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Juventud

Drama. Comedia Fred Ballinger (Michael Caine), un gran director de orquesta, pasa unas vacaciones en un hotel de los Alpes con su hija Lena y su amigo Mick, un director de cine al que le cuesta acabar su última película. Fred hace tiempo que ha renunciado a su carrera musical, pero hay alguien que quiere que vuelva a trabajar; desde Londres llega un emisario de la reina Isabel, que debe convencerlo para dirigir un concierto en el Palacio de ... [+]
Críticas 142
Críticas ordenadas por utilidad
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7
17 de febrero de 2016 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La juventud (Youth) de Paolo Sorrentino (Las consecuencias del amor, Il divo,…) es el siguiente largometraje del director tras La gran belleza. Coincido en el cine con amigos y espectadores conocidos que venimos a ver La juventud con la expectación de quienes coincidimos, también, en admirar La gran belleza. Una película que nos emocionó y nos conmocionó la primera vez que la vimos. Allí dejamos al actor Toni Servillo en el papel de Jep Gambardella, periodista de vanidades, novelista fallido, en una Roma de belleza eterna, como un nuevo avatar del Marcello de la Dolce vita de Federico Fellini. Este más amargo y desengañado, aquel más cínico y superviviente profesional.
La dulzura y la belleza en la vida ¿Qué son la dulzura y la belleza? Dice el poeta Luis Alonso, en su bitácora Confesiones de un mirón (entrada “Pura alegría”) que en la película que comentamos -que también vale para la anterior-, “solo se cuentan las cosas buenas de la vida, para de ese modo evitar que el otro se preocupe innecesariamente o pase un mal rato”. Esta puede ser una muy buena respuesta a la pregunta sobre la dulzura o la belleza enunciada en la primera línea de este párrafo.
En La juventud, Sorrentino nos lleva a un hotel-sanatorio de lujo sito en los Alpes suizos, que pudiera ser a la vez un trasunto de La montaña mágica de Thomas Mann, donde moran individuos varados por la vida. Hay jóvenes atrapados en atascos personales que quizá tengan salida con descanso, aguas termales y conversación: es el caso de un actor que solo es recordado -dice- por su papel de robot. Pero también hay individuos varados definitivamente en espera de la muerte. Son los irremediablemente viejos y algunos no tan viejos pero definitivamente acabados: como el futbolista convertido él mismo en un gigantesco balón y que se parece a Maradona.
Dos de los viejos -encarnados por dos “monstruos” como Michael Caine y Hervey Keitel, con la osadía de, en buena parte, representarse a sí mismos- son un músico y un director de cine. El primero retirado de la música y escéptico sobre el significado de su carrera y su obra. El segundo apegado a su trabajo e intentando con unos jovenzuelos escribir el guion de su última película (y obra maestra póstuma). Dos espíritus, dos destinos, que se encuentran en la amistad y en la conversación. Durante la película suceden algunas cosas -pocas- pero lo principal es que el apático -Caine- regresará momentáneamente a su música y el activo -Keitel- será vapuleado por la traición de una veterana estrella eternamente joven: ¡maravillosa Jane Fonda!
Y entre confesiones, decepciones, amarguras, líos, reencuentros con el pasado, miserias, lujos no capciosos pero sí prescindibles, como por rendijas entre la hojarasca, asoman los rayos de la belleza. Es la belleza -pero no la única- de una Miss Universo que entra en una piscina de agua caliente, desnuda como la trajo el arte al mundo, siendo contemplada en silencio y discreción por Caine y Keitel. La belleza también es el amor de padre por una hija atolondrada, la belleza es el amor por el arte dador de sentido, por ese habilidad endiablada de Maradona lanzando con un pie, y con el barrigón, una pelota de tenis al cielo un millón de veces seguidas…
La belleza, según Sorrentino, y nos lo ha contado y volverá probablemente a contrálanoslo en la próximo película, es de lo poco -o lo único para su fundamentalismo artístico- que justifica la vida. Y para eso su cine es por vocación e intención bello: la fotografía, la música, el ritmo pausado que atiende a los detalles, los cuerpos, las voces, el paisaje…
Salimos del cine -o salgo yo- no tan conmovido como con La gran belleza. Intentando adivinar por qué no me ha emocionado este baño de belleza y significado. No sabría decirlo, solo apuntarlo vagamente: el director ha salido de su mundo, que es Roma, Nápoles, ha prescindido de su actor fetiche -Toni Servillo-, y ha cambiado el italiano por un inglés internacional… Demasiados cambios para alguien tan napolitano, tan romano -todos somos romanos- tan nuestro.
7
12 de marzo de 2016 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que quizá sea un problema mío y no de Sorrentino. Hablo de su última película, "La juventud", en la que ha optado por un casting de máximo nivel hollywoodense; nada que decir al respecto, aunque sospechoso, dineros aparte. Es esta una película de buenas intenciones pienso, con un gran trabajo detrás, pero que cuando la ves, cuando la veo, y aquí viene mi problema, puedes pasarte buena parte de la proyección, es mi caso, absolutamente desconcertado. Y esta sensación se produce cuando constantemente te preguntas lo que hay de falso y verdadero en el film; no me importa preguntarme en cada escena si la película me está gustando o no, y hasta podría ser un mérito del director conseguir este interrogante en el espectador. El dilema trascendente surge cuando la mentira y la verdad se ponen de manifiesto en la pantalla, y esto ya me interesa más porque lo considero más objetivo, si es que la objetividad puede existir en el arte. Mi gusto al fin y al cabo solo es el mío, qué más da, es irrelevante. Pero cuando comienzas a dudar del artificio puedes ponerlo todo patas arriba. Y todo lo que explico me ha sucedido en la butaca del cine. Esas secuencias videoclip aisladas tan bien retratadas, tan bellas y estéticas, que desfilan como en un vals felliniano de poesía milimetrada, son muy artísticas, de acuerdo, ¿pero están integradas en la narración?, ¿justificadas?, ¿o son puro ejercicio estético? ¿Te echan de la historia por magníficas que sean? A mí sí, y me hacen dudar de las pretensiones del autor. La pérdida de la juventud, la exaltación de esta, el encuentro de la vejez, el vacío en algunos casos, el final y el anhelo de lo perdido, de lo vivido y no recuperable, tiene todos los ingredientes para completar un buen guion, que así lo juzgo, y que en ocasiones tiene una puesta en escena naturalista y honrada, sincera creo, pero que en otras se torna de lo más barroca y mal entendida, por muy bella que sea, lo que nos lleva a la falsedad de la que hablaba, a la mentira, y con 8 1/2 supurando en la pantalla. La verdad, sigo desconcertado. Quizá tanto contraste no sea bueno. Las conversaciones íntimas y ricas entre dos amigos, las de un padre y una hija, las de esta con el amigo del padre, incluso las de otros personajes secundarios que habitan el hotel balneario en donde transcurre la película, son su sustancia y su contenido, vivencias pasadas y futuro. Bien, pues todo ello pienso que choca contra un muro de efectismo, encarnado en grado sumo en el personaje de Jane Fonda. Ya sabemos que Sorrentino admira a Fellini y que su aroma se esparce en la pantalla, lo cual no critico en modo alguno, pero sí que lo utilizo para llamar al alto al alumno aventajado y picar a la puerta de su sinceridad en esta película. Se nota en mis palabras mi desconcierto, será cuestión de madurar más a este Sorrentino, quizá soy yo el que no está a la altura como espectador, y soy de lo más sincero en esta declaración, no hay ni una gota de ironía en lo que explico. En cualquier caso, más Sorrentino, por favor. De Caine, Weisz y Keitel solo decir que están tan fantásticos como siempre, tres monstruos de la pantalla, también me gustó mucho Paul Dano en un personaje peculiar, puede que un contrapunto de presente, historia matrimonial de la Weisz aparte. Resumiendo, confrontación de emociones y gustos, buenos, regulares y malos. En fin, a ver más cine.
8
3 de abril de 2016 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda alguna lo mejor son las interpretaciones de unos extraordinarios y veteranos actores que nos ofrecen lo mejor de su hacer. Saber hacer del que lamentablemente no tendremos muchas ocasiones más de disfrutar.
Si no fuera porque su ritmo se hace excesivamente lento diria que el tono de frialdad que acompaña a toda la película es el perfecto. Fantásticamente brutal reflejando el cinismo y egoísmo por el que se rigen las relaciones humanas, algunas. Una mirada pesimista escondida tras la ironía.
10
22 de abril de 2016 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es tanta la belleza de la película que hay momentos que abruman. Increíble, dominante, apasionante, impredecible, maravillosa!
6
29 de abril de 2016 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de la muy laureada ‘La grande belleza’, Paolo Sorrentino ubica su nueva película en un exclusivo spa en Berna, Suiza, a donde se alojan grandes personalidades con cierta decadencia, en plan de descanso, vacaciones o a manera de retiro espiritual.

Entre los huéspedes están Fred Ballinger (Michael Caine), un director de orquesta retirado a quien lo acompaña su hija (Raquel Weisz), quien vive ciertos problemas maritales, y un director de cine, Mick (Harvey Keitel), quien está con un grupo de jóvenes guionistas preparando lo que será su testamento fílmico.

Algunos otros personajes visitan el lugar, como un actor de Hollywood cuya fama se la debe a haber interpretado a un robot en una superproducción (Paul Dano), un hombre muy excedido de peso al que todos admiran y respetan, que no es otro que Diego Armando Maradona en su etapa de mayor gordura, interpretado por el actor argentino Roly Serrano, una Miss Universo que no parece tan tonta como se las cree, y algunos otros personajes peculiares.

Un tanto menos ampulosa que ‘La grande belleza’ pero igual de pretenciosa, ‘Youth’ muestra a los personajes de Caine y Kietel en entretenidas charlas que son sin duda lo mejor de la película gracias al gran trabajo y presencia de los tremendos actores, charlas que después se tornan en filosóficas reflexiones en cuanto al paso del tiempo, la familia, la fama, la creación y otros temas que son abordados de manera poco sutil.

Al igual que sus películas anteriores, hay momentos musicales varios, personajes excéntricos, planos sobrecargados y muy estilizados y gente muy guapa con poca o casi nada de ropa, así como esa mirada sentenciosa para con la sociedad que habitan sus películas, solo que en esta ocasión todo en un tono más leve y accesible y con cierta emoción genuina.

Sin sutilezas y con mucha parafernalia para no variar, la nueva película de Sorrentino ofrece lo mismo muchos intentos de reflexión poética que abundantes dosis de saturado preciosismo nulifican.


http://tantocine.com/youth-de-paolo-sorrentino/
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