Sorprende el tono de la película, una comedia con tintes más ácidos que cómicos, con una interpretación magnífica de María Rodríguez Soto (la descubrí en LOS DÍAS QUE VENDRÁN) y muy correcta, como siempre, de Alberto San Juan, un todoterreno que en su madurez está a pleno rendimiento.

El resto del reparto me choca. Si bien Emma Vilarasau es una magnífica actriz, intentar que el espectador comulgue con la idea de que es la ex-mujer de San Juan, parece un poco chocante, más podría ser la madre, sin ánimo de faltar al respeto a una actriz grande y que ha sabido madurar de forma espléndida. Pero no traga. Además, Enric Auquer está sobreactuado, no cuaja su trabajo y provoca que las escenas que comparte no sean redondas. Le pasa a menudo a este chico.

Por lo demás, la historia es la de siempre: conflicto familiar, secretos que salen a la luz y un pelín de exceso de almíbar en la parte final, la más difícil y en la que siempre cuesta rematar.

Potable, sin más.