De dioses y hombres
Drama
A finales del siglo pasado, en un monasterio situado en las montañas del Magreb, ocho monjes cistercienses viven en perfecta armonía con sus hermanos musulmanes. Pero una ola de violencia y terror se apodera lentamente de la región. A pesar del creciente peligro que los rodea y de las amenazas de los terroristas, los monjes deciden quedarse y resistir. (FILMAFFINITY)
27 de febrero de 2011
27 de febrero de 2011
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Evidentemente esos momentos celestiales, donde la rutina de un monasterio son perfectamente retratado, mostrando al momento humanidad y todas sus propiedades: felicidad, amor, dudas, miedo...es lo más conseguido
Muy previsible en su desenlace y larga en su metraje
Muy previsible en su desenlace y larga en su metraje
8 de mayo de 2011
8 de mayo de 2011
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que me ha quedado claro es que si me hubiera encontrado en la situación de cualquiera de los monjes de la película me hubiera pirado de allí pero rápido. Solo me hubiera quedado en el monasterio en el caso de que hubiera podido pertrecharme con unas cuantas armas de fuego –preferiblemente de buen calibre- para defenderme llegado el caso. Pero dejarse matar así, por imitar a Cristo y por hacerse el abnegado (es decir, por no quedar mal ante los demás), me parece bastante irritante. Aunque hay que tener un par de cojones, eso hay que reconocerlo. ¿Que la película es lenta? Un poco, pero es lo que pide la historia y los personajes; aquí no estamos siguiendo al agente Bourne en una de sus trepidantes aventuras. La interpretaciones me han parecido estupendas, especialmente Lambert Wilson en su papel de jefe (o abad o como se llame) virtuoso y valiente, aunque con sus debilidades.
16 de septiembre de 2011
16 de septiembre de 2011
18 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hummmm, una peli de monjes. No sé, no sé. Leo además una crítica por ahí que me mosquea aún más: "Advierto que sin la debida sensibilidad hacia esta maravillosa opción de vida, los detalles litúrgicos, de oración y de trabajo en comunidad, pueden parecer lentos, innecesarios y excesivos". Pues yo la debida sensibilidad ésa, sinceramente, creo que no la tengo. Me voy a aburrir como una ostra fijo. Pero qué coño, venga, vamos allá. Desde cuándo nos echamos para atrás por tan poca cosa?
Una cosa me quedó claro: no tengo espíritu de monje, no he nacido yo para eso. Pero no es sólo que no haya nacido para la vida contemplativa sino que tampoco he nacido para contemplar la vida contemplativa. Vamos, que tal como me temía, carezco por completo de la debida sensibilidad hacia esa maravillosa opción de vida.
La película es pesada a más no poder. Que sí, que le dieron el gran premio del jurado en Cannes, y no sé cuántos Césares, y miles de nominaciones a otros miles de premios más, pero que es pesada como ella sola. Puedo atestiguarlo. También puedo atestiguar que no terminé de verla; dos horas de vida contemplativa son demasiadas para mí; a la hora y media necesité ponerme en acción. Y me levanté y me fui a la cama cantando alegremente aquello de Raphael: "Qué bonito el convento, qué bonito el convento desde la era, que una cosa es por dentro, que una cosa es por dentro y otra es por fuera. Ay arriba y arriba, ay arriba y arriba arriba iré, yo no soy marinero, por ti seré, por ti seré, por ti seré."
Una cosa me quedó claro: no tengo espíritu de monje, no he nacido yo para eso. Pero no es sólo que no haya nacido para la vida contemplativa sino que tampoco he nacido para contemplar la vida contemplativa. Vamos, que tal como me temía, carezco por completo de la debida sensibilidad hacia esa maravillosa opción de vida.
La película es pesada a más no poder. Que sí, que le dieron el gran premio del jurado en Cannes, y no sé cuántos Césares, y miles de nominaciones a otros miles de premios más, pero que es pesada como ella sola. Puedo atestiguarlo. También puedo atestiguar que no terminé de verla; dos horas de vida contemplativa son demasiadas para mí; a la hora y media necesité ponerme en acción. Y me levanté y me fui a la cama cantando alegremente aquello de Raphael: "Qué bonito el convento, qué bonito el convento desde la era, que una cosa es por dentro, que una cosa es por dentro y otra es por fuera. Ay arriba y arriba, ay arriba y arriba arriba iré, yo no soy marinero, por ti seré, por ti seré, por ti seré."
10 de mayo de 2011
10 de mayo de 2011
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mira que soy poco de películas religiosas y fui al cine con bastantes dudas, pero es una gran película que cuenta como un grupo de monjes tratan de lidiar con el islamismo radical o intentar aliviar el dolor de la gente aún a riesgo de sus vidas, la verdad que estos monjes me dejarón con buen sabor de boca, no son los tipicos que se inflan a comer a dar la misa y santas pascuas, no. Se preocupan por la gente.
11 de enero de 2011
11 de enero de 2011
12 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decepcionante, sencillamente. Sobre todo cuando acudes con los listones demasiado elevados. Es, ya se sabe, lo malo de los prejuicios.
Ciertamente, el relato es inusual, lo que no quiere decir motivador; los personajes, insólitos (tanto por sus valores como, sobre todo, por la coherencia con que los viven hasta sus últimas consecuencias) pero un tanto descarnados, faltos de cercanía y fisicidad.
Sin duda, el ritmo lento favorece que el espectador se sumerja en los tempos de los monjes y de su cotidiano orar et laborar pero acaba provocando que, en el tramo final de la película, uno empiece a desconectar de lo que se nos cuenta y del cómo se nos cuenta.
Ciertamente, el relato es inusual, lo que no quiere decir motivador; los personajes, insólitos (tanto por sus valores como, sobre todo, por la coherencia con que los viven hasta sus últimas consecuencias) pero un tanto descarnados, faltos de cercanía y fisicidad.
Sin duda, el ritmo lento favorece que el espectador se sumerja en los tempos de los monjes y de su cotidiano orar et laborar pero acaba provocando que, en el tramo final de la película, uno empiece a desconectar de lo que se nos cuenta y del cómo se nos cuenta.
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