El sacrificio del ciervo sagrado
2017 

6.6
20,748
Thriller. Drama
Steven es un eminente cirujano casado con Anna, una respetada oftalmóloga. Viven felices junto a sus dos hijos, Kim y Bob. Cuando Steven entabla amistad con Martin, un chico de dieciséis años huérfano de padre, a quien decide proteger, los acontecimientos dan un giro siniestro. Steven tendrá que escoger entre cometer un impactante sacrificio o arriesgarse a perderlo todo. (FILMAFFINITY)
26 de diciembre de 2017
26 de diciembre de 2017
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yorgos Lanthimos tiene como mayor virtud, no dejarte indiferente con sus sandeces cinematográficas, si eres capaz de terminar algunos de sus films.
No sabía cuando vi este film que el director era el mismo de "canino" o "langosta" pero en veinte minutos deduje que dado el inconfundible y plomizo estilo, tenía que ser él y acerté de pleno. Dicho lo cual tan sólo añadir que es sólo para incondicionales de Yorgos, que ya saben a lo que van. Por mi parte añadir, que hacía muchos, muchos años que no había autor más pretencionso con menos sustancia.
No sabía cuando vi este film que el director era el mismo de "canino" o "langosta" pero en veinte minutos deduje que dado el inconfundible y plomizo estilo, tenía que ser él y acerté de pleno. Dicho lo cual tan sólo añadir que es sólo para incondicionales de Yorgos, que ya saben a lo que van. Por mi parte añadir, que hacía muchos, muchos años que no había autor más pretencionso con menos sustancia.
9 de abril de 2018
9 de abril de 2018
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, esto nos ofrece el bodrio asquero éste cuyo pretencioso título no quiero ni escribir.
Esto nos ofrece: una realidad paralela que no existe donde los humanos se comportan como esporas por toda la caradura de sus autores, todos los implicados en esta diarrea mental vomitada con forma cinematográfica.
No se les cae la cara de puro ridículo por intentar imitar a Stanley Kubrick de forma burda, pretenciosa y ridícula?
No me explico qué tienen algunos en sus cerebros para lanzar al mercado una película en la que todos los personajes hablan y se comportan como androides, pero androides con esporas por disco duro.
Mención especial para el joven ése medio retrasado, sociópata e insoportable como personaje cinematográfico.
Mención especial al bochornoso uso de la música y la banda sonora en general.
En el tramo final de este bodrio ya me dio por reír, que es lo más sensato y lógico que uno puede expresar con estiércol como éste. Reír, reír y reír... y luego olvidar para no hacerse mala sangre.
Sería mejor que prohibiesen hacer cine comercial a determinados individuos que necesitan ayuda psiquiátrica.
Menos mal que hay psiquiatras, hacen una labor indispensable. Lo malo es que algunos no acuden a pedir ayuda, no son diagnosticados... y alguno hace cine... o diarreas.
Esto nos ofrece: una realidad paralela que no existe donde los humanos se comportan como esporas por toda la caradura de sus autores, todos los implicados en esta diarrea mental vomitada con forma cinematográfica.
No se les cae la cara de puro ridículo por intentar imitar a Stanley Kubrick de forma burda, pretenciosa y ridícula?
No me explico qué tienen algunos en sus cerebros para lanzar al mercado una película en la que todos los personajes hablan y se comportan como androides, pero androides con esporas por disco duro.
Mención especial para el joven ése medio retrasado, sociópata e insoportable como personaje cinematográfico.
Mención especial al bochornoso uso de la música y la banda sonora en general.
En el tramo final de este bodrio ya me dio por reír, que es lo más sensato y lógico que uno puede expresar con estiércol como éste. Reír, reír y reír... y luego olvidar para no hacerse mala sangre.
Sería mejor que prohibiesen hacer cine comercial a determinados individuos que necesitan ayuda psiquiátrica.
Menos mal que hay psiquiatras, hacen una labor indispensable. Lo malo es que algunos no acuden a pedir ayuda, no son diagnosticados... y alguno hace cine... o diarreas.
22 de octubre de 2020
22 de octubre de 2020
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
- Tomar un libro sin pies ni cabeza (si no se entiende nada, mejor porque ningún gafapasta va a reconocer que no lo entiende)
- Buscar un par de actores conocidos (si están en decadencia, mejor. Y además cobran menos) que trabajen como si estuvieran aburridos y pensando en otra cosa.
- Meter mucho travelling, zoom hacia adelante y hacia atrás, encuadres decididamente extraños.
- Un toque de sexo bizarro
- Música que no sea música sino ruidos altisonantes que pretendan un suspenso que la historia no tiene.
- Comprar un par de críticos que digan que sos un genio
- Mandar el engendro a algún festival
- Agitar y servir
- Buscar un par de actores conocidos (si están en decadencia, mejor. Y además cobran menos) que trabajen como si estuvieran aburridos y pensando en otra cosa.
- Meter mucho travelling, zoom hacia adelante y hacia atrás, encuadres decididamente extraños.
- Un toque de sexo bizarro
- Música que no sea música sino ruidos altisonantes que pretendan un suspenso que la historia no tiene.
- Comprar un par de críticos que digan que sos un genio
- Mandar el engendro a algún festival
- Agitar y servir
23 de noviembre de 2017
23 de noviembre de 2017
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracias a la gran labor del equipo de comunicación de la distribuidora Diamond Films, pude asistir una semana antes de su estreno al pase de prensa en los Cines Renoir de otra de las películas de la Sección Oficial del último Cannes: el drama psicológico El sacrificio de un ciervo sagrado, del provocador autor griego Yorgos Lanthimos. Si bien no acabo de ser un incondicional del realizador heleno, de quién su seminal Canino es más frescura rompedora que película realmente buena, sí que disfruté mucho con su anterior trabajo. Por lo que el recorrido del filme, el aspecto visual de sus elementos promocionales y el entusiasmo de algunos conocidos que ya habían podido verla, se consolidó un interés más que evidente por visionarla. Por lo que si ya de por sí acudo encantado a cualquier pase, en esta ocasión el acontecimiento se antojaba imprescindible. Y me apresuré a gozar, pese a no encontrarme en las mejores condiciones físicas. Y lo que me encontré rebasó mis mejores expectativas. Sin duda esta no es una película no es para todo el mundo, y es propensa al aborrecimiento, pero yo disfruté sobremanera con la película más compacta y potente de este otoño. De guión quirúrgicamente construido, buenas interpretaciones y notable acabado audiovisual, esta película no tiene un mensaje mucho más allá de la incomodidad y la angustia, pero el espectador paciente y curtido en el cine de la crueldad gozará de este bistec.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Steven Murphy (un Colin Farrell contenido y competente) es un veterano y adinerado cirujano cardiólogo, que vive en un bello hogar con su mujer oftalmóloga Anna (estupenda Nicole Kidman) y sus dos hijos Kim y Bob. Es visitado en múltiples ocasiones por Martin (un extraordinario Barry Keoghan), un extraño muchacho con el que mantiene una relación que se antoja duradera pero cuyo origen se mantiene oculto. Tras unas cena con él y su familia una extraña enfermedad atacará a sus hijos. Pronto comprenderá que la vida de los tres está en peligro, y de él dependerá salvarlas del influjo negativo de Martin, que busca justicia para el aciago destino de su padre. Un relato (con toques fantásticos) de horror psicológico y crítica velada a la institución familiar y la hipocresía de sus estereotipos de felicidad burguesa. Una historia sobre el daño del mal en el seno más íntimo y cotidiano, y cómo afrontar moralmente el conflicto de tener que ejercer violencia sobre los seres amados. Una historia hipnótico que envuelve al espectador en una espiral de tensión y atmósfera malsana en un metraje pausado pero que jamás pierde su interés. Interpretaciones de nivel, en concreto un espectacular Barry Kheogan, todo un descubrimiento, cuyo personaje, similar a los jóvenes de Funny Games, es una de las entidades más terroríficas que ha visto la gran pantalla en los últimos años. Las músicas escogidas son inmejorables para trazar el tono de rasgada contención e inquietante malestar, siendo el filme la más exacta representación visual de las pesadillas de Ligeti. Y la fotografía de Bakatakis se refina más que nunca, utilizando grandes angulares en lejanas tomas en movimiento, brindando una sofisticación visual necesaria para que su mensaje crítico sobre los corazones podridos de estas gentes de prístinas viviendas cale hondo. Filme que, tanto por la tipografía como por look audiovisual, remite iconográficamente a Kubrick y, en concreto, a Eyes Wide Shut a la hora de poner en escena los momentos conyugales, con una Nicole Kidman entregada y presente en ambos filmes. Pero todo llega a buen puerto gracias a un guión excelentemente diseñado, que por vez primera en la carrera de Lanthimos no presenta sus momentos de más caústica violencia e incorrección de manera gratuita, sino que cada resorte tiene un porqué y no está colocado al azar. Es este filme una suerte de Canino refinado, menos bruto y más refinado, que mantiene las virtudes previas y minimiza los defectos inherentes de su estilo.
Pese a que los tropos narrativos de Lanthimos se hayan estilizado y medido, este sigue siendo un macarra provocador tras su esmoquin, y este espíritu se transpira en el filme. Su último tercio es eminentemente desagradable, cómo lo es su catártico y poderoso clímax, y muchos espectadores no hallarán razón de ser en un argumento centrado únicamente en el morbo, el dolor y la venganza, por muy elegante y limpia (que no banal) que se nos presente. Y si bien el personaje de Steven, por su interesante naturaleza de hombre serio con pasado negligente y hábitos nocivos que pretende cerrar y lavar, es un núcleo potente, la interpretación de Farrell no termina de darle un peso devastador, quedando nublado por sus acompañantes del reparto. Su trama no es excelente en mensaje, pero sobresale en estructuración, y no podía estar mejor contada.
Incómoda, estilizada y despiadada, El sacrificio de un ciervo sagrado no es sólo un gran paso adelante de un autor muy interesante, sino una de las películas mejor construidas de la temporada.
Pese a que los tropos narrativos de Lanthimos se hayan estilizado y medido, este sigue siendo un macarra provocador tras su esmoquin, y este espíritu se transpira en el filme. Su último tercio es eminentemente desagradable, cómo lo es su catártico y poderoso clímax, y muchos espectadores no hallarán razón de ser en un argumento centrado únicamente en el morbo, el dolor y la venganza, por muy elegante y limpia (que no banal) que se nos presente. Y si bien el personaje de Steven, por su interesante naturaleza de hombre serio con pasado negligente y hábitos nocivos que pretende cerrar y lavar, es un núcleo potente, la interpretación de Farrell no termina de darle un peso devastador, quedando nublado por sus acompañantes del reparto. Su trama no es excelente en mensaje, pero sobresale en estructuración, y no podía estar mejor contada.
Incómoda, estilizada y despiadada, El sacrificio de un ciervo sagrado no es sólo un gran paso adelante de un autor muy interesante, sino una de las películas mejor construidas de la temporada.
7 de agosto de 2020
7 de agosto de 2020
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto la película y de verdad que es infumable, no se en que momento se le puede ocurrir semejante porquería a un director, de verdad, la película no tiene ni pies ni cabeza, ni sentido, aparte de ser un tostón, porqué se hace super larga, no se entiende nada de nada.
Las personas que dicen que la película no es apta para todos los públicos se equivocan, solo es apta para las personas drogadas o locas ya que lo único bueno de la peli son las palomitas.
Las personas que dicen que la película no es apta para todos los públicos se equivocan, solo es apta para las personas drogadas o locas ya que lo único bueno de la peli son las palomitas.
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