Realmente este Jeunet no deja de sorprenderme (positivamente, bien sûr)... cuando creías que todo estaba inventado en su mundo particular, siempre tiene un nuevo conejo en la chistera. Como en todas sus películas NADA está por casualidad. Todo está medido: los pequeños objetos del decorado, los detalles de la vestimenta, los movimientos de la cámara, los efectos digitales, etc.

Una vez vista la película, recomiendo encarecidamente volver a verla escuchando la pista sonora del dvd en la que Jeunet va comentando la película: por qué hizo esto, por qué no lo otro, cómo rodo tal cosa... además de parecer un tipo muy agradable es impresionante lo claras que tiene las cosas en su cabeza antes de filmar. Realmente uno de los valores seguros del cine actual.

La primera vez que vi esta peli me emocioné de verdad. La acción es buenisima y la historia de amor es de las de verdad. Es una peli que llena de esperanza y valor para luchas por aquello que amamos y soñamos sin rendirnos nunca. Te enseña a levantarte en cada caida y seguir caminando.

Una película que te atrapa por todo absolutamente

¿Cómo es posible? Es posible, y si no vean la pedazo de historia contada en éste maravilloso largometraje cargado de ensueño y fantasía. Me debato entre el 7 y el 9, pero el 7 es el más adecuado porque, al margen de lo bonita que me haya parecido, me parece una película mal llevada durante toda la primera hora.

Siguiendo un estilo un tanto similar con el de Amélie, volvemos a un París en plena guerra para descubrir una historia de tragedia convertida en policíaca, una mezcla de géneros tan hermosa que provocan una gran simpatía entre los visionadores de la cinta.

Una obra maestra, como dice mi título en la que... tristemente, falta de algo de ritmo. Una preciosísima reflexión al amor y a la esperanza, donde, en un mundo donde parecen inexistir cualquiera de éstos valores, Jean-Pierre los saca a la luz tan solo como él sabe, de la manera más curiosa, bonita y dulce posible.

Una delicia para cualquier cineasta o cinéfilo con paciencia... si no eres paciente, te vas a perder una obra maestra desperdiciada por un ritmo de película lento y dramático.

Es cine francés y de Jean-Pierre Jeunet. O sea, al que le guste, pues la disfrutará y el que no, como es mi caso, se sentirá incómodo. De todos modos "Largo domingo de noviazgo" no es tan extravagante como "Amelie" pero cuando sale algunos de sus tics, como esos chistes tan fuera de lugar, por ejemplo, "el perro pedorro", te se cae el tenderete. Con tanta tontería suelta y tan poca concisión narrativa, aquí no hay tono de nada, o sí, pero de algo bastante cutre y pasteloso con un par de protagonistas, la una, un poco loca y obsesiva-compulsiva, "difuntos padres, difuntos padres" y el otro directamente idiota. El resultado es que lo que es un drama romántico en tiempos de guerra, algo épico de por sí, se vuelve una ñoñería como un piano. Además hay personajes patéticos, el coronel ese gordinflón o vomitivos, la tal Tina Lombardi (Marion Cotillard, aquí muy mona) y su chulo. Lo bueno que tiene es la historia, que es bonita, aunque esté muy mal contada y no sólo porque es muy difícil seguir la intriga y los nombres de los soldados; la fotografía y la ambientación, si bien no acaban de reflejar bien la moda de la primera guerra mundial, y la narración en off de Leonor Watling, que te hace gracia oírla la verdad.

Ahora bien, como obra presuntamente histórica resulta anacrónica, tendenciosa y mezquina. Para empezar, Jean-Pierre Jeunet no recoge ni por asomo las mentalidades o valores de aquella época. Por ejemplo, la Primera Guerra Mundial fue recibida con alegría por los franceses y aquí todos están más tristes que en un funeral. O sea, trasladamos el pacifismo del 2004 a 1914-1920, incluyendo a los soldados. Igualmente se les ve traumatizados pero a ninguno de los más de un millón que en 1920 militaban en "Union nationale des combattants", orgullosos de su participación y de sus medallas. Por mucho que insistáis en la maldad y la inutilidad de la guerra, aquella gente entendía perfectamente que era necesaria la lucha. Con todo hay una falsedad peor que la de dejar al soldado condenado en tierra de nadie en vez de ser fusilado. Se trata de calumniar a Pétain, que como era facha todo vale, cargándole la responsabilidad de las ejecuciones por "mutilaciones voluntarias". Mentira, fueron Foch y en especial, el ministro de guerra Alexander Millerand, socialista, y Joffre, republicano y masón. En todo caso, fueron crímenes de la muy democrática III República francesa, o sea, de la izquierda.