La misión
7.6
56,937
Aventuras. Drama
Hispanoamérica, siglo XVIII. En plena jungla tropical junto a las cataratas de Iguazú un misionero jesuita, el padre Gabriel (Jeremy Irons), sigue el ejemplo de un jesuita crucificado, sin más armas que su fe y un oboe. Al ser aceptado por los indios guaraníes, Gabriel crea la misión de San Carlos. Entre sus seguidores está Rodrigo Mendoza (Robert De Niro), ex-traficante de esclavos, mercenario y asesino, que buscando el perdón se hace ... [+]
13 de enero de 2012
13 de enero de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se sitúa a mediados del siglo XVIII, junto a las Cataratas del Iguazú (actualmente, Argentina, en aquellos tiempos una colonia española): allí se encuentra un grupo de misioneros, liderados por el padre Gabriel (Jeremy Irons), que intentan atraer a los nativos hacia la fe cristiana, al tiempo que tratan de alejar a los indígenas del ataque de los tratantes de esclavos...
El capitán Rodrigo Mendoza (Robert De Niro) es un rico hacendado español que debe su fortuna a la venta de esclavos (un negocio muy lucrativo, pues aunque en España esta actividad se ha prohibido, los vecinos portugueses sí permiten este tipo de 'transacciones')...
El cardenal Altamarino (Ray McAnally) es un nuncio papal que envía el Papa a la misión fundada por el padre Gabriel, para 'intermediar' en el enfrentamiento que se está larvando entre la orden jesuita y los representantes políticos de España y Portugal en la zona...
El capitán Rodrigo Mendoza (Robert De Niro) es un rico hacendado español que debe su fortuna a la venta de esclavos (un negocio muy lucrativo, pues aunque en España esta actividad se ha prohibido, los vecinos portugueses sí permiten este tipo de 'transacciones')...
El cardenal Altamarino (Ray McAnally) es un nuncio papal que envía el Papa a la misión fundada por el padre Gabriel, para 'intermediar' en el enfrentamiento que se está larvando entre la orden jesuita y los representantes políticos de España y Portugal en la zona...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Estamos ante un film descomunal: ante él, se agotan calificativos y se acumulan los elementos que deben ser ensalzados... la historia está cargada de interés (y la crítica que existe en la trama te revuelve las entrañas), la banda sonora de Ennio Morricone es sublime, los paisajes naturales que aparecen son lo mejor que he visto, la actuación de los protagonistas es espectacular (se suele destacar a Jeremi Irons y a Robert De Niro... pero que nadie olvide a Ray McAnally)... en fin: una de las películas que todos deberían ver.
La dura competencia que hubo en los Oscar del año 1987 privó a esta cinta de mayores éxitos: sólo obtuvo una estatuilla (Mejor Fotografía), habiendo sido nominata también en otras 6 categorías (Mejor Película, Mejor Director, Mejora Banda Sonora, Mejor Montaje, Mejor Dirección Artística y Mejor Vestuario).
PD: Que ninguno de los actores de este film estuviera nominado en ninguna categoría es para mi un absoluto misterio...
La dura competencia que hubo en los Oscar del año 1987 privó a esta cinta de mayores éxitos: sólo obtuvo una estatuilla (Mejor Fotografía), habiendo sido nominata también en otras 6 categorías (Mejor Película, Mejor Director, Mejora Banda Sonora, Mejor Montaje, Mejor Dirección Artística y Mejor Vestuario).
PD: Que ninguno de los actores de este film estuviera nominado en ninguna categoría es para mi un absoluto misterio...
3 de enero de 2014
3 de enero de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
178/11(26/10/13) Memorable film británico del londinense Roland Joffré, una maravilla sensorial impactante desde su hipnótico inicio, riega el film con destellos de grandeza en lo que es una arrolladora crítica a la colonización europea de América, basándose en hechos reales que se derivaron del Tratado de Madrid. Producida por el afamado británico David Puttnam.
Mordaz guión de Robert Bolt (‘Lawrence de Arabia’), rezuma la historia de la complicada evangelización de los jesuitas a los guaranís, mezclándolo con una trama de redención y penitencia, construyendo poderosos personajes que emanan humanidad, sobresaliendo el magno duelo actoral entre Irons y DeNiro, con un desarrollo fluido, con escenas portentosas de fuerza de calado, con fascinante increscendo dramático que nos lleva a un estremecedor final. Mezcla la aventura épica, con el drama, con la reflexión moral, con la historia, ello en el marco de una sublime puesta en escena que aprovecha al máximo los descomunales paisajes selváticos.
La historia posee un lirismo visual glorioso, ambientación cumbre en la Historia del Cine, luciéndose en los antológicos parajes salvajes, un sobresaliente diseño de producción del gran Stuart Craig (‘Gandhi’) que se sirve de modo cuasi-divino de los escenarios de Colombia, Brasil, Argentina y Paraguay donde se filmó, excelente en su recreación de la ciudad y de las misiones, con un estupendo vestuario del italiano Enrico Sabbatini (‘Jesus De Nazareth’), esto glorificado por la sugestiva fotografía de Chris Menges (‘Los Gritos Del Silencio’), tiñe de mística nebulosa la mastodóntica jungla, resaltando los verdes de los vergeles, haciéndonos sentir la humedad de estos bosques amazónicos, consigue transportarnos lo más cerca al Edén que puedas estar, alzándose a cotas dedicas en las tomas de las acongojantes cataratas del Iguazú, a esto se suma la espléndida labor de sonido de Christopher Ackland (‘Las Amistades Peligrosas’) que nos envuelve en estas abrumadoras y atronadoras cascadas.
A estos memorables elementos se añade la apoteósica música del maestro italiano Ennio Morricone, simplemente una de las mejores compuestas jamás para el Cine, HITO que reside en el Olimpo de las Más Grandes Bandas Sonoras, HERMOSA composición que juega con los sonidos de la época litúrgicos mezclándolos con los sonidos de de flautas de pan guaranís, colosal el Ave María guaraní, este con unos trémulos coros, míticos los temas ‘Conquista’, ‘Penitencia’ o ‘Gabriel´s Oboe’, Morricone hace que su música se convierta en un canalizador de emociones conmovedor. Morricone definió su música como un dueto entre los temas guaranís y españoles.
El elenco actoral brilla a enorme altura, por supuesto sobresaliendo sus protagonistas, empezando por Jeremy Irons incólume, una labor tanto física como sentimental, es el reflejo de la bondad, de la pasión por la vida, es un idealista que topa con la realidad, pero sus principios no se doblegan, tiene una misión que está por encima de los pragmatismos de los pasteleos Imperiales, detenta una mirada limpia, bondadosa, cuasi-santa. Robert DeNiro compone a un tipo que evoluciona desde un esclavista sin escrúpulos, pasando por varias capas emocionales, de rabia, furia, venganza, autodestrucción, expiación de pecados, hasta encontrar un sentido a su vida en la ayuda altruista a los que antes atacó, gran metáfora de sentido de la vida, un hombre con descomunal determinación en todo lo que hace, un trabajo físico sublime, con un lenguaje gestual que destila profundidad, Magno. Hay un tercer vértice que con menos tiempo deja huella, es un admirable Ray McAnally, el intermediario papal, hombre preso entre lo que debe hacer y lo que desearía, emana pesadumbre y hastío, impregna a su personaje un tremendo carisma.
Del film manan algunas de las escenas más bellas y conmovedoras vistas jamás en una pantalla: El turbador inicio en medio de la Selva, los indígenas tiran amarrado a una cruz a un evangelizador por un rio, seguimos el curso de este resignado crucificado por los rápidos hasta que cae por unas colosales cataratas perdiéndose en la inmensidad, símbolo del sufrimiento de los misioneros jesuitas en su evangelización, o cuando Gabriel escala con fe las Iguazú, se introduce en la jungla, sabe que los guaranís lo espían, se sienta en una roca en medio de un riachuelo, saca el oboe y se pone a tocarlo, los indígenas salen conmovidos por la música, símbolo del poder universal de la música, o la antológica odisea de redención de Rodrigo acompañando a los misioneros, arrastrando como carga sus pesadas armas en una red, su culpa se ve reflejada en sus ojos, palpitante su subida por las cataratas Iguazú, como uno de los jesuitas le corta la cuerda pues cree que ya ha sido suficiente, la carga cae por una ladera al rio y Rodrigo sin mediar palabra baja saca la carga del agua y vuelve a amarrársela y sigue su penitencia, hasta que llega a la comunidad de guaranís que tiempo atrás el perseguía para esclavizarlos, estos lo miran asombrados, un niño indígena coge un cuchillo se dirige a Rodrigo y en vez de clavárselo le corta la cuerda de la expiación, esta cae tajo abajo, Rodrigo llora y los guaranís se ríen de él, símbolo de que lo han aceptado, perturbador tramo, estremecedor, 9 minutos Míticos en el Séptimo Arte, o cuando un niño guaraní canta el Ave María, o cuando el Cardenal Altamirano comunica a Gabriel que la Misión ha de desaparecer, un niño guaraní se acerca al jesuita y le dice algo en su lengua, el Cardenal le pregunta: <Qué han dicho?>, Gabriel <Han dicho que no quieren volver a la selva porque allí vive el demonio. Quieren quedarse aquí>, Cardenal <Y qué ha dicho vuestra merced?>, Gabriel <Que me quedaré con ellos>, conmovedor, y por supuesto su climático final en que las dos personalidades de Gabriel y Rodrigo chocan,… (continua en spoiler por falta de espacio)
Mordaz guión de Robert Bolt (‘Lawrence de Arabia’), rezuma la historia de la complicada evangelización de los jesuitas a los guaranís, mezclándolo con una trama de redención y penitencia, construyendo poderosos personajes que emanan humanidad, sobresaliendo el magno duelo actoral entre Irons y DeNiro, con un desarrollo fluido, con escenas portentosas de fuerza de calado, con fascinante increscendo dramático que nos lleva a un estremecedor final. Mezcla la aventura épica, con el drama, con la reflexión moral, con la historia, ello en el marco de una sublime puesta en escena que aprovecha al máximo los descomunales paisajes selváticos.
La historia posee un lirismo visual glorioso, ambientación cumbre en la Historia del Cine, luciéndose en los antológicos parajes salvajes, un sobresaliente diseño de producción del gran Stuart Craig (‘Gandhi’) que se sirve de modo cuasi-divino de los escenarios de Colombia, Brasil, Argentina y Paraguay donde se filmó, excelente en su recreación de la ciudad y de las misiones, con un estupendo vestuario del italiano Enrico Sabbatini (‘Jesus De Nazareth’), esto glorificado por la sugestiva fotografía de Chris Menges (‘Los Gritos Del Silencio’), tiñe de mística nebulosa la mastodóntica jungla, resaltando los verdes de los vergeles, haciéndonos sentir la humedad de estos bosques amazónicos, consigue transportarnos lo más cerca al Edén que puedas estar, alzándose a cotas dedicas en las tomas de las acongojantes cataratas del Iguazú, a esto se suma la espléndida labor de sonido de Christopher Ackland (‘Las Amistades Peligrosas’) que nos envuelve en estas abrumadoras y atronadoras cascadas.
A estos memorables elementos se añade la apoteósica música del maestro italiano Ennio Morricone, simplemente una de las mejores compuestas jamás para el Cine, HITO que reside en el Olimpo de las Más Grandes Bandas Sonoras, HERMOSA composición que juega con los sonidos de la época litúrgicos mezclándolos con los sonidos de de flautas de pan guaranís, colosal el Ave María guaraní, este con unos trémulos coros, míticos los temas ‘Conquista’, ‘Penitencia’ o ‘Gabriel´s Oboe’, Morricone hace que su música se convierta en un canalizador de emociones conmovedor. Morricone definió su música como un dueto entre los temas guaranís y españoles.
El elenco actoral brilla a enorme altura, por supuesto sobresaliendo sus protagonistas, empezando por Jeremy Irons incólume, una labor tanto física como sentimental, es el reflejo de la bondad, de la pasión por la vida, es un idealista que topa con la realidad, pero sus principios no se doblegan, tiene una misión que está por encima de los pragmatismos de los pasteleos Imperiales, detenta una mirada limpia, bondadosa, cuasi-santa. Robert DeNiro compone a un tipo que evoluciona desde un esclavista sin escrúpulos, pasando por varias capas emocionales, de rabia, furia, venganza, autodestrucción, expiación de pecados, hasta encontrar un sentido a su vida en la ayuda altruista a los que antes atacó, gran metáfora de sentido de la vida, un hombre con descomunal determinación en todo lo que hace, un trabajo físico sublime, con un lenguaje gestual que destila profundidad, Magno. Hay un tercer vértice que con menos tiempo deja huella, es un admirable Ray McAnally, el intermediario papal, hombre preso entre lo que debe hacer y lo que desearía, emana pesadumbre y hastío, impregna a su personaje un tremendo carisma.
Del film manan algunas de las escenas más bellas y conmovedoras vistas jamás en una pantalla: El turbador inicio en medio de la Selva, los indígenas tiran amarrado a una cruz a un evangelizador por un rio, seguimos el curso de este resignado crucificado por los rápidos hasta que cae por unas colosales cataratas perdiéndose en la inmensidad, símbolo del sufrimiento de los misioneros jesuitas en su evangelización, o cuando Gabriel escala con fe las Iguazú, se introduce en la jungla, sabe que los guaranís lo espían, se sienta en una roca en medio de un riachuelo, saca el oboe y se pone a tocarlo, los indígenas salen conmovidos por la música, símbolo del poder universal de la música, o la antológica odisea de redención de Rodrigo acompañando a los misioneros, arrastrando como carga sus pesadas armas en una red, su culpa se ve reflejada en sus ojos, palpitante su subida por las cataratas Iguazú, como uno de los jesuitas le corta la cuerda pues cree que ya ha sido suficiente, la carga cae por una ladera al rio y Rodrigo sin mediar palabra baja saca la carga del agua y vuelve a amarrársela y sigue su penitencia, hasta que llega a la comunidad de guaranís que tiempo atrás el perseguía para esclavizarlos, estos lo miran asombrados, un niño indígena coge un cuchillo se dirige a Rodrigo y en vez de clavárselo le corta la cuerda de la expiación, esta cae tajo abajo, Rodrigo llora y los guaranís se ríen de él, símbolo de que lo han aceptado, perturbador tramo, estremecedor, 9 minutos Míticos en el Séptimo Arte, o cuando un niño guaraní canta el Ave María, o cuando el Cardenal Altamirano comunica a Gabriel que la Misión ha de desaparecer, un niño guaraní se acerca al jesuita y le dice algo en su lengua, el Cardenal le pregunta: <Qué han dicho?>, Gabriel <Han dicho que no quieren volver a la selva porque allí vive el demonio. Quieren quedarse aquí>, Cardenal <Y qué ha dicho vuestra merced?>, Gabriel <Que me quedaré con ellos>, conmovedor, y por supuesto su climático final en que las dos personalidades de Gabriel y Rodrigo chocan,… (continua en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
…Rodrigo le pide le bendiga antes del enfrentamiento, este le responde que si tiene razón en la lucha armada estará bendecido por Dios y si no la tiene de nada valdrá le bendiga, Gabriel < Si el poder tiene la razón, entonces no hay lugar para el amor en este mundo, puedo ser, puede ser. No tengo fuerzas, para vivir en un mundo así>, y llega la batalla, muy bien planificada y coreografiada, de un fatalismo tremebundo, de los que te hacen poner el vello de punta, de un calado enervante. Y como colofón su formidable epílogo. Vemos sentados a una mesa a Hontar, Cabeza y el cardenal Altamirano, este último habla:<Tenéis el descaro de decirme que esta matanza fue necesaria?>, Cabeza <Hice lo que tenía que hacer, dado el propósito legitimo que vos sancionasteis, yo diría que sí. A decir verdad si>, Hontar <No teníais elección, Eminencia. Tenemos que trabajar en el mundo. Y el mundo es así>, Altamirano <No señor Hontar. Nosotros lo hemos hecho así. Yo lo he hecho así>. Pasamos a ver las ruinas de lo que ha quedado de la Misión de San Carlos a través de los ojos de unos niños guaranís que se han salvado, la iglesia está quemada, hay un violín roto flotando en el río, una niña lo coge y lo lleva a una canoa donde hay más niños guaranís, la canoa se aleja mientras en off se oye la carta que el cardenal le ha escrito al Papa: <Así pues Su Santidad, vuestros sacerdotes han muerto y yo sigo vivo. En verdad, soy yo quien ha muerto y ellos son los que viven. Porque como ocurre siempre el espíritu de los muertos sobrevive en la memoria de los vivos>. Viéndose sobreimpresionado El texto de Juan 1:5 ‘La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella’.
El film se basa en hechos reales adaptados libremente, los jesuitas llegaron a estas tierras en 1609, las misiones eran florecientes cooperativas de cultivos, llegando a ser rivales comerciales de las urbes Buenos Aires o Asunción, siendo obstáculo para Portugal y sus ansias de expansión, reclamando un nuevo Tratado con España que supliera al Tratado de Tordesillas (1494) que saciara su hambre imperialista, esto provocó el Tratado de Madrid de 1750, en este acuerdo España cedía parte de lo que hoy es Paraguay a Portugal, en estas tierras había misiones jesuitas que los lusos no respetaron, estos no querían a los jesuitas en sus dominios, eran un obstáculo para convertir a los guaranís en esclavos, en contrapartida España obtenía la posesión de las Filipinas (ubicada en territorio luso por el Tratado de Tordesillas), el nuevo acuerdo establecía la frontera en Sudamérica entre las dos naciones, Portugal obtenía poder expandirse a lo largo del rio Amazonas. El cardenal Altamirano está inspirado en el jesuita Luis Altamirano, no era cardenal si no emisario, un andaluz que fue enviado por el también jesuita Superior General Ignacio Visconti en 1752 para mediar y supervisar en traspasar las tierras, siete misiones pasaron al sur y al este del Río Uruguay , España compensó económicamente a los jesuitas por los estimados 30000 guaranís de estas misiones y las tierras con sus cultivos. La lucha de guaranís contra hispanos y lusos pertenece a la Guerra Guaraní 1754-1756, en la los indígenas defendieron sus hogares de estos Imperios por las consecuencias del citado Tratado. El padre Gabriel se basa libremente en la vida real del jesuita de Paraguay Roque González de Santa Cruz, que al igual que ninguno de los jesuitas tomó las armas, es falso lo que expone la cinta, obedecieron fielmente a sus superiores, solo los guaranís lucharon contra los europeos. El argumento está sacado del libro ‘Las Ciudades Perdidas De Paraguay’ del padre jesuita estadounidense Clement James McNaspy que estuvo de misionero en la zona en el SXX.
Fascinante film de los que te dejará poso, te hará reflexionar sobre los mecanismos de comportamiento nuestra Historia en América, enmarcada esta OBRA MAESTRA en una sensorial propuesta que desborda la pantalla en BELLEZA. Fuerza y honor!!!
El film se basa en hechos reales adaptados libremente, los jesuitas llegaron a estas tierras en 1609, las misiones eran florecientes cooperativas de cultivos, llegando a ser rivales comerciales de las urbes Buenos Aires o Asunción, siendo obstáculo para Portugal y sus ansias de expansión, reclamando un nuevo Tratado con España que supliera al Tratado de Tordesillas (1494) que saciara su hambre imperialista, esto provocó el Tratado de Madrid de 1750, en este acuerdo España cedía parte de lo que hoy es Paraguay a Portugal, en estas tierras había misiones jesuitas que los lusos no respetaron, estos no querían a los jesuitas en sus dominios, eran un obstáculo para convertir a los guaranís en esclavos, en contrapartida España obtenía la posesión de las Filipinas (ubicada en territorio luso por el Tratado de Tordesillas), el nuevo acuerdo establecía la frontera en Sudamérica entre las dos naciones, Portugal obtenía poder expandirse a lo largo del rio Amazonas. El cardenal Altamirano está inspirado en el jesuita Luis Altamirano, no era cardenal si no emisario, un andaluz que fue enviado por el también jesuita Superior General Ignacio Visconti en 1752 para mediar y supervisar en traspasar las tierras, siete misiones pasaron al sur y al este del Río Uruguay , España compensó económicamente a los jesuitas por los estimados 30000 guaranís de estas misiones y las tierras con sus cultivos. La lucha de guaranís contra hispanos y lusos pertenece a la Guerra Guaraní 1754-1756, en la los indígenas defendieron sus hogares de estos Imperios por las consecuencias del citado Tratado. El padre Gabriel se basa libremente en la vida real del jesuita de Paraguay Roque González de Santa Cruz, que al igual que ninguno de los jesuitas tomó las armas, es falso lo que expone la cinta, obedecieron fielmente a sus superiores, solo los guaranís lucharon contra los europeos. El argumento está sacado del libro ‘Las Ciudades Perdidas De Paraguay’ del padre jesuita estadounidense Clement James McNaspy que estuvo de misionero en la zona en el SXX.
Fascinante film de los que te dejará poso, te hará reflexionar sobre los mecanismos de comportamiento nuestra Historia en América, enmarcada esta OBRA MAESTRA en una sensorial propuesta que desborda la pantalla en BELLEZA. Fuerza y honor!!!
6 de julio de 2018
6 de julio de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La Misión" es un brillante y magistral drama histórico, dirigido por Roland Joffé y protagonizado por Robert De Niro y Jeremy Irons. Nos relata la historia de Rodrigo Mendoza, traficante de esclavos que, tras enfrentarse a su hermano por una mujer y matarlo, se hace jesuíta, acompaña al padre Gabriel en la creación de una msión en América Central y hace penitencia subiendo las impresionantes cataratas de Iguazú con sus armas a cuestas. Roland Joffé nos trae esta bellísima película. La música y la fotografía, son los puntos fuertes que apoyan un guión que cuenta una las peripecias más importantes de la evangelización de las colonias sudamericanas. La música, compuesta seguramente por el mejor compositor de bandas sonoras del cine mundial, Ennio Moricone, ganador de dos Oscar es totalmente relajante. Si la música es excepcional, la fotografía es maravillosa, como lo demuestra el hecho de que ganará el Oscar en este apartado. Los exteriores donde se rueda son de gran belleza. La escena inicial en la que el primer sacerdote es tirado crucificado por las cataratas de Iguazú, posee unas imágenes preciosas. El director trata con bastante rigurosidad la cuestión histórica en que se basa la cinta, y la postura de los Jesuitas en el conflicto surgido por la aplicación del Tratado de Madrid, así como el latente problema de la colonización sudamericana con el trato dado a los indígenas.
La película me ha permitido conocer hechos de la historia que desconocía. En primer lugar, la labor evangelizadora de los Jesuitas en Sudamérica mediante misiones, que choca con la creencia general de que la conquista fue a base de imponer a los pueblos indígenas una religión y unas costumbres mediante la fuerza. Al contrario, en estas misiones, los Jesuitas organizaban a los guaranís de forma solidaria, respetando sus costumbres, pero ayudándoles y enseñándoles modos de organizarse para ser más prósperos. Todo ello como mejor modo de transmitirles las enseñanzas de Jesús. Un resumen muy esquemático del film podría ser: “La Iglesia Católica al servicio de los poderosos” o también “Los intereses económicos frente a los divinos. Dios en un segundo plano”. Son frases, como otras muchas posibles, que tratan de compendiar lo fundamental de una película tan hermosa como dura. En las páginas de aquellos libros de historia que abríamos sobre nuestros pupitres, descubríamos ilustraciones donde los clérigos españoles evangelizaban aquellas inhóspitas y recién descubiertas tierras. Nadie nos dijo que aquello fuese una tarea fácil. En verdad no lo era. Tampoco nos dijeron que los conquistadores fuesen hermanitas de la caridad. Se sobreentendía que buscaban oro, riquezas, Dorados, nombre y prez, y en esa búsqueda los arcabuces se llenaban de pólvora y se segaban vidas indígenas convertidas o no.
Todo esto estaba allí, literal o sobreentendido, en los libros de texto, pero lo que no estaba y además era inimaginable para nuestras almas cándidas en formación, era que la Iglesia tomase el partido de los asesinos, de los esclavistas, de los usureros, de los intereses más interesados, en contra de los más débiles. Eso no estaba escrito y además no podía ser. Una cinta que muchos verán ciencia ficción histórica. Otros en cambio pensamos que las similitudes con la realidad de lo que en verdad pasó debieron ser numerosas. Otros acontecimientos como la cruzada contra los cátaros ya pusieron de manifiesto los acercamientos interesados del clero, en sus instancias más elevadas, a los intereses políticos y reales. Las implicaciones del trono de Pedro en acontecimientos de memoria non grata para la humanidad han sido muchas y la imagen de la Iglesia, más allá de beaticas cegueras, ha sido nefasta. Pero aparte de esto, también hay que reconocer la existencia llena de valor y desprendimiento de personas capaces de renunciar a sí mismas con tal de extender la palabra de Dios. Ahora, ayer y en todo tiempo y lugar. En ellos se conservan los principios básicos que inspiran nuestra religión.
Las actuaciones son soberbias, el elenco actoral brilla a enorme altura, por supuesto sobresaliendo sus protagonistas, empezando por Jeremy Irons incólume encarnando al Padre Gabriel, con una labor tanto física como sentimental, es el reflejo de la bondad, de la pasión por la vida, es un idealista que topa con la realidad, pero sus principios no se doblegan, tiene una misión que está por encima de los pragmatismos de los pasteleos Imperiales, detenta una mirada limpia, bondadosa, cuasi-santa. Robert De Niro como el Capitán Mendoza, compone a un tipo que evoluciona desde un esclavista sin escrúpulos, pasando por varias capas emocionales, de rabia, furia, venganza, autodestrucción, expiación de pecados, hasta encontrar un sentido a su vida en la ayuda altruista a los que antes atacó, gran metáfora de sentido de la vida, un hombre con descomunal determinación en todo lo que hace, un trabajo físico sublime, con un lenguaje gestual que destila profundidad, Magno. Hay un tercer vértice que con menos tiempo deja huella, es un admirable Ray McAnally, el intermediario papal, hombre preso entre lo que debe hacer y lo que desearía, emana pesadumbre y hastío, impregna a su personaje un tremendo carisma.
En definitiva, una historia de superación y de fe, que demuestra con elegancia como cada uno tenemos que luchar por lo que es nuestro sin ceder un ápice si la justicia verdadera lo avala. La calidad interpretativa de todo su reparto es impecable. Una de las filmaciones más bellas y aleccionadoras que hayan podido darse en la historia del cine. Una gema preciosa del séptimo arte, que plantea magistralmente el rompimiento entre las más genuinas aspiraciones del credo cristiano, definidas desde la pureza del Evangelio, y la codicia de los sistemas humanos, capaz incluso de permear a la Iglesia y adulterar su naturaleza.
La película me ha permitido conocer hechos de la historia que desconocía. En primer lugar, la labor evangelizadora de los Jesuitas en Sudamérica mediante misiones, que choca con la creencia general de que la conquista fue a base de imponer a los pueblos indígenas una religión y unas costumbres mediante la fuerza. Al contrario, en estas misiones, los Jesuitas organizaban a los guaranís de forma solidaria, respetando sus costumbres, pero ayudándoles y enseñándoles modos de organizarse para ser más prósperos. Todo ello como mejor modo de transmitirles las enseñanzas de Jesús. Un resumen muy esquemático del film podría ser: “La Iglesia Católica al servicio de los poderosos” o también “Los intereses económicos frente a los divinos. Dios en un segundo plano”. Son frases, como otras muchas posibles, que tratan de compendiar lo fundamental de una película tan hermosa como dura. En las páginas de aquellos libros de historia que abríamos sobre nuestros pupitres, descubríamos ilustraciones donde los clérigos españoles evangelizaban aquellas inhóspitas y recién descubiertas tierras. Nadie nos dijo que aquello fuese una tarea fácil. En verdad no lo era. Tampoco nos dijeron que los conquistadores fuesen hermanitas de la caridad. Se sobreentendía que buscaban oro, riquezas, Dorados, nombre y prez, y en esa búsqueda los arcabuces se llenaban de pólvora y se segaban vidas indígenas convertidas o no.
Todo esto estaba allí, literal o sobreentendido, en los libros de texto, pero lo que no estaba y además era inimaginable para nuestras almas cándidas en formación, era que la Iglesia tomase el partido de los asesinos, de los esclavistas, de los usureros, de los intereses más interesados, en contra de los más débiles. Eso no estaba escrito y además no podía ser. Una cinta que muchos verán ciencia ficción histórica. Otros en cambio pensamos que las similitudes con la realidad de lo que en verdad pasó debieron ser numerosas. Otros acontecimientos como la cruzada contra los cátaros ya pusieron de manifiesto los acercamientos interesados del clero, en sus instancias más elevadas, a los intereses políticos y reales. Las implicaciones del trono de Pedro en acontecimientos de memoria non grata para la humanidad han sido muchas y la imagen de la Iglesia, más allá de beaticas cegueras, ha sido nefasta. Pero aparte de esto, también hay que reconocer la existencia llena de valor y desprendimiento de personas capaces de renunciar a sí mismas con tal de extender la palabra de Dios. Ahora, ayer y en todo tiempo y lugar. En ellos se conservan los principios básicos que inspiran nuestra religión.
Las actuaciones son soberbias, el elenco actoral brilla a enorme altura, por supuesto sobresaliendo sus protagonistas, empezando por Jeremy Irons incólume encarnando al Padre Gabriel, con una labor tanto física como sentimental, es el reflejo de la bondad, de la pasión por la vida, es un idealista que topa con la realidad, pero sus principios no se doblegan, tiene una misión que está por encima de los pragmatismos de los pasteleos Imperiales, detenta una mirada limpia, bondadosa, cuasi-santa. Robert De Niro como el Capitán Mendoza, compone a un tipo que evoluciona desde un esclavista sin escrúpulos, pasando por varias capas emocionales, de rabia, furia, venganza, autodestrucción, expiación de pecados, hasta encontrar un sentido a su vida en la ayuda altruista a los que antes atacó, gran metáfora de sentido de la vida, un hombre con descomunal determinación en todo lo que hace, un trabajo físico sublime, con un lenguaje gestual que destila profundidad, Magno. Hay un tercer vértice que con menos tiempo deja huella, es un admirable Ray McAnally, el intermediario papal, hombre preso entre lo que debe hacer y lo que desearía, emana pesadumbre y hastío, impregna a su personaje un tremendo carisma.
En definitiva, una historia de superación y de fe, que demuestra con elegancia como cada uno tenemos que luchar por lo que es nuestro sin ceder un ápice si la justicia verdadera lo avala. La calidad interpretativa de todo su reparto es impecable. Una de las filmaciones más bellas y aleccionadoras que hayan podido darse en la historia del cine. Una gema preciosa del séptimo arte, que plantea magistralmente el rompimiento entre las más genuinas aspiraciones del credo cristiano, definidas desde la pureza del Evangelio, y la codicia de los sistemas humanos, capaz incluso de permear a la Iglesia y adulterar su naturaleza.
23 de enero de 2011
23 de enero de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un excelente documental que se desarrolla en el siglo XVIII, donde nos da a conocer el modo de vida, vestimenta y alimentación que se vivía para esa época, dónde los Jesuitas llegan a las cataratas del Iguazú para evangelizar a la etnia Guaraní que vivían en estas selvas, un periodo en que los indígenas estaban dominado por los españoles y estos rendían cuenta a Corona Española de la conquista y explotación de nuevas riquezas extraídas del continente americano.
3 de julio de 2011
3 de julio de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El estreno de "La misión", por su calidad y cuidada producción, parecía que traería, por fin, la realización de películas sobre la colonización iberoamericana. Un futuro cargado de historias de conquistas, resistencias, traiciones, imposiciones evangélicas, paraisos imposibles, ocaso de culturas, choque de civilizaciones..., todo un nuevo género aun no explotado. Más de un cuarto de siglo después sigue siendo una de las pocas incursiones que ha dado el cine sobre esa parte de la historia.
Escrita por Robert Bolt ("Lawrence de Arabia", "Doctor Zhivago"...), la historia transcurre a mediados del siglo XVIII, sobre unos hechos reales (ocurridos en la frontera entre Paraguay y Brasil, en 1756), iniciados por el reparto de los territorios de las americas entre España y Portugal con el Tratado de Madrid (1950). Este tratado traeá una consecuencia colateral, los jesuitas, que tienen una misión en tierras de los guaraníes de Brasil, deberán abandonar el lugar (ver spoiler *). El padre Gabriel (Jeremy Irons) resistirá, ya que, de consumarse, las tierras de los indígenas serán de portugal, y por tanto estos pasarán a ser esclavos. En su lucha por la dignidad de sus pobladores contará con la ayuda, entre otros, de Rodrigo Mendoza (Robert De Niro), un antiguo traficante de esclavos arrepentido, que mostrará la diferencia de caracteres entre ambos: Gabriel, apóstol convencido de la no violencia y del poder de la oración, y Rodrigo, partidario de no quedarse de brazos cruzados y combatir la injusticia.
Un film recomendable, y mucho, "La misión" supo refrescar la memoria de la "Leyenda Negra" en su denuncia contra la codicia intemporal de las naciones. No estaría de más que algún día se pidiese perdón por tantas invasiones, robos, masacres, y, sobre todo, por tanta demagogia en los libros de texto.
Especial atención merece la música de Ennio Morricone, que consigue dotar al filme del poder hipnótico que ejercía en los indígenas, acompañada de la oportuna elección del escenario natural, las cataratas de Iguazú.
Escrita por Robert Bolt ("Lawrence de Arabia", "Doctor Zhivago"...), la historia transcurre a mediados del siglo XVIII, sobre unos hechos reales (ocurridos en la frontera entre Paraguay y Brasil, en 1756), iniciados por el reparto de los territorios de las americas entre España y Portugal con el Tratado de Madrid (1950). Este tratado traeá una consecuencia colateral, los jesuitas, que tienen una misión en tierras de los guaraníes de Brasil, deberán abandonar el lugar (ver spoiler *). El padre Gabriel (Jeremy Irons) resistirá, ya que, de consumarse, las tierras de los indígenas serán de portugal, y por tanto estos pasarán a ser esclavos. En su lucha por la dignidad de sus pobladores contará con la ayuda, entre otros, de Rodrigo Mendoza (Robert De Niro), un antiguo traficante de esclavos arrepentido, que mostrará la diferencia de caracteres entre ambos: Gabriel, apóstol convencido de la no violencia y del poder de la oración, y Rodrigo, partidario de no quedarse de brazos cruzados y combatir la injusticia.
Un film recomendable, y mucho, "La misión" supo refrescar la memoria de la "Leyenda Negra" en su denuncia contra la codicia intemporal de las naciones. No estaría de más que algún día se pidiese perdón por tantas invasiones, robos, masacres, y, sobre todo, por tanta demagogia en los libros de texto.
Especial atención merece la música de Ennio Morricone, que consigue dotar al filme del poder hipnótico que ejercía en los indígenas, acompañada de la oportuna elección del escenario natural, las cataratas de Iguazú.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
* En 1609, llegaron a esas tierras el primer grupo de jesuitas. Los poblados que instauraron no tardaron en convertirse en fuertes competidoras de ciudades cercanas, como Asunción o Buenos Aires, y la prosperidad que alcanzaron obstaculizaba las aspiraciones expansionistas de Portugal en ultramar, que terminó considerando obsoleto el Tratado de Tordesillas firmado en 1494. El 13 de enero de 1750, en virtud del Tratado de Madrid (también conocido como el Tratado de los Límites), se reconocía a España la definitiva posesión de las islas Filipinas (situadas en el hemisferio portugués de acuerdo con la línea divisoria establecida por el anterior Tratado de Tordesillas), y se fijaba la frontera en la América del Sur otorgándole a Portugal la posibilidad de expansión a lo largo del río Amazonas. Este Tratado fue renovado por el Tratado de San Ildefonso de 1777, y ratificado por el Tratado de El Pardo de 1778.
Por esta sucesión de tratados, se resolvieron las divergencias territoriales que mantuvieron durante mucho tiempo España y Portugal, y las frecuentes incursiones de “bandeirantes” (bandoleros portugueses), en los territorios colonizados por los españoles, cesaron gradualmente.
Por esta sucesión de tratados, se resolvieron las divergencias territoriales que mantuvieron durante mucho tiempo España y Portugal, y las frecuentes incursiones de “bandeirantes” (bandoleros portugueses), en los territorios colonizados por los españoles, cesaron gradualmente.
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