Black Mirror: El himno nacionalEpisodio
2011 

7.6
46,707
Thriller. Intriga. Drama
Cuando la joven y querida princesa Susannah es raptada, el primer ministro Michael Callow se enfrenta a una difícil y delicada situación. Para ponerla en libertad, el secuestrador exige una condición que afecta a éste de manera muy incómoda. Primero de los episodios independientes de "Black Mirror", serie creada por Charlie Booker, antiguo crítico televisivo de "The Guardian" y artífice de "Dead Set" (2008).
4 de enero de 2017
4 de enero de 2017
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Internet es un fenómeno que ha cambiado nuestras vidas para siempre, fenómeno que ha tambaleado las leyes no-establecidas sobre lo que es el disfrute ‘amable’ (perteneciente a sitcoms de antaño como ‘I love Lucy’), y el disfrute ‘grotesco’ perteneciente a las batallas de gladiadores.
‘Black Mirror’ (con Charlie Brooker como padre de la antología), hace hincapié justamente en el segundo aspecto, en cómo el ser humano a traspasado los limites de lo que es tolerable o, por el contrario, tan desatinado que impresiona, mediante este fenómeno del que todos disponemos conexión en casa.
La premisa del piloto es bien sencilla: ¿Debe realmente un Primer Ministro ensuciar su imagen y denigrarse públicamente manteniendo relaciones sexuales en vivo con un cerdo, para liberar a una inventada Duquesa de Beaumont que el pueblo adora?
La serie empieza con un relato tan esperpénticamente mezquino que uno, ante tal atrevimiento, sólo puede que disfrutar e incluso plantearse si eso podría suceder o no en un mundo controlado por las redes sociales; la respuesta es clara.
El tono de la serie es sórdido, de tonos azulados “a lo Fincher”, con interpretaciones brillantemente controladas de prototipos fríos, con cámaras-en- mano que graban a pantallas que a su vez se ven pixeladas o de una calidad mediocre; el símil de éste estilo es nuestros ojos navegando por internet. Es decir, nuestra mirada va de un lado para otro, abriendo diferentes pestañas y descubriendo nuevas capas de realidad que nos interesan.
Hace unos meses, contra todo pronóstico, el showman Donald Trump se coronó como presidente de un país en el que el mundo entero se mira, en gran parte, ese controvertido triunfo ha sido gracias a una imagen viral de infinitos 'gifs' y 'memes' para uso y disfrute de los internautas, ya de hecho en la serie, la popularidad misma del ilusorio Primer Ministro, crece tras aquél acto heroico-denigrante.
El nuevo ‘National Anthem’ de la sociedad es un pitido ensordecedor que distrae a suicidas ciudadanos que están tan ocupados viendo ‘Gran Hermano’, que no se percatan de estar en un alargado capítulo de la dolorosamente cuerda y realista ‘Black Mirror’.
‘Black Mirror’ (con Charlie Brooker como padre de la antología), hace hincapié justamente en el segundo aspecto, en cómo el ser humano a traspasado los limites de lo que es tolerable o, por el contrario, tan desatinado que impresiona, mediante este fenómeno del que todos disponemos conexión en casa.
La premisa del piloto es bien sencilla: ¿Debe realmente un Primer Ministro ensuciar su imagen y denigrarse públicamente manteniendo relaciones sexuales en vivo con un cerdo, para liberar a una inventada Duquesa de Beaumont que el pueblo adora?
La serie empieza con un relato tan esperpénticamente mezquino que uno, ante tal atrevimiento, sólo puede que disfrutar e incluso plantearse si eso podría suceder o no en un mundo controlado por las redes sociales; la respuesta es clara.
El tono de la serie es sórdido, de tonos azulados “a lo Fincher”, con interpretaciones brillantemente controladas de prototipos fríos, con cámaras-en- mano que graban a pantallas que a su vez se ven pixeladas o de una calidad mediocre; el símil de éste estilo es nuestros ojos navegando por internet. Es decir, nuestra mirada va de un lado para otro, abriendo diferentes pestañas y descubriendo nuevas capas de realidad que nos interesan.
Hace unos meses, contra todo pronóstico, el showman Donald Trump se coronó como presidente de un país en el que el mundo entero se mira, en gran parte, ese controvertido triunfo ha sido gracias a una imagen viral de infinitos 'gifs' y 'memes' para uso y disfrute de los internautas, ya de hecho en la serie, la popularidad misma del ilusorio Primer Ministro, crece tras aquél acto heroico-denigrante.
El nuevo ‘National Anthem’ de la sociedad es un pitido ensordecedor que distrae a suicidas ciudadanos que están tan ocupados viendo ‘Gran Hermano’, que no se percatan de estar en un alargado capítulo de la dolorosamente cuerda y realista ‘Black Mirror’.
28 de agosto de 2017
28 de agosto de 2017
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El antiguo crítico televisivo de “The Guardian” Charlie Booker es el creador de esta nueva serie que me ha encantado gracias al formato con el que se presenta. Analizando las consecuencias de la tecnología en nuestra vida diaria, ‘Black Mirror‘ se presenta como una serie de miniepisodios autoconclusivos que me dispongo a analizar por separado. Me ha recordado y mucho a aquella maravilla llamada ‘En los límites de la realidad’.
El primero de ellos capta la atención del espectador, sin dudas, por su extremo punto de partida. Desde luego no me esperaba un arranque así, con el primer ministro inglés metido en semejante situación y como, lo que parece una premisa sin sentido, termina convirtiéndose en una de las mayores sátiras que he podido ver en la pequeña pantalla.
El espectador asiste al desarrollo de los acontecimientos con una media sonrisa dibujada en su cara. ¿Es posible? ¿Llegará a cumplirse la demanda del secuestrador? Todo bañado con la crítica a la sociedad que bebe de las redes sociales (Twitter o Facebook, por poner algún ejemplo). Cuando llega el momento de la verdad, las calles se vacían y surge el inesperado y fatídico final. Es curioso cómo se ruega a los ciudadanos a no sintonizar la televisión, pero como todo el mundo no puede dejar de ver consiguiendo escenas para el recuerdo.
Hay quien, Incluso, hace un amago de apagar el televisor y las miradas amenazantes lo desaconsejan. Inevitable no acordarse de ciertas escenas muy recientes de la vida real que corroboran todo, por lástima.
‘Black Mirror’ empieza de forma valiente y entretenida. Veremos hacia dónde se dirige.
Más en: https://alquimistacinefilo.wordpress.com/
El primero de ellos capta la atención del espectador, sin dudas, por su extremo punto de partida. Desde luego no me esperaba un arranque así, con el primer ministro inglés metido en semejante situación y como, lo que parece una premisa sin sentido, termina convirtiéndose en una de las mayores sátiras que he podido ver en la pequeña pantalla.
El espectador asiste al desarrollo de los acontecimientos con una media sonrisa dibujada en su cara. ¿Es posible? ¿Llegará a cumplirse la demanda del secuestrador? Todo bañado con la crítica a la sociedad que bebe de las redes sociales (Twitter o Facebook, por poner algún ejemplo). Cuando llega el momento de la verdad, las calles se vacían y surge el inesperado y fatídico final. Es curioso cómo se ruega a los ciudadanos a no sintonizar la televisión, pero como todo el mundo no puede dejar de ver consiguiendo escenas para el recuerdo.
Hay quien, Incluso, hace un amago de apagar el televisor y las miradas amenazantes lo desaconsejan. Inevitable no acordarse de ciertas escenas muy recientes de la vida real que corroboran todo, por lástima.
‘Black Mirror’ empieza de forma valiente y entretenida. Veremos hacia dónde se dirige.
Más en: https://alquimistacinefilo.wordpress.com/
30 de diciembre de 2017
30 de diciembre de 2017
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Me han dicho repetidas veces que tengo que ver Black Mirror, y con la salida de la cuarta temporada, me he decidido a ponerme por fin al día, porque llevo un retraso de la hostia (seis o siete años). Así que he abierto Netflix y me he decidido a terminar con esta majadería de una vez por todas.
No podría sentirme más fascinado de lo que he visto en este primer episodio.
Ya conocía más o menos el formato de Black Mirror: una serie, evidentemente, episódica, pero con cada parte siendo completamente distinta a la otra; distintos actores, distintas tramas, distintos temas que tratar. Si en este primero me he sentido tan fascinado como os cuento y como se puede entrever en la nota que le he atribuido a "El himno nacional", no quiero ni imaginarme lo bien qué lo harán el resto de temporadas.
Este es, fácilmente, uno de los mejores arranques de temporada o de serie alguna que haya visto; es cierto que, si me he enterado bien, no tiene verdadera cohesión con lo que sigue más adelante, puesto que como decía arriba, un episodio no tiene nada que ver con el otro, pero joder, qué forma más brutal de empezar una serie.
La premisa puede parecer estúpida: la princesa ha sido secuestrada, como Peach, y para salvarla, el primer ministro debe tener sexo con un cerdo en directo. Al leer semejante sandez, muchos podrían llevarse la mano a la cara y optar por ver Pequeñas Mentirosas, pero os puedo asegurar que resumir todo lo que cuenta este episodio de forma tan soez (justo lo que su creador desea) es insultar a tan bella obra de arte.
Es increíble cómo, de una idea tan absurda, puede surgir un thriller tan jodidamente brillante; un drama filmado con mano de oro, acompañado del guión tan brillante del que hablaba antes, y de una interpretación muy digna por parte de todos los actores, en especial de Rory Kinnear a quien aplaudo por su impresionante curro.
Si estáis buscando algo jodido de ver, no os perdáis "El himno nacional"; me gustaría hablar por el resto de la serie pero todavía no la he visto, pero eso está a punto de cambiar. Tengo la intención de terminar esta primera temporada como muy tarde para este lunes, así que me veréis más por aquí en Filmaffinity.
¡Un fuerte aplauso!
No podría sentirme más fascinado de lo que he visto en este primer episodio.
Ya conocía más o menos el formato de Black Mirror: una serie, evidentemente, episódica, pero con cada parte siendo completamente distinta a la otra; distintos actores, distintas tramas, distintos temas que tratar. Si en este primero me he sentido tan fascinado como os cuento y como se puede entrever en la nota que le he atribuido a "El himno nacional", no quiero ni imaginarme lo bien qué lo harán el resto de temporadas.
Este es, fácilmente, uno de los mejores arranques de temporada o de serie alguna que haya visto; es cierto que, si me he enterado bien, no tiene verdadera cohesión con lo que sigue más adelante, puesto que como decía arriba, un episodio no tiene nada que ver con el otro, pero joder, qué forma más brutal de empezar una serie.
La premisa puede parecer estúpida: la princesa ha sido secuestrada, como Peach, y para salvarla, el primer ministro debe tener sexo con un cerdo en directo. Al leer semejante sandez, muchos podrían llevarse la mano a la cara y optar por ver Pequeñas Mentirosas, pero os puedo asegurar que resumir todo lo que cuenta este episodio de forma tan soez (justo lo que su creador desea) es insultar a tan bella obra de arte.
Es increíble cómo, de una idea tan absurda, puede surgir un thriller tan jodidamente brillante; un drama filmado con mano de oro, acompañado del guión tan brillante del que hablaba antes, y de una interpretación muy digna por parte de todos los actores, en especial de Rory Kinnear a quien aplaudo por su impresionante curro.
Si estáis buscando algo jodido de ver, no os perdáis "El himno nacional"; me gustaría hablar por el resto de la serie pero todavía no la he visto, pero eso está a punto de cambiar. Tengo la intención de terminar esta primera temporada como muy tarde para este lunes, así que me veréis más por aquí en Filmaffinity.
¡Un fuerte aplauso!
5 de septiembre de 2018
5 de septiembre de 2018
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Brillantísima carta de presentación de la hoy ya muy popular "Black Mirror". Una sagaz forma de presentar cómo los avances tecnológicos pueden acelerar nuestra degradación moral de una forma palpable. Charlie Brooker y Otto Bathurst plantean con "El himno nacional" una obra que tiene mucha gracia transcurra en Gran Bretaña, si bien admitiría mil variables.
Rory Kinnear lidera un reparto en estado de gracia, haciendo las veces de un desafortunado primer ministro que se verá arrastrado a un chantaje sin precedentes a cargo de un anónimo secuestrador. Los amantes de aquella excelente serie que fue "Roma" reconocerán a Lindsay Duncan, una actriz que siempre da una solvencia exquisita a todos sus papeles.
Podría caer en lo grotesco y chabacano, pero este episodio no arrastra justo por donde quiere para que terminemos teniendo la sensación de que todo ha sucedido en apenas unos segundos. En plena generación youtube, esta fábula de Esopo nos advierte sobre nosotros mismos.
Bajo cierta flema inglesa en el humor, estamos ante una verdadera tragedia.
Rory Kinnear lidera un reparto en estado de gracia, haciendo las veces de un desafortunado primer ministro que se verá arrastrado a un chantaje sin precedentes a cargo de un anónimo secuestrador. Los amantes de aquella excelente serie que fue "Roma" reconocerán a Lindsay Duncan, una actriz que siempre da una solvencia exquisita a todos sus papeles.
Podría caer en lo grotesco y chabacano, pero este episodio no arrastra justo por donde quiere para que terminemos teniendo la sensación de que todo ha sucedido en apenas unos segundos. En plena generación youtube, esta fábula de Esopo nos advierte sobre nosotros mismos.
Bajo cierta flema inglesa en el humor, estamos ante una verdadera tragedia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El pobre primer ministro se ve obligado por un loco que tiene rehén a hacer un acto vergonzoso para salvar una vida. No obstante, ¿qué gatillo fuerza al resto del mundo a hacer tantas visitas al vídeo? Brooker y cía nos advierten de la versión más morbosa y cruel de nuestra especie. El hecho de que se suicide el secuestrador refleja el sinsentido de todo.
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