Rocky Balboa
2006 

5.9
32,415
Drama. Acción
El mundo del boxeo está tan devaluado que el campeón Mason Dixon no encuentra un rival a su altura. Han pasado 30 años desde que a Rocky Balboa (Stallone), un hombre sin futuro, se le presentó la oportunidad de boxear y enfrentarse contra el gran campeón Apollo Creed. El coraje y perseverancia de Rocky, tanto en la vida como en el ring, alimentó las esperanzas de millones de personas. Ahora, ya retirado, se pasa las tardes contando ... [+]
19 de junio de 2013
19 de junio de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Rocky Balboa" no es una gran película, pero te aseguro que si te emocoinó la primera, te emocionará esta, porque pese a sus errores y desajustes esta última entrega es todo nostalgia, apela descaradamente a ese recuerdo que tenías del campeón del '76 y consigue que recuperes la fe en él.
Stallone vuelve por puro orgullo, tal y como se lee en la espalda de Tarver "Orgullo por orgullo". Recupera a su mejor álter ego y le da un digno entierro, el que se merecía y que no era digno de "Rocky V" a la cual le faltaba cierta grandeza.
Por razones obvias pierde en acción y gana en dramatismo, y es en ese aspecto en que se acerca más a los inicios de la saga. Como guionista Stallone no es tan malo, el argumento no es gran cosa pero al menos recupera su sentido del humor para escribir y además aporta sus frases filosóficas que son dignas de recordar. Obviamente lo del retirando peleando contra el campeón invicto es ridículo pero en definitiva debe serlo para que la emoción crezca desmedidamente. Por primera vez Rocky vuelve al ring por que quiere, no hay otra excusa más que el ya mencionado orgullo.
Las coreografías dentro del ring las vi desprolijas, parecían casi callejeras, algo extraño ya que en sus precuelas este era un rasgo que siempre destacaba.
Más allá o más acá la saga de Rocky es uno de los alegatos a la resistencia más grandes que se ha dado en el cine. El tipo recibe golpes a mansalva y siempre se vuelve a levantar, no se cuantas mejillas tenía pero de seguro eran mucho más de dos. "Gonna fly now".
Lo mejor: a los nostálgicos les devolverá el aroma que les dejó la primera.
Lo peor: el argumento se cae de flaquito.
Stallone vuelve por puro orgullo, tal y como se lee en la espalda de Tarver "Orgullo por orgullo". Recupera a su mejor álter ego y le da un digno entierro, el que se merecía y que no era digno de "Rocky V" a la cual le faltaba cierta grandeza.
Por razones obvias pierde en acción y gana en dramatismo, y es en ese aspecto en que se acerca más a los inicios de la saga. Como guionista Stallone no es tan malo, el argumento no es gran cosa pero al menos recupera su sentido del humor para escribir y además aporta sus frases filosóficas que son dignas de recordar. Obviamente lo del retirando peleando contra el campeón invicto es ridículo pero en definitiva debe serlo para que la emoción crezca desmedidamente. Por primera vez Rocky vuelve al ring por que quiere, no hay otra excusa más que el ya mencionado orgullo.
Las coreografías dentro del ring las vi desprolijas, parecían casi callejeras, algo extraño ya que en sus precuelas este era un rasgo que siempre destacaba.
Más allá o más acá la saga de Rocky es uno de los alegatos a la resistencia más grandes que se ha dado en el cine. El tipo recibe golpes a mansalva y siempre se vuelve a levantar, no se cuantas mejillas tenía pero de seguro eran mucho más de dos. "Gonna fly now".
Lo mejor: a los nostálgicos les devolverá el aroma que les dejó la primera.
Lo peor: el argumento se cae de flaquito.
23 de noviembre de 2014
23 de noviembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando parecía que ya se había agotado la saga del boxeador más célebre de la historia del cine comercial, Sylvester Stallone volvió dirigir y a meterse en la piel del púgil y subiendo a los cuadriláteros con sesenta y dos años y muchas ganas de emprender la historia donde la dejó dieciocho años después del descalabro de “Rocky V” (1990) cuya dirección de John G. Avildsen no fue excusa para confirmar que realmente el ídolo se iba a lastre. Pero después de tanto tiempo, y como aplicaría con el boina verde John Rambo a Sylvester Stallone ni la edad ni el paso del tiempo le acusan.
Mal actor no es (hojead sus primeros pinitos en el cine sin contar con ese para de "softcores" que rodó en su juventud) pero prepotencia le sobra. Si en su carrera no se hubiese obsesionado por ss personajes tal vez su camino habría tomado por otros derroteros. Pero el factor nostalgia funciona la mar de bien si tenemos en cuenta que generaciones de espectadores claman a gritos el regreso de Rocky a las pantallas como recordatorio del o que en su día fue un hombre en busca de una oportunidad que más que eso, acababa siendo el reto de una superación, un sueño inalcanzable.
Mal actor no es (hojead sus primeros pinitos en el cine sin contar con ese para de "softcores" que rodó en su juventud) pero prepotencia le sobra. Si en su carrera no se hubiese obsesionado por ss personajes tal vez su camino habría tomado por otros derroteros. Pero el factor nostalgia funciona la mar de bien si tenemos en cuenta que generaciones de espectadores claman a gritos el regreso de Rocky a las pantallas como recordatorio del o que en su día fue un hombre en busca de una oportunidad que más que eso, acababa siendo el reto de una superación, un sueño inalcanzable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Rocky ha vuelto a sus orígenes humildes y se reúne con su vieja tropa en los suburbios de Philadelpia donde creció y se ganaba la vida a ratos como carnicero con su cuñado Paulie (Burt Young) y de matón para un prestamista que ya ni siquiera aparece por allí. Pero las bandas de pendencieros siguen cantando el duduá “Take it Back” en las calles nocturnas aunque la pista de hielo ha desaparecido con el recuerdo de su querida Adrian que le ha dejado viudo con un hijo empleado en una agencia bursátil y un negocio de restaurante que no le va del todo mal. Ante todo ese cuadro se le presenta la oportunidad cuando un combate simulado por ordenador diferenciando su antigua invencibilidad contra un masticatanques del boxeo moderno, Mason Dixon (Antonio Tarver), le convocará a un nuevo desafío. Ahora no es un rival provocando al otro: es la misma televisión, apoyada por una todopoderosa publicidad que propiciaran la resurrección de un boxeador que, por encima de todo, lucha por su mantener el título de su dignidad.
27 de enero de 2015
27 de enero de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí, de las pelis que he visto de Stallone , ésta es sin duda la mejor.
Aludiendo al falso mito del "sueño americano" y de que "américa es la tierra de las oportunidades", la historia es un tanto rebuscada, pero posible. Lo bueno que tiene la cinta es que narra con bastante precisión todas las miserias de cada personaje, haciendo la peli hasta emocional.
Lo bueno de la cinta es que el rodaje del combate dura lo justo, no necesita más ni tampoco debería ser menos. El final es en cierto modo original e intenta ser emotivo.
Aludiendo al falso mito del "sueño americano" y de que "américa es la tierra de las oportunidades", la historia es un tanto rebuscada, pero posible. Lo bueno que tiene la cinta es que narra con bastante precisión todas las miserias de cada personaje, haciendo la peli hasta emocional.
Lo bueno de la cinta es que el rodaje del combate dura lo justo, no necesita más ni tampoco debería ser menos. El final es en cierto modo original e intenta ser emotivo.
30 de enero de 2016
30 de enero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por primera vez, la tradición de empezar con el recuerdo de un combate anterior se rompe.
En su lugar, más bien es un recordatorio nostálgico, en letras doradas, de un pasado que fue grande pero ha quedado lejano.
Un simple detalle, que cuenta muchas cosas de la manera más simple.
En 'Rocky Balboa' estamos todo lo lejos posible que se puede estar del pasado.
Rocky ha cambiado, el mundo ha cambiado, y ambos se han teñido de la clase de tristeza agridulce que trae el recuerdo. Es la primera impresión que alcanza cuando se ve al boxeador entrando en uno de esos modernos edificios de metal y cristal, donde no podemos evitar sentirlo fuera de lugar, parte de otro siglo.
Solo ha ido ahí a buscar a su hijo, atormentado por la sombra del padre, la clase de acción sencilla característica del personaje, que enfrenta todo con un buen humor innato.
Sylvester Stallone se olvida de su ego y decide dejarse abrazar por el legado del Potro Italiano: sus exitosos comienzos, su lento declive y, lo más importante, su obvia decadencia. Es por eso que este capítulo de su vida no es tanto uno más, como una comprobación de dónde estaría un héroe de ficción en el mundo real de ahora, que no hace caso de los ídolos del pasado a no ser que sea como diversión nostálgica.
El recuerdo de Adrian, y todos los recuerdos, nos acompañan a Rocky y a nosotros en ese restaurante erigido a su memoria, lleno de fotografías de un pasado que casi ni existe, y donde aquel hombre silencioso de la mesa antaño enfrentó su fuerza de voluntad en el ring.
Aparte, también está la lucha. No la lucha en el ring, no, esa ya llegará (siempre llega), sino la lucha diaria.
Una en la que Rocky debe aguantar no solo lo que pudo ser y no fue, sino el desprecio de lo que es, lo que no puede cambiar o lo que ve que se queda demasiado lejos de su alcance. No cuesta ver en su cuidado de Marie, la niña Marie, un cariño desviado de un hijo al que nunca ha podido conocer bien.
Tampoco cuesta verle desencantado con valores actuales como el poco respeto de las nuevas generaciones o el desapego a lo viejo, casi olvidado. Donde Stallone más podría pecar de abuelo cebolleta se mete una inyección de humildad en vena, aceptando el paso del tiempo sin dejar de decir lo equivocado que puede estar.
Sin embargo, aún queda otra lucha por librar, esta vez sí, en el ring.
Todo son risas y comentarios ácidos, probablemente los mismos que tuvo que soportar Stallone, y no dejan de repetirse las miradas de "deja al yayo hacer lo que le guste hombre, que ya está mayor". Tiene que ser Rocky, el que no ha dado explicaciones a nadie, el que deje una defensa de su voluntad a la cara de la Federación de Boxeo y ante su propio hijo: él tiene una bestia dentro, alimentada por los años, que debe liberar, y hace lo único que sabe hacer para ello. Aunque le cuesta la vida, la salud y la dignidad, hacer lo que siempre has hecho es lo único que te puede salvar cuando ya nada te apoya.
Y es entonces cuando vuelve la ilusión, cuando la cumbre que nadie podía ver se revela clara ante los ojos de los demás también. Cuando un cuerpo cuarteado por el tiempo levanta una pesa hercúlea, y los demás empiezan a creer. Como en otros tiempos, empiezan a creer que es posible, que se puede luchar contra la derrota, siempre que la voluntad acompañe.
El combate, más que cimentado en golpes reales está bañado en sensaciones imaginadas, que no por no verlas son menos reales: Adrian está, durante unos segundos, en esa multitud que corea el nombre del Potro Italiano.
Se ha librado de nuevo un combate contra la bestia del miedo y la impotencia que teníamos dentro. Una vez más, hay un vencedor moral pese a que haya otro real. Y otra vez, lo más importante es la primera persona que se busca al bajar del ring.
Con las imágenes de los créditos Stallone nos demuestra algo: que los sueños, luchas y esperanzas de esta saga son tan suyas como nuestras.
En su lugar, más bien es un recordatorio nostálgico, en letras doradas, de un pasado que fue grande pero ha quedado lejano.
Un simple detalle, que cuenta muchas cosas de la manera más simple.
En 'Rocky Balboa' estamos todo lo lejos posible que se puede estar del pasado.
Rocky ha cambiado, el mundo ha cambiado, y ambos se han teñido de la clase de tristeza agridulce que trae el recuerdo. Es la primera impresión que alcanza cuando se ve al boxeador entrando en uno de esos modernos edificios de metal y cristal, donde no podemos evitar sentirlo fuera de lugar, parte de otro siglo.
Solo ha ido ahí a buscar a su hijo, atormentado por la sombra del padre, la clase de acción sencilla característica del personaje, que enfrenta todo con un buen humor innato.
Sylvester Stallone se olvida de su ego y decide dejarse abrazar por el legado del Potro Italiano: sus exitosos comienzos, su lento declive y, lo más importante, su obvia decadencia. Es por eso que este capítulo de su vida no es tanto uno más, como una comprobación de dónde estaría un héroe de ficción en el mundo real de ahora, que no hace caso de los ídolos del pasado a no ser que sea como diversión nostálgica.
El recuerdo de Adrian, y todos los recuerdos, nos acompañan a Rocky y a nosotros en ese restaurante erigido a su memoria, lleno de fotografías de un pasado que casi ni existe, y donde aquel hombre silencioso de la mesa antaño enfrentó su fuerza de voluntad en el ring.
Aparte, también está la lucha. No la lucha en el ring, no, esa ya llegará (siempre llega), sino la lucha diaria.
Una en la que Rocky debe aguantar no solo lo que pudo ser y no fue, sino el desprecio de lo que es, lo que no puede cambiar o lo que ve que se queda demasiado lejos de su alcance. No cuesta ver en su cuidado de Marie, la niña Marie, un cariño desviado de un hijo al que nunca ha podido conocer bien.
Tampoco cuesta verle desencantado con valores actuales como el poco respeto de las nuevas generaciones o el desapego a lo viejo, casi olvidado. Donde Stallone más podría pecar de abuelo cebolleta se mete una inyección de humildad en vena, aceptando el paso del tiempo sin dejar de decir lo equivocado que puede estar.
Sin embargo, aún queda otra lucha por librar, esta vez sí, en el ring.
Todo son risas y comentarios ácidos, probablemente los mismos que tuvo que soportar Stallone, y no dejan de repetirse las miradas de "deja al yayo hacer lo que le guste hombre, que ya está mayor". Tiene que ser Rocky, el que no ha dado explicaciones a nadie, el que deje una defensa de su voluntad a la cara de la Federación de Boxeo y ante su propio hijo: él tiene una bestia dentro, alimentada por los años, que debe liberar, y hace lo único que sabe hacer para ello. Aunque le cuesta la vida, la salud y la dignidad, hacer lo que siempre has hecho es lo único que te puede salvar cuando ya nada te apoya.
Y es entonces cuando vuelve la ilusión, cuando la cumbre que nadie podía ver se revela clara ante los ojos de los demás también. Cuando un cuerpo cuarteado por el tiempo levanta una pesa hercúlea, y los demás empiezan a creer. Como en otros tiempos, empiezan a creer que es posible, que se puede luchar contra la derrota, siempre que la voluntad acompañe.
El combate, más que cimentado en golpes reales está bañado en sensaciones imaginadas, que no por no verlas son menos reales: Adrian está, durante unos segundos, en esa multitud que corea el nombre del Potro Italiano.
Se ha librado de nuevo un combate contra la bestia del miedo y la impotencia que teníamos dentro. Una vez más, hay un vencedor moral pese a que haya otro real. Y otra vez, lo más importante es la primera persona que se busca al bajar del ring.
Con las imágenes de los créditos Stallone nos demuestra algo: que los sueños, luchas y esperanzas de esta saga son tan suyas como nuestras.
5 de febrero de 2016
5 de febrero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘Rocky Balboa’ es un drama pleno de corazón, alma, grandes discursos motivacionales y actuaciones magistrales. Una película que toca temas universales como: la pérdida, el sentimiento del trabajo no finalizado y la posibilidad de hacer lo que te propongas siempre que pongas todo el empeño en ello. El trabajo de ambientación de Filadelfia roza la excelencia, siendo exactamente como uno lo imagina, recuperando la esencia tanto del film original como de las calles frías, desérticas y destartaladas del (minusvalorado) quinto capítulo.
El libreto (obra del propio Stallone) es, sin duda, una pieza maestra. Escrito con un conocimiento del personaje y una veracidad demoledora, que al mismo tiempo describía también el ocaso forzado que Hollywood quería infligir al propio actor/director; atención al monumental monólogo delante del consejo de boxeo, con Balboa/Stallone hablando de frente a la cámara, exigiendo que cumplan con su parte, porque él ya ha cumplido con la suya... Todo aquel que haya crecido con “la saga de Rocky”, sentirá un enorme dolor al ver a su héroe hoy día, a un personaje inspirador que parece adormecido. En apariencia, Rocky sigue siendo el tipo risueño de antes, pero su pena es evidente.
El sentimiento que desprende cada fotograma de ‘Rocky Balboa’, se haya visto o no toda la saga recurrentemente, es tremendo. La música de Bill Conti potencia las imágenes, y las actuaciones, veraces todas ellas, sin ningún tipo de edulcorante, ni de juicio, logra que el espectador se suba en una montaña rusa emocional que camina imparable hacia el “Mandalay Resort Casino” en Las Vegas…
En definitiva: 'Rocky Balboa' es un potentísimo drama sobre las oportunidades, el corazón y la fuerza de la fe. No tiene nada que envidiar al original, posee un sentimiento que traspasa la pantalla, y supone, sin duda, el mejor trabajo tras las cámaras de Stallone. Simplemente perfecta.
-Lo mejor: Prácticamente todo, desde los primeros tonos de Frank Stallone repitiendo la canción original de 1976 “Take you Back”, hasta su despedida final puño en alto.
-Lo peor: Por ponerle un “pero” en el film en ningún momento se hace mención a la lesión cerebral irreversible de Rocky que le retiró en ‘Rocky V’, aunque dicha escena sí se rodó, y estaba presente en un primer corte de dos horas y quince minutos que los productores declinaron a favor del montaje final de 102 minutos que vio la luz.
-Más en: www.cineycine.com
El libreto (obra del propio Stallone) es, sin duda, una pieza maestra. Escrito con un conocimiento del personaje y una veracidad demoledora, que al mismo tiempo describía también el ocaso forzado que Hollywood quería infligir al propio actor/director; atención al monumental monólogo delante del consejo de boxeo, con Balboa/Stallone hablando de frente a la cámara, exigiendo que cumplan con su parte, porque él ya ha cumplido con la suya... Todo aquel que haya crecido con “la saga de Rocky”, sentirá un enorme dolor al ver a su héroe hoy día, a un personaje inspirador que parece adormecido. En apariencia, Rocky sigue siendo el tipo risueño de antes, pero su pena es evidente.
El sentimiento que desprende cada fotograma de ‘Rocky Balboa’, se haya visto o no toda la saga recurrentemente, es tremendo. La música de Bill Conti potencia las imágenes, y las actuaciones, veraces todas ellas, sin ningún tipo de edulcorante, ni de juicio, logra que el espectador se suba en una montaña rusa emocional que camina imparable hacia el “Mandalay Resort Casino” en Las Vegas…
En definitiva: 'Rocky Balboa' es un potentísimo drama sobre las oportunidades, el corazón y la fuerza de la fe. No tiene nada que envidiar al original, posee un sentimiento que traspasa la pantalla, y supone, sin duda, el mejor trabajo tras las cámaras de Stallone. Simplemente perfecta.
-Lo mejor: Prácticamente todo, desde los primeros tonos de Frank Stallone repitiendo la canción original de 1976 “Take you Back”, hasta su despedida final puño en alto.
-Lo peor: Por ponerle un “pero” en el film en ningún momento se hace mención a la lesión cerebral irreversible de Rocky que le retiró en ‘Rocky V’, aunque dicha escena sí se rodó, y estaba presente en un primer corte de dos horas y quince minutos que los productores declinaron a favor del montaje final de 102 minutos que vio la luz.
-Más en: www.cineycine.com
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