Los miserables
7.2
44,349
Musical. Drama. Romance
El expresidiario Jean Valjean (Hugh Jackman) es perseguido durante décadas por el despiadado policía Javert (Russell Crowe). Cuando Valjean decide hacerse cargo de Cosette, la pequeña hija de Fantine (Anne Hathaway), sus vidas cambiarán para siempre. Adaptación cinematográfica del famoso musical 'Les miserables' de Claude-Michel Schönberg y Alain Boublil, basado a su vez en la novela homónima de Victor Hugo. (FILMAFFINITY)
31 de diciembre de 2012
31 de diciembre de 2012
10 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las mil y pico páginas del texto de Victor Hugo se redujeron drásticamente para adaptarse a los parámetros de los musicales, con lo que supone de frivolización de argumento tan complejo; realmente es un tema más adecuado para una ópera, por que, a pesar del que el musical puede llegar a un público más amplio, esto es inútil si del consabido "mensaje" llega la décima parte.
El profundo cambio social del que habla esta historia está empezando a recular a medida que avanza el S XXI, algo como mínimo alarmante, ya que la diferenciación de clases sociales, tan extrema en el XIX se fue suavizando a base de mucho pelear; "Los Miserables" habla de una de esas peleas, pero parece que nada de esto interesa a los productores de Hollywood, más preocupados por poner insignias a niños muertos y demás "golpes" de efecto, todo muy made in USA.
Así, toda la garra del texto de Victor Hugo queda diluida en una amalgama de canciones, muy parecidas entre sí, que en teatro pueden funcionar, pero que en cine no son más que una sucesión de anécdotas para consumo de masas, ignorantes de la importante trascendencia de esta historia, que nunca han leído y que desde luego con este video-clip se quedan sin conocer.
Con mucho, la peor de las varias adaptaciones de esta obra.
El profundo cambio social del que habla esta historia está empezando a recular a medida que avanza el S XXI, algo como mínimo alarmante, ya que la diferenciación de clases sociales, tan extrema en el XIX se fue suavizando a base de mucho pelear; "Los Miserables" habla de una de esas peleas, pero parece que nada de esto interesa a los productores de Hollywood, más preocupados por poner insignias a niños muertos y demás "golpes" de efecto, todo muy made in USA.
Así, toda la garra del texto de Victor Hugo queda diluida en una amalgama de canciones, muy parecidas entre sí, que en teatro pueden funcionar, pero que en cine no son más que una sucesión de anécdotas para consumo de masas, ignorantes de la importante trascendencia de esta historia, que nunca han leído y que desde luego con este video-clip se quedan sin conocer.
Con mucho, la peor de las varias adaptaciones de esta obra.
26 de diciembre de 2012
26 de diciembre de 2012
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando supe que se iba a hacer una película sobre el musical Los Miserables, posiblemente unos de los tres mejores musicales de la historia, supe que sería una película excepcional si cumplía sólo con dos requisitos, uno que los actores fueran potentes, y dos que el director no hiciera cosas raras.
En esta película ambas cuestiones se cumplen sobradamente, el elenco de actores es excepcional, mención especial a Jackman, cuya nominación al oscar es de obligado cumplimento, pero también destacan Hathaway y Crowe, que aunque tiene una voz más limitada, lo compensa de sobra con su imponente presencia cada vez que aparece en escena.
Tom Hooper cumple sobradamente, lleva el tempo de la historia con brillantez para que sus dos horas largas de metraje pasen en un suspiro, y la idea de que los actores cantasen en directo es simplemente excepcional (creo que el playback va a pasar a la historia), también huele a nominación a oscar.
En definitiva, un enorme espectáculo para disfrutarlo de principio a fin, y un serio candidato a ganar todos los premios habidos y por haber. No podria haber mejor película para tan enorme musical.
En esta película ambas cuestiones se cumplen sobradamente, el elenco de actores es excepcional, mención especial a Jackman, cuya nominación al oscar es de obligado cumplimento, pero también destacan Hathaway y Crowe, que aunque tiene una voz más limitada, lo compensa de sobra con su imponente presencia cada vez que aparece en escena.
Tom Hooper cumple sobradamente, lleva el tempo de la historia con brillantez para que sus dos horas largas de metraje pasen en un suspiro, y la idea de que los actores cantasen en directo es simplemente excepcional (creo que el playback va a pasar a la historia), también huele a nominación a oscar.
En definitiva, un enorme espectáculo para disfrutarlo de principio a fin, y un serio candidato a ganar todos los premios habidos y por haber. No podria haber mejor película para tan enorme musical.
4 de enero de 2013
4 de enero de 2013
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una película adapta un libro (vale, un musical que a su vez adaptaba un libro, en este caso), hay varias opciones que puede elegir. Intentar pillar el espíritu y hacer algo bastante personal que incluso añade elementos nuevos (la fantástica "Tenemos que hablar de Kevin"), segmentar todo en varias partes para poder contarlo todo con pelos y señales ("El hobbit"), cdntrarlo todo en determinados personajes y eliminar a los secundarios o fusionarlos en un solo personaje (incontables ejemplos)...
Esta película opta por el "modo Harry Potter"; es decir, tratar a la vez de contarlo todo y simultáneamente talar salvajemente las escenas de transición del libro original, que hacen que los personajes cobren más peso emocional y que las cosas que les ocurran no parezcan sacadas de la manga. O sea: que los creadores la han filmado confiando en que tú ya te has leído el libro y vas a poder rellenar los huecos argumentales, y los personajes te van a importar mucho sin que la película tenga que esforzarse en darles relieve.
Así, constantemente ocurren cosas porque sí. Los personajes tienen encuentros cruciales por pura casualidad (París es un pañuelo), un inocente al azar, de buenas a primeras, resulta llamarse igual que el protagonista y por poco sufre la condena que iba dirigida a él (???), cuando los personajes se buscan entre sí se encuentran al instante... Por no hablar de las tremendas elipsis. Nada más encontrarse Jean y Cosette, hay un corte de nueve años. En este período no visto, tenemos que presuponer que la relación entre ambos se hace muy fuerte y Jean aparentemente sufre el conflicto interior de haberse enamorado de Cosette ("encarnada" por Amanda Seyfried, que usa todo su arsenal de miraditas, mohínes, ojitos llorosos y caritas dulces en vez de tratar de dar vida un personaje real. ¿Alguna vez esta chica va a demostrar que de verdad es actriz?).
De todas formas, todo el desarrollo emocional que NO estamos viendo a través de la acción se nos relata de forma muuuuuy explícita a traves de los diálogos-canciones, en los que los personajes detallan con puntos y comas todo lo que les ha pasado y lo que están sintiendo, para que te quede totalmente clarísimo. Las palabras "sutileza" o "insinuar" no tienen ningún lugar aquí. De todas formas, no hay mucho que explicar: Jean se siente fatal porque robó una barra de pan hace quinientos años para dar de comer a su sobrino y otra vez trató de robarle unas reliquias a un cura para poder sobrevivir (ay, Jean Valjean, si si vieras lo que hacen otros en los telediarios de hoy día hasta te reirías), Marius está super-enamorado de Cosette, Cosette está super-mega-enamorada de Marius, Javert está obsesionado (¿porque sí?) con mandar a la cárcel a Jean, aunque delante de él, este no hace sino hacer buenas acciones una y otra vez...
Pese a todo, la película desde luego tiene virtudes. La ambientación es impresionante, la actuación de Anne Hathaway (y su impresionante solo) es de nominación al óscar, hay dos o tres canciones hermosas ("I dreamed a dream", la de Russell Crowe sobre las estrellas, la canción final sobre la pervivencia de la revolución...), y aunque al parecer ha sido bastante criticado el que los actores cantaran sus propias canciones y además en directo, pienso que han hecho, todos y cada uno de ellos, un trabajo dignísimo. La gente está acostumbrada a escuchar voces perfectas retocadas por ordenador, pero en mi opinión, para no ser profesionales y cantar sin la red del autotune, todos los actores afinaban y tenían voces decentes, y hasta superarían incluso a determinados cantantes profesionales.
Desde luego no descubro la pólvora si digo que el trasfondo sociopolítico de la película está totalmente de actualidad, y es por eso que precisamente la escena final me pareció la más emocionante de toda la película. Pienso que esta era una oportunidad fantástica para modernizar la obra (que a muchos niveles se ha quedado totalmente anticuada), adaptando la situación al contexto actual, recortando gran parte de la música (todos esos diálogos de transición cantados que no tienen una clara melodía ni tienen nada de memotable), quitando la espesa capa de azúcar y melodrama que lo recubre casi todo y potenciando la crítica social. Imagínate algo así: Los miserables, ambientada en la primavera de 2011 y dirigida por Ken Loach. Eso sí me gustaría verlo.
Esta película opta por el "modo Harry Potter"; es decir, tratar a la vez de contarlo todo y simultáneamente talar salvajemente las escenas de transición del libro original, que hacen que los personajes cobren más peso emocional y que las cosas que les ocurran no parezcan sacadas de la manga. O sea: que los creadores la han filmado confiando en que tú ya te has leído el libro y vas a poder rellenar los huecos argumentales, y los personajes te van a importar mucho sin que la película tenga que esforzarse en darles relieve.
Así, constantemente ocurren cosas porque sí. Los personajes tienen encuentros cruciales por pura casualidad (París es un pañuelo), un inocente al azar, de buenas a primeras, resulta llamarse igual que el protagonista y por poco sufre la condena que iba dirigida a él (???), cuando los personajes se buscan entre sí se encuentran al instante... Por no hablar de las tremendas elipsis. Nada más encontrarse Jean y Cosette, hay un corte de nueve años. En este período no visto, tenemos que presuponer que la relación entre ambos se hace muy fuerte y Jean aparentemente sufre el conflicto interior de haberse enamorado de Cosette ("encarnada" por Amanda Seyfried, que usa todo su arsenal de miraditas, mohínes, ojitos llorosos y caritas dulces en vez de tratar de dar vida un personaje real. ¿Alguna vez esta chica va a demostrar que de verdad es actriz?).
De todas formas, todo el desarrollo emocional que NO estamos viendo a través de la acción se nos relata de forma muuuuuy explícita a traves de los diálogos-canciones, en los que los personajes detallan con puntos y comas todo lo que les ha pasado y lo que están sintiendo, para que te quede totalmente clarísimo. Las palabras "sutileza" o "insinuar" no tienen ningún lugar aquí. De todas formas, no hay mucho que explicar: Jean se siente fatal porque robó una barra de pan hace quinientos años para dar de comer a su sobrino y otra vez trató de robarle unas reliquias a un cura para poder sobrevivir (ay, Jean Valjean, si si vieras lo que hacen otros en los telediarios de hoy día hasta te reirías), Marius está super-enamorado de Cosette, Cosette está super-mega-enamorada de Marius, Javert está obsesionado (¿porque sí?) con mandar a la cárcel a Jean, aunque delante de él, este no hace sino hacer buenas acciones una y otra vez...
Pese a todo, la película desde luego tiene virtudes. La ambientación es impresionante, la actuación de Anne Hathaway (y su impresionante solo) es de nominación al óscar, hay dos o tres canciones hermosas ("I dreamed a dream", la de Russell Crowe sobre las estrellas, la canción final sobre la pervivencia de la revolución...), y aunque al parecer ha sido bastante criticado el que los actores cantaran sus propias canciones y además en directo, pienso que han hecho, todos y cada uno de ellos, un trabajo dignísimo. La gente está acostumbrada a escuchar voces perfectas retocadas por ordenador, pero en mi opinión, para no ser profesionales y cantar sin la red del autotune, todos los actores afinaban y tenían voces decentes, y hasta superarían incluso a determinados cantantes profesionales.
Desde luego no descubro la pólvora si digo que el trasfondo sociopolítico de la película está totalmente de actualidad, y es por eso que precisamente la escena final me pareció la más emocionante de toda la película. Pienso que esta era una oportunidad fantástica para modernizar la obra (que a muchos niveles se ha quedado totalmente anticuada), adaptando la situación al contexto actual, recortando gran parte de la música (todos esos diálogos de transición cantados que no tienen una clara melodía ni tienen nada de memotable), quitando la espesa capa de azúcar y melodrama que lo recubre casi todo y potenciando la crítica social. Imagínate algo así: Los miserables, ambientada en la primavera de 2011 y dirigida por Ken Loach. Eso sí me gustaría verlo.
26 de enero de 2013
26 de enero de 2013
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La intención única del director es COPIAR el musical en formato cinematográfico, añadiéndole como (al parecer único) aliño unos mejores efectos y acabados que, naturalmente, el medio ofrece, y un tropel de caras conocidas, más voluntariosas, salvo Anne Hattaway, que inspiradas. El menos inspirado de todos pues, ha resultado ser Tom Hopper: NO APORTA NADA a la obra, se limita a rodar lo que, sobre las tablas tiene posibilidades y atractivo; pero sin embargo desde la butaca del cine, en pantalla ABURRE y PESA.
Apenas hay líneas de diálogo que no sean cantadas, ni ahonda ni presenta a ninguno de los personajes, los persigue por decorados de cartón piedra (ya puestos a hacer el musical película, podría al menos haber utilizado escenarios más vivos, como en West Side Story) mientras cantan-desafinan, sin parar ni para coger aliento. Y lo peor es que las canciones, pensadas para el teatro, ni sirven ni desarrollan un hilo argumental monocorde, precisamente EL PROBLEMA DE LOS MUSICALES MODERNOS: sólo es gente que canta mientras se suceden los fotogramas (como ejemplo opuesto EL VIOLINISTA SOBRE EL TEJADO o CABARET, la música al servicio de la historia, y no al revés). ¿Rusell Crowe desafina? Canta como los ángeles comparándolo con el protagonista: la única lanza que puedo romper en su favor, es que le han puesto un tono por encima y se esmera desgañitándose hasta que (¡por fin!) salen los créditos del final. Es también la única explicación que encuentro a su INMERECIDA NOMINACIÓN.
En RESUMEN: una película TEDIOSA, LARGUÍSIMA, INSULSA, para echarse una siesta tranquila una sábado por la tarde mientras la emite Tele5.
Por lo demás, seguro que arrasa en los Oscar.
Apenas hay líneas de diálogo que no sean cantadas, ni ahonda ni presenta a ninguno de los personajes, los persigue por decorados de cartón piedra (ya puestos a hacer el musical película, podría al menos haber utilizado escenarios más vivos, como en West Side Story) mientras cantan-desafinan, sin parar ni para coger aliento. Y lo peor es que las canciones, pensadas para el teatro, ni sirven ni desarrollan un hilo argumental monocorde, precisamente EL PROBLEMA DE LOS MUSICALES MODERNOS: sólo es gente que canta mientras se suceden los fotogramas (como ejemplo opuesto EL VIOLINISTA SOBRE EL TEJADO o CABARET, la música al servicio de la historia, y no al revés). ¿Rusell Crowe desafina? Canta como los ángeles comparándolo con el protagonista: la única lanza que puedo romper en su favor, es que le han puesto un tono por encima y se esmera desgañitándose hasta que (¡por fin!) salen los créditos del final. Es también la única explicación que encuentro a su INMERECIDA NOMINACIÓN.
En RESUMEN: una película TEDIOSA, LARGUÍSIMA, INSULSA, para echarse una siesta tranquila una sábado por la tarde mientras la emite Tele5.
Por lo demás, seguro que arrasa en los Oscar.
25 de diciembre de 2012
25 de diciembre de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si tuviéramos que realizar una lista con los mejores musicales habidos y por haber, Les miserables estaría en los primeros puestos, sino en el primero. Un éxito teatral con más de 60 millones de espectadores en 42 países que estaba chillando a gritos que fuera adaptado a la gran pantalla y no sólo por la tremenda fama que ha ido cosechando durante sus 28 años en teatros de todo el mundo, sino porque su historia, basada en la famosa novela homónima de Víctor Hugo, se trata de un melodrama épico que reflexiona sobre temas tan universales como la justicia, la libertad, la ley y la ética, elementos muy tentadores de llevar al cine por su inherente naturaleza cinematográfica y más en una época en la que somos esclavos —para lo bueno y para lo malo— del hype mediático e internauta.
Tom Hooper —El discuro del rey (2010)— ha sido el encargado de trasladar la trágica historia de Víctor Hugo de los teatros a las pantallas. Un director que, como ya demostró en sus anteriores filmes, es muy dado a planificar muchas de sus secuencias a base de primeros planos. Un estilo particular que encuentra en Los miserables su principal forma de expresión ya que la adaptación de Hooper supone una colosal exaltación del drama cantado a cámara en un primerísimo primer plano de los rostros de los actores.
La utilización del primer plano en la historia del cine ha tenido diferentes finalidades según la forma en la que se empleara la técnica pero, en esencia, el primer plano de un rostro supone una de las formas más genuinas de expresión de los sentimientos y una forma de explorar las emociones más primigenias del ser humano, a no ser que seas un genio absoluto como Ingmar Bergman y el uso del primer plano suponga la destrucción del rostro en sí mismo o, como Gilles Deleuze dice, la “destrucción de la individualidad”.
Tom Hooper no es Ingmar Bergman y ha tomado la decisión de trasladar toda la tragedia del musical a los semblantes de los actores dejando a la historia que subyace, huérfana de interés y emoción. Hooper ha dado más prioridad al efectismo que a la narración y eso se nota a medida que avanza el filme. El director británico ha apoyado toda la película en la —magnífica— interpretación de los actores y ha aprovechado el sobrecogedor sentimiento que poseen los temas musicales como catalizador de emociones del relato, pero ello no es suficiente para suplir la falta de atracción que adolece la historia de fondo. El descenso a los infiernos de Fantine es demasiado atropellado, las elipsis son muy bruscas, el triángulo amoroso entre Cosette, Marius y Éponine está bastante difuminado, la segunda parte del filme pierde en ritmo y gana en empalagamiento y, el empeño de Hooper en ser fiel al espíritu del musical, alarga el metraje hasta las excesivas dos horas y media.
Que se esté adaptando un musical no significa que se deba descuidar el cómo se cuenta la historia. West side story (1961) o Moulin Rouge (2001) son ejemplos de musicales en los que emocionaban los números y, también, lo que se nos contaba. Cierto es que dichas películas no partían de un referente previo en el que basarse a diferencia de Hooper que está adaptando el musical teatral de Claude-MichelSchönberg y Alain Boublil, pero podría haber explotado más esas consultas que realizó a la novela de Víctor Hugo para enriquecer la narración del filme.
La dirección de Hooper funciona, pues, por piezas musicales revelando a los intérpretes como el mayor atractivo de la película. Esa recreación en el padecimiento de los personajes que tanto subraya el director británico hubiera significado un total desastre sin unas adecuadas interpretaciones y es ahí donde Los miserables gana más enteros. Que los actores cantaran en directo, sin playback, y que los responsables de casting eligieran a buenos actores que supieran cantar y no buenos cantantes que supieran actuar han sido las decisiones más acertadas del filme. Sus cantos cobran un realismo inusitado en el género musical y prevalece la interpretación a la técnica vocal, hecho que elimina, en cierta medida, la impostura propia del musical y favorece la aproximación anímica a lo que se está contando.
No era nada fácil llevar Los miserables a la gran pantalla siendo fiel al musical y, a la vez, amoldando la estructura teatral al lenguaje cinematográfico actual. Que Tom Hooper, en su anhelo por recrear lo dramático de la historia, se haya lanzado de lleno a la épica emocional en lugar de potenciar la grandeza de la historia, es una apuesta arriesgada que conmoverá a muchos y chasqueará a otros, por eso, de Los miserables de Hooper no queda la heroicidad de unos desgraciados que luchan por sus sueños y se sublevan ante una realidad que les oprime, sino que queda la tremenda conmoción que provoca la imagen de Anne Hathaway sollozando el famoso “I dreamed a dream” rota de dolor y tristeza. Que ya es mucho.
http://bigkahuna3.blogspot.com.es/
http://www.facebook.com/TheBigKahunaBlog
@thebigkahuna3
ADRIAN PEÑA
Tom Hooper —El discuro del rey (2010)— ha sido el encargado de trasladar la trágica historia de Víctor Hugo de los teatros a las pantallas. Un director que, como ya demostró en sus anteriores filmes, es muy dado a planificar muchas de sus secuencias a base de primeros planos. Un estilo particular que encuentra en Los miserables su principal forma de expresión ya que la adaptación de Hooper supone una colosal exaltación del drama cantado a cámara en un primerísimo primer plano de los rostros de los actores.
La utilización del primer plano en la historia del cine ha tenido diferentes finalidades según la forma en la que se empleara la técnica pero, en esencia, el primer plano de un rostro supone una de las formas más genuinas de expresión de los sentimientos y una forma de explorar las emociones más primigenias del ser humano, a no ser que seas un genio absoluto como Ingmar Bergman y el uso del primer plano suponga la destrucción del rostro en sí mismo o, como Gilles Deleuze dice, la “destrucción de la individualidad”.
Tom Hooper no es Ingmar Bergman y ha tomado la decisión de trasladar toda la tragedia del musical a los semblantes de los actores dejando a la historia que subyace, huérfana de interés y emoción. Hooper ha dado más prioridad al efectismo que a la narración y eso se nota a medida que avanza el filme. El director británico ha apoyado toda la película en la —magnífica— interpretación de los actores y ha aprovechado el sobrecogedor sentimiento que poseen los temas musicales como catalizador de emociones del relato, pero ello no es suficiente para suplir la falta de atracción que adolece la historia de fondo. El descenso a los infiernos de Fantine es demasiado atropellado, las elipsis son muy bruscas, el triángulo amoroso entre Cosette, Marius y Éponine está bastante difuminado, la segunda parte del filme pierde en ritmo y gana en empalagamiento y, el empeño de Hooper en ser fiel al espíritu del musical, alarga el metraje hasta las excesivas dos horas y media.
Que se esté adaptando un musical no significa que se deba descuidar el cómo se cuenta la historia. West side story (1961) o Moulin Rouge (2001) son ejemplos de musicales en los que emocionaban los números y, también, lo que se nos contaba. Cierto es que dichas películas no partían de un referente previo en el que basarse a diferencia de Hooper que está adaptando el musical teatral de Claude-MichelSchönberg y Alain Boublil, pero podría haber explotado más esas consultas que realizó a la novela de Víctor Hugo para enriquecer la narración del filme.
La dirección de Hooper funciona, pues, por piezas musicales revelando a los intérpretes como el mayor atractivo de la película. Esa recreación en el padecimiento de los personajes que tanto subraya el director británico hubiera significado un total desastre sin unas adecuadas interpretaciones y es ahí donde Los miserables gana más enteros. Que los actores cantaran en directo, sin playback, y que los responsables de casting eligieran a buenos actores que supieran cantar y no buenos cantantes que supieran actuar han sido las decisiones más acertadas del filme. Sus cantos cobran un realismo inusitado en el género musical y prevalece la interpretación a la técnica vocal, hecho que elimina, en cierta medida, la impostura propia del musical y favorece la aproximación anímica a lo que se está contando.
No era nada fácil llevar Los miserables a la gran pantalla siendo fiel al musical y, a la vez, amoldando la estructura teatral al lenguaje cinematográfico actual. Que Tom Hooper, en su anhelo por recrear lo dramático de la historia, se haya lanzado de lleno a la épica emocional en lugar de potenciar la grandeza de la historia, es una apuesta arriesgada que conmoverá a muchos y chasqueará a otros, por eso, de Los miserables de Hooper no queda la heroicidad de unos desgraciados que luchan por sus sueños y se sublevan ante una realidad que les oprime, sino que queda la tremenda conmoción que provoca la imagen de Anne Hathaway sollozando el famoso “I dreamed a dream” rota de dolor y tristeza. Que ya es mucho.
http://bigkahuna3.blogspot.com.es/
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@thebigkahuna3
ADRIAN PEÑA
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