Una reflexión sobre la amistad, el amor y -sobretodo- el honor. Los dos personajes contrarios son fruto de la misma sangre (Arturo y Mordred, padre e hijo) y se produce en ellos la reflexión de cuanto influye el entorno en la forma de ser de cada uno.
Arturo es criado por un humilde guerrero bajo el ojo avizor de Merlin, y de él sale un rey honorable; mientras que Mordred, hijo bastardo, salido de un incesto, criado por su madre en una meca de odio y venganza, tan sólo dedica su vida a culminar los deseos ajenos (los de Morgana).
Boorman intenta expresar así que todo el mundo está atado a su destino, pero puede elegir con que "talante" llevarlo a cabo.

Sobre el reparto, sorprende la presencia de ilustres secundarios, sobretodo la de Patrick Stewart a quién un público joven no imagina en este tipo de menesteres (podría decirse que, con la edad, ha cambiado mucho su registro -puede que a peor-).