El gatopardo
1963 

7.8
17,248
Drama
Es la época de la unificación de Italia en torno al Piamonte, cuyo artífice fue Cavour. La acción se desarrolla en Palermo y los protagonistas son Don Fabrizio, Príncipe de Salina (Burt Lancaster), y su familia, cuya vida se ve alterada tras la invasión de Sicilia por las tropas de Garibaldi (1860). Para alejarse de los disturbios, la familia se refugia en la casa de campo que posee en Donnafugata en compañía del joven Tancredi (Alain ... [+]
16 de noviembre de 2012
16 de noviembre de 2012
12 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dios, que horror... He leido que hay diferentes versiones de duración, la más corta la que se expuso en España de 151 minutos y la más larga, la original de 205 minutos. Pues yo no sé de donde he sacado yo esta versión porque la que he visto duraba unos 240 minutos...
Larga, larguísima... Apenas me enteraba de lo que estaba pasando. Yo reconozco que no soy un entendido en la historia de Italia, pero vaya, creo que las películas históricas, si hablan de bandos, banderas y guerras, deberían hacer un prólogo para situar al espectador. Yo estaba perdido, además, las escenas muy largas y sin nada de sustancia!!
Ya me diréis que interés había en ver a dos personajes jugando dentro de una casa abandonada. Seguramente esa secuencia duró 15 minutos.
Ya me diréis que interés había en ver a la gente en un salón bailando durante 10 minutos sin que pase absolutamente nada.
Pues así iba toda la película, en secuencias que no pasaban nada y encima eternas.
Lo siento muchísimo, pero la suspendo sin más remedio. Lo único bueno es el vestuario y los decorados reales. Es en lo único que he disfrutado viendo la película.
Larga, larguísima... Apenas me enteraba de lo que estaba pasando. Yo reconozco que no soy un entendido en la historia de Italia, pero vaya, creo que las películas históricas, si hablan de bandos, banderas y guerras, deberían hacer un prólogo para situar al espectador. Yo estaba perdido, además, las escenas muy largas y sin nada de sustancia!!
Ya me diréis que interés había en ver a dos personajes jugando dentro de una casa abandonada. Seguramente esa secuencia duró 15 minutos.
Ya me diréis que interés había en ver a la gente en un salón bailando durante 10 minutos sin que pase absolutamente nada.
Pues así iba toda la película, en secuencias que no pasaban nada y encima eternas.
Lo siento muchísimo, pero la suspendo sin más remedio. Lo único bueno es el vestuario y los decorados reales. Es en lo único que he disfrutado viendo la película.
10 de junio de 2020
10 de junio de 2020
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Su enfoque sobre la revolución italiana es único. En lugar de caer en el tópico del antihéroe, Luchino Visconti hace todo lo contrario y su protagonista, un fabuloso Burt Lancaster, es un príncipe que percibe los últimos días de la aristocracia. El Gatopardo es sumamente descriptiva, a fuego lento, puede costar, pero incorpora un ecosistema decadente y de hipocresía (hacia la nobleza) estimulante.
2 de noviembre de 2010
2 de noviembre de 2010
6 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La evolución humana tiene un camino claramente trazado y en él hay un lugar para la equidad, la justicia social, y para el respeto sin distingos a la dignidad humana. Quienes se opongan a esto, entrarán en desuso y encontrarán su ocaso de manera irreversible porque, la paz y la felicidad, no son un beneplácito para unos cuantos hombres, son bienes para todos y todos habremos, un día, de acceder indefectiblemente a ellos.
Para bien de la humanidad, las aristocracias son hoy apenas una minúscula colonia que se preserva viva porque, a veces las culturas se fosilizan y se acostumbran tanto a las tradiciones, que no hacen espacio para cuestionar el mantenimiento de unos especímenes que deniegan el equilibrio humano al conservar un privilegio donde, la ostentación y el derroche, en nada se compaginan con sus pobrísimos esfuerzos.
Los palacios –lo vemos en “EL GATOPARDO”- son inmensas tumbas colmadas de chécheres inútiles, para calmar el vacío interior de aquellos que no saben nada de humildad, de generosidad y menos aún de amor incondicional. Objetivas son las palabras del príncipe Fabrizio de Salina, cuando presintiendo su necesario ocaso dice:”Soy un exponente de la vieja clase, fatalmente comprometido con el antiguo régimen al que me ligan vínculos de descendencia y afecto. La mía es una generación a caballo entre dos mundos, pero que ya no encaja en ninguno”. Sí, así es. Y es el conde Luchino Visconti quien, mediante su alter ego, lo manifiesta. Y quizás sea cierto que, "a los gatopardos y a los leones, los sustituirán chacales y alimañas", pero estos aprenderán a vivir en comunidad, lucharán por el bien común, y sabrán salir del encierro mezquino de la familia donde se viste con lujosos colores, pero se tiene el alma vacía de nobles sentimientos.
Colmado de lujo, con un embellecimiento que trasciende la realidad para recrear postales que reflejen el “paraíso” en el que habitaba la aristocracia de entonces, y rodada en tecnirama con la soberbia luz del maestro Giuseppe Rotunno, el filme se propone demostrar que el “insigne ahora (1860)” de las dinastías, no debió ser derribado por el Risorgimento (resurgimiento) de la nueva Italia, donde el país se reunificaría y el poder pasaría a manos del pueblo con líderes tan notables como Giuseppe Garibaldi.
Empero, la evolución hacia el punto medio, de que tanto hablaba Buddha, es irreversible, y por eso, este filme resulta anacrónico y viciado, y la nostalgia que respira no motiva en nosotros interés alguno, porque somos de aquellos que deseamos con ímpetu la abolición de toda inequidad.
Válidas son las palabras de Alberto Moravia cuando, aludiendo a este filme, decía: “Un velo de irrealidad un tanto estetizante se interpone entre nosotros y la pantalla”.
Para bien de la humanidad, las aristocracias son hoy apenas una minúscula colonia que se preserva viva porque, a veces las culturas se fosilizan y se acostumbran tanto a las tradiciones, que no hacen espacio para cuestionar el mantenimiento de unos especímenes que deniegan el equilibrio humano al conservar un privilegio donde, la ostentación y el derroche, en nada se compaginan con sus pobrísimos esfuerzos.
Los palacios –lo vemos en “EL GATOPARDO”- son inmensas tumbas colmadas de chécheres inútiles, para calmar el vacío interior de aquellos que no saben nada de humildad, de generosidad y menos aún de amor incondicional. Objetivas son las palabras del príncipe Fabrizio de Salina, cuando presintiendo su necesario ocaso dice:”Soy un exponente de la vieja clase, fatalmente comprometido con el antiguo régimen al que me ligan vínculos de descendencia y afecto. La mía es una generación a caballo entre dos mundos, pero que ya no encaja en ninguno”. Sí, así es. Y es el conde Luchino Visconti quien, mediante su alter ego, lo manifiesta. Y quizás sea cierto que, "a los gatopardos y a los leones, los sustituirán chacales y alimañas", pero estos aprenderán a vivir en comunidad, lucharán por el bien común, y sabrán salir del encierro mezquino de la familia donde se viste con lujosos colores, pero se tiene el alma vacía de nobles sentimientos.
Colmado de lujo, con un embellecimiento que trasciende la realidad para recrear postales que reflejen el “paraíso” en el que habitaba la aristocracia de entonces, y rodada en tecnirama con la soberbia luz del maestro Giuseppe Rotunno, el filme se propone demostrar que el “insigne ahora (1860)” de las dinastías, no debió ser derribado por el Risorgimento (resurgimiento) de la nueva Italia, donde el país se reunificaría y el poder pasaría a manos del pueblo con líderes tan notables como Giuseppe Garibaldi.
Empero, la evolución hacia el punto medio, de que tanto hablaba Buddha, es irreversible, y por eso, este filme resulta anacrónico y viciado, y la nostalgia que respira no motiva en nosotros interés alguno, porque somos de aquellos que deseamos con ímpetu la abolición de toda inequidad.
Válidas son las palabras de Alberto Moravia cuando, aludiendo a este filme, decía: “Un velo de irrealidad un tanto estetizante se interpone entre nosotros y la pantalla”.
7 de octubre de 2013
7 de octubre de 2013
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo no voy a exclamar: " Como pueden votar con esta nota tan alta? " como hacen otras personas.Yo respeto la nota media que saca esta película. Solo diré que me pareció como un folletín largo y tedioso, mi aburrimiento fue total, salvo la fotografía y la música. No me emocionó para nada. Si tiene alguna magia especial, a mí se me escapó por no se donde.
24 de mayo de 2008
24 de mayo de 2008
21 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraña película ésta, tan bien valorada, tanta buena crítica, genial reparto, banda sonora de Nino Rota... en fin, muchos ingredientes para que hubiese sido un peliculón y sin embargo es lenta, vacía, poco espontánea, cargante, etc.
El tema de la película (a mis ojos muy mal llevado) no suscita ningún tipo de interés en el espectador. Todo el tema de la revolución es lineal, repetitivo, sin ápice de emoción o pasión alguna. La cosa se anima un poco con los enredos amorosos varios... pero nada, ni por asomo la película llega al aprobado.
El metraje es excesivo. Todo lo que acontece puede contarse en hora y media y no en tres. Alabado sea el señor que se recortó la versión original que constaba de 205 minutos. ¿Y eso para qué? Si es que la trama es muy simple (y poco interesante...).
No entiendo como a la Cardinale se la consideró una sex symbol de la época. Es mona pero no ese bellezón a la que la gente hace referencia en sus críticas. Este personaje no lo entendí del todo. Se liga al sobrino y tontea con el tío. No me identifiqué nada de nada con el personaje femenino. Demasiado espabilada para caerme bien.
En fin, que es un tontón la peli. Igual que Muerte en Venecia. Pasan los minutos y la trama no avanza. Voy a dejar de ver a Visconti, definitivamente no entiendo sus películas.
Saludos.
El tema de la película (a mis ojos muy mal llevado) no suscita ningún tipo de interés en el espectador. Todo el tema de la revolución es lineal, repetitivo, sin ápice de emoción o pasión alguna. La cosa se anima un poco con los enredos amorosos varios... pero nada, ni por asomo la película llega al aprobado.
El metraje es excesivo. Todo lo que acontece puede contarse en hora y media y no en tres. Alabado sea el señor que se recortó la versión original que constaba de 205 minutos. ¿Y eso para qué? Si es que la trama es muy simple (y poco interesante...).
No entiendo como a la Cardinale se la consideró una sex symbol de la época. Es mona pero no ese bellezón a la que la gente hace referencia en sus críticas. Este personaje no lo entendí del todo. Se liga al sobrino y tontea con el tío. No me identifiqué nada de nada con el personaje femenino. Demasiado espabilada para caerme bien.
En fin, que es un tontón la peli. Igual que Muerte en Venecia. Pasan los minutos y la trama no avanza. Voy a dejar de ver a Visconti, definitivamente no entiendo sus películas.
Saludos.
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