nada que no ponga en peligro su personal vida cotidiana. Por decirlo de otro modo: del sinvivir en ese nuevo mundo tecnológico donde también la cultura de la muerte ha sido sustituida por la incineración y el cierre de cementerios.
Técnicamente, el director bebe de Stanleyy Kubrick y sus infinitos pasillos, realizando magistrales travellings y zooms y un magnífico montaje que consigue la permanente incomodidad del espectador. Aunque yo también siento pinceladas de Ingmar Bergman, e incluso de Alfred Hitchcock o de Luis Buñuel. Lo cual no me extraña porque me parece un cinenasta poliédrico que no sé yo si pretende dejar de serlo.
El guión es intencionadamente autista, sutil, congelado, a fin de que se transparente el vacío de unas relaciones huecas y sin que nadie tenga la menor intención de cambiarlas. Gran fotografía angular y gran ambientación funcionalista, alejando cualquier atisbo de alma.
La interpretación es coralmente buena, destacando el gran trabajo de una gran Nicole Kidman que supera el gravamen que se ha auto afligido con los devastadores retoques bucales a la diabólica moda. Más formidable, si cabe, es la actuación del joven Barry Keoghan, toda una gran promesa que puede llegar muy lejos.
Buena banda sonora, cómplice del horror y basada en composiciones incorporadas de diversa autoría [ver ut supra] que, unida a los sonidos, también musicales, favorecen el clima de desconcierto y reflexión que pretende el realizador.
Yorgos Lanthimos tiene una peculiar forma de contar y cuenta unas cosas, ese vacío que conllevan los avances tecnológicos, esa nueva concepción de los afectos y las confianzas en el seno de un modelo social y familiar en un ya eterno periodo de pruebas, que atrapa. Quizás, en este caso, alargue inconvenientemente la final del desenlace.
En fin, como repito tan a menudo, esto antes se llamaba cine de ‘arte y ensayo’ y cuando volvías a casa eso te garantizaba unos cuantos días dándole vueltas a lo visto.
No mucho más dura que la [actual] vida misma; y tú sin enterarte [7,5 sobre 10]
El quicio de la mancebía [EQM]
https://elquiciodelamancebia.wordpress.com/2017/12/09/el-sacrificio-de-un-ciervo-sagrado-r-unido-2017-de-yorgos-lanthimos/
Se trata de una historia basada en la tragedia ‘Ifigenia en Áulide‘ [409 aC], de Eurípides [409 aC], convenientemente incrustada en una sociedad occidental cada vez más individualista y despreocupada, fundamentalmente porque cuando se trata de pagar por cualquiera de los muchos pecados colectivos, siempre tiene un chivo expiatorio a mano.
Es un film de autor, simbólico, brutal, surrealista, desasosegante, terrorífico, minimalista, frío, psicológico, violento, que gira en torno al momento en la que sociopsicopatía in crescendo elige su víctima y recae sobre una familia de una burguesía acomodada y habitualmente infeliz, flirteando alrededor de la ausencia de sentimientos tradicionalmente humanos y dirigida, por tanto, hacia un cierto transhumanismo.
O sea, de consumir un recital de desgracias ajenas expuestas a disposición permanente de los que, por ahora, se salvan. Porque lobos solitarios, haberlos haylos. Y el progresivo y voraz individualismo precisa de señaladas víctimas para la supervivencia social.
Prepárense para convivir, pues, rodeados de una sociedad moribunda, con personajes carentes de emoción y sentimiento, gestual y facialmente gélidos, robóticos, incapaces de reaccionar ante nada que no ponga en peligro su personal vida cotidiana. Por decirlo de otro modo: del sinvivir en ese nuevo mundo tecnológico donde también la cultura de la muerte ha sido sustituida por la incineración y el cierre de cementerios.
Técnicamente, el director bebe de Stanleyy Kubrick y sus infinitos pasillos, realizando magistrales travellings y zooms y un magnífico montaje que consigue la permanente incomodidad del espectador. Aunque yo también siento pinceladas de Ingmar Bergman, e incluso de Alfred Hitchcock o de Luis Buñuel. Lo cual no me extraña porque me parece un cinenasta poliédrico que no sé yo si pretende dejar de serlo.
El guión es intencionadamente autista, sutil, congelado, a fin de que se transparente el vacío de unas relaciones huecas y sin que nadie tenga la menor intención de cambiarlas. Gran fotografía angular y gran ambientación funcionalista, alejando cualquier atisbo de alma.
La interpretación es coralmente buena, destacando el gran trabajo de una gran Nicole Kidman que supera el gravamen que se ha auto afligido con los devastadores retoques bucales a la diabólica moda. Más formidable, si cabe, es la actuación del joven Barry Keoghan, toda una gran promesa que puede llegar muy lejos.
Buena banda sonora, cómplice del horror y basada en composiciones incorporadas de diversa autoría [ver ut supra] que, unida a los sonidos, también musicales, favorecen el clima de desconcierto y reflexión que pretende el realizador.
Yorgos Lanthimos tiene una peculiar forma de contar y cuenta unas cosas, ese vacío que conllevan los avances tecnológicos, esa nueva concepción de los afectos y las confianzas en el seno de un modelo social y familiar en un ya eterno periodo de pruebas, que atrapa. Quizás, en este caso, alargue inconvenientemente la final del desenlace.
En fin, como repito tan a menudo, esto antes se llamaba cine de ‘arte y ensayo’ y cuando volvías a casa eso te garantizaba unos cuantos días dándole vueltas a lo visto.
No mucho más dura que la [actual] vida misma; y tú sin enterarte [7,5 sobre 10]
El quicio de la mancebía [EQM]
https://elquiciodelamancebia.wordpress.com/2017/12/09/el-sacrificio-de-un-ciervo-sagrado-r-unido-2017-de-yorgos-lanthimos/
11 de diciembre de 2017
11 de diciembre de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diseccionando los albores del pensamiento racional, Yorgos Lanthimos representa el 'fatum' más intrínsecamente alejado a la evolución del ser humano. En un ambiente claustrofóbico, exasperante y cansino vemos una trama que puede mezclar las sinergias de un karma desestructurado, en la búsqueda del equilibrio, ese que les falta a sus protagonistas aunque lo creen tener. Cantando las desgracias, llega en cada momento puntual la narración a sus causas... dirigiendo cada canto a esa conclusión que el Sino lleva en su interior... el demiurgo que todo lo mueve, sin poder agarrarse a la lógica que los personajes creen tener. Fría, calculada y aséptica es la fotografía y ambientación, ejerciendo de analistas puros, sin remilgos ni cortapisas, haciendo que los ojos del espectador busquen causas y consecuencias, intentando analizar hasta qué punto podemos creer y empatizar. A veces el destino no es aleatorio, si no que busca la equidistancia, y aunque cueste llegar a esa conclusión vemos que es un final insalvable. Tanto Farrel como Kidman llenan con su presencia los huecos que pueda dejar cada uno de sus personajes, que con más que palabras parecen desgarrar la lógica del saber estar, tiendo de negro el ocaso de las circunstancias que les esperan.
12 de diciembre de 2017
12 de diciembre de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Toca crítica de El sacrifricio de un ciervo sagrado.
La tarea es ardua. Pero vamos allá.
Me gusta la propuesta de cine que arriesga siempre Yorgos Lanthimos. Canino deslumbra dentro de su propuesta cerrada y agónica (y morbosa e inquietante y atractiva) y Langosta sorprende (menos, porque ya nos conocíamos al bueno de Yorgos) por seguir la apuesta. Ahora le llega el turno a El sacrificio de un ciervo sagrado y Lanthimos sube la apuesta, se la juega, no va más...
Y en esta ocasión, la siguiente película de Lanthimos (válgame un juego de palabras lastimoso, películas Lanthimeras/Lanthimosas) puede que sea más plana, más convencional, menos efectista, aunque igualmente currada a la hora de poner la historia en puesta en escena. Más plana y más convencional no quiere decir que el griego se haya aburguesado. Eso, en el caso de alguien como Yorgos Lanthimos, que se mueve en mundos distópicos como si hiciera sentirnos culpables por vivir en un mundo (im)perfecto y (in)feliz como el nuestro, es francamente complicado. Lanthimos nunca se rinde. Es de los directores (pocos, muy pocos: Godard, Louis Malle) que no cambia el estilo por salir a hacer cine fuera de su país.
Dicho lo cual, entender el sentido de lo que quiere decir el sacrificio de este ciervo en cuestión se antoja más que complicado.
En las anteriores propuestas de Lanthimos tú te explicas más o menos que una familia tiene sus reglas aunque peculiares (Grecia, la cuna de las normas, de la democracia) o que tú aceptas voluntariamente las reglas privadas de un hotel al fin y al cabo de contactos (cosas peores se ven hoy por la red). Es decir, te lo explicas, lo intuyes, te haces el croquis, te quedas satisfecho con la forma de exponer las cosas. ¿Sucede lo mismo con el sacrificio del ciervo?
No.
Si nos dejamos guiar y pensamos que va a a ocurrir como en las dos anteriores películas de Lanthimos, que al final vamos a “entender” lo que vemos con una explicación plausible, apañados vamos todos. Porque no le vas a encontrar una razón ni una lógica. ¿Lo de no le busques tres pies al gato? Pues igual hay que buscárselos aquí. Al ciervo o al gato.
¿Tiene sentido lo que hacen los personajes? Sí, lo pillamos. ¿Queda claro por qué hacen lo que hacen?
Mientras queda al arbitrio y parecer de cada cual responder a esta última pregunta, diremos que aquí Lanthimos ha metido en la coctelera unos cuantas gotas de Haneke y de Kubrick, formal y estéticamente. Las reminiscencias son claras: el hijo pequeño de este sacrificio recuerda muy mucho al del hijo de El resplandor, así como unos juegos tipo “no me hagas luz de gas” que en este caso provendrían de Funny Games. Vamos, el clima al que nos tiene acostumbrado Lanthimos es aderezado con algunas de sus influencias más o menos confesas. Y hasta le queda bien. Éstos han sido mis maestros.
¿Género? Thriller a la Lanthimos, tragedia griega clásica de su patria y drama familiar. La familia, que expuso al límite de los sentidos en Canino, aquí es conducida por derroteros más costumbristas pero no por ello convencionales. Añadiría cine experimental, aún a estas alturas de la película.
¿Alguien ha respondido a la pregunta de antes? ¿Alguna meridiana claridad? ¿Alguien a la una, a las dos? Venga, nos dejamos llevar. ¿Ahora sí? Emma Stone protagoniza la siguiente película de Lanthimos. Va, dejad de pensar.
La tarea es ardua. Pero vamos allá.
Me gusta la propuesta de cine que arriesga siempre Yorgos Lanthimos. Canino deslumbra dentro de su propuesta cerrada y agónica (y morbosa e inquietante y atractiva) y Langosta sorprende (menos, porque ya nos conocíamos al bueno de Yorgos) por seguir la apuesta. Ahora le llega el turno a El sacrificio de un ciervo sagrado y Lanthimos sube la apuesta, se la juega, no va más...
Y en esta ocasión, la siguiente película de Lanthimos (válgame un juego de palabras lastimoso, películas Lanthimeras/Lanthimosas) puede que sea más plana, más convencional, menos efectista, aunque igualmente currada a la hora de poner la historia en puesta en escena. Más plana y más convencional no quiere decir que el griego se haya aburguesado. Eso, en el caso de alguien como Yorgos Lanthimos, que se mueve en mundos distópicos como si hiciera sentirnos culpables por vivir en un mundo (im)perfecto y (in)feliz como el nuestro, es francamente complicado. Lanthimos nunca se rinde. Es de los directores (pocos, muy pocos: Godard, Louis Malle) que no cambia el estilo por salir a hacer cine fuera de su país.
Dicho lo cual, entender el sentido de lo que quiere decir el sacrificio de este ciervo en cuestión se antoja más que complicado.
En las anteriores propuestas de Lanthimos tú te explicas más o menos que una familia tiene sus reglas aunque peculiares (Grecia, la cuna de las normas, de la democracia) o que tú aceptas voluntariamente las reglas privadas de un hotel al fin y al cabo de contactos (cosas peores se ven hoy por la red). Es decir, te lo explicas, lo intuyes, te haces el croquis, te quedas satisfecho con la forma de exponer las cosas. ¿Sucede lo mismo con el sacrificio del ciervo?
No.
Si nos dejamos guiar y pensamos que va a a ocurrir como en las dos anteriores películas de Lanthimos, que al final vamos a “entender” lo que vemos con una explicación plausible, apañados vamos todos. Porque no le vas a encontrar una razón ni una lógica. ¿Lo de no le busques tres pies al gato? Pues igual hay que buscárselos aquí. Al ciervo o al gato.
¿Tiene sentido lo que hacen los personajes? Sí, lo pillamos. ¿Queda claro por qué hacen lo que hacen?
Mientras queda al arbitrio y parecer de cada cual responder a esta última pregunta, diremos que aquí Lanthimos ha metido en la coctelera unos cuantas gotas de Haneke y de Kubrick, formal y estéticamente. Las reminiscencias son claras: el hijo pequeño de este sacrificio recuerda muy mucho al del hijo de El resplandor, así como unos juegos tipo “no me hagas luz de gas” que en este caso provendrían de Funny Games. Vamos, el clima al que nos tiene acostumbrado Lanthimos es aderezado con algunas de sus influencias más o menos confesas. Y hasta le queda bien. Éstos han sido mis maestros.
¿Género? Thriller a la Lanthimos, tragedia griega clásica de su patria y drama familiar. La familia, que expuso al límite de los sentidos en Canino, aquí es conducida por derroteros más costumbristas pero no por ello convencionales. Añadiría cine experimental, aún a estas alturas de la película.
¿Alguien ha respondido a la pregunta de antes? ¿Alguna meridiana claridad? ¿Alguien a la una, a las dos? Venga, nos dejamos llevar. ¿Ahora sí? Emma Stone protagoniza la siguiente película de Lanthimos. Va, dejad de pensar.
15 de diciembre de 2017
15 de diciembre de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encanta el cine de Yorgos Lanthimos, lo descubrí con Canino y le seguí la pista con Langosta. Me encantan las metáforas que utiliza y el modo que tiene de crear historias, que siempre me llegaban y me dejaban pensando.
Sus historias crueles, retorcidas y perversas siempre me resultaban demasiado humanas, demasiado reales.
Me encanta el cine de Lanthimos y aunque creo que esta película no es como las anteriores no puedo decir que sea mala. He disfrutado viéndola , aunque no me ha transmitido los mismos sentimiento que las otras. Podría decir que me ha dejado mas fría tras su visionado.
Tal vez el problema es que con esta cinta ha puesto mucho en juego, tal vez demasiado.
Ya se sabe que quien no arriesga no gana pero lo que se arriesga aquí queda algo fuera del alcance.
Querer explicar la tragedia griega en una sociedad como la nuestra puede resultar demasiado difícil. Lanthimos lo intenta pero puede que para muchas personas no lo consiga.
Empiezo desde el principio.
Steven y su mujer Anna son una pareja que parece tenerlo todo. El es cardiologo y ella oftalmologa, viven una vida cómoda y placentera con sus hijos Kim y Bob, a los que intentan inculcar sus profesiones. Tienen una casa enorme en un barrio pijo y disfrutan de una felicidad irreal que creen que es segura y acertada.
Steven es un tipo racional. Esta acostumbrado a jugar con la vida humana como un dios pero nunca se ha planteado si la muerte es un acto de fe. A pesar de que por su mesa de operaciones pasen personas que lleguen a perder su vida nunca ha entendido las plegarias que rezan sus familiares ni el modo que tienen de creer que la muerte es injusta.
Para el la vida y la muerte son un acto racional, algo que puede predecirse. No hay magia ni misterio en la manera que tienen de llegar y marcharse del mundo las personas.
Su profesión lo ha hecho demasiado lógico y su lógica goza de una total falta de sensibilidad que tambien ha trasladado al resto de su familia.
Todo marcha bien hasta que un chico cuyo padre murió en una de las operaciones de Steven aparece en sus vidas.
Su aparición hará tambalearse a los cimientos de la realidad con la que el y su familia habían construido sus vidas.
De repente aparece el destino cruel y perverso, como un dios griego que no tiene compasión y que te exige entregarle lo mas sagrado que posees para poder seguir viviendo con cierto confort.
Y Steven debe enfrentarse a preguntas que nunca se habia planteado, a hechos que no tienen una respuesta logica o racional. Debe lidiar con unos hados que ponen la ciencia en la que habia basado su existencia contra la espada y la pared.
Martin, un huérfano al que nunca habia comprendido ahora exige que el sacrificio que dejo vacía su vida vuelva a repetirse pero esta vez para equilibrar la balanza.
Sus historias crueles, retorcidas y perversas siempre me resultaban demasiado humanas, demasiado reales.
Me encanta el cine de Lanthimos y aunque creo que esta película no es como las anteriores no puedo decir que sea mala. He disfrutado viéndola , aunque no me ha transmitido los mismos sentimiento que las otras. Podría decir que me ha dejado mas fría tras su visionado.
Tal vez el problema es que con esta cinta ha puesto mucho en juego, tal vez demasiado.
Ya se sabe que quien no arriesga no gana pero lo que se arriesga aquí queda algo fuera del alcance.
Querer explicar la tragedia griega en una sociedad como la nuestra puede resultar demasiado difícil. Lanthimos lo intenta pero puede que para muchas personas no lo consiga.
Empiezo desde el principio.
Steven y su mujer Anna son una pareja que parece tenerlo todo. El es cardiologo y ella oftalmologa, viven una vida cómoda y placentera con sus hijos Kim y Bob, a los que intentan inculcar sus profesiones. Tienen una casa enorme en un barrio pijo y disfrutan de una felicidad irreal que creen que es segura y acertada.
Steven es un tipo racional. Esta acostumbrado a jugar con la vida humana como un dios pero nunca se ha planteado si la muerte es un acto de fe. A pesar de que por su mesa de operaciones pasen personas que lleguen a perder su vida nunca ha entendido las plegarias que rezan sus familiares ni el modo que tienen de creer que la muerte es injusta.
Para el la vida y la muerte son un acto racional, algo que puede predecirse. No hay magia ni misterio en la manera que tienen de llegar y marcharse del mundo las personas.
Su profesión lo ha hecho demasiado lógico y su lógica goza de una total falta de sensibilidad que tambien ha trasladado al resto de su familia.
Todo marcha bien hasta que un chico cuyo padre murió en una de las operaciones de Steven aparece en sus vidas.
Su aparición hará tambalearse a los cimientos de la realidad con la que el y su familia habían construido sus vidas.
De repente aparece el destino cruel y perverso, como un dios griego que no tiene compasión y que te exige entregarle lo mas sagrado que posees para poder seguir viviendo con cierto confort.
Y Steven debe enfrentarse a preguntas que nunca se habia planteado, a hechos que no tienen una respuesta logica o racional. Debe lidiar con unos hados que ponen la ciencia en la que habia basado su existencia contra la espada y la pared.
Martin, un huérfano al que nunca habia comprendido ahora exige que el sacrificio que dejo vacía su vida vuelva a repetirse pero esta vez para equilibrar la balanza.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Una charla con Steven en un café se lo deja claro. Las cosas podrían haber ido de otra manera. Steven podría haber abandonado a su mujer y a sus hijos y haberse marchado para sustituir al padre que se marcho de forma precipitada.
Pero nunca se lo plantea, ni siquiera después de que Martin le cuente que toda su familia morirá de una forma terrible si no asesina a uno de ellos.
Primero dejaran de caminar, después de comer y cuando estén a punto de morir sus ojos sangraran.
Después de ver la película comprendo porque Steven a pesar de ver con sus propios ojos como la profecía era real nunca se plantea acceder a las imposiciones anteriores del chico.
Es demasiado correcto, demasiado formal, demasiado prepotente como para plantearse una solución de ese tipo.
De hecho permanecerá casi toda la película observando impasible el sufrimiento de su familia, incapaz de intentar comprender algo que bebe de un destino que le resulta indescifrable.
Lanthimos viene a decirnos que tal vez la soberbia de los seres humanos ni siquiera merezca el favor de los dioses.
Todos sabemos como suelen ser los personajes de las cintas de Lanthimos pero esta película se lleva la palma.
En la recta final vemos como toda la familia lucha por su propia supervivencia, intentando convencer a Steven de que los salve y asesine al resto.
Para nosotros resulta incomprensible como una madre puede tener tan poco afecto por sus hijos , como entre una familia puede haber lazos tan vacíos e inocuos.
Pero esa es la educación que posee esta familia que bien podría haber salido de un film de Buñuel. Esta es la clase de familia que son.
Una familia que no esta acostumbrada a llorar, que dejo de sentir hace mucho tiempo. Una clase burguesa insensible y perversa que esta acostumbrada a pisotear al resto para llegar a la cima, a la que no le tiembla la mano a la hora de decidir el futuro.
Una familia liderada por un tipo que después de beberse unos tragos opero a un hombre condenandolo a una muerte injusta y que nunca se planteo una culpabilidad que solo es materializada en un par de encuentros con su hijo.
Encuentros extraños que ni siquiera nos dicen que puede sentir pena o misericordia por el.
Que nos muestran destellos de una relación que tal vez nunca lleguemos a conocer del todo.
Las palabras de Anna cuando dice que uno de sus hijos ha de morir y que ya tendrán otro o la manera torpe y casi de risa que tiene Steven de decidir cual de los miembros sera asesinado.
Para Yorgos Lanthimos la humanidad esta condenada, no quedan en ella destellos de piedad o ternura. Ni siquiera los dioses o el destino pueden salvarnos.
Desde el primer momento que venimos al mundo nos creemos amos y señores de nuestro propio futuro. Cada día morimos y renacemos un poco mas y ni siquiera sabemos apreciarlo.
La humanidad que esta perdida para Lanthimos aquí funciona como una clase alta implacable y racional, capaz de los mejores progresos pero tambien de las peores atrocidades.
Dispuesta a cualquier sacrificio para seguir existiendo.
Y como en todas las tragedias al final el ser mas inocente acaba siendo sacrificado.
Pero nunca se lo plantea, ni siquiera después de que Martin le cuente que toda su familia morirá de una forma terrible si no asesina a uno de ellos.
Primero dejaran de caminar, después de comer y cuando estén a punto de morir sus ojos sangraran.
Después de ver la película comprendo porque Steven a pesar de ver con sus propios ojos como la profecía era real nunca se plantea acceder a las imposiciones anteriores del chico.
Es demasiado correcto, demasiado formal, demasiado prepotente como para plantearse una solución de ese tipo.
De hecho permanecerá casi toda la película observando impasible el sufrimiento de su familia, incapaz de intentar comprender algo que bebe de un destino que le resulta indescifrable.
Lanthimos viene a decirnos que tal vez la soberbia de los seres humanos ni siquiera merezca el favor de los dioses.
Todos sabemos como suelen ser los personajes de las cintas de Lanthimos pero esta película se lleva la palma.
En la recta final vemos como toda la familia lucha por su propia supervivencia, intentando convencer a Steven de que los salve y asesine al resto.
Para nosotros resulta incomprensible como una madre puede tener tan poco afecto por sus hijos , como entre una familia puede haber lazos tan vacíos e inocuos.
Pero esa es la educación que posee esta familia que bien podría haber salido de un film de Buñuel. Esta es la clase de familia que son.
Una familia que no esta acostumbrada a llorar, que dejo de sentir hace mucho tiempo. Una clase burguesa insensible y perversa que esta acostumbrada a pisotear al resto para llegar a la cima, a la que no le tiembla la mano a la hora de decidir el futuro.
Una familia liderada por un tipo que después de beberse unos tragos opero a un hombre condenandolo a una muerte injusta y que nunca se planteo una culpabilidad que solo es materializada en un par de encuentros con su hijo.
Encuentros extraños que ni siquiera nos dicen que puede sentir pena o misericordia por el.
Que nos muestran destellos de una relación que tal vez nunca lleguemos a conocer del todo.
Las palabras de Anna cuando dice que uno de sus hijos ha de morir y que ya tendrán otro o la manera torpe y casi de risa que tiene Steven de decidir cual de los miembros sera asesinado.
Para Yorgos Lanthimos la humanidad esta condenada, no quedan en ella destellos de piedad o ternura. Ni siquiera los dioses o el destino pueden salvarnos.
Desde el primer momento que venimos al mundo nos creemos amos y señores de nuestro propio futuro. Cada día morimos y renacemos un poco mas y ni siquiera sabemos apreciarlo.
La humanidad que esta perdida para Lanthimos aquí funciona como una clase alta implacable y racional, capaz de los mejores progresos pero tambien de las peores atrocidades.
Dispuesta a cualquier sacrificio para seguir existiendo.
Y como en todas las tragedias al final el ser mas inocente acaba siendo sacrificado.
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