M, el vampiro de Düsseldorf
8.3
22,343
Thriller. Intriga
Un asesino de niñas tiene atemorizada a toda la ciudad de Berlín. La policía lo busca frenética y desesperadamente, deteniendo a cualquier persona mínimamente sospechosa. Por su parte, los jefes del hampa, furiosos por las redadas que están sufriendo por culpa del asesino, deciden buscarlo ellos mismos. (FILMAFFINITY)
28 de mayo de 2020
28 de mayo de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los primeros viente minutos de la película me parecen sencillamente sublimes. La sensación de pánico y terror que genera el personaje de Peter Lorre es tremendo, estremece cuando se acerca a los niños. Te genera una angustia terrible en el cuerpo. Esa frialdad del asesino, como le compra un globo, los caramelos, esa candidez tan fría que muestra hacia los niños sobrecoge al espectador.
A partir de ahí, se genera un terror en los ciudadanos auténtico, atacan a cualquier persona sospechosa, se pelean entre ellos, entran las dudas, hay esa tensión en el ambiente que se palpa. Cualquiera de nosotros haríamos lo mismo por defender a nuestros hijos. Aparece entonces la batalla por atrapar al asesino, da igual quien, lo importante es sacar a ese criminal de las calles. Lo tienen claro hasta los ladrones de poca monta y los delincuentes de la ciudad, que sienten la necesidad de buscarlo igual que la policía.
Es verdad que en ese punto la película se para un poco, se empiezan a alargar las escenas demasiado creo que innecesariamente. Esa batalla de haber quien lo encuentra antes, si la policía o los delincuentes me parece un poco absurda. Pierde el efecto que se busca de tensión en la búsqueda, sencillamente porque el personaje de Lorre no aparece en casi media hora de película.
Pero todo ello se te olvida cuando la película alcanza su cenit final. En verdad te pones en la piel del asesino, no digo que te identifiques con él lógicamente, pero entiendes su angustia vital, realmente sientes lástima. Entramos en el debate de la vida y la muerte, lo que es justo o no. Está enfermo o simplemente es un asesino de sangre fría. Que cada uno saque sus propias conclusiones.
A partir de ahí, se genera un terror en los ciudadanos auténtico, atacan a cualquier persona sospechosa, se pelean entre ellos, entran las dudas, hay esa tensión en el ambiente que se palpa. Cualquiera de nosotros haríamos lo mismo por defender a nuestros hijos. Aparece entonces la batalla por atrapar al asesino, da igual quien, lo importante es sacar a ese criminal de las calles. Lo tienen claro hasta los ladrones de poca monta y los delincuentes de la ciudad, que sienten la necesidad de buscarlo igual que la policía.
Es verdad que en ese punto la película se para un poco, se empiezan a alargar las escenas demasiado creo que innecesariamente. Esa batalla de haber quien lo encuentra antes, si la policía o los delincuentes me parece un poco absurda. Pierde el efecto que se busca de tensión en la búsqueda, sencillamente porque el personaje de Lorre no aparece en casi media hora de película.
Pero todo ello se te olvida cuando la película alcanza su cenit final. En verdad te pones en la piel del asesino, no digo que te identifiques con él lógicamente, pero entiendes su angustia vital, realmente sientes lástima. Entramos en el debate de la vida y la muerte, lo que es justo o no. Está enfermo o simplemente es un asesino de sangre fría. Que cada uno saque sus propias conclusiones.
25 de enero de 2021
25 de enero de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer film sonoro de Lang que aprovechó todas sus ventajas para rodar la que él consideraría la mejor de sus películas. Después de una etapa muda caracterizada por una brutal innovación de los efectos especiales y una re visitación a las antiguas leyendas germanas (representado en el díptico de más de cuatro horas como es “Die Nibelungen” rodado en 1924), el realizador alemán junto con un guion de su esposa Thea von Harbou (que simpatizaría con el partido Nacionalsocialista en emergente inclusión) llevaron a cabo ésta oscura drama policíaco en que el argumento (la inesperada caza de una asesino por parte de las autoridades del hampa y de la ley les lleva a une reyerta por conseguir el motín: un escurridizo asesino de niñas interpretado por un veinteañero Peter Lorre).
Magníficamente ambientada en unos decorados sombríos que resaltan la oscuridad de una obra única y magna dentro del género policíaco y criminal, hecho con rigor y en que el principal protagonismo lo protagonizan los burócratas y a la vez el pueblo que, dejando atrás sus miedos, deciden dar justicia con el criminal. Lang, a lo largo de su carrera, retomaría, ya en los EEUU, ese esquema de thriller inteligente con luces y sombras en otras sensacionales joyas como “Los Verdugos también mueren” (Hangmen also die, 1943) o “Mientras Nueva York Duerme” (While the City Sleeps, 1957).
“M” quedará como una de sus mejores obras maestras. La intachable calidad de un clásico imperdurable que hace de Lang como uno de los mejores cineastas que ha aportado el Séptimo Arte.
Magníficamente ambientada en unos decorados sombríos que resaltan la oscuridad de una obra única y magna dentro del género policíaco y criminal, hecho con rigor y en que el principal protagonismo lo protagonizan los burócratas y a la vez el pueblo que, dejando atrás sus miedos, deciden dar justicia con el criminal. Lang, a lo largo de su carrera, retomaría, ya en los EEUU, ese esquema de thriller inteligente con luces y sombras en otras sensacionales joyas como “Los Verdugos también mueren” (Hangmen also die, 1943) o “Mientras Nueva York Duerme” (While the City Sleeps, 1957).
“M” quedará como una de sus mejores obras maestras. La intachable calidad de un clásico imperdurable que hace de Lang como uno de los mejores cineastas que ha aportado el Séptimo Arte.
23 de noviembre de 2021
23 de noviembre de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si es verdad eso que se cuenta de Picasso (pintor que a mí, soit dit en passant, no me gusta nada): cuando vio las pinturas de Altamira dijo que a partir de ahí todo lo que se había hecho en pintura era decadencia (desde luego, mirando su pintura sí, pero no la de Velázquez o Renoir). Pues esa anécdota, repito, no sé si es real, me viene a la memoria cada vez que veo las películas de los maestros Lang, Ford, Wilder, Hawks....todo lo que no sea ellos....
He visto a mis 46 años, que ya está bien, M. Qué decir de esta obra maestra que no hayan comentado todos los amigos de filmaffinity. Es fantástica. Ha cumplido ya los 90 años y parece hecha ayer. Es una película redonda. Entretenida de principio a fin y un director, Fritz Lang, con un oficio impecable. El cine ha sido un arte efímero conociendo su punto álgido entre los años 30 y 60. No es difícil ver las obras maestras que se hacían cada año: se pueden contar varias decenas anuales. Ahora el panorama es desolador. ¿Cómo es posible que el cine haya sido un arte con un principio y final y la pintura o la literatura haya tenido y sigue teniendo recorrido?
Igual que uno no se cansa de ver un cuadro de Rembrandt o de Renoir o de Solana, tampoco se cansa de ver las grandes obras del cine como esta. Una película, sin duda, imprescindible
He visto a mis 46 años, que ya está bien, M. Qué decir de esta obra maestra que no hayan comentado todos los amigos de filmaffinity. Es fantástica. Ha cumplido ya los 90 años y parece hecha ayer. Es una película redonda. Entretenida de principio a fin y un director, Fritz Lang, con un oficio impecable. El cine ha sido un arte efímero conociendo su punto álgido entre los años 30 y 60. No es difícil ver las obras maestras que se hacían cada año: se pueden contar varias decenas anuales. Ahora el panorama es desolador. ¿Cómo es posible que el cine haya sido un arte con un principio y final y la pintura o la literatura haya tenido y sigue teniendo recorrido?
Igual que uno no se cansa de ver un cuadro de Rembrandt o de Renoir o de Solana, tampoco se cansa de ver las grandes obras del cine como esta. Una película, sin duda, imprescindible
8 de mayo de 2006
8 de mayo de 2006
14 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Referirnos a M, el vampiro de Düsseldorf, es referirse a una de las obras cumbres de Fritz Lang dentro de su carrera europea. Lang, autor de títulos magistrales que contribuyeron a la creación del cine tal y como lo conocemos hoy, es uno de los directores más expresionistas de la segunda etapa pre-fílmica, obras como: Metrópolis o Los Nibelungos, son buenos ejemplos de su filmografía plagada de éxitos, tanto comerciales como de crítica. La vida de Fritz Lang también resulta objeto de análisis: ejerciendo una elevada influencia sobre jóvenes actrices y siendo sospechoso de la muerte de su esposa. Pero volviendo a nuestro cauce, definiremos a M, el vampiro de Düsseldorf, como una obra maestra, inigualable en ciertos aspectos.
La película inspirada en un personaje real, el asesino en serie Peter Kürten, atrapado un años antes del rodaje del film, nos traslada a la ciudad alemana de Düsseldorf, objeto, de una horda de asesinatos de niñas que mantiene en alerta a toda la población. Esta historia supone un fiel reflejo de la sociedad alemana de aquel tiempo; una sociedad infestada de demonios, en la que lentamente empieza a avanzar el nazismo con paso firme. Además de este retrato tan crudento, la película viaja a través de la mente del ser humano, sacando a relucir la peor cara de la persona. El guión hace hincapié, también, en una mirada crítica hacia un sistema totalitario, que niega el derecho de un juicio justo al criminal.
La densa atmósfera de la trama, se dibuja de forma excelente, mediante una plasmación expresionista, que ejerce un gran control sobre lo visual. Los planos largos, con encuadres obsesivos y enfermizos, acrecentados por una sublime fotografía de Fritz Arno Wagner, logran crear un clima de inseguridad, que encierra al espectador en un estado de constante tensión. Peter Lorre realiza, a pesar de sus cortas apariciones en pantalla, la mejor interpretación de un criminal en toda la historia del cine; esos ojos saltones y ese rostro desfigurado durante el juicio, jamás podrá ser imitado. Resulta curiosa, la falta de un protagonista definido de la historia, cada secuencia presenta a un personaje distinto, de tal forma que el público puede llegar a perderse fácilmente dentro del reparto del film. La melodía que silva Lorre, durante algunas escenas, es obra del compositor Grieg, siendo el elemento sonoro más característico de todo el metraje.
M, el vampiro es para gran parte de la crítica el más grandioso trabajo de Lang en toda su carrera; la película se muestra todavía hoy tan fresca como en su estreno, siendo una lección vital de cómo rodar un film en… ¡1931! Es una verdadera lastima que este indispensable título se hallara censurado durante tanto tiempo.
La película inspirada en un personaje real, el asesino en serie Peter Kürten, atrapado un años antes del rodaje del film, nos traslada a la ciudad alemana de Düsseldorf, objeto, de una horda de asesinatos de niñas que mantiene en alerta a toda la población. Esta historia supone un fiel reflejo de la sociedad alemana de aquel tiempo; una sociedad infestada de demonios, en la que lentamente empieza a avanzar el nazismo con paso firme. Además de este retrato tan crudento, la película viaja a través de la mente del ser humano, sacando a relucir la peor cara de la persona. El guión hace hincapié, también, en una mirada crítica hacia un sistema totalitario, que niega el derecho de un juicio justo al criminal.
La densa atmósfera de la trama, se dibuja de forma excelente, mediante una plasmación expresionista, que ejerce un gran control sobre lo visual. Los planos largos, con encuadres obsesivos y enfermizos, acrecentados por una sublime fotografía de Fritz Arno Wagner, logran crear un clima de inseguridad, que encierra al espectador en un estado de constante tensión. Peter Lorre realiza, a pesar de sus cortas apariciones en pantalla, la mejor interpretación de un criminal en toda la historia del cine; esos ojos saltones y ese rostro desfigurado durante el juicio, jamás podrá ser imitado. Resulta curiosa, la falta de un protagonista definido de la historia, cada secuencia presenta a un personaje distinto, de tal forma que el público puede llegar a perderse fácilmente dentro del reparto del film. La melodía que silva Lorre, durante algunas escenas, es obra del compositor Grieg, siendo el elemento sonoro más característico de todo el metraje.
M, el vampiro es para gran parte de la crítica el más grandioso trabajo de Lang en toda su carrera; la película se muestra todavía hoy tan fresca como en su estreno, siendo una lección vital de cómo rodar un film en… ¡1931! Es una verdadera lastima que este indispensable título se hallara censurado durante tanto tiempo.
21 de enero de 2007
21 de enero de 2007
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando pierdes la costumbre de ver películas antiguas, más te sorprendes al ver la vanguardia de alguna de ellas. M es un buen ejemplo, observo las sombras, la comida, el tabaco y las pipas, las escenas tomadas desde posturas inverosímiles......Una historia de un asesino en serie, (creo que la primera película que trata el tema) en la que todo está encajado, donde las personas eran de otra forma, de otro siglo.........pero no pasa el tiempo por ella...........magnífica.
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